BIOGRAFIA DE
INVIERNO
(Quiero verde llegar a ser viejo)
Américo Gollo Chávez.
Si sabias
son las especulaciones de algunos expertos, recordarse en detalle de los
primeros tiempos signo es de vejez. De ser cierta tanta crueldad de la razón
sobre la existencia, resulta, a su pesar, bella y buena la evocación, el
recorrer el tiempo volviendo a él, metiéndose en su espacio, mirando los
rincones transparentes donde nunca nos
encontraron, sonrientes de la virtuosidad de las fechorías, inevitables, si en
verdad niño se es y ha sido. De nada recordar, no se fue niño, ni mártir, ni
héroe, ni villano, ni nada, sencillamente muerto de atardeceres vacíos de
auroras. Las primeras palabras, el bautismo, las canciones de arrullo en la
única voz que esculpida en sonidos anda suelta en los sueños. Las primeras
miradas y los ojos ávidos de descubrir secretos siempre celosamente aguardados
bajos la enaguas de las niñas vírgenes. De donde soy y vengo era importante el
sabor de aguas frescas, mermeladas de amores que corrían siempre abiertas tras
las sonrisas cálidas del viajero que en ellas reponía sus fuerzas o limpiaba el
pecado de sus lascivias tiernas en la quebrada cómplice. Nos encantaban los
grillos y en su monotonía seca sorda nos
trasladaban lejos hacia el insufrimiento, desligados del suelo, hasta que el
gallo impertinente recordaba el destino del labriego, despertarse temprano, el
café e ir tras el trabajo que sin cansarse espera y la escuela tantas veces
maldita tantas más veces buena. La maestra, la niña, el compañero, el juego y
el empeño por ganarse del honor de ser primeros.
Por los
actos culturales descubríamos el mundo. La canción de cuna, los aguinaldos,
Conticinio, villancicos, Noche de Paz, parrandas, nunca supimos si vinieron de
lejos o eran nuestras. Pero siempre supimos que eran bellas y servían para
arrullar abuelos y para jugar con el Niño Jesús y sonreír con la Virgen María y mirar lo insulso de José y
vacilar burlones incompletos a los reyes magos que llegaban de donde no
sabemos y, luego, se iban hacia ningún
destino. Eran seres extraños, ajenos, cierto eran, pero eran los amigos del juego. Nadie, digo
absolutamente nadie, se ocupaba de ellos solo un día para ver qué trajeron y en
la casa grande, donde vivía el dinero, por ver si llevaron de las despensas
algún avío a cuestas de esos que allí abundaban, el incienso, la mirra y el
oro, en morocotas hecho. Conocimos
temprano a Don Quijote y, jamás sorprendieron sus discursos ni sus actos ni
duelos. Eran como las cosas eran, normales. Quién allí no vivía las peleas con
el barro de los asnos cargados de cosechas que venían a saciar el apetito de la
gente del pueblo, y que una veces morían de desespero, otras, los liberaban con
palancas muy largas de pardillo o de vero. Los que sobrevivieron siempre los
recordamos en las burras masticando el amor en el apareamiento, visto como
virtud para la permanencia de lo útil y bueno. Y más tarde los mozos ya
crecidos con ellas emulaban a los podencos, pero nunca lograron que la bestia
pollina o la burrita masticara la felicidad. Aun sin saber por qué, nos
disfrazábamos de Guillermo Tell y con atuendos como el suyo, sus ropas, su
arco, la flecha, sustituidos por la fonda, el joro, el cuchillo y el apero
menor y marchábamos tras los pájaros buscando la justicia. Nunca posible fue
alcanzar ese vuelo. La civilización vino llegando, el cura, a locha, trajo el
cine y con ellos llegaron los modelos, María Félix, rancheras, Negrete, Antonio
Badú y algún vaquero de sombrero eterno
e inmutable. A Cantinflas lo escondieron celosos, lo supimos muy tarde, por
disposiciones del señor obispo y demás
alto clero: nos habría el humor, así supimos ahora ya de viejos, abierto los
ojos y eso no es nunca bueno según piensan los viejos de los niños. El radio y
las novelas llegaron no sé como, solo sé que cuando se encendían, y ocurrió a
partir de esa fecha por siempre, huyeron el Quijote y Guillermo Tell, se fueron
y se llevaron todo o casi todo, de eso no entiendo bien ni lo recuerdo en la
precisión que la razón demanda y el
poema urge. Los aguaceros grandes con los fríos blancos del granizo bueno,
poemas en pedacitos sueltos. Los veranos no largos ni uno malo que sequía se
volviera y de miedo colmara las cosechas. Era mas bien amigo para los grandes
juegos, la pelota antigua, dicen que de los indios provinieron y los modernos
siempre con inventos de todos tras las bolas del béisbol de los zagaletones
iniciados de bigotes informes y barbas hipotéticas y allá lejos en la saga del
tiempo los honores muy serios, como flechas clavadas en la gloria, nada de
saludarse tocándose el trasero, eso estaba prohibido o solo quizá si permitido,
a obscuras, que no vieran los ojos del amigo y en la palabra se pudiese
continuar libre de sospechas.
