La
expresion venezolana de hoy ......."el chalequeo"
"Chalequeo"
o chaleco es un término que se utiliza para denominar la burla o el aplique que
se le monta a determinada persona insistente e impertinentemente.
Ejemplo : "Está bien vale, me equivoque, pero dejen ya el chalequeo"
Dicen que el término se origina en la Caracas Vieja, cuando los caballeros usaban chalecos. La chiquillería halaba por el chaleco a sus padres para ser tomados en cuenta y montados en los caballos. Los adultos fastidiados de la agarradera y las peticiones de los jóvenes les decían a viva voz "deja el chalequeo" y de allí se usa tal expresión como sinónimo de fastidio por la impertinencia de alguien.
fuente: http://foro.univision.com/t5/Caracas/La-expresion-venezolana-de-hoy-quot-el-chalequeo
Vacilar= Bromear =
Broma = Burla
A ve cual mas coño no se
Ejemplo : "Está bien vale, me equivoque, pero dejen ya el chalequeo"
Dicen que el término se origina en la Caracas Vieja, cuando los caballeros usaban chalecos. La chiquillería halaba por el chaleco a sus padres para ser tomados en cuenta y montados en los caballos. Los adultos fastidiados de la agarradera y las peticiones de los jóvenes les decían a viva voz "deja el chalequeo" y de allí se usa tal expresión como sinónimo de fastidio por la impertinencia de alguien.
fuente: http://foro.univision.com/t5/Caracas/La-expresion-venezolana-de-hoy-quot-el-chalequeo
Se puede decir chalequeo (que es más usual) o chaleco. Es cuando te burlas de una persona, se dice que lo(a) estás chalequeando...
chalequear es una expresión para definir algo puramente en juego o en broma...
chalequear es una expresión para definir algo puramente en juego o en broma...
chamo dije una burrada en el salón y me montaron un chalequeo...
la fea se enamoró de Andrés, vamos a chalequearlo.
la fea se enamoró de Andrés, vamos a chalequearlo.
Sinónimos :
Jodedera=Ladillar= Vacilar= Bromear =
Broma = Burla
Antónimos :
Respetar; A ve cual mas coño no se
Enviado por : David (Caracas, Venezuela)
http://www.asihablamos.com/word/palabra/Chalequeo.php
El chalequeo:
El chalequeo ha
existido siempre en nuestro país, parece ser una característica del venezolano.
Se define como la acción de entorpecer o sabotear momentánea o definitivamente
la realización de una actividad, impedir el logro de una persona u ofender a
alguien con palabras injuriosas. La definición la extraje del Diccionario
de Venezolanismos de Rocío Núñez y Francisco Javier Pérez, publicado
por la Universidad Católica Andrés Bello.
Sobre el origen mítico
de la palabra “chalequeo”, el no menos mítico cronista Ulloa, citado por
Enrique Bernardo Núñez, señala que se debe a un incidente protagonizado por el
capitán general Don José de Cañas y Merino, quien se hizo cargo del gobierno de
la provincia de Venezuela el 6 de julio de 1711, y se caracterizaría en sus
años de mandato por ser uno de los más déspotas y crueles gobernadores que tuvo
la ciudad de Caracas.
Al asumir el cargo,
Cañas y Merino quiso pronunciar un discurso en la iglesia, aprovechando la
multitud allí congregada por la misa. El hombre hablaba, inspirado, cuando se
le acercó un niño pequeño, hijo de una esclava que acompañaba a su ama, que se
había escapado de la falda de su progenitora. El negrito se aproximó a Cañas y
Merino y empezó a jalarle el chaleco y a decirle algo en su lengua infantil, a
lo cual el gobernador perdió el hilo de lo que estaba diciendo y más aún cuando
la gente empezó a reírse de él, por lo gracioso de la situación y la
insistencia del negrito. El gobernador se fue, muy molesto, de la iglesia sin
haber podido decir lo que quería. De ahí vino lo de “jalar el chaleco” que se
convirtió con el tiempo en “chalequear”.
Según esta historia, estaríamos apunto
de celebrar los 300 años de la palabra.
No puede negarse la
posibilidad de que el chalequeo nos venga por parte de España. En 1807 fue
invadida por las tropas francesas. Napoleón Bonaparte puso como rey a su
hermano José. Enseguida, el ingenio popular le puso como apodo “Pepe Botella”
por su supuesta afición al trago. El 2 de mayo de 1808 los madrileños
decidieron no calarse la invasión y se amotinaron. El chalequeo lo reprimió el
general Murat a sangre y fuego.
