En uno, el autor recopilaba sus sueños. Los otros son una novela reciente y una de 1980.
Por Patricia Kolesnicov
El último sueño da en el corazón. “Sueño con hospitales... Italiano, París y Quilmes”, escribe Fogwill en uno de sus cuadernos. La anotación está fechada alrededor de un año antes de que lo internaran –un enfisema pulmonar– en el Hospital Italiano, donde se iba a morir el 21 de agosto de 2010. Lo enterraron –hospitales, Italiano, París – en Quilmes, donde había nacido.
“Acá el que dispone es mi papá” dice ahora Vera Fogwill, que se dio un año para leer, guardar, mirar los papeles de este escritor clave que fue Fogwill. En concreto, habla de la publicación de por lo menos tres libros inéditos que, por distintas vías, les llegaron, a ella y a su hermano Andrés, en estos meses: La gran ventana de los sueños –sueños soñados desde los 12, 13 años–; La introducción –una novela corta– y Nuestro modo de vida , una novela de 1980, que apareció en una copia escrita a máquina “con 20 páginas tachadas, todo escrito arriba, corregido”.
En el libro de los sueños, cuenta Vera, Fogwill “revisó sus cuadernos de toda la vida”. Tenía cuadernos, libretas, ahí escribía. “En el hospital tenía dos. Cuando estaba en coma, se le cae la mochilita con sus cosas, había dos cuadernos de sueños”. Hay más sueños, mandados –antes de que se evaporen– de una casilla de mail de Fogwill a otra casilla de mail de Fogwill. Y falta indagar en la computadora.
Pero lo que se publicará, en 2012, es lo que Fogwill preparó: “Manuel (Medanha) del grupo (de arte) Mondongo, aparece y me dice: ‘Tengo un libro de tu papá; él quería que hiciera uno de esos libros troquelados’. Le había llevado una bolsa con los originales escritos en servilleta, en papeles de carta, a máquina, más el libro, un año antes de fallecer. Lo que tenía Manuel decía ‘49 páginas de 171’.. ¿dónde estaba lo otro? Encontré un mail donde adjuntaba el libro. Eso es lo último que tenemos, es un año antes de su muerte”. El libro estaba armado, con índice, listo.
La gran ventana... está dedica do a cuatro personas “que desordenaron mis sueños de 1963 a 1981”. Fueron sus psicoanalistas. “En el libro –dice Vera– cuenta lo difícil que es entenderse la letra de 20 años atrás. Porque para que su mujer no lo leyera, los escribía en códigos que después no se acordaba. Dice cosas como ‘No sé qué es N+;M , me olvidé esa clave’”.
Los sueños de Fogwill tienen lo suyo: andan por ellos personajes como Kafka, García Márquez, Tomás Eloy Martínez. Y hay uno en el que el autor camina con Cristina Kirchner porque ha muerto Néstor Kirchner. Pero Kirchner murió dos meses después que Fogwill.
La novela La introducción también estaba como para salir.
Fogwill, dice Vera, se la había mandado a su amigo, el editor –y escritor– Damián Tabarovsky. El la tenía impresa. Es un texto –informan los hijos– en el que pasan muchas cosas, a partir de que el protagonista se va a unas termas “a pensar en solitario y mantener su cuerpo en forma”. Se trata, cuentan, “de un protagonista que piensa en un montón de cosas banales para no pensar en lo que no hay que pensar”.
La novela de los 80 llegó de Chile y empezó con otro emprendimiento alrededor de Fogwill: la mediateca. La familia llevaba tiempo reuniendo en una página web – mediatecafogwill.blogspot.com – artículos, videos, entrevistas al escritor. Una noche Vera anunció la mediateca en Facebook. Cuando se despertó, 3000 personas habían visitado el sitio. Por esa ruta virtual llegó una amiga “de los 70”, blandiendo un original. “Yo tengo Nuestro modo de vida , avisó. Me dijo que papá la había refugiado durante la dictadura chilena, que siempre habían sido amigos. Que se habían reencontrado tiempo atrás y ella le dijo que tenía la novela, que si él no la publicaba la iba a subir a Internet. ‘Subila, te vas a hacer millonaria’, le dijo él. Está mecanografiada, no sabés el color de las páginas... papá no la había publicado porque decía que era ‘muy avanzada’ para este país”.
¿De qué se trata? Ah, esa pregunta. En cada capítulo va llevándote a través de los sentidos: el olor, el tacto, el sabor... Ya es muy Fogwill, muy fuerte. Para mí, más fuerte y más violenta que las actuales.
La familia –”Yo no quería ver la intimidad de mi papá”– no trabaja sola en la recuperación de las cosas de Fogwill. Una historiadora, Verónica Rossi, tomó la tarea. Así se encontraron, además, unas 400 cartas. “Hay cartas desde 1978. El perdía todo, pero las cartas no las perdió”, dice Vera. “Y ni te hablo de los mails”.
