miércoles, 31 de octubre de 2012

CHILE: Manuel Araya Osorio, el asistente de Pablo Neruda ratifica la tesis de que el gran poeta fue asesinado.- " Lo mataron y asesinaron la poesía“.

 Written by 20minutos / DespertarDominicano.com   















Pablo Neruda murió el 23 de septiembre de 1973, pocos días después del golpe militar que derrocó a Salvador Allende, en esos días las versiones eran confusas.

Dado el hecho que se trataba de un exmiembro de la cúpula del Partido Comunista chileno y exembajador en Francia del régimen de la Unidad Popular, había presunciones sobre su posible asesinato.

Pero la versión oficial -que murió a causa de un avanzado cáncer de próstata- prevaleció con el tiempo y fue  reconocida por la misma Fundación Pablo Neruda.
Esta versión, sin embargo, nunca la aceptó Manuel Araya Osorio, el chofer -para otros el asistente- del poeta y Premio Nobel de Literatura 1971. Araya ha venido sosteniendo que a Neruda le aplicaron en la clínica de Santiago -donde murió- una inyección letal que acabó con su vida.

Araya ha vuelto a ser noticia. Acaba de lanzar, dentro del marco de la Feria del Libro de Santiago, su obra “Doble asesinato de Pablo Neruda”, en la cual ratifica su tesis del asesinato del poeta chileno.

El polémico chófer del poeta chileno Pablo Neruda ataca de nuevo. Manuel Araya acaba de sacar el libro ‘Doble asesinato de Pablo Neruda’, donde cuenta los últimos días que vivió junto al Premio Nobel de Literatura chileno. Y una vez más, Manuel Araya repite: “Yo hasta el último día de mi vida voy a decir que Neruda fue asesinado, que Neruda no estaba para morirse. Lo mataron y asesinaron la poesía“, manifiesta el amigo personal del poeta a el portal ElMundo.es.

Retrocedemos en el tiempo hasta el 19 de septiembre de 1973. Hacía poco más de una semana que el general Augusto Pinochet había dado un golpe de estado que terminaba con el Gobierno, y con la vida, de Salvador Allende. Pablo Neruda, el poeta chileno más universal, era trasladado en ambulancia desde su casa de Isla Negra, una localidad costera situada a unos pocos kilómetros al sur de Valparaíso, hasta la Clínica Santa María de Santiago.

La salud del poeta se había agravado tras el golpe militar. Padecía un cáncer de próstata, por lo que el embajador de México en Chile había reservado dos billetes de avión para trasladar a Neruda y a su mujer, Matilde Urrutia, hasta México DF. Abandonarían su querido Chile el 24 de septiembre de 1973. Sin embargo, durante la tarde anterior, el literato moría en la clínica Santa María, supuestamente debido al avanzado estado de su cáncer de próstata.

“Mi tesis es que a Neruda le colocaron una inyección el día 23 de septiembre a las cuatro de la tarde y de ahí se puso rojo y murió cinco horas después”, nos dice el ex chófer del poeta. Añade: “Yo estoy seguro al 100% que el cuerpo de Neruda se va a exhumar. De hecho, en los próximos días van a venir diferentes médicos forenses procedentes de distintos lugares del mundo”.

Arrepentido por dejarlo solo

Manuel Araya recuerda los últimos días que vivió con el poeta como si fueran ayer. Sigue sin entender por qué mataron a una figura de la Literatura Universal: “Esta semana he estado en Isla Negra, una de las casas del poeta, y siento una pena y un dolor enorme. Me quiebro entero. La vida se dio así, lo asesinaron, y es un recuerdo que no voy a olvidar nunca”.

El ex chófer se arrepiente de haber dejado solo a Pablo en el hospital. “Cometimos el fatídico error, Matilde y yo, de dejar a Neruda solo. Quedó desprotegido, y allí aprovecharon de meterle una inyección en el estómago. Según el médico Sergio Dapre era dipirona. Todos los forenses del mundo coinciden en que la dipirona no mata, la dipirona calma los dolores. Cuando nosotros llegamos de Isla Negra, Neruda estaba muy rojizo”.

A Manuel le gusta contar lo que considera justo y no tiene problemas en acusar a los que considera oportuno: “Yo he escrito lo que vi porque creo que debe saberse y hay mucha gente que sin saber nada del poeta hablan cualquier ‘guevá’. A mí me gustaría que a toda esa gente que habla incoherencias de Neruda, casi todos de la Fundación Neruda, los juntáramos en un medio de comunicación, preferiblemente extranjero, porque en Chile no hay mucha cobertura al respecto, y hablaremos del tema”.

La misma versión hasta la muerte

El ex chófer asegura que va a dar la misma versión sobre la muerte de Neruda hasta que se muera porque en Chile no se le ha dado la importancia que debería. Advierte también que hasta ahora no ha cobrado ni un peso por dar una entrevista, y que vive de una pensión muy pequeña, por lo que no habla del poeta para ganar dinero.

“El lanzamiento del libro ‘Doble asesinato de Pablo Neruda’ en la Feria del Libro de Santiago va a tener de nuevo mucha repercusión”, anticipa. Manuel Araya agradece que las cosas en el país andino hayan cambiado y que ahora se investiguen los crímenes acontecidos en el pasado.

“Mario Carroza vino a entrevistarme a San Antonio para hablar sobre la situación de Neruda y yo lo encontré un hombre muy cordial y muy abierto. Ahora esperamos que Carroza investigue hasta el último ápice del asesinato de Neruda. De momento está calladito porque la resolución sobre la exhumación del poeta saldrá hacia la mitad de noviembre“, nos cuenta.


http://www.despertardominicano.com/noticias/noticias-mundo/7139-asistente-de-pablo-neruda-ratifica-tesis-de-que-el-poeta-fue-asesinado





Miercoles, 31 de Octubre 2012






JORGE LUIS BORGES: el escritor argentino más renombrado y al que no le fuera concedido el Premio Nobel de Literatura: SUS OBRAS COMPLETAS





Todo Borges – 

 

 

 

 

 

 

 

por Martin Schifino

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Cuando Beckett se refirió en su libro sobre Proust a la “abominable edición de la Nouvelle Revue Française, en dieciséis tomos”, habló por más de un lector frustrado con el soporte material de una gran obra. En Argentina y Latinoamérica, muchos lectores de Borges crecimos con la abominable edición de sus Obras completas de Emecé (1974), en un tomo. El mamotreto reunió por primera vez los grandes textos del autor, desde los versos de Fervor de Buenos Aires hasta los “cuentos directos” de El informe de Brodie, y, pese a las muchas antologías, sigue siendo el mejor Borges portátil que hay en español. No obstante, sus limitaciones son obvias, empezando por el formato, que es inmanejable y ostentoso. La impresión es pobre: abundan las erratas mecánicas de letras faltantes o en el lugar de otras, y se han encontrado incluso crasos errores de transmisión: “extático” por “estático”, “temía un” por “tenía en”, etc. Estos aspectos cosméticos tal vez pueden perdonarse, pero más problemático es lo que la edición echa en falta. No existe aparato crítico ni introducción. El más libresco de los escritores argentinos se publicó como una novela de a peseta. 

