martes, 21 de abril de 2015

VENEZUELA Y SU IDIOMA POPULAR....La expresion venezolana de hoy ......."el chalequeo"

La expresion venezolana de hoy ......."el chalequeo"


"Chalequeo" o chaleco es un término que se utiliza para denominar la burla o el aplique que se le monta a determinada persona insistente e impertinentemente.

Ejemplo : "Está bien vale, me equivoque, pero dejen ya el chalequeo"

Dicen que el término se origina en la Caracas Vieja, cuando los caballeros usaban chalecos. La chiquillería halaba por el chaleco a sus padres para ser tomados en cuenta y montados en los caballos. Los adultos fastidiados de la agarradera y las peticiones de los jóvenes les decían a viva voz "deja el chalequeo" y de allí se usa tal expresión como sinónimo de fastidio por la impertinencia de alguien.


fuente: http://foro.univision.com/t5/Caracas/La-expresion-venezolana-de-hoy-quot-el-chalequeo

Se puede decir chalequeo (que es más usual) o chaleco. Es cuando te burlas de una persona, se dice que lo(a) estás chalequeando...
chalequear es una expresión para definir algo
 puramente en juego o en broma...
chamo dije una burrada en el salón y me montaron un chalequeo...

la fea se enamoró de Andrés, vamos a chalequearlo.

Sinónimos :
Jodedera=Ladillar=  
Vacilar=  Bromear =   
Broma =  Burla  
Antónimos :
Respetar;  
A ve cual mas coño no se   
Enviado por : David (CaracasVenezuela)
http://www.asihablamos.com/word/palabra/Chalequeo.php  

El chalequeo:

El chalequeo ha existido siempre en nuestro país, parece ser una característica del venezolano. Se define como la acción de entorpecer o sabotear momentánea o definitivamente la realización de una actividad, impedir el logro de una persona u ofender a alguien con palabras injuriosas. La definición la extraje del Diccionario de Venezolanismos de Rocío Núñez y Francisco Javier Pérez, publicado por la Universidad Católica Andrés Bello.

Sobre el origen mítico de la palabra “chalequeo”, el no menos mítico cronista Ulloa, citado por Enrique Bernardo Núñez, señala que se debe a un incidente protagonizado por el capitán general Don José de Cañas y Merino, quien se hizo cargo del gobierno de la provincia de Venezuela el 6 de julio de 1711, y se caracterizaría en sus años de mandato por ser uno de los más déspotas y crueles gobernadores que tuvo la ciudad de Caracas.

Al asumir el cargo, Cañas y Merino quiso pronunciar un discurso en la iglesia, aprovechando la multitud allí congregada por la misa. El hombre hablaba, inspirado, cuando se le acercó un niño pequeño, hijo de una esclava que acompañaba a su ama, que se había escapado de la falda de su progenitora. El negrito se aproximó a Cañas y Merino y empezó a jalarle el chaleco y a decirle algo en su lengua infantil, a lo cual el gobernador perdió el hilo de lo que estaba diciendo y más aún cuando la gente empezó a reírse de él, por lo gracioso de la situación y la insistencia del negrito. El gobernador se fue, muy molesto, de la iglesia sin haber podido decir lo que quería. De ahí vino lo de “jalar el chaleco” que se convirtió con el tiempo en “chalequear”. 
Según esta historia, estaríamos apunto de celebrar los 300 años de la palabra.
No puede negarse la posibilidad de que el chalequeo nos venga por parte de España. En 1807 fue invadida por las tropas francesas. Napoleón Bonaparte puso como rey a su hermano José. Enseguida, el ingenio popular le puso como apodo “Pepe Botella” por su supuesta afición al trago. El 2 de mayo de 1808 los madrileños decidieron no calarse la invasión y se amotinaron. El chalequeo lo reprimió el general Murat a sangre y fuego.

Nuestro proceso independentista comenzó con un gran chalequeo. El 19 de abril de 1810, el recién nombrado Capitán General de la provincia, Vicente Emparan, se vio en aprietos, por cuanto el Cabildo de Caracas y parte de la burguesía y la aristocracia criolla lo desconocen. 

