Susana Szwarc
Poemas
EQUIPAJES
ruedan cabezas por el camino de tal forma ¿cómo podrían desde esas voces expuestas las bocas trasladar su equipaje? y lo grave no está en que salten sueltas sino en su improbable pena K Dicen menos uno como si otro pudiera aplastar su vértigo de cucaracha antes de hincarse en letra o segar el vislumbre de la mano que cae. HORAS Esa niña flaca, decimal con su flor roja al ladito del borde: mira claramente al que levanta la pala un pie va a hundirse —con la pala— en el montón de barro. Es la hora del entierro y la flor por arte de magia será libro. La niña —que no sabe— lee sobre el dolor inmensurable los nietos no nacidos. Nos distraemos por el sonido de un saxo que comienza a trepar —metálico— hacia atrás y salen más niñitas de los ranchos. Es la hora del pedido: ejendú, ché, omé é ché un pedacito de pan —golpean, esos niños, sin padres —otra vez, piden pan —¿no les dan? Ordenemos la historia ¿Evita había muerto? ¿Perón había caído? ¿Su estatua destruida en la placita Sarmiento? ¿Yo tenía sarampión? ¿Cantaba Ramona Galarza? ¿Tu perro aquella noche, era? Lame la sal del cuerpo y las estrellas caen, por mí. El lobizón desvanece de cercanía. Apenas alcanzamos los breteles. Maldito gallo, que se calle. Y que nadie sepa nunca. Otra hora: tu siesta, los mosquiteros hacen marchas hexagonales sobre mi morena piel más vieja que el sulki verás la polvareda y en ella el surco ¿dónde aún me harías caer? (la longitud del muro hace a la partida de los perros) Recordemos: la niñita —la de la flor roja— detenida como en un recital infinito y el saxo: único movimiento acompañado por el taburete donde una madre oye: —¿quién no ha leído a Nietzsche a los 17 años? dirá él, ágil sus dedos arman cigarrillos sus ojos alucinan patios y potras. Dirá, es la hora de jugar: serás Yocasta y juegan al día más perfecto de la historia. Guardan azúcares aceites en el jarrón de lo indecible juegan a encontrar los fierros para disparar: a los gatos las alarmas al hueco del jarrón y a sacar al muerto de su torpeza: su obstinación de muerto. Arrancan flores hasta la niña decimal jadean: ningún patio es completo ni siquiera el de la madre. Recordemos: el saxo, las horas, la niña que dice es la hora y vuelve a leer. AZULES PROVINCIAS Sucedió entre nosotros lo más terrible: adjetivos crueles, atroces, se instalaron en su lengua torciéndola. Y justo donde se decía lo amable se atravesó —como una doble espina— la palabra grosera del amo. Entonces, las mujeres bellísimas —en la vergüenza de lo que por su voz se pronunciaba— nos quitamos los cuellos, las cabezas, hasta los brazos nos quitamos, para caminar orgullosas como himnos bajo los cielos (azules, azules) de provincias. Así, sin ojos, sin oídos, evitábamos el peligro de tropezar con los gestos del desprecio. Pero demasiado pronto comenzamos a apiadarnos. Las mujeres bellísimas atentas nos pusimos tres cuellos, tres cabezas y besamos con tres bocas a ésos, creyendo todavía que algo del aliento habría de calmar el uso de tristes (por soeces) adjetivos. Cuenten: ¿quién cuenta nuestros méritos? Ahora, estos hermanitos (éstos, descalzos por supuesto), se acurrucan a mí. Porque los amos les traen pesados zapatos, llenos de agravios. Ya estamos, otra vez, las hermosas, fecundas, sin cuellos, sin cabezas, sin manos y ellos, soltándose de mi cintura, corren a lo libre. Más descalzos, más felices. ESTACIONES Uno se despierta. Los sauces inclinados entre vientos como un cuerpo de fatiga delatan por su temblor amarillo otra estación. En las ventanas del país junto con los árboles, los asesinos. ¡Ah! El cielo es celeste pero las nubes que se arman, lentas, tienen la forma terrible del pan. DICE VERDAD LA BOCA Decía sed y una palabra de agua comenzó a hacer causa. Hasta la misma nube cedió del ojo como un río hacia otro ojo sabiendo de su vaso (la montaña de fiesta). Demora la palabra —dijo mientras bebíamos. EL PAÑO ROJO. CABARET Te he acompañado nuevamente al lugar donde se guardan las pequeñas, hermosas prostitutas. Allí caminan suaves o se acomodan en las sillas, quietas como novias desnudas. Algunas bailan sólo para el baile. Todas —menos una—, se quitan la sed mojando su lengua con el hielo y porque temen la ausencia de la luz. Decía te acompañaba. Y he mirado por tus ojos. Así, vi la forma de las manos, su moverse sobre las pieles sedosas, fuertes, de aves. Y vi las palabras por el cuerpo cercano, avisabas hacia dónde, hacia dónde. Pero dos nuevas palabras: mi amor, cayeron en el rostro desamparado de la joven. Ella, anónima, abrió los ojos hasta mí. ¿Cómo dejar de contemplarla, ahora por mis ojos? Su fragilidad de hija retornó mi caricia a esa geografía, casi tiempo, donde los panfletos de la historia