sábado, 27 de julio de 2013

VENEZUELA: Américo Gollo Chávez, escritor, poeta, docente universitario, intelectual venezolano nos entrega su reflexión semanal: ¿SE DIFUMA, ESCONDE, HUYE EL CATATUMBO?


 

Américo Gollo Chávez.

           A Marienbad, coautora de este texto

       En aquel tiempo  ordenó Dios a una estrella que guiara los pasos de pastores,  sabios, magos, para que  nadie pudiese extraviarse en el camino,  hasta llegar a un diminuto  espacio, Belen,  que previamente  había dispuesto para que allí nacieran  quienes jugarían decisivo papel en la conformación  e historia de Israel y en la historia y la redención de  la humanidad, y  fue así como allí vieron la  luz, David, rey, poeta, hacer, poder,  y  Jesús, descendiente de Dios y de David,  tal es la cristiana fe y el cristiano saber,  que si bien se  distinguen en su modo de SER  y de hacer en el mundo,  sin que Cristo tal se propusiera, partió el tiempo en dos grandes etapas y en dos grandes modos  de mirar y vivir,  de juzgar y amar,  antes de Cristo y después de él.  David, por su parte, sigue su lucha inmensa, derrotar a los enemigos de  Israel.  A Cristo en  mucho  tiempo no le ha ido muy bien.   Su palabra perdura, fue lo mejor de él, por ahí anda Francisco en estos días,  buscando que su voz se vuelva a oír tal como ayer se oyeron Pablo, Ratzinger y  Juan XXIII.

        Del mismo modo y sin que yo lo sepa quien así lo dispuso, en un lugar que por tiempo hemos creído que era el espacio de él, al Sur del Lago,  este de Maracaibo hoy, Coquivacoa  ayer, vivía un extraño ser, indefinible para sabios y obispos, pero de cuya existencia no había duda, estaba allí, su presencia  cubría de luz del cielo  y de amores los suelos. El Relámpago del Catatumbo.  Los niños y los ancianos se reunían para bañarse en los colores arcoíris que brotaban de él o que, nadie lo sabe, eran parte de él y su modo de hacerse  y su modo de ser. Las mujeres más bellas solían desnudarse para estar con él y dejarse aprehender por  sus caricias, suaves y audaces  como los sueños, cálidos como los amores primeros que furtivos verdades hicieron sus  ficciones  vírgenes.  Cada  varón se admiraba de él.  Era ejemplo  incansable, constante, como las palpitaciones del corazón cuando la calma habita y el solaz  que provoca el bien  hacer. Los científicos en asuntos de astronomía,  en cosas de la física de la luz y  del calor, de la energía, los químicos, los biólogos y otros  con ellos quisieron como a bien les compete, descifrar sus misterios.  La luz que dan los rayos que preceden al trueno, se hace verdad  en miles y miles de grados de calor y destrucción de aquello que de alguna una manera queda  cerca de ellos.  El trueno  llega largo tiempo después de cuanto el ojo ve o al ojo llega, y aterra tantas veces su intensidad y su volumen. Es el miedo a lo ignoto envuelto en pánico.   Pocos saben, tal vez nadie, que el trueno  viene para ayudarnos a saber que hemos quedado vivos y que salvos estamos del terrible rayo que hace arder las entrañas del cielo.  El Relámpago del Catatumbo  es el distinto a todo aquello que se parece a él. Su luz  es tierna, suave, indefinible, es como una caricia que su magia edulcora  la piel y al ojo da sonrisas.  Los poetas, cantores, pintores y los otros,  convivieron con el Relámpago y lo aprehendieron cada quien supo bien, que el Relámpago es una verdad distinta, nunca vista y que jamás en otro espacio podrá haber. Nunca les importó  lo que era,  solo supieron que el Relámpago era como es Dios,  sencillamente es!

