lunes, 23 de julio de 2007

ROSARIO: DOBLE PERDIDA

Por Marta Ortiz

Rosario entera llora y ríe y trata de imaginar la vida sin Fontanarrosa. Nos duele en el alma la pesadumbre y orfandad de sus criaturas de papel y tinta. Pero al mismo tiempo sabemos que la herencia no es cuantificable y que la desaparición es sólo física. Ni Inodoro, ni Eulogia, ni Mendieta, ni el mismo Boggie se fueron, caminan a nuestro lado, lloran y ríen con nosotros, por sus venas corre la sangre del gran humorista y escritor, poco importa que sea roja, negra o azul.
Lágrimas que se suman al dolor por la partida de una poeta excepcional. Doble desamparo. Hace pocos días, el 12 de julio, falleció en Rosario Beatriz Vallejos, nacida en la ciudad de Santa Fe en 1922. Autora de una obra poética singular, basada en la brevedad y la síntesis, entre lo profundamente local y la universalidad, desde 1945 publicó poemarios entre los que se destacan "Collar de arena" (1980), "Horario corrido" (1985), "Lectura en el bambú" (1987), "Sin evasión" (1992) y otros. La antología "El cántaro" (2001), recoge una muestra representativa de de su obra.
En un reciente homenaje que se le tributó en el Museo Diario La Capital, la poeta Celia Fontán dijo que en sus textos “la contemplación es tan importante como la lectura misma […] el espacio en blanco remite al silencio, que no debería ser llenado con palabras, sino con una meditación profunda.” Y agregó: “leyendo su obra aprendimos que todo cabe en el poema y, a través de él, en un mismo libro: los estados subjetivos, la reflexión, el registro del acontecer, la trasmutación del paisaje, pero también el padecimiento de los inundados, la humillación del vecino, los problemas de la física, porque el poema es el universo mismo, y que deberíamos apresar entre los dedos los instantes de felicidad, y buscar un mensaje luminoso, pese a toda adversidad, y aunque fracasemos en el intento…”
Para quienes suscribimos concursos y revistas, para difundir esta noticia, para que recordemos a Beatriz Vallejos en su palabra viva:
Libertad, dinastía del aire
Estoy borrando los siglos.
La mujer se vuelve,
de sus manos brota la alfarería,
la agricultura, el tejido.

Ese es su reino, ese es su reino, alegría.
Estoy borrando los siglos.
El hombre está
donde su mirada no llega,
el amplio mundo.

El hombre sueña.
El hombre es un poema.
La mujer cantaba arrodillada en su quehacer.
La mujer le dio a beber un mensaje.

Se extendió más allá de la luz:
sólo me siento libre
Cuando soy capaz de crear.

(de La rama del seibo, 1963)

Un picaflor asentado en una rama
bajo la llovizna

largo tiempo estuvo así.
Bebimos el tenue
Silencioso tornasol.
Y recién entonces
levantó vuelo.
(de El collar de arena)

1 comentario:

Juan Angel Szama dijo...

gracias por las palabras a mi abuela.
estoy seguro que desde el planeta que este recorriendo ahora, sonrie agradecida.