Julio Cortázar (1914 - 1984) fue un
escritor, traductor (para la UNESCO) e
intelectual de nacionalidad argentina y francesa considerado uno de los
escritores más innovadores de su tiempo, con recursos que marcaron un antes y
un después en la forma de hacer literatura en el mundo hispano. Sus obras
bordean y traspasan la realidad y la fantasía, circunstancia por la que sus
escritos se relacionan con el realismo mágico e incluso con el surrealismo.
Su
obra más destacada es “Rayuela” (1963) que ha sido
traducida a 30 idiomas diferentes. Lo más característico de esta obra es lo que
ha venido a denominarse “antinovela”, ya que la novela ofrece diferentes
lecturas convirtiéndose en varios libros a la vez. Cortázar indicaba en cada
capítulo dónde continuar la lectura; el “primer libro” empezaba en la primera
página y acababa en el capítulo 56; el segundo, comenzaba en el 73. Esta
narración que juega en todo momento con la subjetividad del lector era
denominada por el mismo autor como “contranovela”.
Cortázar
colaboró en muchas publicaciones en distintos países y fue amigo de numerosos
escritores y artistas, como Graciela Maturo, Luis Seoane, Julio
Silva, Luis Tomasello o Chumy Chúmez.
Murió
el 12 de febrero de 1984 a causa de una leucemia que posteriormente se dijo que
fue provocada por el sida, contraído por el escritor durante una transfusión de
sangre en Francia.
Os
dejamos con sus frases más célebres:
“Las
palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”.
“Andábamos
sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”.
“La
explicación es un error bien vestido”.
“No
renuncio a nada, simplemente hago lo que puedo para que las cosas me renuncien
a mi”.
“La
cultura es el ejercicio profundo de la identidad”.
“¡Música!
Melancólico alimento para los que vivimos de amor”.
“Cómo
cansa ser todo el tiempo uno mismo”.
“Estar
vivo parece siempre el precio de algo”.
“Cada
vez sospecho más que estar de acuerdo es la peor de las ilusiones”.
“Después
de los cuarenta años la verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente
para atrás”.
“En
suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se
diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para
no aceptar las cosas tal como me son dadas”.
“Cuando
me hayan devuelto mi casa y mi vida, entonces encontraré mi verdadero rostro”.
“En
realidad las cosas verdaderamente difíciles son todo lo que la gente cree poder
hacer a cada momento”.
“Creo
que no te quiero, que solamente quiero la imposibilidad tan obvia de quererte
como la mano izquierda enamorada de ese guante que vive en la derecha”.
“Yo
creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no
aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era
una mesa, o que la palabra "madre" era la palabra "madre" y
ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre
empezaba para mi un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en
el que a veces me estrellaba”.
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