domingo, 25 de diciembre de 2011

El Abuelo que no conocí, Las Fiestas de Fin de Año + Los cohetes y explosivos en la República Argentina

LAS FIESTAS DE FIN DE AÑO

En muchos países se festeja con "Cohetes ",cañas voladoras, petardos, 'rompe-portones' ( que en forma casera se preparaban en mi infancia con bulones y tuercas conteniendo como materiales explosivos mezclas de azufre y potasio en polvo, que al ser estrellados contra paredes, portones de galpones o el mismo empedrado de las viejas calles de hace 50-60 años, producían un terrible estruendo, que asustaba incluso al que lo disparó), 'estrellitas" ,otros explosivos, luces multicolores, música , etc.


Todos los años, para estas fiestas en la Republica Argentina, cientos de heridos, con quemaduras en distintas partes del cuerpo, chicos y jovenes que pierden la vista en uno o los dos ojos, son el resultado de esta primitiva forma de expresar alegría por las Fiestas de Fin de Año.


El abuelo que no conocí.


Para no ir mas lejos, les cuento mi anecdota personal. Corría el año 1925 en la ciudad de Rosario, Argentina. Fin de año, verano tórrido y húmedo, como corresponde a esa fecha del verano rosarino. Ya había anochecido, pero aún no era medianoche.

Se escuchaban estruendos de explosiones, en casas vecinas o en calles de la zona...La gente festejaba de esa manera, las fiestas navideñas y de fin de año....

En esa epoca no existian aparatos acondicionadores de aire, como en nuestra moderna era. Muy posiblemente tampoco había ventiladores, que tal vez no se habian inventado, o que de haberlos,solamente existian en viviendas de gente con buenos ingresos.

Los habitantes de escasos recursos, y tambien muchos de mejor nivel de vida, trataban de pasar esas noches calurosas y húmedas del verano, plagadas de mosquitos gigantes que enloquecían a todos,sin distinción de clases o recursos...

La mejor solución era dormir en los patios, sobre improvisadas camas o 'catres', tal vez en el suelo, sobre algún colchón arrastrado desde el dormitorio, o sobre una colcha vieja extendida en el patio, alguna frazada encima y sobre ella, finalmente, una sábana.

Otros, preferían abrir las ventanas, sobre todo las que daban a la calle y dejar abierta la puerta del dormitorio, a fin de disfrutar de alguna posible - en realidad ,casi imposible- la brisa que viniera desde el no muy cercano río Parana que rodea a esa hermosa ciudad, la más grande del litoral argentino.

Mi madre, que era una niña de 9 años, se había quedado ligeramente dormida en la cama de sus padres, mientras que su mamá terminaba de limpiar los platos, cacerolas , vasos y utensillos de la cena, en la cercana habitación -cocina de la casa.

Mi abuelo materno, a quien nunca conocí, se dispuso a dormir en su cama matrimonial, en la modesta casa de esa ciudad, que alquilaba con esfuerzo. Abrió la ventana de su dormitorio que daba a la vereda de la calle donde la casa estaba afincada. Se recostó al lado de su hija - la niña-mi madre- que se despertó y ambos miraban pasar las cañitas voladoras que cruzaban el aire rumbo al cielo, mientras que los estruendos de cohetes y 'rompeportones' estremecian la noche veraniega.

De pronto, una bala perdida, que había sido disparada en algun lugar desde algun revolver, posiblemente en dirección al estrellado cielo, entró imprevistamente por el hueco que el marco de la ventana abierta ofrecía.


La bala perdida se incrustó en una de las piernas de mi abuelo, quien se retorció de dolor y sus lamentaciones llegaron a la cocina, donde su esposa - mi abuela, estaba terminando sus tareas caseras de la noche.

Mi mama, con sus escasos 9 años rompió en llanto, mientras gritaba pidiendo ayuda.


No se exactamente quien y como trasladó a mi abuelo al Hospital Público mas cercano.Allí quedo internado y debió ser operado de esa pierna herida, que fue amputada luego por temor a una gangrena.
Hablamos de 1925, allá lejos y hace tiempo...


El abuelo nunca se recuperó.Empezó a usar un par de muletas, mientras hacia equilibrio con una sola pierna para desplazarse y no caerse. A los pocos meses falleció, no se si de tristeza o de algun infarto al miocardio.Nunca lo supe.Nadie lo sabe.


Y asi terminó su corta vida a los 49 años, mi abuelo Yaacov Rabotnicoff. Oriundo de una pequeña aldea ( cercana al pueblo de Bereznehuavate), en la Provincia de Gerson en la Ucrania dominada por el Imperio Ruso de los Zares .

Había logrado sobrevivir al frío aterrador de esa zona.

Había sobrevivido al Regimen Zarista opresor y antisemita y a los cosacos ucranianos antijudíos.

Habia engendrado una familia amplia y solidaria, allá lejos. El vislumbró la posibilidad de una vida mejor y en plena libertad . Cruzó países europeos, buscando un barco para llegar a la soñada tierra sudamericana. Se embarcó en tercera Clase en algún Barco medio oxidado que lo trajo a las costas de Buenos Aires, en la Promisoria Republica Argentina, a principios del 1900.

De la vida sacrificada como agricultor en la Colonia Dora, en la Provincia de Santiago del Estero, junto a su delicada esposa Slave Zelde Rabquin y sus nueve hijas e hijos, luchando contra las condiciones del terreno, suelos salados, en parte desmontados por ellos mismos; con felinos y ofidios, con la escasez de agua potable, con los mosquitos y el calor reinante y otras, no me extendere ahora.

La llegada a la ciudad de Rosario ,se produjo despues de varios largos años de su vida de chacarero humilde y trabajador en el pequeño "campito" (que nunca fue suyo) situado a varios kilómetros del pauperrimo pueblito santiagueño conocido como "Colonia Dora", y que reunía a pocas familias de colonos judíos llegados de Ucrania y posiblemente de Rumania.

Cuando mi abuelo y su familia dejaron la chacra, solo tenían deudas, pero nada de bienes. Eso despues de años de sacrificio, trabajando duramente de sol a sol, sufriendo las inclemencias del tiempo y viviendo frugalmente en una humilde vivienda campesina con paredes de paja y barro y piso de cemento sin baldosas...

Lic. Jose Pivín- 1 de Julio de 2010
frente al puerto de Haifa
frente al Mar Mediterráneo.

(*) ZEIDE: ABUELO/NONO/GRANDPA/SABA

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