        Ese Relámpago marcó  a todos el camino que hizo posible que al Zulia pudieran llegar inmigrantes  de todas partes,  y de una en especial, de Venezuela, orientales, andinos, llaneros, del centro, se vinieron  tantos sin saber a qué, solo con la esperanza de construir su vida  de modo bien distinto al que sus  viejos,  sus ancestros, sus padres,  mal vivieron o no vivieron bien.  Sus maletas  repletas  venían de esperanzas y sueños,  que aquí en el Zulia, pensaban,  llenaría de hechos buenos.   El Relámpago  señaló el camino, pero del destino del venido de lejos no dispuso. Fueron los tiempos  de la explosión petrolera y con ella vino el cambio más radical que en esta tierra ha habido.  Se silenció  la producción de bienes para el cuerpo y el alma y la algarabía  de boom petrolero, creo que así llaman,  sustituyó  todo lo anterior que pasó a ser  y lo echaron por  viejo.  Venezuela cambió, así dijeron,  las exportaciones de comidas, cafés, cacaos,  se fueron, las sustituyeron por petróleo y entonces se empezó una nueva era, comer del viento que llegaba de lejos enlatado y a ser ricos de nada, solo de  ficciones.  Fue entonces cuando el Relámpago empezó a tener miedo.  Empezó a esconderse de esa palabra extraña que llamaron progreso.

        Y muchas voces empezaron a gritar su ira por aquello.  Fueron los únicos que asumieron el reto de la verdad.  La gaita alzó  su protesta  en el vuelo.  De Maracaibo, de El Saladillo  contó  su destrucción. De Cabimas otros versos lo hicieron.  Nada quedó de aquello.  Hesnor Rivera, como muy pocos, vio la muerte del Lago, donde el Relámpago tenía su inmenso y dulce y límpido  espejo.  Cada basura, cada excreta,  cada  taladro, cada cosa que tiraron para envenenar sus aguas y asesinarlo  raudos,  para  mas fácil arrancarle las entrañas a sus suelos,  destrozaron el espejo y el Relámpago huyó al verse destrozado a pedazos como   de grietas se llenan los rostros que otrora mozos de tersura estuvieron cubiertos.

        De vez en cuando el Relámpago sonreía, la alegría de sus colores danzaba sobre el cielo. Fue en los intersticios donde  sabia la savia de la ciencia, del arte, del cine,  le nutrían con su verdad el avío para que pudiera continuar viva la belleza  que la pulcritud reclama como lecho.   Se solazaba el Relámpago del Catatumbo  cuando a diario visitaba cada ciudad, cada pueblo y en  cada hogar, en cada  bar, en cada escuela, en la universidad,  encontraba poetas, científicos,  bohemios, repentistas, aventureros de amores y dialogaban sobre lo que era  bueno y era bello.  Que si necesitamos ser autónomos, dijo más de uno. Ser libre de las cadenas que desde arriba nos impone el centro, repetían otros.  Necesitamos buscarnos y encontrarnos en los que bien hacemos, trabajar, crear, producir, amar.  El más sabio, siempre hay un sabio grande entre los buenos, necesitamos encontrarnos, repetía, hacer verdad lo que en verdad somos. Un estado de geografías distinto, un estado en gentes bien distintos, diversos y dispersos,  solo nos une, repetía, el interés de  hacer, de trabajar y la libertad  que reclamamos para lograr  hacerlo.

        Yo no se que pasó,  pero al mirar los cielos hacia el sur nadie ve en las alturas  la luz  del Catatumbo su Relámpago.  Salí a averiguar si alguien podría ayudarme a descifrar que ha ocurrido.  ¿Huyó  el Relámpago?  ¿De quien, de qué  a qué le tiene miedo? ¿Lo echaron? Y, ¿por ser bueno carecía de armas de fuego  o sus únicas armas, la belleza, la paz, la luz, y por ello no quiere enfrentamientos de estos donde solo la muerte  impone las reglas de su juego?.  ¿Decidió, a cuenta propia, difuminarse y  así los ojos ya no pudieran  ver la armonía que se encuentra en su seno?  ¿Decidió huir, pero esconderse dónde? ¿Sería que en ese empeño se ahogó o decidió buscar un espacio a donde el mal no  disponga de acceso?

