domingo, 13 de marzo de 2016

La gran poeta polaca Premio Nobel de Literatura 1996 , Wislawa Szymborska



Wislawa Szymborska, engañosa sencillez de una poética
La poeta Wislawa Szymborska 
































nació en Polonia en 1923 y murió en 2012 en la ciudad de Cracovia.; ciudad en la que vivió desde sus 8 años. Saltó a la consideración pública mundial a partir de obtener en 1996 el Premio Nobel de literatura (al que ella llama "la catástrofehttp://o1.t26.net/images/space.gif, antes de este hito su poesía fue merecedora de numerosos premios y reconocimientos. Mujer de pensamiento independiente, se afilia al comunista Partido Obrero Unificado Polaco del que, a poco tiempo, se va distanciando por sus prácticas burocráticas y autoritarias y entra en contacto con el movimiento disidente. Trabajó como editora de poesía y columnista en un semanario de Cracovia, al tiempo que publicaba ensayos y artículos, y traducía poemas franceses al polaco. Ha publicado 16 colecciones de poesía, y su obra ha sido traducida a varios idiomas. Entre los reconocimientos que ha merecido se cuentan el premio Goethe (1991), el premio Herder (1995). Publicó poesía desde los ‘50. 

Su poesía es aparentemente sencilla, con una mirada filosófica profunda, que suele incluir un humor algo irónico. No pontifica ni advierte, simplemente mira y ve, y su mirada individual se hace universal. 


En la siguiente conversación se advierte el espíritu lúcido y vital de la Szymborska: 




Wislawa Szymborska
Entrevista a una Premio Nobel
Por Félix Romeo 



Wislawa Szymborska (Kornik, 1923) vive en un departamento en 
Cracovia y trabaja todos los días en sus poemas.


—¿Tiene alguna fórmula mágica para escribir?

—Sé lo que quiero escribir, pero no siempre me sale. Trabajo constantemente en los poemas. Hay algunos poemas que surgen de forma espontánea... (Es mi secreto: no voy a decir nunca cuáles salen con facilidad y cuáles salen con esfuerzo.) Pero no siempre salen de forma espontánea.

—¿Y cómo es la Szymborska que narra sus poemas?

—Creo que cada poema lo escriben dos personas. Hay una persona que es la que siente las cosas, la que las experimenta, la que piensa. Y otra persona, que está detrás de mí y dice: "¿No estarás exagerando?, ¿qué va a entender el lector de lo que estás escribiendo? y, además, ¿para qué le sirve?" Ese yo irónico está siempre, pero si desaparece escribiré muy malos poemas... ¡Y si desaparezco yo, también serán malos! (Risas)

—Utiliza un lenguaje muy especial.

—Mi lengua es una lengua viva. Utilizo frases hechas, lengua coloquial, juegos de palabras, que no necesariamente funcionan en otras lenguas... La suerte de los poetas en el exterior depende de los traductores.

—¿Hablamos de los temas de su poesía?

—Todos mis poemas nacen del amor. Diría incluso que todos los poemas nacen del amor; incluso aquéllos que transmiten el mal tienen en el fondo una forma de amor hacia el mundo. Estoy totalmente convencida... Y si no es así, lo siento por esos poetas.

—¿Y el odio?

—Tengo un poema sobre el odio, que es verdaderamente un sentimiento del siglo XX, el más fuerte, el que encuentra más seguidores. Y eso es algo horrible. Quizá en algún momento fue necesario pero ahora el odio es un sentimiento horrible. Aunque parece más fácil que un loco propague sus ideas con los nuevos medios. Antes, alguien llegaba y se subía a un cajón en una plaza y se ponía a hablar con un megáfono... Todo era más pequeño.

—En sus poemas aparecen muchos animales.

—No imagino la poesía sin los seres que nos acompañan en la vida: los animales, las plantas... e incluso las piedras. Mi animal preferido es el mono. Me encantó un libro de Jane Goodall, A través de la ventana: treinta años estudiando a los chimpancés, en el que cuenta su investigación en Tanzania con los primates y con los chimpancés. No los estudió como un grupo, sino como individuos. Estuvo años siguiéndolos de uno en uno, investigando cada animal en concreto y descubrió que uno era individualista, otra era una mala madre, otra era muy cariñosa, otro era muy travieso... Se trataba de una forma de estudiar a los animales desde una perspectiva totalmente diferente. No me imagino otro enfoque distinto al del análisis individual. Todos somos un poco diferentes. El hombre se somete a diversas ideas de grupo y no siempre es bueno.

—También aparecen muchos sueños en sus poemas.