anuncian, a gritos de relámpagos, el sin sentido, los saqueos. Próximos, por fin, en la completa oscuridad, fuimos, entre sonidos leves y felices. ¿Nos habíamos dormido? ¿O eso no importa? En el silencio, en el estirarse mismo de la mañana, se anotó: Apaciguamos. BÁRBARA Ese cuerpo excesivo aún después del strip-stease es tan leve como el mejor afiche ante mis ojos. La estética del poster me hace sonreír y mecerme en la silla de mi casa (al compás del ritmo ajeno). ¡Ah! es exactamente igual que ofrezca Bárbara su carne —de verdad, de mentira— para mí. Su nombre acerca a mi memoria el poema de Prevert aunque ella insista: mirá, también me llamo Sonia y no hay en mis manos ni crimen ni castigo. Pero ninguno de estos recuerdos sirve esta noche, ella está allí, quitándose siempre su ropa dorada, justamente para llevarnos al olvido y su cuerpo es un mapa perfecto, un territorio para abrazar, arrojar monedas, atrasar relojes. De pronto ya no sé qué sucede. No hay ruido de pulseras en la habitación de al lado y la música que sale de la radio, que despierta a los vecinos, me afecta el sentido del gusto, la clarividencia. Un hombre, otro hombre, abraza a Bárbara. Bárbara tristeza la del hombre que la abraza y no apaga así sus lágrimas de carne. Pero el llanto es de los dos y valen nuestras monedas. QUISIERA ENTERARME Quisiera enterarme de que nada tiene forma, decías. Y acepté, hasta el fondo de la copa del árbol, de la copa del río. Ninguna de las otras (creía) se ahogaba como yo. (Me hundí.) No hay placer, dijiste mientras vaciabas al padre en la botella y mi cuerpo te servía. ¿Te habías ido? ¿Y las otras? Tuve vértigos como si alguno más se cayera del mundo. Dormida, en la noche de fiesta, alcancé a oír: ¿qué hay después? Al despertar había panes en mi cama. |
Susana Szwarc nació en Quitilipi, provincia
del Chaco, Argentina, en 1954.
Publicó: El artista del sueño y otros
cuentos (Tres tiempos, 1981); En lo separado (Poesía, Último Reino,
1988); Trenzas (Novela, Legasa, 1991); Bailen las estepas (Poesía,
De la Flor, 1999), con algunos poemas traducidos recientemente al mandarín por
el profesor Chen Kaikian, quien formó parte del grupo de hispanistas chinos que
contribuyó a la traducción de las obras completas de Borges; Bárbara dice: (Poesía,
Alción editora, 2004).
En literatura infantil: Había una vez una gota (1996); Había una vez un circo (1996); Salirse del camino y otros cuentos (1997), editados por Libros del Quirquincho.
En teatro: Paisaje después de los trenes fue representada en el Teatro Olimpia de Buenos Aires en 1985, bajo la dirección de Guillermo Asencio; Trenzas, el secreto robado, en el teatro de Liberarte, con dirección de Irma Paso, en 1994; Justo en lo perdido, en El camarín de las Musas y el Centro Cultural de la Cooperación, con dirección de Irene Rotemberg, en 2003.
En literatura infantil: Había una vez una gota (1996); Había una vez un circo (1996); Salirse del camino y otros cuentos (1997), editados por Libros del Quirquincho.
En teatro: Paisaje después de los trenes fue representada en el Teatro Olimpia de Buenos Aires en 1985, bajo la dirección de Guillermo Asencio; Trenzas, el secreto robado, en el teatro de Liberarte, con dirección de Irma Paso, en 1994; Justo en lo perdido, en El camarín de las Musas y el Centro Cultural de la Cooperación, con dirección de Irene Rotemberg, en 2003.
Ha realizado varias antologías. Entre ellas
Mujeres 3, Visiones en el siglo (IMFC, 1998), y cuentos y poemas suyos
han sido incluidos en antologías.
Ha colaborado, con artículos, reseñas
literarias, poemas y cuentos, en publicaciones del país y del exterior: La
Nación (Buenos Aires), Clarín (Buenos Aires), El Tribuno (Jujuy),
Zihender Stern (Salzburgo), revista Cultura de Veracruz (México).
Entre sus distinciones figuran:
Primer Premio Nacional —Iniciación— de Poesía, Premio Unesco, Premio Antorchas a la Creación Artística, Beca del Fondo Nacional de las Artes, Premio único de poesía inédita de la Municipalidad de la Ciudad de Bs. As., premio concurso internacional de cuentos Julio Cortázar.
Primer Premio Nacional —Iniciación— de Poesía, Premio Unesco, Premio Antorchas a la Creación Artística, Beca del Fondo Nacional de las Artes, Premio único de poesía inédita de la Municipalidad de la Ciudad de Bs. As., premio concurso internacional de cuentos Julio Cortázar.
Coordinadora del Plan de Lectura, fundado
por la profesora Hebe Clementi, coordina actualmente talleres literarios en
forma privada y en diversas instituciones.
fuente: abanico-
revista de letras de la Biblioteca Nacional
de la República Argentina.
fuente: abanico-
revista de letras de la Biblioteca Nacional
de la República Argentina.
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