La culpa no es necesariamente de la editorial, ni de quien dirigió la edición, Carlos Frías; Borges mismo dio el visto bueno y puede que, con su proverbial reserva, se haya resistido al tratamiento académico. En cualquier caso, la presentación adoptada parece una solución de compromiso. La introducción de cada libro quedó a cargo del autor; algunos prólogos se retomaron de las ediciones originales y otros se escribieron en retrospectiva. Unas cuantas frases famosas provienen de esos textos, que rara vez se extiende más de dos o tres párrafos y rebozan de alusiones. Sobre Historia universal de la infamia: “el irresponsable juego de un tímido”. Sobre Fervor de Buenos Aires: “No he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos”. Maravillas de concisión, las frases ocultan, sin embargo, tanto como revelan. ¿Qué quería decir Borges con mitigar? ¿O, para el caso, con excesos barrocos? La historia del texto queda soterrada. En un sentido importante, los l ectores tenemos que aceptar la reescritura. Borges defendía el derecho de los autores a corregirse: le escandalizaba, por ejemplo, que se republicaran las primeras ediciones de Henry James, cuando el novelista se había tomado el trabajo de poner a punto y prologar casi todas sus obras para la edición “definitiva” de Nueva York. Pero es más difícil aceptar el silencio editorial que rodea a cada texto.


En la presunta edición de referencia, uno podía leer de punta a punta los ensayos de Historia de la eternidad sin enterarse de que primero habían sido publicados en la revista Sur. Y si no sabía francés, inglés, italiano, latín y alemán, pues buena suerte. Las citas no se traducían, salvo cuando lo hacía Borges para ilustrar un punto dado. ¿Cronología? ¿Nota biográfica? Nada, a excepción de un “Epílogo” redactado por el propio autor, en el que imaginaba la entrada de una futura enciclopedia (cuándo no) sobre él mismo. El texto es de una modestia tan rimbombante como solo puede sentirla alguien culposamente agradecido por el talento que le ha tocado. Entre sus particularidades figuran las palabras finales: “Pueden consultarse sus Obras Completas, Emecé Editores, Buenos Aires, que siguen con suficiente rigor el orden cronológico”. “Suficiente rigor” es, por supuesto, un impecable borgianismo, pero también un mensaje cifrado. Porque lo que no se dic e en ninguna parte de las Obras Completas es que el autor dejaba fuera tres libros de ensayos juveniles publicados en la década del veinte: Inquisiciones, El idioma de los argentinos y El tamaño de mi esperanza. Recapitulando, entonces, las Obras Completas de 1974 eran inmanejables, inatractivas, inadecuadas y, por sobre todo, incompletas. 

Borges publicó un segundo tomo en 1984, en el que recogió los libros posteriores a El informe de Brodie. (Entretanto el primer tomo se dividió en dos, lo que volvió la lectura algo más cómoda aunque también, dirán los que no crean en casualidades, permitió aumentar el precio del conjunto, que consistió a partir de entonces en tres tomos de cubiertas en cartoné.) La línea editorial no se modificó ni un ápice. No se agregaron textos explicativos, y los libros que Borges había suprimido siguieron inéditos. Hubo que esperar hasta la década del noventa, cuando la industria editorial preparaba la Borges-manía del centenario, para que los tres tomos se republicaran por separado, en la editorial Seix Barral; pero, extrañamente, no se los incorporó al cuarto tomo de las Obras Completas que apareció en 1996. Con este último, que recogió cuatro recopilaciones póstumas de reseñas, prólogos, clases y conferencias, se dio por cerrada la edición canónica de Obras co mpletas, pero la incoherencia editorial perduró. No todos los textos sueltos entraron en ella; muchos fueron a parar a tres tomos laterales a los que se bautizó Textos recobrados, como si tuvieran una entidad distinta a los demás. Y desapareció en el proceso la curaduría que ayudaba a situarlos. Por ejemplo, se eliminó la introducción de Enrique Sacerio-Garí a los llamados Textos cautivos, una colección de reseñas y artículos periodísticos publicada en 1986 que, como notó Juan José Saer, “merece figurar entre los mejores libros de Borges”; los textos, ni qué decirlo, se defienden solos, pero esa colección es fruto de la investigación bibliográfica de Sacerio-Garí y Emir Rodríguez Monegal. ¿Por qué no reconocerlo? Quizás porque las Obras completas son una construcción editorial que monumentaliza a Borges. Y la ideología de fondo es: no toquen el monumento

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Entre las noticias más resonantes de la feria del libro de Fráncfort de 2010, en la que Argentina fue el país invitado de honor, estuvo la venta millonaria de los derechos mundiales de Borges a Random House Mondadori, por una suma “no revelada”, como se dice en estos casos, que los chismes del sector ubicaron cerca de los dos millones de euros. Emecé habría ofertado uno y medio. Las cifras exactas importan menos que el hecho, sorprendente para algunos, de que salió perdiendo el editor histórico de Borges, aunque se le concedió como premio consuelo la edición crítica, de la que hablaremos en breve. Se acercaba, entretanto, el aniversario número veinticinco de la muerte de Borges, lo que ofrecía la excusa perfecta para lanzar al mercado una edición renovada. Los flamantes dueños de los derechos no iban a desaprovecharla. “La idea es salir lo antes posible”, comentó el director de la Random House en Argentina, Pablo Avelluto, en un artículo publicado en el periódico Clarí n por Patricia Kolesnicov. 

