Monarquía, in extremis
Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 02 jun 2014
El Rey no ha superado la prueba de estrés institucional y político que las graves y acumuladas crisis de imagen y reputación han producido en su entorno (o que ha provocado él mismo). Abdica porque no puede más. Tampoco estaba asegurado que su última ofensiva de imagen produjera réditos positivos con el volumen y caudal de beneficios suficientes como para paliar las graves grietas de confianza en la Corona y en su persona. El deterioro institucional ha ido acompañado de un desgaste físico evidente y, en algunos casos, con una innecesaria exposición pública sobre sus facultades para desarrollar, con normalidad y exigencia, la función de Jefe de Estado.
La abdicación llega en un momento convulso y reabre todas las preguntas sin garantizar suficientes respuestas. El Rey abdica in extremis... en búsqueda de nuevas oportunidades para la Institución y para España, y con el deseo de ser perdonado por el recuerdo y el agradecimiento. Un deseo anhelado y buscado con afán. Abdica por necesidad y urgencia, no por voluntad y tranquilidad. Este va a ser el punto débil del proceso. El Rey, que tuvo un papel destacado en la Transición Española, no ha sido capaz de hacer −en tiempo y forma− la transición de la Monarquía. Su testarudez, sus obsesiones, sus errores y un ego de dimensiones históricas han abocado a la Institución al colapso. Y ahora, como entonces, una parte significativa de la sociedad española se plantea: ¿transición o ruptura? ¿Felipe VI o la III República?
Esta abdicación no va a ser tranquila, aunque se empeñe y lo garantice Rajoy. Obligará a las fuerzas políticas centrales a soportar y apuntalar la sucesión en el peor de los momentos de su credibilidad y legitimidad.
El margen de Felipe VI para sumar a la legitimidad sucesoria y constitucional una dosis adicional −e imprescindible− de legitimidad social y política es estrecho, y muy difícil (a pesar del afecto y reconocimiento que se ha ganado el Príncipe con su preparación y dedicación). Pero también se abren posibilidades desconocidas y no contempladas para crear nuevas condiciones políticas, quizá, deactualización y nuevos pactos de convivencia, como ya anunciara el Rey en su mensaje del año pasado.
El Príncipe Felipe, antes de aceptar (o mejor dicho, para aceptar) ser Felipe VI, podría impulsar un referéndum sobre la Monarquía. ¿Es tan descabellado? ¿No sería esta su primera y gran contribución al país en el que nació para servir a sus intereses? La política reclama osadía. Hacer posible lo necesario. Y no simplemente lo posible. El Príncipe se encuentra frente a un doble desafío: el de la Historia, el linaje, las leyes y los intereses… y el de la sensibilidad de la sociedad española, que antes que súbdita es ciudadana. España está, seguramente, en estado game over. Esta sucesión debe ser gestionada como si fuera una elección… o fracasará en términos de imagen, reputación y consolidación.
En cualquier caso, esta abdicación llega in extremis, con múltiples crisis: económica, territorial, social e institucional. España tiene la autoestima por los suelos, como confirma −sin rodeos− el último barómetro del Real Instituto Elcano. Y la crisis política coincide con una profunda brecha social: el 27,3 % de la población española está en riesgo de marginalidad, según los datos presentados, sin paliativos, en el último INE. Hacer coincidir todos estos desafíos con la sucesión, a la que se llega con la máxima debilidad política e institucional, tiene bastantes riesgos. Y oportunidades.
Espero que el Príncipe, que ha sabido esperar, no tenga ahora prisas. Y que entre las condiciones que debería poner incluya las reformas que su padre y sus coetáneos no fueron capaces de hacer por cobardía, comodidad y conveniencia. ¿Es posible? De ello depende su corona.