—Escribo de la realidad y los sueños son una parte de la realidad.

—Además de escribir poemas, está haciendo collages.

—Son un juego. Hoy veo muy clara la diferencia entre la forma de hacer literatura y la forma de hacer arte. La escritura requiere soledad, aislamiento, trabajo y cansancio. He visto pintores trabajando mientras hablaban, riéndose, rodeados de gente, y eso es imposible para un escritor. Necesito tiempo y que nadie me moleste. Mis collages son un juego, para que la gente los disfrute. Son mi forma de descansar. Me canso mucho escribiendo.

—Pero sigue escribiendo sin parar.

—Aún estoy viva, para extrañeza de algunos y también para la mía. Y soy escéptica ante la poesía, incluso ante la mía.

—Por eso utiliza tanto el humor.

—Mi poesía, como la vida, es una moneda: tiene una parte trágica y una parte cómica.

—Y una parte cósmica.

—Recuerdo una anécdota de Filipovich, un fabuloso escritor que supera la prueba del tiempo: cuando el hombre llegó a la Luna, mucha gente en 
Cracovia estaba asombrada. Filipovich estaba pescando y trataba de ver el acontecimiento con prismáticos. (Risas). Una vez, caminando por los alrededores de Cracovia con Filipovich, nos paramos a identificar estrellas, y cuando nos dimos vuelta, había un enorme grupo de gente a nuestro alrededor; tanta, que al día siguiente la prensa publicó que se había producido el avistamiento de un ovni. Una información que nunca fue desmentida. Espero que eso hiciera feliz a alguien. Escribí un poema en el que decía que no hay que mandar bromistas al Cosmos.

—Le fascina el espacio, pero realmente se ha movido muy poco.

—No sé si es por mi signo zodiacal —cáncer—, pero no me gusta viajar. Nací un día después (y muchos años después) que Proust, que escribió doscientas páginas para decir cómo se preparaba para ir a la playa. No me gusta viajar, pero me gusta volver.

—¿Es cierto que estudió español?

—Hace mucho tiempo iba a unas clases de español. No me acuerdo de nada, pero la estructura de la lengua todavía la controlo. Leíamos fragmentos de El Quijote. Nos daba clase un profesor que no sé si se esmeraba mucho, porque se preparaba la clase el día anterior, pero tenía unos discos maravillosos con música española: canciones populares estupendas. Soy admiradora del Goya luminoso, el de los retratos, el de los tapices, el de las escenas costumbristas y el de las majas. Y he corregido a Velázquez en uno de mis collages: he sacado a una de las meninas al aire libre.

—Hablaba antes del amor. ¿Le puedo preguntar algo de los suyos?

—Le contaré algunas historias de mi infancia. A los doce años me enamoré perdidamente del novio de mi hermana, que no me hacía ningún caso. Un día me vendé la cabeza y él dijo: "¿Qué le ha pasado a eso?" Años más tarde lo volví a ver y me pregunté cómo podía haberme enamorado. No era nada interesante. También había otro chico. Me seguía. Era tan tímido que no me dirigía la palabra. Me escribía cartas. En una de ellas, donde me arreglaba toda la vida —"por ti surcaré los mares, subiré a la cumbre más alta..."—, decía al final: "Estaré mañana bajo tu ventana si no llueve". (Risas)

—Leer también es una forma de acabar con las formas puras.

—Leo todo el tiempo. Muchos libros de divulgación científica y de antropología, de zoología. Leo a Brodsky, con el que tenía mucha afinidad. Pero como no quiero olvidarme de nadie sólo voy a decir que leo a Rilke. Con él comenzó mi fascinación por la poesía.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar




Y ahora una muestra de su impar poesía: 


Un gato en un piso vacío 


Morir, eso no se le hace a un gato. 
Porque qué puede hacer un gato 
en un piso vacío. 
Trepar por las paredes. 
Restregarse entre los muebles. 
Parece que nada ha cambiado 
y, sin embargo, ha cambiado. 
Que nada se ha movido, 
pero está descolocado. 
Y por la noche la lámpara ya no se enciende. 

Se oyen pasos en la escalera, 
pero no son ésos. 
La mano que pone el pescado en el plato 
tampoco es aquella que lo ponía. 

Hay algo aquí que no empieza 
a la hora de siempre. 
Hay algo que no ocurre 
como debería. 
Aquí había alguien que estaba y estaba, 
que de repente se fue 
e insistentemente no está. 

Se ha buscado en todos los armarios. 
Se ha recorrido la estantería. 
Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado. 
Incluso se ha roto la prohibición 
y se han desparramado los papeles. 
Qué más se puede hacer. 
Dormir y esperar. 

