Américo Gollo Chávez.
A Marienbad, coautora de este
texto
En aquel tiempo ordenó Dios a una estrella que guiara los
pasos de pastores, sabios, magos, para
que nadie pudiese extraviarse en el
camino, hasta llegar a un diminuto espacio, Belen, que previamente había dispuesto para que allí nacieran quienes jugarían decisivo papel en la conformación e historia de Israel y en la historia y la
redención de la humanidad, y fue así como allí vieron la luz, David, rey, poeta, hacer, poder, y Jesús,
descendiente de Dios y de David, tal es
la cristiana fe y el cristiano saber,
que si bien se distinguen en su
modo de SER y de hacer en el mundo, sin que Cristo tal se propusiera, partió el
tiempo en dos grandes etapas y en dos grandes modos de mirar y vivir, de juzgar y amar, antes de Cristo y después de él. David, por su parte, sigue su lucha inmensa,
derrotar a los enemigos de Israel. A Cristo en
mucho tiempo no le ha ido muy
bien. Su palabra perdura, fue lo mejor de él, por
ahí anda Francisco en estos días,
buscando que su voz se vuelva a oír tal como ayer se oyeron Pablo,
Ratzinger y Juan XXIII.
Del
mismo modo y sin que yo lo sepa quien así lo dispuso, en un lugar que por
tiempo hemos creído que era el espacio de él, al Sur del Lago, este de Maracaibo hoy, Coquivacoa ayer, vivía un extraño ser, indefinible para
sabios y obispos, pero de cuya existencia no había duda, estaba allí, su
presencia cubría de luz del cielo y de amores los suelos. El Relámpago del
Catatumbo. Los niños y los ancianos se reunían
para bañarse en los colores arcoíris que brotaban de él o que, nadie lo sabe,
eran parte de él y su modo de hacerse y
su modo de ser. Las mujeres más bellas solían desnudarse para estar con él y
dejarse aprehender por sus caricias,
suaves y audaces como los sueños, cálidos
como los amores primeros que furtivos verdades hicieron sus ficciones
vírgenes. Cada varón se admiraba de él. Era ejemplo
incansable, constante, como las palpitaciones del corazón cuando la
calma habita y el solaz que provoca el
bien hacer. Los científicos en asuntos
de astronomía, en cosas de la física de
la luz y del calor, de la energía, los químicos,
los biólogos y otros con ellos quisieron
como a bien les compete, descifrar sus misterios. La luz que dan los rayos que preceden al
trueno, se hace verdad en miles y miles
de grados de calor y destrucción de aquello que de alguna una manera queda cerca de ellos. El trueno
llega largo tiempo después de cuanto el ojo ve o al ojo llega, y aterra
tantas veces su intensidad y su volumen. Es el miedo a lo ignoto envuelto en pánico. Pocos
saben, tal vez nadie, que el trueno
viene para ayudarnos a saber que hemos quedado vivos y que salvos
estamos del terrible rayo que hace arder las entrañas del cielo. El Relámpago del Catatumbo es el distinto a todo aquello que se parece a él.
Su luz es tierna, suave, indefinible, es
como una caricia que su magia edulcora la piel y al ojo da sonrisas. Los poetas, cantores, pintores y los
otros, convivieron con el Relámpago y lo
aprehendieron cada quien supo bien, que el Relámpago es una verdad distinta, nunca
vista y que jamás en otro espacio podrá haber. Nunca les importó lo que era,
solo supieron que el Relámpago era como es Dios, sencillamente es!
Ese
Relámpago marcó a todos el camino que
hizo posible que al Zulia pudieran llegar inmigrantes de todas partes, y de una en especial, de Venezuela, orientales,
andinos, llaneros, del centro, se vinieron
tantos sin saber a qué, solo con la esperanza de construir su vida de modo bien distinto al que sus viejos,
sus ancestros, sus padres, mal
vivieron o no vivieron bien. Sus
maletas repletas venían de esperanzas y sueños, que aquí en el Zulia, pensaban, llenaría de hechos buenos. El Relámpago
señaló el camino, pero del destino del venido de lejos no dispuso.
Fueron los tiempos de la explosión
petrolera y con ella vino el cambio más radical que en esta tierra ha
habido. Se silenció la producción de bienes para el cuerpo y el
alma y la algarabía de boom petrolero,
creo que así llaman, sustituyó todo lo anterior que pasó a ser y lo echaron por viejo.
Venezuela cambió, así dijeron,
las exportaciones de comidas, cafés, cacaos, se fueron, las sustituyeron por petróleo y
entonces se empezó una nueva era, comer del viento que llegaba de lejos enlatado
y a ser ricos de nada, solo de
ficciones. Fue entonces cuando el
Relámpago empezó a tener miedo. Empezó a
esconderse de esa palabra extraña que llamaron progreso.
Y
muchas voces empezaron a gritar su ira por aquello. Fueron los únicos que asumieron el reto de la
verdad. La gaita alzó su protesta en el vuelo. De Maracaibo, de El Saladillo contó
su destrucción. De Cabimas otros versos lo hicieron. Nada quedó de aquello. Hesnor Rivera, como muy pocos, vio la muerte
del Lago, donde el Relámpago tenía su inmenso y dulce y límpido espejo.
