martes, 31 de julio de 2007

CESARE PAVESE-" LABORARE STANCA"

Trabajar cansa

Por Cesare Pavese



Los dos tendidos sobre la hierba, vestidos, se miran a la cara
entre los tallos delgados: la mujer le muerde los cabellos muerde la hierba. Entre la hierba, sonríe turbada.
Coge el hombre su mano delgada y la muerde
y se apoya en su cuerpo. Ella le echa, haciéndole dar tumbos.
La mitad de aquel prado queda, así enmarañada.
La muchacha, sentada, se acicala el peinado
y no mira al compañero, tendido, con los ojos abiertos.
Los dos, ante una mesita. se miran a la cara
por la tarde y los transeúntes no cesan de pasar.
De vez en cuando, les distrae un color más alegre.
De vez en cuando, él piensa en el inútil día
de descanso, dilapidado en acosar a esa mujer
que es feliz al estar a su vera y mirarle a los ojos.
Si con su pie le toca la pierna, bien sabe
que mutuamente se envían miradas de sorpresa
y una sonrisa, y que la mujer es feliz. Otras mujeres que pasan
no le miran el rostro, pero esta noche por lo menos
se desnudarán por un hombre. O es que acaso las mujeres
sólo aman a quien malgasta su tiempo por nada.

Se han perseguido todo el día y la mujer tiene aún las mejillas
enrojecidas por el sol. En su corazón le guarda gratitud.
Ella recuerda un besazo rabioso intercambiado en un bosque
Interrumpido por un rumor de pasos, y que todavía le quema.
Estrecha consigo el verde ramillete -recogido de la roca
de una cueva- de hermoso adianto y envuelve al compañero
con una mirada embelesada. El mira fíjamente la maraña
de tallos negruzcos entre el verde tembloroso
y vuelve a asaltarle el deseo de la otra maraña
-presentida en el regazo del vestido claro-
y la mujer no lo advierte. Ni siquiera la violencia
le sirve, porque la muchacha, que le ama, contiene
cada asalto con un beso y le coge las manos.

Pero esta noche, una vez la haya dejado, sabe dónde irá: volverá a casa, atolondrado y derrengado,
pero saboreará por lo menos en el cuerpo saciado
la dulzura del sueño sobre el lecho desierto.
Solamente -y ésta será su venganza- se imaginará
que aquel cuerpo de mujer que hará suyo
será, lujurioso y sin pudor alguno, el de ella.

3 comentarios:

Cecilia Hadad dijo...

HOla:
estoy leyendo por primera vez su blog, muchas gracias por compartir su trabajo literario con nosotros.
cecilia hadad
ex-rosarina ahora en Mallorca

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Bellísimo el Poema de Cesare...gracias por su inserción, un abrazo de azpeitia

José Antonio Pamies dijo...

Muy grande Cesare, lo leí casi todo de él... te recomiendo las novelas si todavía no ls leite "el bello verano" o el hermoso, es una novela bastante corta.

Creo que tiene varios poemas con este título porque acabo de leer el otro tb, saludos