sábado, 10 de septiembre de 2011

BUENOS AIRES:Caso Candela: una historia de narcos, policías, políticos y mentiras de ocasión


Candela fue víctima de la desidia de todos.
A medida que avanza el caso Candela, se va descorriendo la cortina que muestra que se ha ocultado más que lo que se ha contado. Bandas de policías y delincuentes que trafican drogas, mentiras de parte de la familia e inacción del Estado son algunas de las claves para entender lo ocurrido. Secretos familiares y pases de factura en la Casa de Gobierno en esta investigación.

por Christian Sanz
Dicen que muchas veces la realidad supera a la ficción. Bien podría aplicarse esa máxima a la trama que investiga la desaparición y posterior muerte de Candela Rodríguez, donde se mezclan los negocios vinculados con la droga, los secuestros extorsivos y hasta la existencia de bandas de policías y delincuentes que manejan los negocios más sucios del conurbano bonaerense.

A medida que los investigadores avanzan en la indagación del caso, el ovillo que conduce al nudo de la cuestión se vuelve más denso y puede verse claramente cómo la familia de la niña asesinada se ocupó de ocultar datos de relevancia. De la misma manera, ha quedado al desnudo el mal accionar policial, vinculado a la intención de encubrir su propia participación en la trama de marras. "Si fue un 'vuelto' es porque hicieron correr que soy buchón de la Federal", dijo en las últimas horas Lauriano Rodríguez, papá de Candela, en un mensaje que dejó más dudas que certezas.

Según revela hoy diario Clarín, alrededor de este caso giran dos líneas de investigación: una sostiene que Rodríguez no sólo se quedó con parte de un botín –“un vuelto importante”, dicen, que podría haber impulsado una venganza–, sino que, además, entregó a sus cómplices para pactar una pena menor en alguna de las causas donde fue condenado. "La otra línea es impulsada por él mismo, que ayer pidió ampliar su declaración ante el fiscal Marcelo Tavolaro para dar cinco nombres (serían de narcos de San Martín) y para hablar de las acusaciones de 'buchón' que le hacen en el ambiente delictivo", asegura el matutino.

Independientemente de una u otra hipótesis, las miradas de los investigadores se han centrado en un solo lugar: la tristemente célebre Villa Korea, uno de los centros más importantes del narcotráfico de la zona oeste del conurbano, donde, desde hace décadas, se enfrentan las familias Soria y Barrera. No es casual que tanto el padre de Candela como su abuelo sean oriundos de ese lugar.

Del primero de ellos habló MDZ hace más de una semana. Se trata de Alfredo Lauriano Rodríguez, actualmente preso y condenado en dos causas: el Tribunal Oral N°1 de Morón lo sentenció a tres años de prisión (pena unificada con la de otra causa de Mercedes) por robo agravado de mercancías en tránsito (piratería del asfalto), y en San Isidro, otro tribunal oral le impuso tres años y dos meses de cárcel por el mismo delito. Sobre su padre, abuelo de Candela, poco y nada se sabe, solamente que no estaría desvinculado del mundo narco.

Allí es donde empieza a percibirse la "pista policial", ya que la Justicia investiga una serie de secuestros que han comenzado a ocurrir a principios del año 2000 y que tienen como víctimas a narcotraficantes de la zona de San Martín. Se trata "de una banda especializada que los tiene como blanco y que cuenta con ex policías que les garantizan facilidad de movimientos", asegura Clarín.

Para el fiscal Marcelo Tavolaro, la muerte de Candela estaría relacionada con esta trama, donde operan bandas mixtas de policías y delincuentes, en el marco de la venta de drogas en zonas pobres de San Martín.

En ese punto se mezcla lo peor del submundo del delito, y los vueltos y las delaciones son moneda corriente. Lo ocurrido con Candela bien podría leerse en ese contexto.

Ello también explicaría la actuación desprolija de la Policía Bonaerense -el lugar donde apareció Candela, por ejemplo, no se acordonó y hasta el gobernador Daniel Scioli pisó lugares que eran clave- y por qué la familia de Candela calló mucho de lo que sabía. En ese sentido, el cruzamiento de llamados telefónicos ya ha arrojado varias sorpresas que se conocerán en las próximas horas.

Otra medida que evalúan los investigadores es "entrevistar" a Miguel Ángel Mameluco Villalba, un narco de la zona de San Martín que oportunamente aspiró a postularse como candidato a intendente de ese partido bonaerense y que fue detenido el 11 de agosto acusado de tener en su lavadero de autos treinta kilos de marihuana.

Un dato no menor: su hermano había sido detenido cuatro meses antes por la Justicia y se sospecha que el padre de Candela no estaría desvinculado de esos procedimientos.

Mientras esto ocurre, los principales referentes políticos permanecen en silencio. Si bien en un principio Cristina Kirchner y Daniel Scioli se mostraron activos respecto del caso Candela -la presidenta, por caso, recibió a su mamá en la Casa de Gobierno-, en las últimas horas el silencio se apoderó de ambos.

Tal vez esto tenga que ver con la reunión privada que hubo ayer mismo en la Casa Rosada, donde los referentes del Movimiento Evita, Emilio Pérsico y Fernando Chino Navarro, fueron recibidos por el influyente secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. No fue, precisamente, una reunión de amigos, según refiere Noticias Argentinas.

"El encuentro entre el funcionario y los dirigentes de esa organización social se desarrolló por la tarde, pero no se informaron los detalles ni sus motivos. No era como para agitarlos, claro está: a esa altura ya era vox populi el rumor acerca de que Carola Labrador, la madre de Candela, militaba en el Movimiento Evita del distrito de Hurlingham", confía NA.

"¿A quién se le ocurrió la brillante idea?", aseguran que preguntó la presidenta mientras intentaba recordar quién le había sugerido recibir a la madre de Candela en la Casa Rosada. Enseguida retomaron el hilo del ovillo y la punta estaba del lado de Pérsico y Navarro. En el Gobierno de la Provincia aseguraron a NA que la Casa Rosada se cortó sola cuando Cristina se entrevistó con Carola Labrador.


Concluyendo

Mientras estas líneas terminan de escribirse, más de 200 chicos permanecen desaparecidos sin que a nadie parezca interesarle. No hay estadísticas ni campañas oficiales para encontrarlos, sólo discursos de ocasión de parte del mismo arco político que ha demostrado ineficiencia a la hora de tratar este tipo de cuestiones.

No casualmente, en las últimas horas Maximiliano Storani, un joven que había desaparecido el 11 de agosto, apareció muerto. ¿Cuánto más habrá que tolerar?


Twitter de Christian Sanz: @cesanz1


http://www.mdzol.com/mdz/nota/323189-caso-candela-una-historia-de-narcos-policias-politicos-y-mentiras-de-ocasion/

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