Cada basura, cada excreta, cada
taladro, cada cosa que tiraron para envenenar sus aguas y asesinarlo raudos,
para mas fácil arrancarle las
entrañas a sus suelos, destrozaron el espejo
y el Relámpago huyó al verse destrozado a pedazos como de grietas se llenan los rostros que otrora
mozos de tersura estuvieron cubiertos.
De
vez en cuando el Relámpago sonreía, la alegría de sus colores danzaba sobre el
cielo. Fue en los intersticios donde
sabia la savia de la ciencia, del arte, del cine, le nutrían con su verdad el avío para que
pudiera continuar viva la belleza que la
pulcritud reclama como lecho. Se
solazaba el Relámpago del Catatumbo cuando
a diario visitaba cada ciudad, cada pueblo y en
cada hogar, en cada bar, en cada
escuela, en la universidad, encontraba
poetas, científicos, bohemios,
repentistas, aventureros de amores y dialogaban sobre lo que era bueno y era bello. Que si necesitamos ser autónomos, dijo más de
uno. Ser libre de las cadenas que desde arriba nos impone el centro, repetían
otros. Necesitamos buscarnos y
encontrarnos en los que bien hacemos, trabajar, crear, producir, amar. El más sabio, siempre hay un sabio grande
entre los buenos, necesitamos encontrarnos, repetía, hacer verdad lo que en
verdad somos. Un estado de geografías distinto, un estado en gentes bien distintos,
diversos y dispersos, solo nos une, repetía,
el interés de hacer, de trabajar y la
libertad que reclamamos para lograr hacerlo.
Yo
no se que pasó, pero al mirar los cielos
hacia el sur nadie ve en las alturas la
luz del Catatumbo su Relámpago. Salí a averiguar si alguien podría ayudarme a
descifrar que ha ocurrido. ¿Huyó el Relámpago?
¿De quien, de qué a qué le tiene
miedo? ¿Lo echaron? Y, ¿por ser bueno carecía de armas de fuego o sus únicas armas, la belleza, la paz, la
luz, y por ello no quiere enfrentamientos de estos donde solo la muerte impone las reglas de su juego?. ¿Decidió, a cuenta propia, difuminarse y así los ojos ya no pudieran ver la armonía que se encuentra en su seno? ¿Decidió huir, pero esconderse dónde? ¿Sería
que en ese empeño se ahogó o decidió buscar un espacio a donde el mal no disponga de acceso?
En
eso andaba, buscando a pleno día y en la
noche sin luz donde no alcanza el sueño a alguien que pudiera ayudarme a
descifrar si hay un enigma en ello. Si es verdad que todo se ha de ir,
que nada queda igual y que hasta el tiempo alcanza límites que el propio
tiempo jamás podrá medir. ¿Será que es así? Alguien se acercó a mí, tendió su mano y suave como un poema de Darío de los primeros tiempos de su tiempo
de azul, me dijo, levántate, no tengas
miedo y sígueme. No temas. No es verdad
que todo se acaba y se transforma, digamos más
bien que se avanza y que de caos
a catástrofes, al orden, bien andamos y en ello anda la vida como un
juego. El azar y la necesidad tienen su
tiempo y el tiempo muchas veces no alcanza a disfrutar su propio tiempo. Cierto que inexorables leyes nos agobian,
gobiernan, son a la vida como a la
sociedad, al ser íntimo y solo, con lo otro y los otros, los mandamientos que
esculpidos en piedra Moisés dejó para que
siempre fuera saber que estaba bien o que mal pueda estar según obremos. Mandatos para amar, para amarnos, prohibiciones para poder vivir y así andamos, amamos y vivimos, sin la
felicidad de Adán y Eva, pero, como bien sabes, la felicidad que regalada viene,
lleva consigo la tragedia de la monotonía,
del nada hacer, del nada obrar, del nada disfrutar, es como si se
viviera la plenitud de la abulia, la
pesadez de no alcanzar el sueño o la infelicidad de andar dormido.
Así
creo que es, repetía, no se si meditaba,
oraba o me regalaba una lección para
superar las imposibles respuestas a mis preguntas que, en el caso, a
una quedaba reducida, ¿que ha pasado con El Relámpago del Catatumbo?. Óyeme bien, dijo, Yo soy la Primavera. Recién
recorrí los parajes donde, como
bien dices, anida, sueña, vive, se
repite como un tema musical perenne del Catatumbo su Relámpago. No se ha ido, ni huido, aun permanece vivo. Fui a dejarle la plenitud de mi esencia. Como sabes, yo visito la tierra una vez cada
año, cada vez soy igual mas no lo mismo.
Tengo tiempo finito. Estipulado en días para estar sobre cielos y
suelos. Pero nunca me voy. Solo que no
me ven los ojos que no ven, que no saben
mirar, que nunca indagan. Yo estoy en la
belleza del poema, en la transparencia de las almas buenas, en la sublimidad de la música, en la grandeza inagotable del teorema. Estoy en la palabra que busca
la pregunta y va tras la respuesta.