Los
descansos, que pocos, eran tiempos de historias sin trayectos. El cuando sea
grande. Quiero ser monja, recuerdo como ahora, mi tristeza de no saber por qué
lo dijo ella y dije, entonces, sacerdote seré, a pesar del visible fracaso,
hice el intento. Ella murió, se fue virgen al cielo, llevaba un traje blanco de
algodón tejido con rayos de sol y bordados de
luna. Ni el cura, el sabio bueno donde Dios en persona se hacía palabra
sin flagelo, para la virtud y la alegría que se encuentra en el canto del
pájaro y el beso, entre otras cosas dijo que así era, de apellido extraño,
Aceros, para tanta belleza que en sus discursos del diario conversar con su
pueblo de Dios, no conoció el pecado ni el castigo. Tampoco el doctor pudo
explicarlo, aún, dijo, sobrio, esas cosas no las explican ni comprende la
ciencia de hoy, y quizá nunca pueda. Cosas de vida y muerte, que es lo mismo
por siempre, todavía me consuela el comentario más corto, más sencillo como un
meteorito de inasibles verdades,
esencialmente tierno, la sentencia exclusiva de mi padre, mi amigo. Cosas de vida
y muerte y el silencio. El silencio sería por siempre mi enemigo invencible.
Como verse se puede, ya lo dije, fracasé en mi proyecto, pero, he de confesar,
además, en mis cosas, siempre tuve eso que hoy llaman escenario alternativo,
como era el hábito de todos en el pueblo, para salvarse o hacer cumplir la
fuerza del destino.
Nadie dijo,
yo quiero ser bombero. Ahora lo entiendo bien. No había razones, todos allí
eran fuego y si el fuego se apaga se muere sin nacer sin hacer tiempo; más bien
era al revés, a veces en los contados pensadores niños que allí hubo, escuché,
yo quiero ser el fuego cuando grande sea y de mi salgan todas las cosas como en
una explosión que conmueva estos cerros y abra pasos al río. Ahora se que eran
las lecciones recibidas de Eustacio, un Sr. Pérez que creíamos loco y sabio
era. Selustriana, su madre, dijo ser descendiente de Hypatia, la única mujer
que administró la biblioteca de Alejandría y en el cuadro de los grandes
matemáticos tiene lugar excelso. Nunca supe ni he sabido qué es eso, pero
testigo soy de haberla visto recorriendo caseríos, valles, buscando intensamente probar
incoherencias, así decía, que encontraba en los textos de Euclides grabados en
las cortezas de los árboles, en las faldas de las montañas y en la memoria de
los locos sin recuerdos, sólo formas y versos. Ahora a esta altura, sé que los
nombres reencarnan. No las almas, las almas no,
los nombres y a veces en lugares y seres adecuados. Eustacio y su Madre,
Selustriana, y Euclides eran nombres venidos y allí reencarnados. Valga el ex
curso, porque necesario es para que se sepa que es historia real y no ficciones
verdaderas.
