por Rubén Eduardo Gómez
A veces, cuando uno viaja a un lugar donde ya ha estado en otros tiempos, suele recordar lugares, momentos, espacios, rostros, calles, árboles y cielos que han dejado huellas en uno. Quiero escribir ahora, ya, antes de que esas huellas desaparezcan detrás de las nuevas, las del próximo viaje, las que los días sucesivos dejarán en mí.
Volver a Puerto Deseado era también volver a hacer viajes que estaban en mi memoria desde hace mucho tiempo, anudados a distintas épocas que lejos estaban de los libros y las Ferias o los Encuentros con escritores.
El colectivo pasó por esa ría maravillosa nomás al entrar en la ciudad a la que encontré bella, conservando lugares que aún persisten y resisten el paso del tiempo. Hay negocios que han cerrado, hay casas de piedra, hay edificios de chapa, hay sitios que tienen más años que Comodoro, lugares que deberían preservarse de alguna manera y que no sé cuál es, quizá como monumentos históricos de Deseado, de la Patagonia y de Argentina, por supuesto.
Decidí hospedarme en el Hotel Los Acantilados para estar cerquísima de la ría, y ahí estaba, a pasitos de ella, y después de desensillar lo primero que hice fue tomarme un café frente a ese azul atlántico, tan en paz como si supiera que era lo que yo necesitaba también, revivirla así, estamparla en los ojos con la misma imagen que el yo regresante tenía de ella, así de azul y bella, así.
Carlos Ferrari y Lucía abren su casa para el almuerzo. Pienso en que no todas las casas son hogares, pienso que ellos tienen un hogar en Puerto Deseado, que su hogar está habitado por cada una de las cosas y a cada pregunta siempre hay una respuesta que remite a un recuerdo.
La enredadera de ese hogar está plagada de sol y abejas en un patio que es como un panal. Tomamos unos mates allí con Carlos, Norberto y Cristina y las abejas nos revolotean mientras descubro un bello manzano cargado y prometedor.
Después conozco la increíble Biblioteca Popular y Municipal Florentino Ameghino, su magnífico edificio, el maravilloso material que tienen allí y dan ganas de quedarse a iniciar descubrimientos y a iluminar las sombras de mi desconocimiento que siempre son muchas. La tarea del voluntariado hace que me emocione conocer tantas cosas que han hecho a pulmón, tantas cosas que merecerían un libro contando anécdotas, esfuerzos, alegrías y tristezas, logros y fracasos, pero siempre dando pasos hacia adelante y para la comunidad, para los vecinos, para Deseado y su gente, sobre todo para los que vendrán.
Y los encuentros, claro que sí, reencontrarme con Mario Pazos y Susana siempre es una alegría. Nos ponemos al día casi enseguida y planificamos siempre el próximo asado. Nos queda a los dos el silencio que la muerte del escritor Arnulfo Basanta, tan reciente, tan sorpresiva, nos dejó como una foto recortada.
Y enseguida el abrazo con Norberto Miranda, ese voluntario de la Biblioteca Popular Aimé Painé de Pico Truncado, organizadores de la Feria del Libro de aquella localidad, que viene a conversar con sus colegas para seguir creciendo. La Feria de Pico Truncado este año cumple 15 años y hay que festejar.
Por la noche nos encontramos en el Café Literario que se hace todos los meses en Puerto Deseado y que se mudó a la Feria. Noto el respeto que hay en la audiencia mientras se lee y también lo hace notar Mario Dos Santos Lópes. El clima es distendido. Hay lecturas de trabajos propios, pero también hay quienes comparten textos de otros autores, entonces también están presentes Galeano, Spinetta, Roldán y otros.
Un grupo de rock acompaña las empanadas y las tortas. Sigo con esta sonrisa que parece indeleble.
Descanso en el Hotel. No hay ruidos. No hay puertas que se golpean, ni gente caminando por el pasillo, ni risotadas, nada que pueda irrumpir en mi sueño. Parece que estuviera solamente yo alojado en el hotel. Duermo plácidamente, como cuando visité por primera vez Puerto Deseado.
Por la mañana del sábado, desayuno con la ría bañada por el sol, mostrándome todos sus encantos. Cualquiera diría que está intentando seducirme para que me quede más tiempo, como si no hubiera decidido quedarme un poquito más. Nos reunimos en la Biblioteca en una charla muy enriquecedora.
Creo que todos aprendimos algo nuevo de esta charla.
"Las despedidas son esos dolores dulces" dice la canción del Indio Solari, vaya si no. Despedirse de cada uno de los que conocí, de los que reencontré provoca ese dolorcito que invita a tener que volver, a tener que procurar el reencuentro, favorecerlo, asistirlo, hacer que se produzca y pronto.
Gracias por todo eso, Puerto Deseado y su gente. Gracias Biblioteca Popular y Municipal Florentino Ameghino, por hacerme socio de la alegría de la lectura y la promoción del libro como instrumento de conocimiento pero también de afecto y de lazos de amistad. Infinitamente agradecido.
Rubén Gómez para Vela al Viento Ediciones Patagónicas
fuente: recibido directamente del Autor, al que agradezco.
Rubén Eduardo Gómez
Nació en Comodoro Rivadavia, Chubut, Patagonia Argentina, el 14 de Noviembre de 1965. Esta casado con Liliana Ferreira y tiene dos hijos Mateo Lautaro (1999) y Mauro Lisandro (2001). Vive en Comodoro Rivadavia y se la pasa renegando por el viento que sopla en la región pues le vuela los poemas que había escrito en su cabeza.
Libros publicados
- El Pecado de soñar, Editorial Filofalsía, Buenos Aires, 1988 en colaboración con Andrés Cursaro.
- Géiser, Editorial Filofalsía, Buenos Aires, 1990
Premios y distinciones
- Segunda Mención en el Certamen Literario Regional de Poesía de la Sexta Fe
- Premio por el poema Ella-Hechizo, Feria del Libro de Rada Tilly, Chubut
- Mención de Honor en el Concurso Nacional de Poesía Neruda 98 por su poema Isla, 1998
- Tercer lugar en el Concurso Binacional Literario de Poesía por su poemario “Sastres del ojo”, realizado en Coyhaique, Chile, 1998
- Primer Premio del Concurso Literario Aniversario de Canal 9 de Comodoro Rivadavia, con el poema Albatik, 1999
Publicaciones
Le han publicado poemas en revistas de Buenos Aires y en la revista virtual “Revuelto Magallanes” de la Patagonia Argentina.
Otras actividades
Propulsa, organiza y coordina el Primer Foro Binacional Patagónico de Poesía Joven en el marco del Primer Congreso Internacional de Escritores, organizado por la S.A.D.E. Comodoro Rivadavia. A partir de dicho foro se crea el grupo literario “Nueva poesía a la calle” del cual es miembro, y se presentan con un espectáculo audiovisual. El mismo grupo edita la revista “Desfibrando conciencias”, 1998
Membresías
Es miembro de la Sociedad de Escritores de la Argentina (SEA)
Funda y dirige la revista “Bardo”, 2000
Funda y dirige la revista “Bardo”, 2000
fuente: http://www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Ruben_Eduardo_Gomez.html
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