        En eso andaba,  buscando a pleno día y en la noche sin luz   donde no alcanza  el sueño a alguien que pudiera ayudarme a descifrar si hay un enigma en ello. Si es verdad que todo  se ha de ir,  que nada queda igual y que hasta el tiempo alcanza límites que el propio tiempo jamás podrá medir.  ¿Será que es así?  Alguien se acercó a mí,   tendió su mano y suave como un poema  de Darío de los primeros tiempos de su tiempo de azul, me dijo, levántate,  no tengas miedo y sígueme.  No temas. No es verdad que todo se acaba y se transforma, digamos más  bien que se avanza y que  de caos a catástrofes, al orden, bien andamos y en ello anda la vida como un juego.  El azar y la necesidad tienen su tiempo y el tiempo muchas veces no alcanza a disfrutar su propio tiempo.  Cierto que inexorables leyes nos agobian, gobiernan, son  a la vida como a la sociedad, al ser íntimo y solo, con lo otro y los otros, los mandamientos que esculpidos en piedra  Moisés dejó para que siempre fuera saber que estaba bien o que mal pueda estar según obremos.  Mandatos para amar,  para amarnos, prohibiciones  para poder vivir y  así andamos, amamos y vivimos, sin la felicidad de Adán y Eva, pero, como bien sabes, la felicidad que regalada viene, lleva consigo la tragedia de la monotonía,  del nada hacer, del nada obrar, del nada disfrutar, es como si se viviera la plenitud de la abulia,  la pesadez de no alcanzar el sueño o la infelicidad de andar dormido.   

        Así creo que es, repetía,  no se si meditaba, oraba o  me regalaba una lección para superar  las imposibles  respuestas a mis preguntas que, en el caso, a una quedaba reducida, ¿que ha pasado con El Relámpago del Catatumbo?.  Óyeme bien, dijo, Yo soy la Primavera.  Recién  recorrí  los parajes donde, como bien dices,   anida, sueña, vive, se repite como un tema musical perenne del Catatumbo su Relámpago.  No se ha ido, ni huido, aun  permanece vivo.  Fui a dejarle la plenitud de mi esencia.  Como sabes, yo visito la tierra una vez cada año, cada vez soy igual mas no lo mismo.  Tengo tiempo finito. Estipulado en días para estar sobre cielos y suelos.  Pero nunca me voy. Solo que no me ven los ojos que no  ven, que no saben mirar, que nunca indagan.  Yo estoy en la belleza del poema, en la transparencia  de las almas buenas,  en la sublimidad de la música,  en la grandeza  inagotable del teorema.  Estoy en la palabra que  busca  la pregunta y va tras la respuesta.  Estoy en la frescura de la mar para que el amor florezca en el  Verano.  En el misterio que se oculta en los colores que se difuman en Otoño,  pero que no se van, que dan reposo al pensamiento y estoy en el calor que mantiene la blancura de la nieve en el Invierno.

        Así es  del Catatumbo  su Relámpago.  El está ahí, solo que  la gente lo ha echado de  su ser y así  vagando él no sabe que hacer.  Sabes, y dejaba  la respuesta en  la hondura del silencio, sabes?  Cuando cada quien se interrogue sobre a donde se ha ido del Catatumbo su Relámpago, en ese instante  sabrá mas de sí de cuanto  pudiera decirle  el mas grande de los sabios. El Rayo del Catatumbo ha huido de cada quien, porque cada quien dilapida su tiempo en  pensar o vivir de lo inmediato.  El Lago, no se si soy muy cruel, ya se ha ido.  O cerca está del viaje sin regreso. Ves? Puedes decir, lo mató  la desidia. Verdad es, solo que la desidia tiene nombres, es  el hacer  sin amor, sin reflexión, es nada hacer ante el mal. O es hacer para sobrevivir, existir en lo inmediato lo que conlleva  destruir el vivir.  El vivir no es solo la vida que en mi tiene lugar y  espacio y algún tiempo, la vida es la vida del hijo y en cadena se perfila al infinito.  Es la vida de la naturaleza que reclama del amor y la consciencia el equilibrio.  Mira de ese modo la existencia que es parte de la vida y  la existencia  si alargar y continuar quiere la vida, es saber qué somos, qué  hacemos, qué queremos,  a donde vamos,  y preguntarnos  con quien vamos.  Es tiempo de que hablemos de nosotros, de cada uno, de  cuanto bueno tiene y cuanto falta.  Si lo hacemos bien, quiero decir si es  ejercicio de la consciencia y el hacer la reconciliación con el amor, la verdad, la fe,  entonces volveremos a ver el Relámpago del Catatumbo.


