martes, 5 de enero de 2016

HUMOR ARGENTINO: Reportaje a Inodoro Pereyra, el renegáu













Raúl Acosta - Fontanarrosa



¿De qué signo es usted, Inodoro?

-Vea mire, yo en eso de los astros y los horóscapos no soy de creer mucho, no se vaya a pensar. De mejor prigúntele al Mendieta, que a él sí los planetas lo han cambeado muy mucho, tanto que la luna lo ha guelto lobizón al pobrecito. A mí, a gatas si el sol me jode un poco de a veces, como cuando me estaquiaron en Rayo Cortau y la resolana me dejó mas colorau que huevo e'domador.

¿Quiénes fueron sus padres?

-Mi tata fue guitarrero, cantor de madrugadas, cumpa del Payo Solá churo carpero de Salta. Ahura, mi mama supo ser curandera por Saleriquecacó, los pagos del Independencio Funes. La cencía le debe a eya el descubrimiento de los ungüentos con sebo de comadreja macho pa calmar la culebriya; la cría de sanguijuelas silbadoras que en vé de chupar, le soplan y la vacuna crespín Oral, contra la parali, el terrible mal de Nelly Meden.

¿Conoció a Martín Fierro?

-Me leyeron algo sobre él. Una nota o un riportaje muy largo que le hacía un tal Hernández, letrau el hombre. Todo en versitos, con palabras que pegaban; una preciosidá era eso.
¿De qué personajes se siente amigo?

-Güeno, a veces viene a matiar conmigo el Lindor Covas, claro, le gusta el mate cimarrón, lógicamente. O me encuentro en la pulpería del Basilisco Luna con el Fabián Leyes, no sé si lo ubica. Al Huinca hace mucho que no lo veo. Hace poco estuvo el correntino Troncozo, pegó un sapukai adentro el rancho que casi me degueya la bataraza. AI Cabo Savino lo suelo ver, pero de lejos, lo riconozco por el poncho calamaco. Dicen ques güeña persona, pero es polecía. Y un polecía puede ser güena persona, pero ... ¿quién se le acerca para comprobarlo?

¿Mantiene relaciones con el Indio Patoruzú?

-Por acá se cuentan anécdotas de él. De él y el otro chango, el Opa o Upa como lo nuembran. Dicen que tiene campos donde se puede galopiar y galopiar meses enteros sin salirse de eyos. Que tiene un pingo ques un rejucilo.

Pero también dicen que todo eso no es de él. Que es de un tal Dante, celosísimo el hombre y desconfiau como perro tuerto. Por eso yo no lo he ido a visitar entuavía. Aunque me están dentrando ganas. Pa ver cómo ha hecho los patacones, porque llegar a santo y salir en las estampitas y todo como el Ceferino Namuncurá debe ser más fácil, pero ser estanciero y millonario como Paturuzú, mientraj los otros indios andan en boleadoras nomaj, no parece tanto.

¿Qué parentesco lo ata a Martín Fierro?

-Y por ahí somos hermanos, quien le dice... Ricuerdo que mi Tata solía decir que se había echau un Fierro por algún lau.

¿Por qué razón no habla mucho de sus amores?

-Porque yo soy como el violín que quiere Becho, que al dolor y al amor no los nombra.

¿Por qué su caballo no tiene nombre y su perro sí?

-Porque mi perro no es un perro. Es un crestiano emperrau. Un lobizón que se quedó perro porque lo agarró un eclipse de luna. Además, no tengo flete, tan pobre soy. Por eso en Montiel pasé de largo. Pero le adelanto en carácter de primicia, que voy a agenciarme uno, que se va a yamar "Juria".

¿Se baña usted. Inodoro?

-¿Usté vio la lagunita que hay detraj de las cortaderaj, como yendo por la rastriyada que va pa lo del Benemérito Ochoa? ¿La vio? Güeno. Yo no. Golvía remamao de la pulpería. Jué la última ve. 

¿Usted se siente paladín de la justicia?

-Paladín no sé que quiere decir. Y pa serle sincero a la justicia tampoco la conozco.

¿Qué prefiere, el fútbol o la taba?

-Vea mire, pa jugar a la taba siempre me sale culo, y pa jugar al fulbo ya no me dan las tabas.

¿Le gustaría conocer Europa?

-¿Uropa? Puede ser. Pero queda muy lejos. Como ir muchas veces a Güenosaire ida y güelta. Hay que cruzar el mar y dicen quel mar es como ver un río, pero con costa de un solo lau.

¿Le hablaron alguna vez de Hugo Pratt?

-Creo que jué un gringo que dibujaba. Pero como me habían dicho que andaba siempre con una pluma yo me creiba que era un indio.