Kolesnicov informaba que, “esta vez, las Obras Completas se presentarán por género y no por cronología: cuentos, ensayos, poesías, misceláneas.” Tratándose de Borges, que había mezclado permanentemente esas formas, el enfoque sin duda plantearía problemas, pero tal vez arrojara resultados iluminadores. En cualquier caso, la oportunidad era única: ofrecer por fin un texto y, más ampliamente, un objeto editorial a la altura del autor.
Pues bien, en 2011, a poco de seis meses de la venta de los derechos, apareció la nueva edición de las Obras Completas. Seis meses es un tiempo muy breve en el mundo editorial, así que imaginemos el ajetreo de editores, correctores, académicos y especialistas. Directivas como las siguientes: “No me pasen llamadas de acá hasta marzo. ¡Estoy editando!” Cientos, miles de consultas por correo electrónico a autoridades mundiales: “Estimada/o Beatriz Sarlo / Edwin Williamson / Michel Lafon / Silvia Molloy / Jean-Pierre Bernès: con respecto a las fuentes de…” etc. Imaginemos… Porque la triste realidad es que un pasante con una fotocopiadora habría podido hacer el trabajo. 


Del intrigante anuncio de Kolesnicov, ni rastros. Al parecer el alto mando borgiano decidió tomar la edición-mausoleo de Emecé y reproducirla casi tal cual. Vale la pena definir ese “casi”. Sí, se han corregido las erratas que quedaban; la tipografía es más agradable; y el diseño de tapa es más cuidado . Pero el ordenamiento en cuatro tomos es el mismo que en Emecé, y hasta se han reproducido los tres tomos completamente arbitrarios de “textos recobrados”. La única diferencia de orden es que, “por primera vez”, como dice una nota triunfal del editor, se han incluido en las obras Inquisiciones, El idioma de los argentinos y El tamaño de mi esperanza. Se trata de un indudable acierto, con la salvedad de que no se aclara lo que ello implica: ahora tenemos, en un mismo tomo (el primero), tres libros tempranos de los que Borges renegó, al lado de poemas igualmente tempranos (Fervor de Buenos Aires, etc.) que corrigió extensamente en los años setenta. Es decir: a la vez se respeta y se pasa por alto la voluntad del autor; y si un lector pretende, por ejemplo, seguir la evolución del estilo de Borges a través de esta cronología, llegará a conclusiones falsas. 

No es que uno vaya a enterarse de esos problemas en la edición misma. Apenas una página escueta introduce cada tomo con precisiones mínimas; la firma un anónimo “editor”. ¿Quién es ese editor? ¿Avelluto? ¿Una función del texto, como diría Foucault? ¿El pasante de la fotocopiadora? No preguntemos. De nuevo, Borges aparece entre cubiertas como por generación espontánea. El medio es el mensaje: un autor tan clásico no necesita presentación. Pero este tipo de supuesto, si es tal cosa y no mera inepcia, va en contra de la erudición contemporánea. De hecho, comparar las ediciones de Borges con las de otros clásicos modernos da pena. Italo Calvino en Einaudi, Virginia Woolf en Oxford Classics o Marcel Proust en Gallimard gozan del cuidado de grandes especialistas que anotan amorosamente los textos, aclaran opacidades, comentan el lenguaje, toman en cuenta la historia editorial de los libros y sitúan al autor dentro de una historia socio-literaria. Hasta hace poco, la mejor tentat iva de este tipo que se había hecho en castellano con Borges era la de editorial Cátedra, que compiló una antología con las narraciones “de más alta consideración”, es decir los cuentos de Ficciones y El Aleph. Pero se trataba de un volumen para estudiantes, no de una edición de referencia. 

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Lo que nos lleva, obligadamente, a la edición crítica en tres tomos de Emecé, que empezó a publicarse a principios de 2010 y se completó a mediados de 2011. Aunque se hablaba de esa edición al menos desde mediados de los noventa, quince años es un tiempo bastante razonable, incluso algo breve, para una empresa de esta magnitud (la publicación de los ensayos de Virginia Woolf, por ejemplo, tardó veintidós años en completarse). Al ver los resultados, uno quisiera que se hubiesen tomado una década o dos más. Emecé realmente se ha superado a sí misma, produciendo una publicación incluso peor que la de 1974, por razones muchas veces opuestas. 
Empezando por el envase, los libros parecen diagramados en busca de máxima incomodidad: son imprácticos como material de consulta e imposibles de leer por gusto. Los contenidos, es cierto, mejoran algo. Las notas consignan y comentan en detalle las variantes textuales, de manera que pueden constatarse las famosas correcciones que introdujo el Borges maduro en sus textos de juventud; pero las diversas ediciones que se han consultado no se dan por separado en la bibliografía y hay que remitirse a cada nota. Mis esperanzas de encontrar una cronología no eran grandes, pero la ausencia de introducción es ya motivo de alarma. La “única edición de esta magnitud en español” viene presentada por una “nota” de una página. Los editores, Rolando Costa Picazo e Irma Zangara, dicen que las referencias “aspiran a convertirse en un instrumento de ayuda para todos los interesados en Borges y su obra, estudios y lectores en general”. Esa aspiración no parece lo bastante amplia par a la contracubierta, donde se proclama que el libro tiene en cuenta “distintas clases de público —de estudiantes primarios o secundarios a profesionales de la literatura, así como lectores argentinos y extranjeros”. Ahí reside, en esencia, el mayor problema. Tratando de quedar bien con todos los lectores, no se satisfacen las necesidades de ninguno. 

Ya quisiera ver al estudiante primario que se aventura por el bosque de notas, pero a los profesionales de la literatura y a los lectores argentinos y extranjeros muchas les parecerán superfluas, si no condescendientes. ¿Necesita un lector de Borges, en la era de Wikipedia, que le digan que Zenón era un “filósofo griego, principal discípulo de Parménides”? De acuerdo, quizás el estudiante primario lo necesita; y, para ser justos, la nota alude a ideas de Zenón que Borges reutiliza en varios textos. Pero nadie necesita que le digan que al escribir un verso como “He sido y soy” Borges “asume firmemente su ser, su persona, en el pasado y en el presente”. La paráfrasis de segunda categoría no debería colarse en una edición erudita. Cabe notar, de hecho, que hay poco sentido de la proporción en el aparato crítico. Una nota sobre Verlaine, que releva con utilidad las alusiones de Borges a uno de sus poetas favoritos, es mucho más breve que dos precedentes sobre los padres de Bor ges, un material que pertenece en realidad a una biografía. Y las minucias biográficas en general desplazan los problemas textuales. Por el lado positivo, hay que decir que Costa Picazo y Zangara han compulsado una enorme cantidad de bibliografía secundaria; desentrañan las referencias geográficas, históricas y literarias con pericia, en un tono que combina discreción y autoridad. Pero un proyecto de esta naturaleza se beneficiaría con lineamientos editoriales más rigurosos y un enfoque más docto.

