viernes, 2 de septiembre de 2011

"Los remedios de la abuela. Mitos y verdades de la medicina casera", de la dra. Qca.Valeria Edelsztein


“Los remedios de la abuela”

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Los remedios de la abuela existieron desde siempre, sentencia Valeria Edelsztein en su libro titulado precisamente “Los remedios de la abuela”, en el que devela los mitos y verdades de la medicina casera con argumentos netamente científicos.También nos pasea por la farmacología de todos los tiempos, desde la alquimia hasta la confección minuciosa de las drogas actuales.

Los remedios de la abuela, pues “existieron desde siempre, ya que la naturaleza fue la farmacia más cercana para los pueblos en la Antigüedad (y todavía hoy lo sigue siendo en muchos lugares). El espíritu de observación de personas como los médicos de Egipto -y sin ir mas lejos, de las abuelas-, que se ha mantenido vivo hasta la actualidad, permitió, y aún permite, conocer y explicar las propiedades curativas de distintas sustancias. Todo ello gracias a una condición que bien explicó el químico Louis Pasteur: ‘En los campos de la observación, el azar favorece sólo a las mentes preparadas’”.

Nos enteramos así que el remedio popular de calmar el dolor de las picaduras de abejas poniendo sobre la zona afectada levadura en polvo con un poco de agua es efectivo porque uno de los principales componentes del veneno de las abejas y las hormigas es el ácido fórmico, y la levadura neutraliza ese ácido disminuyendo su efecto. Y que todavía hay otro mejor neutralizador, que es el bicarbonato de sodio.

Que el bife colocado sobre un ojo en compota tiene la única ventaja de seguramente es frío. Pero una solución más barata e higiénica sería hielo machacado envuelto en una toalla, y a la carne, con el costo que tiene hoy, mejor la dejamos para el puchero...

O que el consejo de frotar un anillo de oro y colocarlo sobre un orzuelo, tiene su razón. “Un orzuelo es la inflamación de alguna de las tres glándulas sebáceas del párpado, ubicadas en la base de las pestañas. Y si consideramos que tradicionalmente las sales de oro fueron usadas como antiinflamatorias, es fácil entender el origen de esa creencia popular. Aunque el tratamiento específico consiste en antibióticos para evitar infecciones, el viejo remedio de la abuela también puede ayudarnos. Las alianzas son útiles porque, como cualquier metal al ser frotado, se calientan y ese calor ayuda a que el orzuelo madure y deje salir la grasa que contiene. De todas maneras, los médicos recomiendan idealmente usar un hisopo o un paño con agua caliente en la zona del párpado, varias veces por día, porque es más higiénico que el anillo”.

O la aspirina común, que aparte de analgésica, antifebril y antiinflamatoria, es útil como antitrombótico y antirreumática. También hay estudios que indican que la aspirina reduce el riesgo de cáncer de colon y recto, y podría prevenir el cáncer de mama. También podría prevenir ciertos tipos de cataratas, y sería beneficiosa para los cálculos biliares, el control de tumores hepáticos, diabetes mellitus, y aplicándola sobre el lugar afectado, en forma externa pues, útil para deshacerse del herpes zóster (la famosa “culebrilla”), para el acné (cubriendo la zona con una pasta hecha con una tableta y un poco de agua; ya que el ácido acetilsalicilico posee efectos análogos al ácido salicilico que suele usarse para tal afección), para prolongar la vida de las flores disolviendo una aspirina en el agua del florero, para aliviar la picadura de mosquitos y abejas (aunque se advierte que bajo ningún concepto las personas alérgicas pueden utilizarla), y para sacar manchas de la ropa.

Nos explica así que los pellizcos en la piel de la espalda en las zonas de la columna vertebral estimulan el plexo celíaco, acelerando el movimiento estomacal y expulsando secreciones “pegadas” al estómago. De ahí lo efectivo que puede resultar “tirar el cuerito” para curar el “empacho”.

Publicó Siglo XXI.


fuente: diario EL LITORAL,


Edición del Viernes 26 de agosto de 2011


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