Estoy en la frescura de la mar para que el amor florezca en el Verano.
En el misterio que se oculta en los colores que se difuman en Otoño, pero que no se van, que dan reposo al
pensamiento y estoy en el calor que mantiene la blancura de la nieve en el Invierno.
Así
es del Catatumbo su Relámpago. El está ahí, solo que la gente lo ha echado de su ser y así
vagando él no sabe que hacer. Sabes,
y dejaba la respuesta en la hondura del silencio, sabes? Cuando cada quien se interrogue sobre a donde
se ha ido del Catatumbo su Relámpago, en ese instante sabrá mas de sí de cuanto pudiera decirle el mas grande de los sabios. El Rayo del
Catatumbo ha huido de cada quien, porque cada quien dilapida su tiempo en pensar o vivir de lo inmediato. El Lago, no se si soy muy cruel, ya se ha ido. O cerca está del viaje sin regreso. Ves?
Puedes decir, lo mató la desidia. Verdad
es, solo que la desidia tiene nombres, es
el hacer sin amor, sin reflexión,
es nada hacer ante el mal. O es hacer para sobrevivir, existir en lo inmediato
lo que conlleva destruir el vivir. El vivir no es solo la vida que en mi tiene
lugar y espacio y algún tiempo, la vida
es la vida del hijo y en cadena se perfila al infinito. Es la vida de la naturaleza que reclama del
amor y la consciencia el equilibrio.
Mira de ese modo la existencia que es parte de la vida y la existencia
si alargar y continuar quiere la vida, es saber qué somos, qué hacemos, qué queremos, a donde vamos, y preguntarnos con quien vamos. Es tiempo de que hablemos de nosotros, de
cada uno, de cuanto bueno tiene y cuanto
falta. Si lo hacemos bien, quiero decir
si es ejercicio de la consciencia y el
hacer la reconciliación con el amor, la verdad, la fe, entonces volveremos a ver el Relámpago del Catatumbo.
Si
te miras por dentro, con rigor, pero sin masoquismos o narcicismos, que no se
si a la larga es lo mismo, podrás ver donde está del Catatumbo su Relámpago. Y al verlo, sal
con él y llévalo a cada ser que como tú ha de interrogarse por los mismo temas
y echemos a andar juntos, veremos renacer lo que creímos muerto. Camina conmigo y a cuatro manos recorramos las
estaciones de Vivaldi y las de cada tiempo real de nuestro espacio y verás como
en cada lugar a donde vamos, llevaremos
con nosotros la belleza infinita del
Catatumbo su Relámpago. Probemos
que solo nosotros de él estamos lejos, porque de nosotros mismos lejos nos
encontramos.
fuente: recibido directamente del autor, al que agradezco.
Americo Gollo Chavez, escritor, poeta, profesor, docente, intelectual....
Ingreso a LUZ (Universidad del ZULIA)
01.02.69. Dirección de Cultura.09.07.93. Profesor. Facultad Experimental de Ciencias
Titular
Jubilado
Estudios Realizados
Doctor en Filosofía. Universidad Eotvas Lorand
Budapest. Hungría. 03.05.79
Investigación Post doctoral, Estética
Instituto Schiller, Alemania Federal. 1991
Licenciado en Letras Hispánicas. LUZ. 69
Primer Nivel de Maestría en Educación Superior. LUZ l973.
Sociología Literatura. 1 al 24 de nov. 1974. FHE.LUZ
Semiología del Objeto. LUZ 84 Hs. FEC.LUZ. 1976
Lengua Alemana. Un año Instituto Goethe. Prien. 1977.
Tercer año de Economía. LUZ. 61.62.63.
Idiomas: Latín, Español, Francés, Alemán.
Cargos Desempeñados en LUZ:
Decano Fundador(I) de la Facultad Experimental de Arte, desde el 06 02 00 Prof. De Comunicación y Lenguaje. FEC. LUZ. Desde l973. Primer Lugar en el ingreso según la metodología empleada. Coordinador del Eje del Pensamiento Simbólico: Matemática, Lógica, Lenguaje, FEC. Años 73 74 75. Profesor de Epistemología: Matemática y Sociedad; Ciencia y Sociedad. Departamentos de Matemática, Física. FEC. LUZ . Profesor de Estética. Postgrado de Letras Facultad de Humanidades Profesor de Metodología de la investigación. Fac. De Ciencias Jurídicas y Políticas de LUZ. Postgrado en Ciencias Políticas. Coordinador de la Comisión Central del año Jubilar de LUZ, en El 50 aniversario de su reapertura. Proponente y Coordinador de la Comisión para la creación de La Facultad Experimental de Arte. Representante de LUZ ante la Comisión Bicameral y la AVERU para el análisis del PLES. 98 –99. Coordinador Primer Encuentro de Educación Musical para América Latina, UNESCO, CONAC; UCV, LUZ...Caracas Sep 1996 Moderador del II Encuentro Musical de Expertos de A.Latina. UNESCO, UCV, LUZ; .....Caracas 1997.
fuente: http://www.analitica.com/colaboradores/6307970.asp