La bibliografía, por ejemplo, es prácticamente inútil para académicos: a la falta de ediciones de Borges se suma una lista risible de estudios críticos sobre su obra. En total, trece. Libros faro de la crítica argentina, como Borges: un escritor en las orillas, de Beatriz Sarlo, o El factor Borges, de Alan Pauls, ni siquiera se mencionan; tampoco se cita un solo estudio francés, pese a que Borges ha sido el gran mimado de la crítica francesa. Cuando uno busca las “obras en colaboración”, entra directamente en el mundo del género fantástico: se señalan seis libros menores que Borges publicó con amanuenses como Delia Ingenieros o Esther Zemborain de Torres, pero ni una de las magníficas colecciones de relatos policiales que escribió a cuatro manos con Adolfo Bioy Casares. Repito: ni una. Agreguemos a esto el hecho de que la otra gran obra en colaboración de Borges, el “Autobiographical Essay” redactado en inglés con la asistencia de Norman Thomas Di Giovann i, aparece solo bajo la rúbrica de “memorias”, y uno empieza a ver que la bibliografía, como la edición en general, es más ideológica que propiamente académica. A veces se habla de biografías autorizadas; aquí tenemos algo peor: ediciones autorizadas. Peor, porque el saber debería ser lo contrario de un relato oficialista. 

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¿Cómo leer a Borges, entonces? O, mejor dicho, ¿dónde? Se me ocurren dos posibilidades, ninguna muy satisfactoria. Una es la magnífica edición francesa de Jean Pierre Bernès, que se reeditó en 2010 tras pasar diez años en un limbo legal, impuesto por la viuda de Borges al entrar en juicio con la editorial Gallimard. Prodigio de perspicacia, la edición fue celebrada por borgianos de todo el mundo al publicarse el primer tomo en 1993 y el segundo en 1999. Sus notas, prácticamente omniscientes, procesan una gran cantidad de fuentes primarias, proporcionan variantes textuales donde hace falta y además citan cada comentario que hizo Borges en entrevistas y charlas sobre textos puntuales. Bernès no pierde tiempo con interpretaciones superfluas, pero aporta todos los detalles que le faciliten al lector llegar a una propia, como por ejemplo la descripción de la cubierta original de Fervor de Buenos Aires, que estaba adornada por un dibujo de la hermana de Borges, Norah, “ un peu à la manière de Giorgio Di Chirico, la ville vide de ses habitants”. La edición de La Pléiade contiene además todo el material periférico que hace falta para situar a Borges en el tiempo y en el espacio, incluyendo una cronología, una bibliografía exhaustiva y un estudio crítico del autor. Gracias a sus tablas de contenidos, es fácil encontrar en ella lo que uno busca, pero también muy placentero perderse entre la información. Estas Oeuvres, es cierto, no incluyen todo lo que escribió Borges, pero ofrecen un orden razonable y razonado. El obvio inconveniente, para nosotros, reside en la lengua, que no es la de Borges.

La segunda opción sería abandonar de momento la idea de obras completas. En cierto modo, es una opción prevista por la industria editorial, que ha publicado a Borges en casi tantos formatos como a Cervantes. En las notas anteriores, no consideré ediciones limitadas, ediciones de lujo (con pinturas, por ejemplo), ediciones piratas, ediciones en rústica, ediciones de poesía o ficción aisladas, ediciones en otros países latinoamericanos, ediciones no recopiladas en las Obras completas ni en los Textos Recobrados (increíblemente, aún las hay), ni ediciones populares como las que se publican cada tanto con el periódico. Resistiendo la exageración de verlas como una biblioteca de Babel, se puede decir que haría falta una enorme pared para alinearlas. Hay Borges para todos los gustos. A mí, por ejemplo, me gusta la labor que ha hecho Alianza editorial en su colección de bolsillo, que publicó uno a uno los libros en volúmenes bien diseñados, libres de erratas y c on una tipografía muy legible (aunque sin introducciones ni notas). Con los derechos en manos de Random House Mondadori, al cabo esas ediciones desaparecerán; pero las nuevas de Debolsillo reproducen el formato y son igualmente agradables. 

No obstante, al contar con una buena edición de referencia se corre el riesgo de que esa variedad se perciba como laberíntica. Borges mejor que nadie sabía que un laberinto puede ser metáfora de muchas cosas, pero es en esencia un lugar propicio a la desorientación. Y la desorientación es muy mala consejera de la literatura. Habría que empezar, pues, por reconocer la necesidad de clasificar y contextualizar con algo más que “suficiente rigor” una obra que se revela cada vez más amplia y cada vez más compleja. Uno quiere, por supuesto, lo imposible: una edición que presente los libros publicados de manera ágil y sucinta; que ordene con inteligencia la enorme cantidad de textos ocasionales; que aporte una bibliografía académica actualizada; que contenga un prólogo democráticamente informativo; que acerque al autor a los lectores en vez de ponerlo en un pedestal; que declare sus propios métodos e intenciones. ¿Es tan imposible? Véase Bernès. Por lo pronto, se han desaprovecha do en castellano dos oportunidades que no sabemos cuándo volverán a repetirse. ¿En el cincuentenario de la muerte de Borges? Pero habrá que ver si el libro tal como lo conocemos sigue existiendo. Umberto Eco dijo una vez que la obra de Borges era la “verdadera WWW”; a lo mejor no se la puede contener entre cubiertas. En honor a la metáfora del libro de arena, tal vez no sea inapropiado que la gran edición pendiente acabe siendo electrónica.

Principales ediciones mencionadas en este artículo:
Obras completas, I-II, III, IV, 952 pp, 568pp, 560 pp, 568 pp. Sudamericana, Buenos Aires.
Textos recobrados, I, II, III, 496 pp, 352pp y 360 pp. Sudamericana, Buenos Aires.
Obras completas, Edición Crítica, I (anotada por Rolando Costa Picazo e Irma Zangara), II (anotada por Rolando Costa Picazo), III (ídem), Emecé, Buenos Aires, 1.120 pp, 880 pp, 872 pp.