¿Por qué se deja fotografiar en escorzos tan raros?

-¿Escorzo? Escuerzo dirá usté. Nunca me he dejado fotografiar con un animal de esos.

¿Por qué gesticula tanto?

-Pa que me entiendan de lejos. La pampa es ancha y ajena
. 
¿Leyó a Tejada Gómez y Jaime Dávalos?

-A gatas si sé leer. Pero le diré, con palabras que brotan por mi boca cual bandada mineral de pájaros breves, violados y adolescentes trepando epicéntricas por mis cuerdas vocales tensas, llegando desde el fondo mismo del hombre-río elemental y mínimo que me habita decúbito dorsal en mis entrañas cósmicas, le diré que sí, que algo he leído. Le diré.

¿Qué opina de la mujer?

-¿De qué mujer? Si es de la ajena es julero andar opinando y si es de la mía, la Eulogia, usté la habrá visto, se dará cuenta que más vale no opinar un carajo.

---o---

Raúl Acosta, seguidor de cerca de la trayectoria de Fontanarrosa y del nacimiento de Inodoro Pereyra -una de las columnas centrales de la revista Hortensia- explora aquí, desde dos perspectivas, al mencionado personaje. En la segunda lo hace con la ayuda de Fontanarrosa quien asume, en las respuestas, la voz de Inodoro.

El desarrollo de los "comics" o historietas en nuestro país alcanzó cifras realmente importantes durante la década pasada. Tal vez los nombres de Solano, Pratt, Brescia, sirvieron para sedimentar (bien que profundamente) una línea donde el respeto por el dibujo, por la ilustración, era paralela al desarrollo de pautas bien específicas en cuanto a la relación relato-graficación. Son clásicos los "cuadros" en los que Hugo Pratt colocaba un revólver o la legendaria escopeta del Sargento Kirk detonando secamente: ¡Crack! Si hasta la onomatopeya era típica, personal, característica. Se formó, así, un minicódigo de los lectores de historietas. Una generación entera se nutrió con este lenguaje. Por cierto que cuidándolo, logrando que respondiera acertadamente a una gramática, a una sintaxis bastante adecuada al lenguaje cotidiano, sin olvidar los "tics" que el medio presenta como peculiaridad (frases cortas, resoluciones en infinitivo, las mencionadas onomatopeyas, apoyatura en el dibujo, etc.). 

Lo cierto es que logró "subir" este medio de comunicación hasta niveles intelectuales en los que, tradicionalmente, no tenía repercusión alguna. Esto, junto a la revalorización científica que trabajos como los de Eco y Mattelart han aportado, permite tratar el tema con la seriedad (y el desparpajo) de las cosas comunes para quienes entienden que en los medios de comunicación se encuentran las pautas de la penetración y el condicionamiento cultural, como así también el germen de la liberación.

¿QUIEN CREE EN EL HUMOR?


La pregunta, real, es referida a quien cree en el humor en cuanto a capacidad revulsiva, revolucionaria. Bien sabido es que los humoristas no hacen nada más que retorcer, cínicamente, los puntos más detonantes, notorios, de un inconsciente colectivo. Su trabajo de relevamiento, tal vez inocente o impensado, los vuelve testigos de primera línea en cuanto a los verdaderos ejes del grupo social en el que están inmersos. Son, a su manera, catalizadores espiches, emergentes de las tensiones a que se ven sometidos como integrantes de una sociedad. No existe humor sin este ingrediente de cinismo, de crítica. Y la mayor o menor medida la estará signando (junto a la capacidad individual) la situación grupal. No es de extrañar, entonces, que en este país, una neocolonia con desarrollo capitalista dependiente (hasta ahora, el beneficio de la duda no se le niega a nadie), haya resurgido el humor, como una forma de escepticismo, como un canal de rebelión tan inútil como honesto ... por ahora. Nadie duda que allí está el germen que indica claramente que un grupo social descree, definitivamente, de estos valores constituidos. La desfachatez de un humorista no existe si el público receptor no es cómplice de su desesperanzado alarde de ingenio, especie de alacrán que mordiéndose la cola intenta sobrevivir sabiendo que así, al menos, conoce el límite del veneno que de todas maneras lo está corroyendo.












¿QUIEN ES FONTANARROSA?


Y entre todos los humoristas de la nueva generación elijo a Carlos Roberto Fontanarrosa. Que generacionalmente fue lector de aquellos "comics" que mencionamos. Y que, también generacionalmente, corresponde a ese sector mayoritario de nuestro país (alrededor de treinta años) que de ninguna manera está representado en los estamentos que conforman el actual sistema político, económico y social.

