Tras el desastre en Japón, ocasionado por un terremoto de 9 grados y un tsunami, los 'yakuza' ha enviado alimentos y agua (AFP).
TOKIO (Reuters) — Decenas de productos de ayuda han sido enviados a las víctimas en Japón del catastrófico terremoto y tsunami posterior desde un rincón oscuro de la sociedad: las redes de crimen organizado de la yakuza.
Grupos de la yakuza han mandado camiones desde las regiones de Tokio y Kobe alimentos, agua, mantas y artículos sanitarios a los centros de evacuación del norte japonés, la zona devastada por el terremoto del 11 de marzo, que ha dejado al menos 10,035 muertos y 17,443 desaparecidos, según el último balance de la Agencia Nacional de Policía difundido este viernes.
La yakuza es más conocida por hacer dinero con la extorsión, el juego, la pornografía y la prostitución, también por los elaborados tatuajes que a menudo cubren buena parte de sus cuerpos.
Pero los desastres traen el otro lado de la yakuza, que se mueve rápidamente para proporcionar ayuda a los más necesitados.
Como ocurrió en el devastador terremoto de Kobe en 1995, los trabajadores del gobierno han sido lentos para llegar a las zonas afectadas, y a los aproximadamente 300,000 supervivientes, por lo que los grupos de yakuza se apresuraron a ser los primeros sobre el terreno.
Tales acciones proceden de la idea de que tienen que salir adelante en solitario, sin la ayuda del gobierno o la comunidad por ser considerados marginados.
Muchos miembros de la organización se enfrentaron con la discriminación y proceden de poblaciones minoritarias como los originarios de Corea o los burakumin, que trabajan en empresas consideradas relacionadas con la muerte, como los carniceros y los curtidores.
"Los yakuza están marginados en la sociedad", dice Manabu Miyazaki, un autor prolífico que ha escrito más de 100 libros sobre la yakuza y las minorías.
"Han sufrido, y están intentando ayudar a otras personas que están en dificultades", añade Miyazaki, hijo de un ex jefe de la yakuza en Kioto.
Otros ven motivos ulteriores para la caridad.
"Si ayudan a los ciudadanos, es difícil que la policía diga algo malo", señala Tomohiko Suzuki, periodista que ha escrito varios libros sobre el hampa en Japón.
"La yakuza está intentando conseguir contratos para sus compañías de construcción, para la masiva reconstrucción que vendrá", agrega.
Un jefe de la yakuza rechazó tales críticas.
"Lleva demasiado tiempo al brazo del gobierno llegar aquí, así que es importante hacerlo ahora", publica la revista Weekly Taishuu, especializada en asuntos de este colectivo, citando a un destacado dirigente de la yakuza.
"Nuestro sentimiento sincero ahora mismo es ser de ayuda al pueblo", dice el jefe, que no quiso ser identificado.
Si se trata de ayudar...
Los grupos yakuza han enviado al menos 70 camiones a la zona del sismo, cargados con suministros por valor de más de 500,000 dólares, según Jake Adelstein, experto en la yakuza que vive en Tokio y está escribiendo dos libros sobre grupos de este tipo en Japón.
La caridad de la banda está enraizada en su código ninkyo, dice Adelstein, que valora la justicia y el deber y prohíbe el sufrimiento ajeno. "En momentos como terremotos, respaldan las palabras con el dinero", dice.
Atsushi Mizoguchi, autor que ha escrito sobre el crimen organizado durante 40 años, también da a la yakuza el beneficio de la duda.
"En lugar de un esfuerzo de relaciones públicas, creo que realmente son buenas intenciones", opina Mizoguchi, que ha irritado a la yakuza tanto que ha sido apuñalado en dos ocasiones en ataques de miembros de la banda.
Pero la yakuza evita salir a la luz pese a los esfuerzos de ayuda.
Adelstein explica que hay un entendimiento informal entre la yakuza y la policía, que tolera las bandas que llevan a cabo la labor caritativa pero sin buscar publicidad por ello.
"Lo que buscan más es la autosatisfacción", expone Miyazaki, hijo de un ex jefe de la yakuza.
"No es por pagar, sino por orgullo", apunta.
Hay unos 80,000 yakuza en Japón. Los Sumiyoshi-kai y los Inakawa-kai, segunda y tercera agrupación del sindicato del crimen, parecen ser los más activos en las tareas de ayuda posteriores al terremoto y el tsunami.
En una llamada telefónica a la sede de los Inakawai-kai en Tokio, un hombre de la "división de asuntos generales" de la banda, dijo bruscamente a Reuters: "No hablamos".
Un fax enviado al segundo dirigente de Inakawa-kai no fue respondido.
Parte de la razón del rechazo yakuza a recibir atención procede de una aplicación de la ley reforzada tras una legislación contra la banda en 1992 y del aumento de las redadas contra ellos de la Agencia Nacional de Policía en el último año, que ha subrayado el sentimiento 'antiyakuza' entre la ciudadanía.
Sin embargo, no ha habido información de donaciones rechazadas, quizás porque no hay pruebas de quién lo suministró.
Y, como dice el autor Suzuki, no es el momento de ponerse exquisitos con el origen de los productos de emergencias.
"Cuando se trata de vida o muerte, no importa de dónde procede la comida", dice.
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