Œuvres complètes, I & II
, Gallimard, Bibliothèque de la Pléiade, Paris, 1.754 pp y 1.524 pp.
Fuente: http://salonkritik.net/10-11/2012/10/todo_borges_martin_schifino_1.php

lunes, 29 de octubre de 2012

ARGENTINA: Tras la polémica de la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú / Editorial Eudeba, las artimañas para 'eliminar' a Ernesto Sabato y construir el relato K (Kirchner)



La Editorial de la Universidad de Buenos Aires (Eudeba) salió a la carga, luego de que la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú denunciara que se borró la firma del escritor Ernesto Sabato de la última edición del 'Nunca Más'. 

Pero tras esta polémica, la cuestión de fondo es cómo el kirchnerismo intentó 'eliminar' a Sabato para negar la 'Teoría de los 2 demonios' y construir su relato, apoyado en las organizaciones paragubernamentales Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, HIJOS y Centro de Estudios Legales y Sociales.















Sábato, al entregar a Alfonsin el informe Conadep.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) Luego de que la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú denunciara que se borró la firma del escritor Ernesto Sabato de la última edición del Nunca Más (ver nota relacionada), la Editorial de la Universidad de Buenos Aires (Eudeba) salió a aclarar que ese documento no contaba con la rúbrica del escritor argentino.
En un comunicado oficial, la editorial advirtió: "A propósito de la nota publicada hoy en la edición impresa y on line del diario La Nación por Magdalena Ruiz Guiñazú titulada Robar a los Muertos , la Editorial Universitaria de Buenos Aires quiere informar que tanto la edición 2012 del libro Nunca Mas al igual que la primera edición publicada en 1984, no llevan la firma de Don Ernesto Sábato en el prólogo".

Magdalena Ruíz Guiñazú había afirmado que en el Nunca Más, "la publicación, con fecha marzo 2012, 8» edición, 4» reimpresión, no solamente sigue anteponiendo (exactamente desde marzo de 2006) un prólogo firmado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación al prólogo original que Ernesto Sabato firmó en el momento de su primera publicación, sino que hoy omite definitivamente la firma de Sabato para entrar directamente en materia, como si este fundamental Informe (que sirvió de base al juicio a las juntas de comandantes de la dictadura) fuera un documento anónimo".

Lo cierto es que, tal como informó Urgente24, el tema de fondo es la necesidad del kirchnerismo de eliminar la llamada 'Teoría de los 2 demonios', a la que Sabato adhería. Tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández suscribieron a la teoría de un solo demonio -los militares-, ya que no consideran a las organizaciones armadas como "demonio".
De hecho, Néstor Kirchner modificó la introducción escrita por Sabato, argumentando que el texto defiende la “Teoría de los Dos Demonios“, e incorporó un nuevo prólogo. 

El nuevo texto, firmado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, fue agregado a la edición del 30° aniversario del golpe de Estado de 1976, previo al prólogo redactado por el escritor.
Aquel prólogo comenzaba así: “Durante la década del 70, la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda”.
En la nueva edición puede leerse la posición del gobierno de Kirchner: “Es preciso dejar claramente establecido, porque lo requiere la construcción del futuro sobre bases firmes, que es inaceptable pretender justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de particulares frente al apartamiento de los fines propios de la Nación y del Estado, que son irrenunciables”.
Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, HIJOS y Centro de Estudios Legales y Sociales son las organizaciones paragubernamentales que construyen el relato kirchnerista sobre lo ocurrido en los años '70/'80. A ellos les convenía no solamente mentir con la cifra de 30.000 detenidos-desaparecidos sino eliminar la Teoría de los 2 Demonios, por lo que Ernesto Sabato pasó a ser una mala palabra. 
De hecho, Hebe de Bonafini lo dejó en claro: “Nuestros hijos no eran demonios. Eran revolucionarios, guerrilleros, maravillosos y únicos que defendieron a la Patria”, afirmó la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo durante un discurso pronunciado el 24 marzo de 2006, cuando se cumplieron 30 años del golpe militar.
Lo que hizo Sabato es una porquería pero es su pensamiento, aseguró en ese entonces Bonafini.
Cabe recordar que cuando terminó la dictadura militar, el entonces presidente Raúl Alfonsín lo designó a Sabato para presidir la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas(Conadep), cuya tarea fue investigar el destino de los miles de argentinos que desaparecieron durante ese período. De dicha comisión también participaron Magdalena Ruiz Guiñazú, Ricardo Columbres, René Favaloro, Hilario Fernández Long, Carlos Gattinoni, Gregorio Klimovsky, Marshall Meyer, Jaime F. De Nevares y Eduardo Rabossi. Como secretaria actuó Graciela Fernández Meijide.
En medio de esta polémica, vale la pena reproducir el prólogo de Sabato en el Nunca Más, informe de la Conadep:
Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países. Así aconteció en Italia, que durante largos años debió sufrir la despiadada acción de las formaciones fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. Pero esa nación no abandonó en ningún momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantías de la defensa en juicio; y en ocasión del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al General Della Chiesa torturar a un detenido que parecía saber mucho, le respondió con palabras memorables: «Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura».

No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos.

Nuestra Comisión no fue instituída para juzgar, pues para eso estan los jueces constitucionales, sino para indagar la suerte de los desaparecidos en el curso de estos años aciagos de la vida nacional. Pero, después de haber recibido varios miles de declaraciones y testimonios, de haber verificado o determinado la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención y de acumular más de cincuenta mil páginas documentales, tenemos la certidumbre de que la dictadura militar produjo la más grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje. Y, si bien debemos esperar de la justicia la palabra definitiva, no podemos callar ante lo que hemos oído, leído y registrado; todo lo cual va mucho más allá de lo que pueda considerarse como delictivo para alcanzar la tenebrosa categoría de los crímenes de lesa humanidad. Con la técnica de la desaparición y sus consecuencias, todos los principios éticos que las grandes religiones y las más elevadas filosofías erigieron a lo largo de milenios de sufrimientos y calamidades fueron pisoteados y bárbaramente desconocidos.

Son muchísimos los pronunciamientos sobre los sagrados derechos de la persona a través de la historia y, en nuestro tiempo, desde los que consagró la Revolución Francesa hasta los estipulados en las Cartas Universales de Derechos Humanos y en las grandes encíclicas de este siglo. Todas las naciones civilizadas, incluyendo la nuestra propia, estatuyeron en sus constituciones garantías que jamás pueden suspenderse, ni aun en los más catastróficos estados de emergencia: el derecho a la vida, el derecho a la integridad personal, el derecho a proceso; el derecho a no sufrir condiciones inhumanas de detención, negación de la justicia o ejecución sumaria.