Desde el balcón del pueblo, ubicado en la plaza mayor, el mismo Emparan le consulta a la gente allí reunida si estaba de acuerdo con que él siguiera su mandato. El cura chileno José Cortés de Madariaga, gran chalequeador, situado a espaldas de Emparan, hizo señas a la población presente para que contestara “¡No!”, y eso fue lo que ocurrió. Emparan respondió que él entonces tampoco quería el mando. Ese mismo día se levantó el acta para el establecimiento de un nuevo gobierno. El chalequeo inicial derivó en la Guerra de Independencia.

Recuerdos del Loco Palma

Ahora que se habla de chalequeo en el ámbito escolar me viene a la mente “El Loco Palma”, que era experto en chalequeo cuando estudiábamos en los salesianos. No sólo le ponía apodos a todos los compañeros sino que lograba sabotear con éxito las clases más aburridas. 

Gracias a él Aristimuño se convirtió en “El Gordo”, Méndez en “Gata Loca” y Gómez en “Cerebrito”. Pero tal vez el apodo más glorioso fue el de “Gargajo’e mono” que le puso al profesor de Geografía, al que detestábamos especialmente porque le gustaba gritarnos y humillarnos.

Palma también lograba sabotear con éxito las clases más aburridas. Luigi (llamémoslo así, creo que era de Turín) era un cura bajito y flaquito que como el veneno venía en envase pequeño. Palma en cambio, hijo de gallegos, era un tarajallo que nos sobrepasaba a todos en altura y era temible jugando fútbol por la fuerza y velocidad que poseía. Un día estábamos en la clase de 
Luigi, a quien odiábamos porque le gustaba torturarnos dándonos coscorrones con la campanilla, y Palma logró colarse, sin que el cura se diera cuenta, en un cuarto que había detrás del aula de clase, una especie de desván lleno de muebles viejos y otros cachivaches. Al poco rato, interrumpió la clase un ruido rarísimo proveniente del desván, unas notas musicales todas desafinadas. Es que Palma había descubierto un órgano viejo y cual monje loco se puso a tocar las teclas desvencijadas. Por supuesto la guachafita fue general. 

El cura, furioso, paró la clase y sacó a Palma del desván jalándolo por una oreja. Más le hubiera valido no hacer eso. Palma se le cuadró y le lanzó un directo de derecha que le tumbó los lentes al cura. Nos levantamos rugiendo de emoción, cual si estuviéramos en ringside

“¡Dale Palma! ¡Mátalo!”. Animado por la espontánea fanaticada, Palma siguió dándole al italianito, que intentó responder pero era demasiado fuerte la lluvia de golpes producto del rencor acumulado, de tal manera que sólo le quedaba cubrirse para medio defenderse. Le seguía dando cuando llegó, corriendo y sudoroso, el padre Santos, administrador del colegio, quien paró la pelea. Por supuesto, a Palma lo expulsaron, a nosotros nos castigaron y al cura lo transfirieron. Pero desde ese momento quedó en nuestra memoria como “El Vengador”, el héroe que nos reivindicó de tanto maltrato.

La escuela debería ser un lugar para aprender a respetar al otro; debería haber materias llamadas “consideración”, “amabilidad”, “participación”, “solidaridad”. Maestros y profesores tenemos una gran responsabilidad en que esto sea así, pero también la familia porque de nada sirve un gran discurso cuando los niños en la casa presencian a sus padres agrediéndose física o verbalmente, contemplan escenas atroces en la televisión, oyen reguetón que promueve el uso de drogas y el maltrato a la mujer, o ven a políticos, tanto del gobierno como de la oposición, insultando a los demás, en lugar de dar ejemplo de trato respetuoso.

Una cosa es el chalequeo, entendido como el buen humor y la guachafita que nos caracteriza a los venezolanos, y muchas veces nos han protegido de los abusos del poder (cuando los gobernantes son malos, no queda otra que burlarse de ellos), y otra cosa es el “malandreo”, que no podemos dejar que se convierta en un valor aceptado por la sociedad.

 http://ciudaddelostechosrojos.blogspot.co.il/2011/06/el-chalequeo.html

Caracas Crónica

Pequeñas historias de la Gran Caracas.

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