martes, 24 de julio de 2012

Héroes en bicicleta: Gino Bartali-COMO AYUDO A LOS JUDIOS PERSEGUIDOS POR LOS NAZIS Y LOS FACHOS EN ITALIA- Por Ezequiel Fernández Moores | Para LA NACION


Gino Bartali, el toscano fortachón de Acción Católica cuyos triunfos usaba Benito Mussolini, veía cómo 150.000 personas vivaban en la llegada a Vichy a su compatriota Fausto Coppi, piamontés agnóstico, frágil y admirado por la izquierda. El Tour de Francia que concluye este domingo en París celebra mañana 60 años de la edición de 1952, que vio competir juntos por última vez a dos ídolos cuya rivalidad marcó la historia del ciclismo mundial y dividió a la Italia de la posguerra. 

Horas antes del inicio del Tour, Coppi había exigido al técnico Alfredo Binda que excluyera a Bartali del equipo italiano si Gino no aceptaba el rol de gregario. Italia casi es excluida de la prueba, hasta que Bartali, el viejo ídolo, de 37 años, aceptó el liderazgo de Coppi, de 32. 

Ese Tour dejó una foto histórica: Coppi delante de Bartali, en durísima subida al Galibier, y las manos de ambos pasándose una botella de agua. Nunca hubo aclaración oficial de los propios protagonistas, aunque se cree que fue Bartali quien cedió su botella. Fue un gesto solidario en medio de la batalla. 

El agua compartida entre el campeón que moriría ocho años después de malaria y el católico que, según se descubrió casi medio siglo más tarde, salvó con su bicicleta la vida de cientos de judíos en plena Guerra Mundial.

 
Coppi, recuperado del dolor que había sufrido en 1951 por la muerte de Serse, su hermano ciclista, subió como poseído al Galibier, 2645 metros. Ganó esa etapa y el Tour. Recorrió 4800 kilómetros en 25 días y sacó casi media hora al segundo. Igual que en 1949, fue campeón del Giro de Italia y del Tour en un mismo año. Su preparación casi científica suscitó sospechas. 


Bartali mandó a otros ciclistas a que sacaran todas las pastillas que veían en su habitación y él mismo recogió frascos que Coppi tiraba en plena prueba. Sus médicos nunca encontraron nada extraño. Pero Bartali contó una vez que esa obsesión le permitió conocer las reacciones físicas del rival. 

Si a Coppi se le hinchaba la vena en el hueco trasero de la rodilla derecha era señal de fatiga y de que podía atacarlo. Al año siguiente, 1953, Coppi ganó su quinto Giro de Italia. Ya declarado agnóstico, toda una conmoción en la católica Italia, Coppi sorprendió cuando bajó de un podio y regaló las flores a Giulia Occhini.

 La "Dama Blanca", como la llamó la prensa, era esposa de Enrico Locatelli, un médico admirador que fue con su mujer a visitar a Coppi al hospital tras una dura caída sufrida en el Giro de 1950. A Coppi, que ya estaba casado y tenía una hija, le retiraron el pasaporte. 

Giulia, denunciada por su esposo, pasó tres días en cárcel por adúltera. La pareja se casó en México y tuvo un hijo, Faustino, nacido en Buenos Aires. En aquella convalecencia en un hospital de Trento, Coppi también fue visitado por Bartali. 

Gino enfureció días después al advertir que Coppi, lejos de conmoverse, ordenó a sus gregarios a que ayudaran al suizo Hugo Koblet para que Bartali no pudiera quedarse con el Giro. "El oro suizo valió más que el amor a la patria. Es la primera vez que venden el Giro a un extranjero", se quejó Gino.

Bartali ya sabía lo que era "correr por la patria". Mussolini no le permitió inscribirse en el Giro de 1938 porque quería que ganara el Tour. Se convirtió en el segundo italiano campeón en Francia, después de Ottavio Bottecchia, y el fascismo celebró su triunfo. 

Equivocadamente, eso llevó a que muchas crónicas lo vincularan con Mussolini. Pero Gino, a diferencia de muchísimos otros, jamás celebró con el saludo romano, vistió camisas negras ni dedicó sus triunfos al Duce. Es más, en 1943 pasó 45 días preso sospechado de "actividades antisubversivas". Bartali sí decidió correr por la patria cuando volvió a ganar una década después, en 1948, el segundo Tour de la posguerra. Al promediar la carrera estaba a más de 21 minutos del francés Louison Bobbet y, a sus 34 años, ya no tenía chances de triunfo. "Esto es un caos. Si ganas al menos la próxima etapa podría cambiar algo". 

El mensaje, que cada biógrafo reescribe a su modo, le llegó de su viejo compañero de la Acción Católica el primer ministro Alcide De Gasperi. El líder comunista Palmiro Togliatti había sido baleado en Roma por un joven derechista siciliano, estallaban protestas en distintas ciudades, se convocaba a una huelga general y se temía una guerra civil. 