De la enorme documentación recogida por nosotros se infiere que los derechos humanos fueron violados en forma orgánica y estatal por la represión de las Fuerzas Armadas. Y no violados de manera esporádica sino sistemática, de manera siempre la misma, con similares secuestros e idénticos tormentos en toda la extensión del territorio. ¿Cómo no atribuirlo a una metodología del terror planificada por los altos mandos? ¿Cómo podrían haber sido cometidos por perversos que actuaban por su sola cuenta bajo un régimen rigurosamente militar, con todos los poderes y medios de información que esto supone? ¿Cómo puede hablarse de «excesos individuales»? De nuestra información surge que esta tecnología del infierno fue llevada a cabo por sádicos pero regimentados ejecutores. Si nuestras inferencias no bastaran, ahí están las palabras de despedida pronunciadas en la Junta Interamericana de Defensa por el jefe de la delegación argentina, General Santiago Omar Riveros, el 24 de enero de 1980: «Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los Comandos Superiores».

  Así, cuando ante el clamor universal por los horrores perpetrados, miembros de la Junta Militar deploraban los «excesos de la represión, inevitables en una guerra sucia» , revelaban una hipócrita tentativa de descargar sobre subalternos independientes los espantos planificados.
Los operativos de secuestro manifestaban la precisa organización, a veces en los lugares de trabajo de los señalados, otras en plena calle y a la luz del día, mediante procedimientos ostensibles de las fuerzas de seguridad que ordenaban «zona libre» a las comisarías correspondientes. 

Cuando la víctima era buscada de noche en su propia casa, comandos armados rodeaban la manzanas y entraban por la fuerza, aterrorizaban a padres y niños, a menudo amordazándolos y obligándolos a presenciar los hechos, se apoderaban de la persona buscada, la golpeaban brutalmente, la encapuchaban y finalmente la arrastraban a los autos o camiones, mientras el resto de comando casi siempre destruía o robaba lo que era transportable. De ahí se partía hacia el antro en cuya puerta podía haber inscriptas las mismas palabras que Dante leyó en los portales del infierno: «Abandonad toda esperanza, los que entrais».

De este modo, en nombre de la seguridad nacional, miles y miles de seres humanos, generalmente jóvenes y hasta adolescentes, pasaron a integrar una categoría tétrica y fantasmal: la de los Desaparecidos. Palabra - ¡triste privilegio argentino! - que hoy se escribe en castellano en toda la prensa del mundo.
Arrebatados por la fuerza, dejaron de tener presencia civil. ¿Quiénes exactamente los habían secuestrado? ¿Por qué? ¿Dónde estaban? No se tenía respuesta precisa a estos interrogantes: las autoridades no habían oído hablar de ellos, las cárceles no los tenían en sus ¦ldas, la justicia los desconocía y los habeas corpus sólo tenían por contestación el silencio. En torno de ellos crecía un ominoso silencio. 

Nunca un secuestrador arrestado, jamás un lugar de 
 detención clandestino individualizado, nunca la noticia de una sanción a los culpables de los delitos. Así transcurrían días, semanas, meses, años de incertidumbres y dolor de padres, madres e hijos, todos pendientes de rumores, debatiéndose entre desesperadas expectativas, de gestiones innumerables e inutiles, de ruegos a influyentes, a oficiales de alguna fuerza armada que alguien les recomendaba, a obispos y capellanes, a comisarios. La respuesta era siempre negativa.
En cuanto a la sociedad, iba arraigándose la idea de la desprotección, el oscuro temor de que cualquiera, por inocente que fuese, pudiese caer en aquella infinita caza de brujas, apoderándose de unos el miedo sobrecogedor y de otros una tendencia consciente o inconsciente a justificar el horror: «Por algo será», se murmuraba en voz baja, como queriendo así propiciar a los terribles e inescrutables dioses, mirando como apestados a los hijos o padres del desaparecido. Sentimientos sin embargo vacilantes, porque se sabía de tantos que habían sido tragados por aquel abismo sin fondo sin ser culpable de nada; porque la lucha contra los «subversivos», con la tendencia que tiene toda caza de brujas o de endemoniados, se había convertido en una represión demencialmente generalizada, porque el epiteto de subversivo tenía un alcance tan vasto como imprevisible. En el delirio semántico, encabezado por calificaciones como «marxismo-leninismo», «apátridas» , «materialistas y ateos» , «enemigos de los valores occidentales y cristianos» , todo era posible: desde gente que propiciaba una revolución social hasta adolescentes sensibles que iban a villas-miseria para ayudar a sus moradores. Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil, periodistas que no eran adictos a la dictadura, psicólogos y sociólogos por pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes que habían llevado las enseñanzas de Cristo a barriadas miserables. Y amigos de cualquiera de ellos, y amigos de esosamigos, gente que había sido denunciada por venganza personal y por secuestrados bajo tortura. Todos, en su mayoría inocentes de terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores.

Desde el momento del secuestro, la víctima perdía todos los derechos; privada de toda comunicación con el mundo exterior, confinada en lugares desconocidos, sometida a suplicios infernales, ignorante de su destino mediato o inmediato, susceptible de ser arrojada al río o al mar, con bloques de cemento en sus pies, o reducida a cenizas; seres que sin embargo no eran cosas, sino que conservaban atributos de la criatura humana: la sensibilidad para el tormento, la memoria de su madre o de su hijo o de su mujer, la infinita verguenza por la violación en público; seres no sólo poseídos por esa infinita angustia y ese supremo pavor, sino, y quizás por eso mismo, guardando en algún rincón de su alma alguna descabellada esperanza.

De estos desamparados, muchos de ellos apenas adolescentes, de estos abandonados por el mundo hemos podido constatar cerca de nueve mil. Pero tenemos todas las razones para suponer una cifra más alta, porque muchas familias vacilaron en denunciar los secuestros por temor a represalias. Y aun vacilan, por temor a un resurgimiento de estas fuerzas del mal.

Con tristeza, con dolor hemos cumplido la misión que nos encomendó en su momento el Presidente Constitucional de la República. Esa labor fue muy ardua, porque debimos recomponer un tenebrosos rompecabezas, después de muchos años de producidos los hechos, cuando se han borrado liberadamente todos los rastros, se ha quemado toda documentación y hasta se han demolido edificios. Hemos tenido que basarnos, pues, en las denuncias de los familiares, en las declaraciones de aquellos que pudieron salir del infierno y aun en los testimonios de represores que por oscuras motivaciones se acercaron a nosotros para decir lo que sabían.

