Por Alejandro Bongiovanni
Cada 24 de agosto se conmemora, desde
hace pocos años, el Día del Lector, en justo homenaje al escritor
argentino más grande de la historia: Jorge Luis Borges. La efeméride es
válida tanto para fomentar el placer por la lectura, acaso uno de los
más elevados placeres del hombre, como para recordar la obra del mejor
embajador cultural que ha tenido nuestro país. A continuación,
enumeramos cinco razones arbitrarias e insuficientes para adentrarse en
los cuentos, ensayos y poemas, de Jorge Luis Borges:
I) Prosa: incorporado dentro de la corriente
ultraísta, que apadrinara el gran prosista sevillano Rafael
Cansinos-Asséns, Borges escribe con una prosa que se caracteriza por la
tachadura de las frases medianeras, los nexos y la adjetivación inútil.
Es un ejercicio interesante e infructuoso buscar palabras en sus textos
que no tengan alguna función. La funcionalidad, sin embargo, en lugar de
ir en contra de la estética, la potencia. Sus palabras son, a la vez,
concretas, bellas y limpias.
II) Erudición: si a alguien puede atribuírsele el
mote de “biblioteca andante” es, sin dudas, a Jorge Luis Borges. La
vastedad de sus conocimientos en ramas disímiles como filosofía,
matemática, lógica, historia, religión o mitología es asombrosa, sólo
superada por su saber en relación a la literatura clásica. Borges
conocía a la perfección un enorme abanico de autores y libros orientales
y occidentales. Entre sus autores más cercanos siempre figuraron
Chesterton, Schopenahuer, Kipling, Stevenson, Shakespeare, Carlyle,
Shaw, Wilde y Berkeley. También escribió varios textos sobre algunas
obras que le resultaban fundamentales, como La Ilíada, Don Quijote de la
Mancha, Las mil y una noches, y Martín Fierro. Pero quizás lo más
importante es que la erudición de Borges, como toda su vida, estuvo
siempre puesta en función de la escritura. Borges, en sus páginas como
en sus entrevistas, invita a leer a otros autores. Su amor por los
libros es contagioso y rodea al lector. Para Borges, leer bien
seleccionar buenos libros era una cualidad tan o más importante que
escribir bien. “Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí
me enorgullecen las que he leído” dice en el poema “Un lector”.
III) Cuentos: además de sus poesías algunas,
verdaderos tratados de filosofía de una carilla y sus diversas páginas
de inquisiciones metafísicas o históricas, Borges se expresó
fundamentalmente en cuentos; nunca eligió escribir novelas. Y en estos
cuentos, además de su estilo inigualable, el lector puede presenciar
historias que lo marcarán para siempre. Los duelos a cuchillo, los
laberintos, el tiempo y el infinito, los espejos velados, el heroísmo y
la traición; en fin, una gran variedad de temas tratados como sólo un
verdadero genio de las letras puede hacerlo. “La intrusa”, “El
inmortal”, “El jardín de senderos que se bifurcan” o “El sur”, son una
escasa y azarosa selección para el que quiera empezar a leer Borges.
IV) Argentino y cosmopolita: A pesar de ser un
ciudadano del mundo, como corresponde a todo hombre verdaderamente
amante de la cultura, ya que la cultura no entiende de fronteras, Borges
estaba además profundamente atravesado por la tierra que lo vio nacer y
crecer. Los orilleros de los barrios porteños, el tango, y la
inmensidad de la pampa, están presentes en su obra con la misma nitidez
con que figuran Nietzsche o Goethe. Leer a Borges es un viaje sin
límites geográficos ni temporales. Lamentablemente, este carácter
cosmopolita hizo que los aplausos al escritor provengan mucho más de
afuera que de adentro de su país. Borges era enemigo de los
nacionalismos y anarquista a la manera spenceriana. “Mis convicciones en
materia política son harto conocidas: me he afiliado al Partido
Conservador, que es una forma de escepticismo, y nadie me ha tildado de
comunista, de nacionalista, de antisemita, de partidario de Hormiga
Negra o de Rosas. Creo que con el tiempo mereceremos que no haya
gobiernos. No he disimulado nunca mis opiniones, ni siquiera en los años
arduos, pero no he permitido que interfieran en mi obra literaria” dice
Borges en el prólogo al Informe de Brodie, aclarando que para un
escritor el norte debe ser la literatura. Válida afirmación en épocas
donde cualquier advenedizo es tomado por bueno porque tiene “compromiso
político” y los verdaderamente grandes, como Jorge Luis Borges, provocan
cierta indiferencia por nunca haberse embanderado en demagogia
nacionalista.
V) Grandeza: a pesar de ser, por lejos, el escritor
argentino más importante de la historia, y uno de los más grandes de la
lengua castellana, Borges mantuvo durante toda su vida una humildad
extrema. Producto de una timidez cándida, sostenía que “es una
descortesía tener razón” y dada la importancia que le daba al azar, no
tomaba demasiado en serio la circunstancia de ser él quien escribía y
otro el que leía. En Fervor de Buenos Aires dice magistralmente: “Si las
páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector
la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco
difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tú el
lector de estos ejercicios, y yo su redactor”.
Espero que estas pocas razones sirvan para fomentar
la obra de Jorge Luis Borges, verdadero abrevadero de cultura clásica y,
a la vez, entretenimiento de altura.
Bienaventurados los lectores.
fuente: DIARIO 'EL LITORAL'- SANTA FE
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