 Con una formación reconocidamente heterodoxa, por autodidacta, pasó de la lectura de cualquier material al tratamiento de la novela policial, al estudio del lenguaje publicitario (fue Jefe de Arte de la mejor Agencia de Publicidad del interior del país) y al análisis del lenguaje periodístico cuando, como diagramador, integró el staff de Boom, una revista de actualidad que llegó a sorprender a los entendidos por el alto nivel alcanzado. Ya en esta publicación comenzó a desarrollar su humor, donde el texto adquiere preponderancia. El absurdo, el manejo (patafísico-surrealista) de las frases, de los convencionalismos, lo emparenta tanto a Jarry como a Boris Vian. Y no es casual que su reconocido amor por el fútbol, por la canción folklórica, por los radioteatros, aparezca en sus escritos y sus dibujos. No. Como toda una generación de argentinos, pretende recuperar cuanto quiere, como una manera de recuperarse a sí mismo. Por eso, quien rastree en sus dibujos y sus textos encontrará, en el fondo, un dejo de tristeza por todos los valores instaurados, en los que encuentra la cuna de tanta desproporción actual, de tanta falsedad, de tanta mentira a desenmascarar. Tiene 29 años.

Es rosarino y el sistema, que se reconoce indicado, advertido, agredido, tibiamente subvertido (Fontanarrosa es apenas un hito) intenta tomarlo para sí. Es por eso que, desde la estudiantina de Hortensia, una revista cordobesa que trascendió sus limitaciones, pasa a Satiricón, al diario matutino de mayor tirada (Clarín) a los libros que recopilan sus dibujos y textos y, finalmente, a ser reconocido el mejor humorista de 1973, distinción de una revista argentina que tipifica a la clase media. Quien no vea en tanto agasajo el ferviente deseo de "comprar" el humor estará pecando de inocente, tan inocente como el "negro Fontanarrosa" que sólo se propuso hacer chistes. Claro, no hay que olvidar que. como dijera Ortega y Gasset (y repitiéramos tantos) el hombre está junto a sus circunstancias, y éstas no perdonan. 

El humor es, hoy, una línea de subversión, porque el ojo crítico puesto sobre nuestros vicios (ya no hay costumbres que puedan llamarse hábitos) convoca a demitificar, a cuestionar, a perder la reverencia absurda. Y eso es peligroso. Se teme al humor. Quienes no nacen de una circunstancia natural y son falsarios en el poder, en la representatividad, le temen. Tal vez (y esto es una disgresión bien grande) el ejemplo que sigue puede testificar nuestro aserto.

Viajó Alejandro Agustín Lanusse a España, justamente en el mes previo a las elecciones en este país. Y tenía programada una visita a Sevilla, que no se hizo, alterando el protocolo, porque nadie iba a impedir que Landrú aprovechase y dibujase el chiste más natural en ese caso: "el que se fue a Sevilla perdió su silla"... Y se consideraba "imprudente" darle "carne" a los humoristas. Es un ejemplo, cierto, pero real y cercano. Casi un espejo para mirarse.













¿QUIEN ES INODORO PEREYRA?

Es en esta revista cordobesa, Hortensia, donde Fontanarrosa encuentra el espacio físico que necesitaba. Su capacidad comienza a ser reconocida. Unos pocos, por antiguas amistades, promovemos su conocimiento en Buenos Aires. A cualquiera le gusta presentar a un tipo capaz, y eso es lo que se hace con Fontanarrosa. Y quienes tienen que estar atentos mantienen el ojo avizor. Así llega su fama. Mientras tanto Hortensia, ya de distribución nacional, acerca dos historietas de Fontanarrosa. Boogie el aceitoso, que se convierte en un sentido homenaje a la "serie negra" y Humphrey Bogart, y donde caben el sicoanálisis y la sociedad americana; y surge Inodoro Pereyra, el renegáu ,.. Detrás suyo están Chiappe, Bernardo de Bustinza, Alfonso Amigo, nombres, todos, del radioteatro. A su vera Tejada Gómez y Jaime Davalos, junto a la pléyade de mixturadores del gongorismo y el folklore, que imitan a los imitadores, y se convierten en el lenguaje típico de los relatos de Inodoro Pereyra. En cuanto al lenguaje del personaje (hay que diferenciar los relatos referenciales de sus diálogos) rescata los valores del machismo, de la amistad, de Don Rosa (¿Se acuerdan de ese personaje de Paturuzú, especie de Viscacha a lo Abel Santa Cruz?) y los vuelca a un lenguaje de historieta que soporta los escorzos más cinematográficos y el plumín más suelto. Confesadamente realizados sin pensar (según su testimonio) las primeras historietas de Inodoro rescatan valores de la intelectualidad argentina. Borges y Antonio Das Mortes son interlocutores privilegiados de Inodoro. Este, planteado como "bruto" queda incólume. Ni burlador ni burlado siempre resuelve con una vuelta a su "querencia", a sus costumbres, a lo conocido, cada problema que se presenta con sus interlocutores. Y allí está. Firme. Dispuesto a crecer en una revalorización que lo ha colocado en un sitial un poco más que caricaturesco, tal vez más cercano a los prototipos. Una posición nada desdeñable, pero que seguramente lo haría exclamar: "¿Prototipo?, pregúntele al Mendieta; mi perro es conocedor de todos esos bicharracos..."

