Por Sergio Burstein *
El
jueves pasado se inauguró la llamada Plaza de la Shoá en la zona de
Palermo. Horas después de que concluyera el desfile de funcionarios
municipales, decidí recorrer el predio con mi primo, de apellido Levi.
Mi Primo, ya anciano, pero todavía lúcido, se dice Primo de todos
aquellos que han tenido la obsesión por la memoria, por el testimonio
del dolor, por los relatos puntillosos de la dignidad humana y, sobre
todo, por la acusación frontal a los genocidas.
Es un asiduo visitante
–siempre de incógnito– de los tribunales donde se juzga actualmente a
los criminales, torturadores y desaparecedores de niños durante la
última dictadura militar de nuestro país.
Lo ayudé a recorrer el parque. Caminó encorvado y en silencio
apoyándose en mi brazo, mientras miraba alrededor con desconcierto y
desagrado. Me sentí sorprendido con su actitud impaciente y decidí
preguntarle qué sensación le generaba la Plaza de la Shoá, ubicada en la
avenida Del Libertador y Bullrich, en la ciudad de Buenos Aires. No
obtuve respuesta.
Solo escuché que empezó a recitar –despacito, casi
inaudiblemente– algunos versos del poema con el que prologó su libro más
conocido: Si esto es un hombre, en el que relataba sus experiencias
traumáticas y desgarradoras vividas en Auschwitz.
Como supe recitarlo de
niño alguna vez, terminé repitiendo a coro algunas de sus líneas más
citadas: “Los que vivís seguros/ En vuestras casas caldeadas/ Los que os
encontráis/ al volver por la tarde/ La comida caliente y los rostros
amigos:/ Considerad si es un hombre:/ Quien trabaja en el fango/ Quien
no conoce la paz/ Quien lucha por la mitad de un panecillo/ Pensad que
esto ha sucedido:/ Os encomiendo estas palabras./ Grabadlas en vuestros
corazones/ Al estar en casa, al ir por la calle/ Al acostaros, al
levantaros/ Repetídselas a vuestros hijos/ O que vuestra casa se
derrumbe/ La enfermedad os imposibilite/ Vuestros descendientes les den
vuelta la cara”.
Caminamos juntos un buen rato y me pidió cruzar la calle. Desde
enfrente, la Plaza de la Shoá aparecía iluminada por las letras
amarillas de una conocida hamburguesería que fue inaugurada solo dos
meses antes que la Plaza de la Shoá. Mi Primo Levi –que ya dije, es
Primo de muchos– señaló la plaza y me preguntó con desdén: “¿Es posible
recordar así? ¿La memoria viene acompañada de un combo de hamburguesas y
papas fritas gigantes?”
A pesar de que siempre lo acompaño a su casa, acepté por primera vez
su exigencia de volverse solo. Lo vi alejarse por Libertador cargado
con un malestar que percibí como intransferible. Se fue para el lado de
su casa, en la zona de Retiro. Sé que se sintió estafado.
Que la plaza
inaugurada por el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, era una concesión no
sentida ni valorada. Una forma de congraciarse con un público.
Un acto
de campaña política ajeno a la tragedia de mi Primo y de todos los
masacrados en la Shoá. La sola presencia de la hamburguesería en el
predio de la memoria ponía en tela de juicio un lugar destinado a la
conmemoración y al homenaje.
Primo Levi había pronunciado esos versos
por alguna razón que solo comprendí cabalmente unas horas después: la
plaza y su inauguración burocrática estaban cargadas de una
artificialidad lejana al dolor vivido por judíos, militantes antinazis,
gays, testigos de Jehová y discapacitados; todos ellos masacrados por el
nazismo.
Todos ellos silenciados una vez más al lado de una de las
expresiones más mercantilizada de la vida contemporánea.
Antes de escribir este pequeño relato comprendí que la banalización
de la Shoá tiene rutas menos evidentes y probablemente más eficaces que
el olvido: la conjunción de la Biblia y el calefón. La mezcla
indiscriminada del dolor junto a la celebración del consumo y el
marketing.
Espero que la advertencia de mi Primo Levi no se haga
realidad en la cara de quienes construyen una geografía de la memoria
acompañada con papas fritas y ketchup. No sea cosa que nuestra casa se
derrumbe, La enfermedad nos imposibilite y nuestros descendientes –como
auguró mi Primo Levi– nos den vuelta la cara.
* Miembro de la agrupación Familiares y Amigos de las víctimas del atentado a la AMIA.
fuente: http://www.pagina12.com.ar
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