Hay cartas de Leónidas Lamborghini, de Héctor Viel Temperley, de César Aira, entre tantas. Y de Juan José Saer, que fue su aval para la beca Guggenheim. “Saer le dice bueno, ya te presenté a la Guggenheim, si ganás por favor no te lo gastes en blanca ; vamos a cenar, si no ganás pago yo”.
Vera guardó, para decidir qué se hace en el futuro, muchas cosas que Fogwill coleccionaba: monedas, tickets, motores de barcos, de todo. Los papeles, en cambio, serán recopilados, analizados, ordenados en un archivo que se está organizando en el Malba: es la primera vez que el museo guarda documentos de un escritor. “Cuando esté listo –dice Vera– se puede donar a la Biblioteca Nacional, se puede hacer una Casa Museo. Veremos”.
03/08/11- DIARIO 'CLARIN'-Bs. Aires.
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Murió Fogwill, otro que hacía Pop
Escribió varias obras, entre su más conocidas, Muchacha Punk (1979) ganadora del Premio Coca-Cola y Los Pichiciegos que relata las vicisitudes de un grupo de combatientes que desertan de Malvinas.
Creador de la frase “El sabor del encuentro” pensada para una tabacalera, pero con la que se promocionó la cerveza Quilmes; entre otros trabajos, realizó una campaña para el Banco Central en épocas de garrote, “aprendiendo muchas cosas de los militares”, aún así no se salvo de falsas acusaciones que la dictadura le tendió, pasando 12 días desaparecido y 6 meses “legalizado” reivindicó su prisión declarando “en la cárcel fui el tipo más libre del mundo”. “En esa época ir preso era como ir a un hotel” Afirmaba que las centros de detención de la dictadura no eran nada con respecto a las cárceles actuales “Ahora caes a la cárcel y no sabés si vas a salir vivo. Y si salís vivo, no sabés si vas a salir vivo y sin virus porque cuando llegás siempre te sueltan al más sidoso y al más perverso para que te coja”.
Opinador compulsivo, como gorila dijo: “Videla, cuando asumió, borró de los municipios al peronismo y les puso intendentes radicales. Fue una medida muy astuta”, Sobre Sabato dijo: “me encanta. Esos diálogos de gorilas que dicen: “Che, qué malo el tiempo”. “Sí, pero lo peor es Perón, hay que matarlo.”
Sobre los desaparecidos dijo: “Esos 30.000 figurados bajo el auge alfonsinista representaban numéricamente una “minoría” del uno en mil de la población argentina de la época”.
Como una forma de tratar de salvar al nazismo, de sacarles responsabilidades, negaba las cifras del Holocausto, y hasta cuestionaba su nombre.
Admirador de la guerra de Malvinas pero crítico de los ex combatientes con los que no tuvo ninguna compasión afirmó que las asociaciones que trabajaron para mitigar el dolor fueron puestas a favor de la “desmalvinización del país”.
Cuando se le preguntó ¿Es verdad que querés servicio militar obligatorio para hombres y mujeres? ¿Para qué y por qué? , contestó: ¿Por qué? Porque la guerra es inevitable y todo civil debe tener preparación física, técnica y moral para enfrentar guerras, catástrofes y violencias sociales como las que sobrevendrán.
Se sumó al proyecto político de Aldo Rico contando “cuando leí que se definía como un soldado y coincidía conmigo en que el país debía seguir siendo malvinizado, me lancé de lleno por él”, al que después defenestró.
De las madres de Plaza de Mayo dijo: “Claro que los intelectuales son cagones, están en la cosa chiquita. Están, todavía, rindiendo culto a las Madres de Plaza de Mayo” “La organización de las Madres es una máquina como todas” “De las madres, las recuerdo pidiendo “aparición con vida” cuando era la hora de reclamar por las conquistas sociales y la riqueza” y al minuto declarar sin sonrojarse “las multinacionales son prolijas, y no pueden bancarse un escándalo en su país”
Funcional como pocos a los grupos que defienden el terrorismo de estado afirmo: “meter presos a esos viejitos no me cambia en nada. Más en un país estúpido, sin pena de muerte”
Alguna vez dijo que por su cabeza pasaron 30 kilos de cocaína. Últimamente trabajaba en la gran cloaca argentina llamada Perfil, la misma editorial que acusó a que en las marchas de Moyano se fuma “algún que otro porrito”
Alguna vez declaró “Me pase la vida en pose” y se notaba, quiso jugar la pose de provocador y terminó siendo un reaccionario. Uno de sus últimos actos fue ponerse en contra del matrimonio igualitario, pegadito a Bergoglio. Le falto afirmar como Micky Vainilla que él solo hacía Pop.
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