Al día siguiente, Bartali atacó como nunca para subir primero a los 2300 metros del Col d'Izoard y redujo a un minuto la ventaja de Bobbet. Mantuvo un ritmo infernal y ganó el Tour, único bicampeón con diez años de diferencia. 

La hazaña conmovió a los italianos. Hasta L'Unitá, el diario del Partido Comunista Italiano (PCI), dio gran espacio al triunfo en sus cuatro páginas precarias. La leyenda cuenta que el propio Togliatti, una vez restablecido, preguntó cómo iba Bartali en el Tour.
Sólo dos años después, Bartali comenzó a sufrir la llegada del nuevo rey. En el Giro de 1940, Bartali se retrasó por una lesión y la prueba fue ganada por su gregario en el equipo Legnano, un joven de 20 años descubierto por un masajista ciego cuyas manos veían más que cualquier ojo. Coppi, el hombre que elevó a unos 40 kilómetros la velocidad media del ciclismo, casi abandona el Giro por calambres.

 El propio Bartali, su líder, lo insultó para que ganara, como también lo hizo cuando lo abofeteó para que no renunciara en pleno Tour del 49. "Acquaiolo", le dijo. Uno de esos que le ponen agua al vino. Nacía la batalla del fortachón amante de la pasta y el vino contra el frágil que se fracturó 13 veces y se distanciaba del mito. El católico devoto carmelita contra el agnóstico. El demócrata cristiano contra el comunista (aunque Coppi era demócrata cristiano también él). Verdi y Garibaldi. Rómulo y Remo. Sangre en las venas de Gino -como escribió Curzio Malaparte-, nafta en las de Fausto. Uno solar, el otro atormentado. 

Uno fiel a la Legnano y el otro pasado a la más poderosa Bianchi. Ambos, además, con un hermano muerto en las pistas. Entre los dos, de 1940 al 54, ganaron ocho Giros de Italia y cuatro Tours, con 124 triunfos para Bartali y 122 para Coppi.

 Tras el horror de la guerra, el Giro del 49 marcó el definitivo cambio de época. "Héctor asesinado por Aquiles", escribió Dino Buzzati en el Corriere della Sera. "Una fuerza sobrehumana contra el poder maléfico de los años." "Un uomo solo e al comando; la sua maglia e bianco-celeste; il suo nome e Fausto Coppi", sentenció la solitaria llegada a la meta Mario Ferreti por la RAI.

Coppi murió once años después, el 4 de enero de 1960. Tenía apenas 40 años. Regresó de correr y cazar en Burkina Faso y los médicos confundieron la malaria con una fiebre común. Había estado en África durante la guerra. Enviado al frente tunecino, cayó preso de las tropas inglesas en 1943 y fue liberado en 1945. Bartali vivió en cambio hasta los 85 años. Murió el 5 de mayo de 2000.

 Recién tres años después de su muerte se supo lo que hizo durante la guerra, cuando todos creían que sólo buscaba mantenerse en forma mientras corría día y noche por carreteras de la Toscana y Umbría. Mito deportivo, los soldados saludaban su paso, sin necesidad de inspeccionarlo. 
Debajo del asiento de su bicicleta llevaba documentos falsos fabricados que recogía en Asís o dinero enviado desde Ginebra a Génova para llevarlo a los judíos italianos escondidos en monasterios de Florencia. Bartali salvó las vidas de unos 800 judíos. Lo dijeron los hijos de Giorgio Nissim al encontrar en 2003 un viejo diario de su padre con los detalles sobre cómo funcionaba la red. 

En 2006, el entonces presidente Carlo Azeglio Ciampi entregó a Adriana, esposa de Bartali, una medalla de oro al valor civil. Hace 10 meses, Bartali recibió nuevos homenajes en Jerusalén y en Padova, en jardines que recuerdan el Holocausto..

fuente: LA NACION.COM - 18 DE JULIO 2012


Se­ñor Di­rec­tor:
"Felicito al periodista Ezequiel Fernández Moores por su artículo «Héroes en bicicleta», del 18 del actual, dedicado a la figura y gesta de Gino Bartali (1914-2000), ciclista de leyenda y héroe silencioso de la Segunda Guerra Mundial.

"Bartali era un militante de la Acción Católica y, a través de monseñor Elia Dalla Costa, entró en contacto con la organización Delasem, que asistía a los prófugos judíos.

 A veces, a mitad de camino entre Firenze y Asís, paraba con su bicicleta en la estación Terentola y, como en una película, su presencia producía un tumulto que los soldados italianos y alemanes trataban de dispersar. En la confusión se aprovechaba para subir a los vagones a judíos y otros grupos de perseguidos políticos, según cuenta el periodista Andrea Garibaldi en el Corriere della Sera.

"En 2006, seis años después de la muerte de Bartali, el presidente italiano Carlo Ciampi le otorgó la medalla de oro al mérito civil por haber protegido las vidas de por lo menos 800 judíos."

Eduardo Eurnekian
Baruj Tenembaum

Fundación Raoul Wallenberg
gcomunicacion@irwf.org.ar

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