Ya verá cuando regrese, 
ya verá cuando aparezca. 
Se va a enterar 
de que eso no se le puede hacer a un gato. 
Irá hacia él 
como si no quisiera, 
despacito, 
con las patas muy ofendidas. 
Y nada de saltos ni maullidos al principio. 






Primera fotografía de Hitler 



¿Y QUIÉN ES ESTE NIÑO con su camisita? 

Pero ¡si es Adolfito, el hijo de los Hitler! 

¿Tal vez llegue a ser un doctor en leyes? 

¿O quizá tenor en la ópera de Viena? 

¿De quién es esta manita, de quién la orejita, el ojito, la naricita? 

¿De quién la barriguita llena de leche? ¿No se sabe todavía? 

¿De un impresor, de un médico, de un comerciante, de un cura? 

¿A dónde irán estos graciosos piecitos, a dónde? 

¿A la huerta, a la escuela, a la oficina, a la boda 

tal vez con la hija del alcalde? 



Cielito, angelito, corazoncito, amorcito, 

cuando hace un año vino al mundo, 

no faltaron señales en cielo y en la tierra: 

un sol de primavera, geranios en las ventanas, 

música de organillo en el patio, 

u presagio favorable envuelto en un fino papel de color rosa. 

Antes del parto, su madre tuvo un sueño profético: 

ver una paloma en sueños, será una buena noticia; 

capturarla, llegará un visitante largamente esperado. 

Toc, toc, quién es, así late el corazón de Adolfito. 



Chupete, pañal , babero, sonaja, 

el niño, gracias a Dios, está sano, toquemos madera, 

se parece a los padres, al gatito en el cesto, 

a los niños de todos los demás álbumes de familia. 

Ah, no nos pondremos a llorar ahora, ¿verdad?, 

mira, mira, el pajarito, ahora mismo lo suelta el fotógrafo. 



Atelier Klinger, Grabenstrasse, Braunen, 

y Braunen no es una muy grande, pero es una digna ciudad, 

sólidas empresas, amistosos vecinos, 

olor a pastel de levadura y a jabón de lavar. 



No se oye el aullido de los perros, ni los pasos del destino. 

El maestro de la historia se afloja el cuello 

y bosteza encima de los cuadernos. 



Posibilidades 


Prefiero el cine. 
Prefiero los gatos. 
Prefiero los robles a orillas del Warta. 
Prefiero Dickens a Dostoievski. 
Prefiero que me guste la gente 
a amar a la humanidad. 
Prefiero tener a la mano hilo y aguja. 
Prefiero no afirmar 
que la razón es la culpable de todo. 
Prefiero las excepciones. 
Prefiero salir antes. 
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos. 
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas. 
Prefiero lo ridículo de escribir poemas 
a lo ridículo de no escribirlos. 
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos 
que se celebran todos los días. 
Prefiero a los moralistas 
que no me prometen nada. 
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula. 
Prefiero la tierra vestida de civil. 
Prefiero los países conquistados a los conquistadores. 
Prefiero tener reservas. 
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden. 
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico. 
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas. 
Prefiero los perros con la cola sin cortar. 
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros. 
Prefiero los cajones. 
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado 
a muchas otras tampoco mencionadas. 
Prefiero el cero solo 
al que hace cola en una cifra. 
Prefiero el tiempo insectil al estelar. 
Prefiero tocar madera. 
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo. 
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad 
de que el ser tiene su razón. 





Las cuatro de la madrugada 


Hora de la noche al día. 

Hora de un costado al otro. 

Hora para treintañeros. 



Hora acicalada para el canto del gallo. 

Hora en que la tierra niega nuestros nombres. 

Hora en que el viento sopla desde los astros extintos. 

Hora de y-si-detrás-de-nosotros-no-quedara-nada. 



Hora vacía. 

Sorda, estéril. 

Fondo de todas las horas. 



Nadie se siente bien a las cuatro de la madrugada. 

Si las hormigas se sienten bien a las cuatro de la madrugada, 

habrá que felicitarlas. Y que lleguen las cinco, 

si es que tenemos que seguir viviendo. 

fuente:

Publicado en:
 http://www.taringa.net/posts/arte/15670004/Wislawa-Szymborska-enganosa-sencillez-de-una-poetica.html.




QUOTE:

Fuentes de Información - Wislawa Szymborska, engañosa sencillez de una poética


El contenido del post es de mi autoría, y/o, es un recopilación de distintas fuentes.





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