Hubo un tiempo en que yo también creí en la corona. Creí que el rey, Don Juan Carlos I, nos había librado de algo que yo sólo conocía por los libros de historia: la dictadura de Francisco Franco. Cuarenta años de dolor. Cuarenta años de angustia. Cuarenta años de zanjas aún no se sabe muy bien donde. Cuarenta años de desaparecidos. Cuarenta largos años de represión. Pero llegó el 20N y con la muerte de un dictador, España, veía una nueva etapa ante sus ojos. Nació una constitución. Nombraron a un rey y la democracia, reino durante muchos años.
Hubo un tiempo en que yo también creí en la corona. Aún no podía votar pero deseaba que llegara el día en que mi elección sirviera para marcar el rumbo de nuestras vidas. Estudiaba y la enseñaza era de calidad. La sanidad, siempre un poco a remolque, siempre estuvo ahí, para cualquier urgencia que tuviera mi familia o yo. Era un mundo más o menos aceptable, pese a que había cosas de las que ya empezaba a darme cuenta de que no encajaban (no en la mente de una chica de diecisiete años).
Hubo un tiempo en que yo también creí en la corona. El príncipe Felipe salió de abanderado en los juegos olímpicos de Barcelona ’92. Se me erizo el bello de los pies a la cabeza al verle paseando la bandera de nuestro país orgulloso, al ver las lágrimas de Elena, emocionada sin seguir para nada el protocolo, aplaudiendo a dos manos fuerte por aquella escena que conmovió a más de un español. Después, en mi amada Sevilla, vi casarse a Elena. Luego en mi linda y bella Barcelona, vi enlazarse a Cristina. Tiempo después, en Madrid, vi unirse en santo matrimonio a Felipe. Lo seguí emocionada desde el principio hasta el final.
Hubo un tiempo en que yo también creí en la corona. Nació Felipe Juan, Victoria, Juan, Pablo, Miguel, Irene. Nacieron Leonor y Sofía. Seguí cada presentación de cada miembro orgullosa de formar parte del pueblo en el que reinaba un rey justo, magnánimo, cercano, que soltaba un POR QUÉ NO TE CALLAS yendo contra todo el protocolo a favor, de los suyos.
Hubo un tiempo en que yo también creí en la corona. Mas llegó la crisis, una crisis de valores, una crisis profunda, sin vuelta de hoja al parecer. Una crisis que se trataba de encubrir, que no se ha resuelto, que ha dejado sin lo básico (trabajo digno, casa, alimentos, educación, sanidad,…) a todos aquellos que debía amparar una Constitución creada para hacer una mejor España, para que el pueblo tuviera lo que desde hacía cuarenta años, se le había negado. Esa crisis encendió muchas luces en lugares a los que hasta ahora no nos atrevíamos a mirar. Todo se iluminó y no fue nada bueno lo que mostró aquella nueva visión. Llegó Botswana y la matanza de elefantes en un momento muy crítico. Llegaron los escándalos políticos. Llegaron los desahucios. Llego la sustracción de pagas para sobrevivir, remuneraciones para tirar adelante, de formas de conseguir un poco de vida en un país “muerto” a muchos niveles. Llegó de nuevo el atraso con leyes de antes de la guerra. Llegó el caso Urdangarin, salpicándolo todo y a todos. Llegó la hora de dar un ejemplo por parte de ese rey tan querido y admirado por el pueblo. ¡SILENCIO! Hubo mucho silencio. Hubo reuniones ocultas para salvar a su hija, Cristina, de ese olor putrefacto que les había invadido por no saber conformarse con un sueldo superior al SMI con el que tenían que vivir, antes de la crisis, muchos españoles. Llegó el dolor al vernos desamparados. Llegó la rabia. Llegó el rencor. Llegó el momento de abdicar.
