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Teresa Beatriz Guzzonato, nació en
Santa Fe de la Vera Cruz (República Argentina, donde reside. Licenciada en
Edafología. Premiada en la Selección Poética del Rotary Club de Santa Fe.
Participó en Antologías y en la revista Banco Club de Santa Fe, también en
Muestras de Poesía Ilustrada. Integra la SADE (Sociedad Argentina de
Escritores), filial Santa Fe.
1984-1987: “Desde Santa Fe… para los
niños.”
A partir del año 1984, en la
provincia de Santa Fe comenzó a desarrollarse el proyecto de integración de las
áreas de educación y cultura del Ministerio durante la gestión del Dr. Jorge
Alberto Guillén, tendiente a promover la educación por el arte en
un contexto de educación permanente. Desde la Coordinación de áreas
se organizaron Encuentros Culturales Didácticosen las escuelas con
la participación de artistas de distintas localidades
teniéndose en cuenta el fichero de autores y la recopilación de obras disponibles
como aportes voluntarios delservicio de educación por el arte que
hasta entonces concretaba personalmente la responsable de tal coordinación en
el Ministerio de Educación.
Un grupo de integrantes del CEL
(Círculo de Escritores del Litoral, en marcha en Santa Fe desde septiembre
de 1983) aportó sus obras, donó el papel y cedió los derechos de
autor a los fines de la edición de un libro que sería donado a bibliotecas
escolares como soporte parasucesivos encuentros con escritores. En junio
de 1984, el subsecretario Guillén aprobó la edición de “Desde Santa Fe…
para los niños” en tales condiciones y en “adhesión al “Mes de las
Letras, al Día del Escritor y al Día del Libro”. Hubo cambio de autoridades por
fallecimiento del mencionado funcionario y recién en Junio de 1987 en “los
Talleres Gráficos de la Imprenta Oficial de la Pcia. de Santa Fe” se terminó la
edición que se distribuyó como apoyo al subprograma de “Literatura – Plan
Cultural Año 1987, aprobado por R.M. Nº 129 del 16-03-1987) como consta en la
tapa. Incluye poesías (numeradas correlativamente) y narrativa. Teresita
Guzzonato seleccionó tres poemas:
18. A DORMIR LA SIESTA
A dormir la siesta,
mi niño,
ya es tiempo.
Mira, afuera,
se pone rojo el ceibo
avergonzado de bostezos.
Siente,
la paloma
adormece a sus pequeños
con la monotonía de sus cuentos.
A dormir la siesta,
niño,
ya es tiempo.
Oye,
las abeja cansadas,
detienen su zumbido inquieto
buscando el sosiego
dentro de los dulces cuencos.
¿Sabes?
por el río
en una canoa blanca
está llegando el sueño.
Vamos, duerme,
que también para los pájaros
mece cunas de sauce el viento.
24. SIESTA
De espaldas al cielo
confundiendo la mezcla fresca
de arcilla y arena,
con la arcilla tibia
de su piel morena.
Los ojos,
bandurrias diminutas,
iniciaron vuelo
hacia una orilla infinita
bordeada de espinillos tiernos.
Vuela ya tan alto…
El río salpica para verlo.
Viaja en una caoníta roja
-florcita del ceibo-
apretada en los dedos.
El viento se aquieta,
le ofrece un silencio
y un puñado de nubes
dispersando los lamentos.
Los pájaros se callan,
no quieren sorprenderlo…
Sólo
una cardenilla se acerca,
fingiendo un distraído picoteo
a sacarle hilachas
-para tejer el nido-
de su pantalón viejo;
mientras él sigue
de espaldas al cielo
tejiendo sus sueños.
La siesta es camino
para irse lejos… p.
31
26. LABRADOR DE RÍOS
Tus manos modelan el agua,
labrador incansable de los ríos.
Yo admiro tu obra.
Tú acomodas las ondas
que dan la rizada imagen
de la superficie.
Menguas los remolinos
para que no dispersen
el algodonoso camino de las nubes
reflejado en tus llanuras.
Tú les hablas a los peces,
pides que sus voces no despierten
el sueño de la luna
en el seno calmo de las
profundidades.
Tú eres quien ara las orillas,
quien siembra las olas
y cosecha la espuma.
Amasas la arcilla
y das formas a las riberas,
pones sauces en el límite
de tus campos
y esquilas las flores azules
del inquieto rebaño de camalotes.