Yo seré la
piedra, exclamó uno de entre nosotros, huérfano de padre y madre que no supo de abuelas ni de viejos, las
piedras, reiteraba, no sienten, son eternas. Yo quiero ser eterno. Y callaba
como si fuera piedra o de piedra fuera. Pocos días después disolvió su
esperanza suicidándose en el único viaje que emprendiera, tras lo que quiso
ser, lazándose de la piedra más alta que coronaba el cerro. Juan, bien lo
recuerdo ahora, quiso ser Mono y realizó sin peros su destino, vive en las
grandes copas de los pequeños árboles y en la rama más alta del helecho
gigante. Cada quien dijo querer ser alguien en la vida y en la palabra dibujó
su modelo. Pero también trazamos los fracasos. Si no soy esto, entonces seré
aquello. Yo no quiero ser nada, solo sabio, escuchamos sin comprender a
Picajui, hijo de Colaca y el Casuco sabios de amor y versos. Y apenas tuvo
tiempo de saberlo, se murió sin saber que todo lo sabía y por curiosidad
decidió experimentar con la muerte. Y así fuimos, cada quien según su cada era
o quería ser. Yo me tracé, como anotado queda, mi plan alternativo. No por
anhelos de triunfar, ni por miedo al fracaso. Y tampoco me preocupó el destino,
que llegue, decía escéptico, no se si estaré vivo o muerto me hallará del timbo
al tambo. Ambos objetivos, puedo decir
así, reclaman condiciones para las que no soy apto. Triunfar es siempre la
derrota del otro, no importa si es cadáver ajeno o vive en uno, por ahora, lo
mismo da para esta historia. Y si es así, sin más palabras queda definido el
fracaso como opuesto. Mi intención era otra, que por lo demás fuese
irrelevante, bien porque todo el mundo pudiera alcanzarla, según sus hábitos,
bien porque no tuviese importancia, como todos esos perfiles y los anhelos
necesarios para tener los bienes que suponen, reclaman y demandan las
realizaciones que trazadas quedaban. Yo, pues, en mi plan alternativo quise ser
viejo; pero naturalmente no cualquier viejo, sino uno, muy especial, que si
bien no único, lo que supe muy tarde, sí al menos no tan común al resto en sus
individualidades conquistado, porque en mi hipótesis yo quería ser un viejo
como si joven fuera. Tenía muchos problemas, derivados los más, como siempre,
de mi propia ignorancia para definirme; porque, todas esas cosas que soñábamos
ser, son definiciones, mas que otras cosas. Cuál el sustantivo adecuado, creo
que así se dice. Ser médico es más que ser, es ser médico y así. Porque además todos
esos predicados que se querían lograr siempre tenían un componente moral
fundamental. Lo que queríamos ser era lo bueno para quien quería ser, pero
también para los demás que bueno fuera. Jamás supe que nadie dijese quiero ser
asesino, ni bandido ni embustero de oficio, el embustero de oficio,
sentenciaban nuestros pensadores viejos, son los peores asesinos, asesinan la
verdad para ocultarse y si alguno vaquero quiso ser era sólo por disparar
primero el ruido sin balas ni testigos y así apreciar destrezas en sonidos.
Tampoco, entre los nuestros expresó nadie su perfil de político. Pero siempre,
eso sí querían ser algún sustantivo. Mi plan originario, un sustantivo, era ser
sacerdote, mas para estar con ella que por ser escogido, eso fue lo primero, mi
esencial plan para conseguirme con el destino descrito sin prescribir en el
principio. Mi plan alternativo, un adjetivo. Y no era fácil ni el adecuado ni
la comprensión de mis amigos, niños de aquellas eras. Por intuición más que
sabiduría, decidí consultar al padre Aceros, al oír mi adjetivo como deseo, se
rió mucho. Todavía lo recuerdo un tanto sorprendido. Consérvalo en secreto, me encomendó, pero me
pidió que para no sentirme despreciable, que aprendiera un poco de buen griego
y latín que allí resueltos podrían estar algunos de los problemas que el
adjetivo en cuestión generarme pudiera. Me sirvió de mucho el Seminario, sin
que ello suponga que fui a él, para buscar el adjetivo. No, a él fui por esas
razones esbozadas arriba, el espacio que protegido me permitiría alcanzar ser sustantivo: sacerdote; pero, como
establecido ya quedó, tenía, como decían entonces, por si las moscas, un plan
alternativo, el adjetivo. El Padre se llevó mi secreto, murió de viejo y santo.
Yo conservé el adjetivo, sin saberlo. Durante todo el tiempo recorrido
realizándome en aquello que he intentado ser no me fue necesario ni su uso, ni
empleo, ni venía a la memoria. Tal vez vivió siempre conmigo. No se siente el
hambre cuando se está lleno.
En Ovidio,
creo que así lo describieron los
latinos, supe de mi adjetivo. Para esa fecha no le di la importancia.
Eran obligaciones propias de las traducciones por tarea y provocan fastidio e
incomprensión terribles. Con mi maestro de griego, paseamos por aquellos
lugares pero él no supo nunca, tampoco yo
para ese momento, los problemas más
graves que surgieron de las traducciones del griego al latín, la pureza
solía huir y la belleza se asustaba tanto que se escondía de miedo. La
fidelidad, que es el peor enemigo del hombre, y las traducciones son
incompatibles, no así la infidelidad que
alegra juega con los términos y con los hombres como escalera en la búsqueda
inútil de la felicidad, pero logrando muchas veces, alcanzar la belleza. Es así
como posible es siendo infiel ser fiel a la belleza del poema que a otro idioma
se lleva u otra vida se alcanza. Goethe y Lorca me ayudaron más tarde sin
propósitos ciertos, sólo que estaba allí el adjetivo que yo quise ser sin las
complicaciones de las versiones griegas y latinas. Sin mayores pretensiones
creo que se derivaban de la manera cómo se adherían al sustantivo. Entre el
Goethe y Lorca, a pesar de ser una cualidad en ambos casos, la vida, en uno era
la virtud misma del florecer, en el otro, el amor en sí de ser verde,
sustantivo, entonces. La teoría es gris y verde es el árbol de la vida, con muy
fea traducción pero que hace comprensible en su totalidad el ejemplo Adjetivo.