Hubo un tiempo en que yo también creí en la corona. Ahora, que se tomo una decisión que debió tomarse hace mucho tiempo, que ya han pasado otros casi cuarenta años más malos que buenos, creo que llegó el momento de tomar otro camino. No se trata de nombrar al sucesor sin más ni más. ¡NO! Si hay que redactar una nueva constitución ahora es el momento. Si hay que eliminar cargos políticos (como el senado que para nada sirve) ahora es el momento. Si hace falta una reestructuración estatal para conseguir un bien para el país, ahora es el momento de hacerlo. Si ha llegado el momento de dejar a la monarquía de lado, pese a las sucesiones del trono por su desmesurado presupuesto que más que ayudar perjudica a un país en números rojos, ahora es el momento.
Ahora es el momento de hacer una noticia que verdaderamente cambie el rumbo de la historia y no algo que ya se venía venir tal y como estaba el panorama. Ahora es el momento del cambio, para un lado o para otro, pero un cambio que nos haga, de nuevo, sentirnos como mínimo, personas iguales ante la LEY, ante el ESTADO, ante TODO. No puede haber un doble rasero que diferencie el trato por lo que se tiene. ¡¡¡ESO NO!!! Y por desgracia, es lo que está pasando.
Los brazos cruzados no sirven de nada. El presidente de EEUU Barak Obama lo demostró ayudando al pueblo con decretos que verdaderamente, pusieran en funcionamiento de nuevo la economía de su país ayudando a los más desfavorecidos. ¿Por qué en España, hasta ahora, el Rey no ha hecho algo parecido?
Ha llegado el momento de labrar un nuevo futuro. ¿Con rey o no? Sinceramente, si es para heredar el reinado de su padre, para mi está de más el nombramiento. Ahora bien, si es para dar de nuevo voz al pueblo y sobretodo, presente digno y futuro esperanzador, a mi no me importa que exista un Felipe VI, Rey de España, pues como ya he dicho, hubo un tiempo en que yo también creí en la corona.
MORALEJA: Don Juan Carlos I de Borbón, Rey de España, dijo una vez: “La realidad es muy difícil de soportar para quienes creen que cualquier tiempo pasado fue mejor”. Deseemos que, a partir de ahora, la realidad sea más fácil porque merezca la pena volver a formar parte de algo en lo que creímos un día no hace tanto (la igualdad, la democracia, la ley,…).
¡Creí en la corona! Ahora ya no. No ha sido por mi falta de FE la que me hizo perder mis creencias. Fue la parsimonia ante actos tan viles en los que jamás se dio ni la cara, ni una solución correcta, ni nada. No abogo por la república pues yo no conozco como será. Mas si tengo que vivir otros casi cuarenta años más de “brazos cruzados”, de “bocas cerradas”, de “injusticias reales”, prefiero no tener rey y que alguien que de la CARA, pero de VERDAD, responda de los platos rotos poniendo a cada cual en su sitio, SEA CUAL SEA el cargo que ocupe en nuestros sistema democrático. Si sus manos no están limpias, no pueden formar parte del nuevo proyecto.
Enlace web: http://sonrrise.blogspot.com.es/2014/06/noticia-o-solo-parte-de-la-historia.html
Yo mientras tanto, seguiré con mis sueños, es decir,el poder ver a nuestro país, con un sistema republicano federal, al estilo de los EE.UU o de la República Federal de Alemania y convertida en la ONU y la UE, en la "República Federal de España".
Soñar es gratis, pero tú Antoni, ya me llevas ventaja.....esperemos.....
No, que va. Nuestro Estado Autonómico necesita muchos ajustes para parecer un Estado Federal. Pero si que es cierto que algo de camino ya tenemos hecho con lo cual nos saldría más barato, sobre todo a los catalanes.
Si hay que dar una opinión, y sin que esto sirva para que nadie piense que estoy en contra de las otras, si se pudiera elegir yo optaría por el Estado Federal.
Más democracia, más autogobierno... En el siglo XXI ya deberíamos haber aprendido de los errores. Levantemos alfombras y pasemos el aspirador.