Si  te miras por dentro,  con  rigor,  pero sin masoquismos o narcicismos, que no se si a la larga es lo mismo, podrás ver donde está  del Catatumbo su Relámpago. Y al verlo, sal con él y llévalo a cada ser que como tú ha de interrogarse por los mismo temas y  echemos a andar juntos, veremos  renacer lo que creímos muerto.  Camina conmigo y a cuatro manos recorramos las estaciones de Vivaldi y las de cada tiempo real de nuestro espacio y verás   como en  cada lugar  a donde vamos,  llevaremos  con nosotros la belleza infinita del  Catatumbo su Relámpago.  Probemos que solo nosotros de él estamos lejos, porque de nosotros mismos lejos nos encontramos.
 
 
 

 fuente: recibido directamente del autor, al que agradezco.

Americo Gollo Chavez, escritor, poeta, profesor, docente, intelectual....
 
 


Ingreso a LUZ (Universidad del ZULIA)
01.02.69. Dirección de Cultura.09.07.93. Profesor. Facultad Experimental de Ciencias
Titular
Jubilado

Estudios Realizados

Doctor en Filosofía. Universidad Eotvas Lorand
Budapest. Hungría. 03.05.79

Investigación Post doctoral, Estética
Instituto Schiller, Alemania Federal. 1991

Licenciado en Letras Hispánicas. LUZ. 69

Primer Nivel de Maestría en Educación Superior. LUZ l973.

Sociología Literatura. 1 al 24 de nov. 1974. FHE.LUZ

Semiología del Objeto. LUZ 84 Hs. FEC.LUZ. 1976

Lengua Alemana. Un año Instituto Goethe. Prien. 1977.

Tercer año de Economía. LUZ. 61.62.63.

Idiomas: Latín, Español, Francés, Alemán.

Cargos Desempeñados en LUZ: 
 
Decano Fundador(I) de la Facultad Experimental de Arte, desde el 06 02 00 Prof. De Comunicación y Lenguaje. FEC. LUZ. Desde l973. Primer Lugar en el ingreso según la metodología empleada. Coordinador del Eje del Pensamiento Simbólico: Matemática, Lógica, Lenguaje, FEC. Años 73 74 75. Profesor de Epistemología: Matemática y Sociedad; Ciencia y Sociedad. Departamentos de Matemática, Física. FEC. LUZ . Profesor de Estética. Postgrado de Letras Facultad de Humanidades Profesor de Metodología de la investigación. Fac. De Ciencias Jurídicas y Políticas de LUZ. Postgrado en Ciencias Políticas. Coordinador de la Comisión Central del año Jubilar de LUZ, en El 50 aniversario de su reapertura. Proponente y Coordinador de la Comisión para la creación de La Facultad Experimental de Arte. Representante de LUZ ante la Comisión Bicameral y la AVERU para el análisis del PLES. 98 –99. Coordinador Primer Encuentro de Educación Musical para América Latina, UNESCO, CONAC; UCV, LUZ...Caracas Sep 1996 Moderador del II Encuentro Musical de Expertos de A.Latina. UNESCO, UCV, LUZ; .....Caracas 1997. 
fuente: http://www.analitica.com/colaboradores/6307970.asp 


 
 

       

 

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