La periodista española, experta en el conflicto
árabe israelí, hizo una fuerte defensa de la reciente acusación de Nisman en
una entrevista publicada el viernes pasado por El Cronista que fue valorada por
el fiscal
"Nunca voy a creer que fue un suicidio", dijo Pilar
Rahola, la española que impactó a Nisman antes de morir
"Nunca voy a creer que ha sido un suicidio, nunca", fue el crudo texto
del whatsapp que me despertó ayer a las 8 de la mañana (hora argentina, el
mediodía en España). Era Pilar Rahola, la periodista española y ex
vicealcaldesa de Barcelona, experta en el conflicto árabe israelí, a quien el
jueves pasado había entrevistado para el suplemento 3Días de El
Cronista. Entonces, la Argentina estaba todavía en estado de
conmoción por la grave denuncia que Alberto Nisman había lanzado contra la
presidenta Cristina Kirchner y otros funcionarios, a quienes acusaba
de haber orquestado un plan para fabricar la
inocencia de Irán en el caso AMIA. Nada hacía
prever un desenlace tan trágico como el que se desencadenaría tres días más
tarde y frustraría la ampliación de la denuncia que el fiscal especial
del caso iba a presentar ante el Congreso nacional.
"Es un escándalo internacional. Está en la primera plana de
todos los medios españoles", fue el siguiente wapp que recibí de
Rahola ayer por la mañana, en total estado de shock. Su conmoción inicial se
transformaría en "profunda tristeza" cuando, horas más tarde, se
enteraba que en uno de los últimos contactos que Nisman mantuvo con la
periodista de Clarín Natasha Niebieskikwiat, el
fiscal se había aferrado a sus declaraciones de apoyo publicadas el viernes en El Cronista, casi, como una tabla de salvación. Se sentía
solo en su cruzada. "¿Leíste las declaraciones de Pilar Rahola a
El Cronista? Están muy buena, leélas", le dijo Nisman a
Niebieskikwiat, según la propia periodista contó en una entrevista con
el canal TN ayer por la tarde.
Rahola le había manifestado a este diario: "Creo que
Nisman ha actuado como un auténtico héroe, me parece que ha tenido una dignidad
insólita, porque sabe lo que se juega. Es de una enorme valentía y solo puedo
agradecer que exista un Nisman en la Argentina que impida que se escondan las
culpas y las autorías del atentado a la AMIA".
Rahola y Nisman eran amigos. De hecho, la
española se había enterado de la grave denuncia del fiscal a través de
allegados, justo antes de que ésta tomara estado público, el miércoles pasado.
También le había hecho llegar su especial apoyo de modo personal desde España.
Nisman sentía un gran respeto intelectual por ella.
Y conocía su compromiso con la causa AMIA.
Rahola había tenido un activo papel en el reclamo internacional por el
esclarecimiento de los ataques terroristas a la mutal judía y la embajada de
Israel. Y tampoco había dejado de denunciar el acercamiento de la administración
de Cristina Kirchner y el régimen iraní, cuyos funcionarios están acusados de
haber participado de estos horrendos crímenes.
La analista internacional alzó su voz en enero
de 2013, cuando el gobierno de CFK anunciaba ante los argentinos y el mundo la
firma del polémico memorándum con Irán que echaba por tierra los esfuerzos para
perseguir a los culpables del brutal atentado.
En 2007, en cambio, Rahola se
había sumado al acto de homenaje a las víctimas del atentado, en el que
estuvieron también Néstor y Cristina Kirchner, con palabras de elogio hacia el
expresidente. Nada presagiaba entonces lo que vendría.
"Con mucha alegría he oído estos días decir que el Presidente
hablará en la ONU y denunciará a Irán. Si así es, lo felicito.
Porque la ONU
tiene que oír. Ya está bien que una institución internacional nacida para
defender el derecho se haya convertido en un blanqueador de dictaduras, ya está
bien que esconda, que calle, que mienta. No sirve para defender el derecho si
no está donde está la libertad y hoy la ONU calla demasiado", decía
Rahola
en esos tiempos, antes del insólito cambio de rumbo oficial.
Anoche, al cierre de esta nota, la periodista española seguía
consternada. "Es prácticamente un magnicidio. El fiscal del caso
de terrorismo más grave de la historia argentina", se lamentaba.
Y sepultaba sus dichos del jueves pasado, en los que se había ilusionado con
otro desenlace: "Se ha ganado la primera batalla de la verdad.
Espero que a un fiscal valiente le suceda un juez valiente".
Pero no. Se trató solo de una batalla y duró lo
que un suspiro. Hoy, con la misteriosa muerte de Nisman, la Argentina y el
mundo deben lamentar lo contrario: la derrota de la verdad y la justicia.
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