En el curso de nuestras indagaciones fuimos insultados y amenazados por los que cometieron los crímenes, quienes lejos de arrepentirse, vuelven a repetir las consabidas razones de «la guerra sucia» , de la salvación de la patria y de sus valores occidentales y cristianos, valores que precisamente fueron arrastrados por ellos entre los muros sangrientos de los antros de represión. Y nos acusan de no propiciar la reconciliación nacional, de activar los odios y resentimientos, de impedir el olvido. Pero no es así: no estamos movidos por el resentimiento ni por el espíritu de venganza; sólo pedimos la verdad y la justicia, tal como por otra parte las han pedido las iglesias de distintas confesiones, entendiendo que no podrá haber reconciliación sino después del arrepentimiento de los culpables y de una justicia que se fundamente en la verdad. Porque, si no, debería echarse por tierra la trascendente misión que el poder judicial tiene en toda comunidad civilizada. Verdad y justicia, por otra parte, que permitirán vivir con honor a los hombres de las fuerzas armadas que son inocentes y que, de no procederse así, correrían el riesgo de ser ensuciados por una incriminación global e injusta. Verdad y justicia que permitirán a esas fuerzas considerarse como auténticas herederas de aquellos ejércitos que, con tanta heroicidad como pobreza, llevaron la libertad a medio continente.

Se nos ha acusado, en fin, de denunciar sólo una parte de los hechos sangrientos que sufrió nuestra nación en los últimos tiempos, silenciando los que cometió el terrorismo que precedió a marzo de 1976, y hasta, de alguna manera, hacer de ellos una tortuosa exaltación. Por el contrario, nuestra Comisión ha repudiado siempre aquel terror, y lo repetimos una vez más en estas mismas páginas. Nuestra misión no era la de investigar sus crimenes sino estrictamente la suerte corrida por los desaparecidos, cualesquiera que fueran, proviniesen de uno o de otro lado de la violencia. Los familiares de las víctimas del terrorismo anterior no lo hicieron, seguramente, porque ese terror produjo muertes, no desaparecidos. Por lo demás el pueblo argentino ha podido escuchar y ver cantidad de programas televisivos, y leer infinidad de artículos en diarios y revistas, además de un libro entero publicado por el gobierno militar, que enumeraron, describieron y condenaron minuciosamente los hechos de aquel terrorismo.

Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Unicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado.

ERNESTO SÁBATO.
FUENTE: URGENTE 24/COM

Conozca nuestro idioma castellano-español: "Bonhomía"


bonhomía.
(Del fr. bonhomie).
1. f. Afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Hoy, una palabra bonita.
BONHOMÍA
Una palabra difícil de escuchar hoy en día. ¿Tal vez porque se han perdido la hidalguía, las buenas maneras y las costumbres? ¿Tal vez por la LOGSE? ¿Tal vez porque ya no quedan hombres buenos y los pocos que quedamos estamos cogidos? Vamos al turrón…


Sinónimos: afabilidad, sencillez, bondad, honradez, hidalguía. Pues eso, coño, que pareces idiota… 
Antónimos: adustez, aspereza, sequedad, ruindad, altaneria, dificultad.

Origen etimólogico de la palabra: del frances “bonhomie”, a su vez compuesto del latín “bonus” (bueno) y “homo” (gayer, digo… hombre). Literalmente, condición y calidad del buen hombre.

Resultados de buscar “bonhomía” + “Arnaldo Otegi” en www.google.com: 83. A ver si los malos vamos a ser nosotros ahora.

Tres ejemplos de buen uso de la palabra (ofrecidos por www.elpais.com, entre otros):

1.- El publico dictó sentencia el sabado: salvó al entrenador, Miguel Ángel Lotina, al que agradece su bonhomía.
2.- (…) labor que acompañaba con una sonrisa permanente, un aire desgarbado, casi hippy, y una bonhomía propia del carácter gomero.
3.- Manuel Sesto, persona enormemente querida por todos los que le conocieron será recordado por su bonhomía, lealtad, generosidad y su socarrón humor gallego.

Tres ejemplos de mal uso de la palabra (sin acreditar):

1.- Me gusta mucho el grupo ese de música que llevaba bombachos y abanicos enormes, los bonhomía.

2.- Los U2 jugaron un partido de futbol y, una vez que The Edge se quedó solo le gritó al que la llevaba: “¡Bonho, mía!”.

3.- La bonhomía bien entendida empieza por uno mismo.
En otros idiomas, amiability, bonhomie, afabilidade, Freundlichkeit

Un rasgo indispensable del ser humano moderno de hoy en día es el uso de términos técnicos y desconocidos para el lego del mundo gafapasta. Seamos modernos, usemos palabras raras, extranjeras o, directamente, inventadas. Blableblibloblú, yo sé más palabras que tú.

fuente: http://lobech.wordpress.com/2007/04/04/bonhomia/

sábado, 27 de octubre de 2012

SALUD Y BIENESTAR: COMO MANTENERSE SALUDABLE PARA EVITAR EL CANCER


NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:

Los consejos que figuran más abajo tienen vigencia en todo el mundo, a pesar de que fueron redactados en Uruguay


Sin humo de Tabaco

El tabaco es la droga que más se consume en el mundo, creando dependencia y siendo la causa más importante de muerte, enfermedad y discapacidad. En Uruguay cada año 5.000 personas mueren por esta causa, 10% de ellos son fumadores involuntarios. Cada día 13 uruguayos mueren a causa del cigarrillo.

Alimentación saludable

Múltiples investigaciones vinculan la alimentación con la prevención del cáncer, entre otras enfermedades crónicas no transmisibles como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes. Se estima que la proporción de muertes por cáncer atribuibles a la dieta inadecuada es el 35%. Actualmente se hace hincapié en la relación existente entre el sobrepeso y diferentes tipos de cáncer.

Cuidados del sol

La piel, el órgano más grande de nuestro cuerpo, nos protege de las agresiones del medio. Una de ellas: la radiación UV del sol que no podemos ver ni sentir, pero que puede dañarnos provocando desde enrojecimiento y quemaduras hasta cáncer de piel.

Actividad física

Sabemos que la actividad física diaria, una alimentación saludable, así como mantener un peso corporal adecuado, disminuyen el riesgo de desarrollar cáncer hasta en aproximadamente un 30%. El sedentarismo es un importante factor de riesgo para desarrollar cáncer de colon, de mama y posiblemente de próstata entre otros.

