viernes, 19 de marzo de 2010

17 de Marzo 1992-2010: Un nuevo aniversario del atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires

ATENTADO A LA EMBAJADA DE ISRAEL

EDITORIAL 1: OTRO ANIVERSARIO
EN LA IMPUNIDAD (CLARÍN - 19/03/10)

Permanecen abiertas las heridas, los interrogantes y dolorosos recuerdos por el atentado que destruyó la Embajada de Israel en la Argentina, del que se cumplieron días atrás 18 años. A la sorpresa por la magnitud y naturaleza de ese brutal ataque le siguió de inmediato la consternación por las fallas y defecciones en la prevención y en la investigación posterior. Las negligencias del Estado argentino permitieron no sólo planificar y perpetrar ese ataque sino también que el mismo permaneciera en la impunidad. De tal modo, no sólo fue imposible identificar a sus cerebros y autores directos sino también sus conexiones y complicidades locales. Aquel atentado, que causó 29 muertos y centenares de heridos, trajo brutalmente el conflicto de Oriente Medio a América latina. Fue el peor ataque sufrido por Israel y el primer ataque directo contra la Argentina, país que ha abogado de manera permanente por la paz y el reconocimiento de los derechos de los pueblos a su autodeterminación, liberados del flagelo de la violencia y el terror. El paso del tiempo fue desdibujando las expectativas de una investigación judicial que arribara a resultados concluyentes. Pero continúa irreductible la memoria viva, el homenaje a las víctimas y el reclamo de verdad y justicia. Es una deuda con el pasado, pero -como lo demostró el segundo atentado contra la AMIA dos años después- sigue presente como una ineludible condición para impedir que nuestro país se convierta en escenario de guerras y conflictos. El atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires dejó una lacerante situación de impunidad que, 18 años después, sigue reclamando verdad y justicia.



EDITORIAL 2: MÁS RECLAMOS DE

JUSTICIA (LA PRENSA - 19/03/10)

El atentado del 17 de marzo de 1992 contra la embajada de Israel puso en evidencia la falta de preparación de la Corte Suprema de Justicia para llevar adelante con eficacia la investigación de un delito de tamaña complejidad. La Corte Suprema dilapidó tiempo y elaboró hipótesis incongruentes. Bajo la responsabilidad del entonces presidente de la Corte, la causa estuvo dominada por cierta pasividad y falta de dirección. Luego las actuaciones pasaron a estar dirigidas por todos los integrantes del máximo tribunal, lo cual tampoco fue positivo. Por fin, se designó al secretario para llevar adelante la instrucción, quien le dio cierto estímulo y mayor coherencia a la investigación. Esta designación de la Corte en su momento fue un reconocimiento implícito de los pobres resultados que se habían obtenido. Si bien el tiempo transcurrido juega en contra del esclarecimiento total del atentado, ello no significa que ya nada más se pueda hacer. Por lo pronto se espera que al menos se determine cómo se sucedieron los hechos y quiénes serían sus autores ideológicos, más allá de los pronunciamientos que con motivo del nuevo aniversario del hecho han formulado los diplomáticos de la legación israelí. También se espera que se pueda determinar el papel y la identidad de aquellos que brindaron una apoyatura interna a los tèírOristas. En ese sentido, la embajada de Israel le solicitó oportunamente a la Corte que profundizara la investigación sobre por qué la sede diplomática no contaba con la custodia habitual de la Policía Federal. Si bien este punto ya fue tratado en el curso de la pesquisa y el resultado de la falta de vigilancia habría sido atribuido a la negligencia de los agentes destinados a esa tarea, parece razonable volver sobre el tema y ahondar en la conducta de los policías implicados. Junto a ello, parece también necesario investigar más profundamente la conexión local de los terroristas. Quizá sea cierto que quienes dieron una apoyatura interna no tuvieron contacto directo con los terroristas, pero esto es una presunción referida a una incógnita que permitiría acercamos a los responsables del crimen. En esta investigación no hay ningún justificativo para dejar puntos oscuros que podrían esclarecerse redoblando el esfuerzo, máxime cuando el estado de la causa arroja resultados sumamente pobres. No debe olvidarse que la falta de eficiencia de los servicios de justicia y de seguridad creó condiciones para la concreción posterior del atentado contra la sede de la AMIA. Por este motivo también se debe seguir trabajando para que se esclarezca el atentado a la embajada. Lejos de ello, las curiosas giras de ex funcionarios y referentes del oficialismo a países sospechados de estar involucrados en el hecho, marcan fuertes contradicciones con respecto a la voluntad del Gobierno en su compromiso con la verdad y la justicia.



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