Convídame con un poco de tanta
frescura
y tanta sombra,
y déjame ser,
solamente,
un pasajero de la tierra
que se inclina ante tu
labor. p.32
1985: desde “Ronda Literaria”…
Augusto Zorreguieta desde Ronda
Literaria editada en Lomas de Zamora (Pcia. de Buenos Aires” generó
una urdimbre que se completó con las obras de escritores de distintas
latitudes. En 1985 decidió presentar “Antología Poética Selección 1985” donde
hay cuatro poemas de Teresita Guzzonato. Aquí, se reitera:
HUMO DE MAYO
Caricia gris
la del humo entre los árboles,
surgiendo entre verdes
chimeneas coposas,
pincelando el aire
de figuras
mitad serpentinas
mitad mariposas…
Mitad tristeza
la caricia gris del humo
aleteando por el cielo de la
tarde. p. 56.
Septiembre 1990: poema en “La Red”…
A partir de la edición del segundo
número de La Red, dirigida por el poeta y profesor de Filosofía Oscar
Ángel Agú; Teresa Guzzonato y Horacio Carlos Rossi colaboraron para que
continuara ese proyecto cultural. En la página central, perdura otro poema de
Teresita:
“Despierta la garza
cuando tañe la aurora
su claridad
en el campanario del silencio
y vuela…
eco de la luz.”
Verano 1991: poema dibujado en “La
Red”…
En el número cuatro de aquellas
ediciones, Teresita reprodujo uno de sus poemas filigrana –como
los nombro-, armoniosos manuscritos que esbozan imágenes con originales
señales. Aquí, sólo el texto:
Desgrana / el alba / la mazorca del rocío.
Por un grano
La luz se hilvana
Mariposa
Y liba
La flor
De la mañana.
2003: Desde “El Arca del Sur”…
En octubre de 2003, esa interesante
publicación dirigida por Alejandro Álvarez de Santa Fe de la Vera Cruz, en el
undécimo año editó el Nº 100, incluyendo otro poema de Teresita Guzzonato:
(¿Se evaporan las garzas?)
Sobre la laguna
la niebla,
como si las blancas garzas
como si el agua blanca
como si el cielo,
como si ninguno fuese lo que es.
Eco de la niebla,
repetida pregunta de los amaneceres
¿se evaporan las garzas?
En la página siguiente, un relato
que también aproxima a la poesía:
“En el patio de mi casa el naranjo
apresaba el aire de la primavera con sus azahares. Y convocaba a las abejas. El
rumor dulce de las flores, la danza miel ámbar de los insectos, los abrazos de
la luz, embriagaban los mediodías.
Yo me paraba debajo del naranjo y me
empapaba las enaguas con ese aroma. Absorta, miraba las flores deshilacharse
sobre mis hombros, mis cortos cabellos y delante de mis ojos, que seguían la
caída de las hebras blancas y sus nudos de polen hasta la grumosa tierra negra,
confiando sus encajes cerosos a mis pies.
(En mis ojos pulsaban mariposas de
azahar.)
Me enamoraba. Extasiada, nada era
más importante y mi madre luchaba reiterando sus llamados para que asista, de
una vez por todas, a la convocatoria del almuerzo familiar. Pasados los días
del rumor mieloso y blanco, la gestación de las naranjas ocupaba mis asombros.
Milagro y sorpresa.
Pequeñas gotas o piedras sudorosas…
Esferas verdes en las puntas de las ramas creciendo día a día, amarillando,
hasta arribar al color que las nombra. Serían soles de ocaso chorreando su
jugosa luz en mis labios.
Pero llegaban los pájaros. Los
sietecolores. Compitiendo por los azúcares. Dejando la fruta herida, tallando
la luna llena en el cuerpo de las naranjas.
Sí, era una niña que aguardaba que
los azahares blanquearan mis hombros y mis enaguas, hasta cubrir de puntillas
mis pies.
Mis ojos respiraban el almíbar tibio
que acunaba a las huevas verdes.
Y personaba las lunas que horadaban
los sietecolores en las frutas, secándole la luz a mis soles de ocaso.
Cómo no perdonar, si yo también era
un pájaro.
Aproximaciones de Nidia Orbea de Fontanini. Primavera de 2003.
http://sepaargentina.com.ar/?p=1099
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