 Revista Crisis
mayo 1974

Roberto Fontanarrosa
(Rosario, 1944 - 2007) Humorista gráfico y escritor argentino. Conocido como Roberto "El Negro" Fontanarrosa, fue uno de los referentes del dibujo humorístico en su país y uno de los más seguidos por los lectores de las publicaciones en las que aparecían sus chistes e historietas.
A menudo se afirma que a partir de 1973, cuando Fontanarrosa empezó a publicar su viñeta diaria en el diario Clarín, la gente empezó a leer el diario por detrás. Antes, Fontanarrosa había formado parte del plantel de humoristas de una extraordinaria revista llamada Hortensia que hizo a desternillar a medio país con su humor cordobés, un humor fresco que en nada se parecía a un chiste de argentinos (es decir, de porteños).
Desde entonces Fontanarrosa no paró de trabajar. Entre su enorme producción de humorista gráfico hay dos personajes que forman parte de la vida argentina: Inodoro Pereyra, el renegau (un gaucho que se rebela a todo, secundado por su perrito Mendieta) y el mercenario Boogie el aceitoso, en sus inicios una parodia a James Bond, pero más bien un Harry el Sucio demente.
Fontanarrosa recopiló viñetas sueltas en algunos volúmenes muy difundidos, como por ejemplo ¿Quién es Fontanarrosa?, Fontanarrisa, Fontanarrosa y los médicos,Fontanarrosa y la política, Fontanarrosa y la pareja, El sexo de Fontanarrosa, El segundo sexo de Fontanarrosa, Fontanarrosa contra la cultura, El fútbol es sagrado,Fontanarrosa de Penal, Fontanarrosa es Mundial y Fontanarrosa continuará, títulos en que es patente el amplio abanico de temas que abarcó su agudeza humorística y su habilidad para el comentario gráfico.
Además de recopilaciones de viñetas, publicó también cómics concebidos directamente como libros, como Los clásicos según Fontanarrosa, Semblanzas deportivas y Sperman. A ello hay que añadir los volúmenes que recogen las correrías y desventuras del gaucho Inodoro Pereyra. Publicadas desde 1972 en revistas de humor y, regularmente, en el periódico Clarín, las historias de Pereyra y su perro Mendieta fueron recopiladas en más de quince volúmenes. Una versión de dichas aventuras fue llevada al teatro en Buenos Aires en 1998, con un enorme éxito de público y de crítica. También las historias de Boogie el aceitoso se recogieron en doce volúmenes.

Como literato, publicó numerosas recopilaciones de cuentos: El mundo ha vivido equivocado (1982), No sé si he sido claro (1986), Nada del otro mundo (1987)... Su dedicación al relato breve se intensificó en sus últimos años: El mayor de mis defectos (1990), Los trenes matan a los autos (1992), Uno nunca sabe (1993), La mesa de los Galanes (1995), Una lección de vida (1998), Te digo más... (2001),Usted no me lo va a creer (2003) y El rey de la milonga (2005).
Muchos de estos relatos, de innegable sabor popular, tienen por escenario el bar El Cairo, un establecimiento real entre cuya clientela era fácil encontrar, un día cualquiera, al Negro Fontanarrosa. Este conjunto narrativo es una completa antología de singularidades humanas, conductas y situaciones que van desde la parodia delirante al trazo más fino y certero. Escribió además algunas novelas, entre las que destacan Best Seller (una imaginativa y lúdica recreación de la peripecia de un mercenario sirio cuyo nombre da título a la obra), El área 18 y La gansada.
Aquejado de una enfermedad neurológica, en enero de 2007 Fontanarrosa anunció a sus lectores que su dolencia le impediría continuar dibujando con su propia mano, por lo que, a partir de aquel momento, contaría para poner en imágenes sus ideas con la colaboración de otros dibujantes, como Negro Crist (Cristóbal Reinoso) u Óscar Salas. El 19 de julio de ese mismo año, Fontanarrosa falleció en Rosario, su ciudad natal, a consecuencia de esta enfermedad.
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/fontanarrosa.htm

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