Prevención y diagnóstico oportuno

La prevención es una de las principales herramientas con las que contamos para lograr controlar el cáncer. La información que aquí publicamos apunta a algunos tipos de cáncer que pueden ser diagnosticados en etapas tempranas.


fuente: http://www.comisioncancer.org.uy

ESPAÑA MUSICA ACTUAL :Videos GEMA CARRASCO (NO SÉ QUE TIENE TU AMOR).














GEMA CARRASCO (NO SÉ QUE TIENE TU AMOR).avi


Publicado el 23/03/2012 por
NUEVO DISCO DE GEMA CARRASCO


  • Mi apreciada y admirada GEMA: Anoche, en la "Gran Fiesta de Fiesta", en Cádiz, pudímos apreciar, una vez más, la grandes dotes que atesoras para la interpretación musical y tu fabulosa elegancia y maravillosa evolución en el escenario.
    Sin duda de que llegarás a ser una de las más grandes en la canción, y en todo lo que te propongas. Sigue por el camino que te has trazado, y tu paso quedará en la Historia del arte musical e interpretativo. ¡Ánimo, luchadora, mereces lo mejor!.
  • Suerteeeee¡¡¡¡¡ el 25 en Cadiz...mucha Energía para tus bailarines..que me han dicho que están geniales....besoxxxxxx
  • Suerte!!!!
  • Suerte Gema muy pegadiza seguro que sera una de las canciones del verano suerte con tu disco wapa te lo mereces
  • Impresionante tu canción, "No sé que tiene tu amor", maravillosa GEMA. Tengo tu disco; he escuchado con fruición todos tus temas; ¡fabulosos, por sus ritmos y calidad interpretativa!. Como ya te han dicho en otros mensajitos, ahora nos queda disfrutar de tu arte, elegancia y seducción viendo como tu grácil figura evoluciona en coreografía bailable sobre las tablas de un amplio y deslumbrante escenario. ¡Adelante, guapa, con tu exitosa singladura!.
  • ESTA MUY BIEN PUES QUE NO QUEMES TODOS TUS CARTUCHOS EN UN VIDEO CLIP Y NOS DEJES CON EL DESEO DE VERTE BAILANDO
  • sensual mujer. bella elegante ardiente. yo si se que tiene tu amor.. bella bella bellisima. menudita mesecitamos ver tu arogancia bailando y cantando..artista
  • FELICIDADES GEMAAAA!!! TODOS MIS MAYORES Y MEJORES DESEOS DE QUE TRIUNFES CON ESTE DISCO... TE MERECES ESO Y MUCHO MAS.... A MI ME ENCANTAAAAA JEJEJE
  • CANCION DEL VERANO 2012...UN BESAZO WAPISIMAAA


ABIERTA CONTRATACION
 2012/ 2013


Tras su memorable paso por “Se llama copla”, y su primera andadura como presentadora de televisión al frente del programa “Azúcar, Canela y Clavo” y “la Tarde de Se llama copla” emitidos en Canal Sur TV, esta guapa cordobesa presenta uno de los discos más esperados. 


En su primer trabajo se encuentran canciones lentas y elegantes donde la voz de Gema es la principal protagonista, y canciones muy bailables y arriesgadas, todo un repertorio bien elegido donde disfrutar de la buena música pop dance.

 FORMATOS DISPONIBLES 
Con Banda Acústico 
Playback 
Discotecas

Gema Carrasco es una joven cordobesa diplomada en magisterio y que actualmente estudia ciencias de la información.

Pero por lo que seguramente reconozcas su sonrisa no es por su expediente académico, si no por ser una de las finalistas de la primera edición de “Se llama copla”. Este concurso batió todos los records de audiencia de la historia de Canal Sur TV  y supuso, en su momento, la recuperación de un género que se encontraba semi olvidado.


Gracias a la popularidad que le dio su paso por “Se llama copla”, Gema tuvo la oportunidad de dar sus primeros pasos como presentadora de televisión al frente del programa “Azúcar, Canela y Clavo”  y “la Tarde de Se llama copla” ambos programas emitidos en Canal Sur TV. Y ello la llevo a participar, como invitada en este caso,  en las sucesivas ediciones de “Se llama copla”.

Por todo esto es por lo que se conoce a Gema Carrasco, digamos que por su pasado más reciente. Ahora nos toca hablar de futuro, de lo que está por venir. Pero para hablar del futuro nos debemos de trasladar en el tiempo al pasado y encontrarnos con esa joven cordobesa.Esa niña, Gema, desde pequeñita ha tenido unas dotes especiales para la interpretación.La niña tenía madera.

De ese modo el talento se ha ido manifestando según ha ido floreciendo y según la formación que ha ido recibiendo.

“Se llama copla” ha sido una vorágine de trabajo y de aprendizaje que ha tenido sus frutos en otros registros que son los que ahora está explorando esta artista inquieta.Lejos de acomodarse en un estatus como artista que podía aportarle éxitos y mucho trabajo, Gema busca una nueva forma de expresarse muy alejada del corset de la copla. Gema le debe todo a la copla, pero Gema es mucho más que copla.

De la mano de Jose Manuel Moles (Los Caños, Sergio Alcover, etc … ) se puso a trabajar duramente en la búsqueda de un repertorio que se ajustara a lo que Gema quería cantar. Tras meses de duro trabajo se conformó un repertorio que ahora tienes en tus manos, un repertorio que forma la primera piedra de un nuevo proyecto en la vida de Gema Carrasco. En este disco puedes encontrar canciones lentas y elegantes donde la voz de Gema es la principal protagonista, y canciones más bailables, sin duda el registro más arriesgado para Gema, pero el que más le gusta. Esa es gema Carrasco ahora, la chica que sonríe, canta, baila y que disfruta versionando Sorry i´m a lady.



En definitiva este es un disco variado, fresquito, divertido e interpretado por una gran voz y una mejor artista.


ABIERTA CONTRATACION:

http://www.totalisimo.com/artistas/gemacarrasco.html

Web oficial: www.gemacarrasco.com


Artista Exclusivo de Totalisimo
Contacto: Manuel J. Villegas
Teléfono:S(+34) 670 666 023  

 Oficina: S (+34) 902 362 596 

booking@totalisimo.com

Gema Carrasco - Dulce Veneno





Publicado el 01/09/2012 por
Canción Incluida En Su Álbum Debut "Gema Carrasco"


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