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lunes, 15 de marzo de 2010
Una investigación indaga el rol de la comunidad judía de Buenos Aires en la Dictadura Militar argentina
"Zikaron-Memoria. Judíos y militares bajo el terror del Plan Cóndor´", de Guillermo Lipis, revisa cómo las Fuerzas Armadas apuntaron contra esa comunidad y la eventual complicidad de su dirigencia.
Datos como que algunos sectores de la comunidad judía de la Argentina estaban sindicados como una "organización terrorista y/o política de otro país" en apoyo a grupos que operaban en la zona del Plan Cóndor; que la dirigencia de la DAIA estaba enterada del golpe de Estado que se perpetraría en 1976, desde fines de 1975 por un encuentro sostenido con el almirante Massera; o la lista de nietos de ascendencia judía apropiados por los militares son algunos de los datos reveladores que se presentan en el nuevo libro 'ZIKARON-MEMORIA. Judíos y militares bajo el terror del Plan Cóndor', que acaba de lanzarse en el mercado local.
Estas y otras informaciones -que se conocen gracias a esta investigación periodística realizada por Guillermo Lipis y que editara Ediciones del Nuevo Extremo- se enmarcan en la propuesta del autor que destaca la sobre- representación de argentinos de origen judío y afirma que "esas desapariciones perpetradas durante la dictadura no fueron una mera casualidad".
El número de jóvenes judíos desaparecidos se estima entre 1800 y 2000 sobre un total de 30.000, por lo que se considera que fue la minoría comunitaria más golpeada en términos de desapariciones.
"Existen múltiples testimonios en los que la dirigencia judía de aquella época especificaba que la colectividad estaba floreciente, que habían logrado sostener las actividades de las instituciones y que nadie era secuestrado por judío sino que una vez que era detenido y se conocía su perfil identitario entonces recién recibía una mayor dosis de torturas", explicó el autor.
"La dirigencia de esta colectividad hacía referencia a bolsones de antisemitismo enquistados en las fuerzas de seguridad, pero no tildaba estructuralmente de antisemita a los gobiernos de facto", agregó Lipis.
Recorriendo algunos documentos desclasificados de aquella época Lipis observó, por ejemplo, que la DAIA expresó, en una reunión con ex combatientes judeo-americanos, el 3 de noviembre de 1977 en la embajada de los Estados Unidos, que "el antisemitismo no es una política de gobierno".
¿Qué pasó que mientras la comunidad desarrollaba una vida aparentemente normal, la dirigencia no supo ver a las desapariciones como el emergente antisemita de los gobiernos militares?, se interroga en el libro.
Algunos observadores y sobrevivientes de la época aportaron sus pareceres al respecto. Para Leonardo Senkman, investigador de la Universidad Hebrea de Jerusalén, "la dirigencia manejaba conceptos clásicos de antisemitismo y las desapariciones o la estadía en los centros clandestinos no revestían formas tradicionales. Para ellos antisemitismo era el de Tacuara, López Rega o las notas de la revista Cabildo".
Marcos Weinstein, padre de Mauricio -uno de los dos israelíes desaparecidos- y cofundador de la Asociación de Familiares de Desaparecidos Judíos, expresó que "se comportaron como una estructura de poder que pensó que si los grupos represivos del Estado no atacaban a las instituciones, entonces no podía hablarse de antisemitismo".
El volumen editado incluye la "Carta compromiso de la DAIA entregada a los familiares de detenidos-desaparecidos judíos argentinos" en la que reconocieron "desaciertos" en la gestión institucional durante la dictadura.
"Sin duda -dijeron entonces- que en épocas o circunstancias difíciles es probable que los errores resulten más evidentes o frecuentes, particularmente si se los analiza retrospectivamente. ...Sentimos la obligación -continuaba el escrito- de dirigirnos a los familiares de los judíos desaparecidos durante la última dictadura militar para hacerles saber que, de nuestro análisis crítico, surge que... más allá de la predisposición para asumir cargos de conducción comunitaria en esa época y de la dedicación de los dirigentes que tuvieron tales responsabilidades en DAIA durante la dictadura militar, tanto en relación a dichos desaparecidos como respecto de sus familiares, la política institucional, más allá de buenas intenciones y de salvaciones que impidieron desapariciones, tuvo variados desaciertos...".
Los familiares de los desaparecidos nunca respondieron sobre aquel frágil intento reparatorio.
¿Qué hubo entre esas 2000 desapariciones y la idea de que todo estaba "floreciente"? se pregunta el autor.
"Entre las 2000 desapariciones y esa comunidad 'floreciente' -explicó el autor- posiblemente haya habido un espacio de laxitud política provocada por la inacción, la parálisis, el temor o una mala lectura de la realidad que produjo que entre una punta y la otra se colaran esas almas, que no fueron otra cosa que 2000 oportunidades perdidas de salvar vidas y tomar otro tipo de conciencia o actitud ante la tragedia que padecía la Argentina y la comunidad judía en particular".
fuente:http://www.clarin.com/diario/2010/03/15/um/m-02159952.htm
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