Verde que te quiero verde… dijo Lorca, inmenso Verde, sustantivo.
Lo mío era como una síntesis, quizá una simbiosis de ambos
modos de serse valor el verde según la concepción de estos poetas.
Entre estos
espacios clásicos y la moderna era, hubo
la era intermedia que trastocó colores adjetivos sustantivos y los llenó
de enfermedades o virtudes. A veces de ambas. En los griegos y aun en las malas
versiones latinas el verde era esencial en su cualidad, como un ser y serse por sus virtudes el poeta,
mantener el verdor de la vida y guardar primaveras para el invierno. Pudo hacer
disfrute de lo báquico, mas por razones de lenguas y de historia, de
traducciones y conductas, salvando las distancias, valga la identidad,
meramente adjetiva entre Dionisio y Baco. Tal vez fue en la Edad Media, en la
que vivió España tantos años después de muerta, cuando el adjetivo adquirió su
asquerosa significación de perverso, canalla, miserable. Ahora he llegado a
viejo, quise ser viejo en las diferencias de lenguas como entendieron la
cualidad los griegos y latinos, como el Fausto en su sublime reconocimiento o
como Lorca, en su amor de pintor a la palabra y en su amor desmedido de poeta a
la pintura. Por ahí ando buscándome sin saber si me encuentro en ser verde. En
la palabra ajena puedo ser otro, como todos los viejos pobres soñadores
imbéciles y, ¿entonces?, la
interrogante queda sin resolverse según
cada quien es según fueron los perfiles de sus pasos primeros proyectos en los
hombros del niño que llevamos adentro. Y el niño y el poeta son lo mismo
trasciende la palabra sin importar el tiempo, solo color verdor sonido.
fuente: recibido directamente del autor, al que agradezco y felicito calurosamente.
Lic. JOSE PIVIN
Americo Gollo Chavez, escritor,poeta,
profesor, intelectual venezolano.
Ingreso a LUZ(UNIVERSIDAD DEL ZULIA)
01.02.69. Dirección de Cultura.
09.07.93. Profesor. Facultad Experimental de Ciencias
Titular
Jubilado
Estudios Realizados
Doctor en Filosofía. Universidad Eotvas Lorand
Budapest. Hungría. 03.05.79
Investigación Post doctoral, Estética
Instituto Schiller, Alemania Federal. 1991
Licenciado en Letras Hispánicas. LUZ. 69
Primer Nivel de Maestría en Educación Superior. LUZ l973.
Sociología Literatura. 1 al 24 de nov. 1974. FHE.LUZ
Semiología del Objeto. LUZ 84 Hs. FEC.LUZ. 1976
Lengua Alemana. Un año Instituto Goethe. Prien. 1977.
Tercer año de Economía. LUZ. 61.62.63.
Idiomas: Latín, Español, Francés, Alemán.
Cargos Desempeñados en LUZ:
Decano Fundador(I) de la Facultad Experimental de Arte, desde el 06 02 00
Prof. De Comunicación y Lenguaje. FEC. LUZ. Desde l973.
Primer Lugar en el ingreso según la metodología empleada.
Coordinador del Eje del Pensamiento Simbólico: Matemática, Lógica, Lenguaje, FEC. Años 73 74 75.
Profesor de Epistemología: Matemática y Sociedad; Ciencia y Sociedad. Departamentos de Matemática, Física. FEC. LUZ .
Profesor de Estética. Postgrado de Letras Facultad de Humanidades Profesor de Metodología de la investigación. Fac. De Ciencias Jurídicas y Políticas de LUZ.
Postgrado en Ciencias Políticas. Coordinador de la Comisión Central del año Jubilar de LUZ, en El 50 aniversario de su reapertura.
Proponente y Coordinador de la Comisión para la creación de La Facultad Experimental de Arte.
Representante de LUZ ante la Comisión Bicameral y la AVERU para el análisis del PLES. 98 –99.
Coordinador Primer Encuentro de Educación Musical para América Latina, UNESCO, CONAC; UCV, LUZ...Caracas Sep 1996
Moderador del II Encuentro Musical de Expertos de A.Latina. UNESCO, UCV, LUZ; .....Caracas 1997.
fuente: http://www.analitica.com/colaboradores/6307970.asp