Nuestro proceso
independentista comenzó con un gran chalequeo. El 19 de abril de 1810, el
recién nombrado Capitán General de la provincia, Vicente Emparan, se vio en
aprietos, por cuanto el Cabildo de Caracas y parte de la burguesía y la
aristocracia criolla lo desconocen.
Desde el balcón del pueblo, ubicado en la
plaza mayor, el mismo Emparan le consulta a la gente allí reunida si estaba de
acuerdo con que él siguiera su mandato. El cura chileno José Cortés de
Madariaga, gran chalequeador, situado a espaldas de Emparan, hizo señas a la
población presente para que contestara “¡No!”, y eso fue lo que ocurrió.
Emparan respondió que él entonces tampoco quería el mando. Ese mismo día se
levantó el acta para el establecimiento de un nuevo gobierno. El chalequeo inicial
derivó en la Guerra de Independencia.
Recuerdos del Loco
Palma
Ahora que se habla de
chalequeo en el ámbito escolar me viene a la mente “El Loco Palma”, que era
experto en chalequeo cuando estudiábamos en los salesianos. No sólo le ponía
apodos a todos los compañeros sino que lograba sabotear con éxito las clases
más aburridas.
Gracias a él Aristimuño se convirtió en “El Gordo”, Méndez en
“Gata Loca” y Gómez en “Cerebrito”. Pero tal vez el apodo más glorioso fue el
de “Gargajo’e mono” que le puso al profesor de Geografía, al que detestábamos
especialmente porque le gustaba gritarnos y humillarnos.
Palma también lograba
sabotear con éxito las clases más aburridas. Luigi (llamémoslo así, creo que
era de Turín) era un cura bajito y flaquito que como el veneno venía en envase
pequeño. Palma en cambio, hijo de gallegos, era un tarajallo que nos
sobrepasaba a todos en altura y era temible jugando fútbol por la fuerza y
velocidad que poseía. Un día estábamos en la clase de
Luigi, a quien odiábamos
porque le gustaba torturarnos dándonos coscorrones con la campanilla, y Palma
logró colarse, sin que el cura se diera cuenta, en un cuarto que había detrás
del aula de clase, una especie de desván lleno de muebles viejos y otros
cachivaches. Al poco rato, interrumpió la clase un ruido rarísimo proveniente
del desván, unas notas musicales todas desafinadas. Es que Palma había
descubierto un órgano viejo y cual monje loco se puso a tocar las teclas
desvencijadas. Por supuesto la guachafita fue general.
El cura, furioso, paró
la clase y sacó a Palma del desván jalándolo por una oreja. Más le hubiera
valido no hacer eso. Palma se le cuadró y le lanzó un directo de derecha que le
tumbó los lentes al cura. Nos levantamos rugiendo de emoción, cual si
estuviéramos en ringside:
“¡Dale Palma! ¡Mátalo!”. Animado por la
espontánea fanaticada, Palma siguió dándole al italianito, que intentó
responder pero era demasiado fuerte la lluvia de golpes producto del rencor
acumulado, de tal manera que sólo le quedaba cubrirse para medio defenderse. Le
seguía dando cuando llegó, corriendo y sudoroso, el padre Santos, administrador
del colegio, quien paró la pelea. Por supuesto, a Palma lo expulsaron, a
nosotros nos castigaron y al cura lo transfirieron. Pero desde ese momento
quedó en nuestra memoria como “El Vengador”, el héroe que nos reivindicó de
tanto maltrato.
La escuela debería ser
un lugar para aprender a respetar al otro; debería haber materias llamadas
“consideración”, “amabilidad”, “participación”, “solidaridad”. Maestros y
profesores tenemos una gran responsabilidad en que esto sea así, pero también
la familia porque de nada sirve un gran discurso cuando los niños en la casa
presencian a sus padres agrediéndose física o verbalmente, contemplan escenas
atroces en la televisión, oyen reguetón que promueve el uso de drogas y el
maltrato a la mujer, o ven a políticos, tanto del gobierno como de la
oposición, insultando a los demás, en lugar de dar ejemplo de trato respetuoso.
Una cosa es el
chalequeo, entendido como el buen humor y la guachafita que nos caracteriza a
los venezolanos, y muchas veces nos han protegido de los abusos del poder
(cuando los gobernantes son malos, no queda otra que burlarse de ellos), y otra
cosa es el “malandreo”, que no podemos dejar que se convierta en un valor aceptado
por la sociedad.
http://ciudaddelostechosrojos.blogspot.co.il/2011/06/el-chalequeo.html
Caracas Crónica
Pequeñas historias de la Gran Caracas.
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