A mi encanta, como republicano estoy de acuerdo en que es el momento de ¡¡ A por ellos que son pocos y cobardes !!, y que a las redes, las opiniones de los analistas, las posibles movilizaciones públicas en favor de un referéndum sobre la forma de estado, nos lo han puesto en bandeja... Hay que aprovechar el tirón mediático antimonárquico, y lo vamos a aprovechar, ¿que duda cabe ?, de hecho, la monarquía constitucional española, nació muerta e ilegal, producto de un golpe de estado. Tal vez no lo consigamos de esta, pero la legitimidad social con la que arrancaría el reinado de "FelipeVI" sería nula y las de los que se protegen tras el manto del continuismo su tumba. ¡¡ Hoy a muerto el PSOE, lo cual me duele, pero la cuenta de la vieja me sale que si PSOE+IU+PODEMOS+ERC+Bildu+ etc. nos los cargaríamos.
Han elegido el peor momento, a ver si por una vez nosotros aprovechamos nuestro mejor momento. ¿ Queremos cambios ?, pues aquí tenemos la oportunidad ya que el notición que va a venir en dos tres semanas va a ser la "guillotina" virtual. ¡¡ VIVA LA BASTILLA DIGITAL!!
Su actuación ha sido, al menos en ésta última etapa tan dramática para muchos ciudadanos, la de un anciano jerarca con resistencia al cambio, por falta de miras institucionales y quizás personales (lo desconozco, aunque se intituye).
Si él ha creido en una institución que se basa en la continuidad hereditaria, no se explica el veto al heredero y la resistencia a dejar el cargo mucho antes del colapso.
Con independencia del futuro, ha dejado un auténtico campo de minas a su sucesor, que a mí me parece que poco va a poder hacer.
La sociedad del 2014 ya no es la de 1978. Y éso, si lo sabe el aún rey, no lo ha asimilado ni interiorizado. Ahora bien, ¿no tiene en su entorno a nadie con sentido común que le diga no? Desde que dimitió Sabino Fernandez Campos, la Casa Real ha parecido una opereta. Con paso libre a aventureros (familiares o no), en la que la adulación y el silencio eran moneda de cambio a la prebenda.
La familia real, no voy a entrar por considerarlo un ámbito privado, salvo cuando se ha convertido en público por la via del delito. Si desde la primera impresión no ya un rey, sino un padre, percibe tamaño despropósito...Se pone freno de inmediato. No se puede consentir que haya ni siquiera la más mínima sospecha por apropiarse del dinero público en beneficio privado, sin convertirse en cómplice. Y ya llevamos así ¿3 años..?.Es insostenible.
De ahí a dar a entender que el "vale todo" es ley y la falta de respeto al ciudadano se convierte en norma, pues sólo hay un paso, que se ha sobrepasado con creces.
Segunda parte, un referendum es imprescindible para legitimar la institución, y si se legitima bien, y si no es así ..pues tendremos que solucionar en este pais un bandazo más de la historia. Como ya llevamos tantos, a lo mejor es lo que nos merecemos como pais fallido, que es lo que somos.
Deberíamos hacer también un ejercicio de autocrítica para saber qué hemos hecho como ciudadanos para tener ..¿lo que nos mercemos..?
Si,Majestad,le perdonamos el habernos traido la democracia,le perdonamos el haber situado a España entre los paises mas respetados y con mayores libertades del mundo,le perdonamos que en esas cacerias haya usted conseguido miles de millones en contratos para las empresas españolas..etc.
Cierto es que la monarquia como institucion no se sostiene,pero antes que verme representado por uno de los nefastos politicos que tenemos,siempre preferire un profesional como el rey o el principe que casi siempre van a dar la talla en los momentos oportunos.
Triste va a ser que solo se le recuerde por sus fallos, cuando ha sido el mejor rey de la historia de España.
Ya lo dijo Michel,el futbolista: Voy a ser mas recordado por el "tocamiento" a Valderrama que por mi juego.