viernes, 5 de julio de 2013

BUENOS AIRES: EL ANTROPOLOGO DANIEL FEIERSTEIN, NUEVO TITULAR DE LA ASOCIACION INTERNACIONAL DE ESTUDIOS SOBRE GENOCIDIO.= Argentine scholar Daniel Feierstein is the new leader of US-based IAGS.

“La región es una especie de vanguardia”

Quien fuera titular del Centro de Estudios sobre Genocidio de la Untref analiza su llegada al organismo internacional como un reconocimiento a su trabajo, pero también al desarrollo de los juicios en Argentina.

El antropólogo Daniel Feierstein considera
su nuevo cargo como “un desafío”.
Imagen: Sandra Cartasso

 Por Ailín Bullentini
 
El antropólogo Daniel Feierstein analizó su llegada a la Asociación Internacional de Estudios sobre Genocidio (IAGS, por sus siglas en inglés) desde una perspectiva pluralista. Con él, asume la titularidad del organismo más importante de análisis de prácticas genocidas a nivel global la manera en que América latina –y los casos que golpearon a los países que la integran– analizan esa práctica de exterminio. “Mi trabajo y el de mis colegas de la región durante 25 años, que se expresa también en los juicios en la Argentina, tiende a incluir la dimensión de la opresión, una mirada más foucaultiana de las tecnologías de poder y un cuestionamiento sobre el tipo de identidades y grupos que confrontan en un proceso genocida. Además, quien hasta hace poco fuera el titular del Centro de Estudios sobre Genocidio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero califica su flamante cargo como “un desafío”.
 
–Es una gran responsabilidad, un desafío, pero también una oportunidad.
 
IAGS reúne a investigadores de todo el mundo y, tanto en el campo del derecho como las ciencias sociales, nuestras visiones sobre el genocidio colisionaban con una interpretación muy primaria, construida en los años ’70 por la academia norteamericana, europea e israelí vinculada a una visión de conflicto social como la oposición entre grupos radicalmente distintos y el rol del odio en la construcción de ese enfrentamiento. Mi trabajo y el de mis colegas de la región durante 25 años, que se expresa también en los juicios en la Argentina, tiende a incluir la dimensión de la opresión, una mirada más foucaultiana de las tecnologías de poder y un cuestionamiento sobre el tipo de identidades y grupos que confrontan en un proceso genocida. El voto masivo de los investigadores de todo el mundo nos da fuerzas en esta línea que se ha expandido en lugares como Camboya, Bangladesh, Canadá, Colombia, Chile, Uruguay, España, Italia o Alemania. También es un reconocimiento a los logros en los juicios, donde por primera vez hubo tribunales dispuestos a una interpretación más profunda y sociológicamente fundada de la Convención sobre Genocidio.

–¿Qué desafíos le plantea esta nueva labor?
 
–Siempre planteé el contenido político de la investigación, su necesidad de vincularse con las necesidades de la sociedad de la que proviene, particularmente en universidades públicas, financiadas por esa misma sociedad. Ha sido una discusión muy fuerte en el campo académico y también en IAGS, frente a un grupo muy relevante de personas que sigue creyendo en el viejo paradigma positivista de la neutralidad valorativa del asunto. El mayor desafío será demostrar que se puede sostener un nivel de excelencia en investigación, una mirada profundamente crítica y un compromiso irrenunciable con los que sufren, particularmente en nuestro campo de estudios, con las víctimas de la opresión estatal e incluso neocolonial. El otro desafío será seguir ampliando el diálogo con los juristas, que nunca es fácil, pero ha sido cada vez más enriquecedor.

–¿Qué aportes considera que podrá realizar al trabajo de la IAGS?
 
–IAGS ha sido históricamente una asociación con una presencia importante de abogados. Por de pronto, el presidente del período 2009-2011 fue William Schabas, un jurista de la Universidad de Galway, Irlanda, que sigue sosteniendo la visión más cerrada con respecto a la definición jurídica del delito de genocidio. La elección de un antropólogo en 2011 (Alex Hinton, de Rutgers University) y ahora la mía expresan esta apertura de miradas y el desafío será correr más las fronteras.

–¿Se puede comprender su llegada a la IAGS como la de las experiencias latinoamericanas en cuanto al genocidio?
 
–Sin duda, creo que el reconocimiento es doble. Por un lado, a mis 25 años de trabajo en la temática. Pero no me cabe duda de que también pesó en la decisión el rol de los tribunales argentinos, la postura más compleja del bloque regional latinoamericano frente a la “responsabilidad de proteger”, la sensación de que en derechos humanos nuestra región se ha convertido en una especie de vanguardia del planeta. Vanguardia en cuanto a los fallos jurídicos, en cierta oposición a las iniciativas neocolonialistas y en la institucionalización de sistemas de protección de derechos humanos, lo cual no quita que todavía tengamos muchísimo por lo que luchar y que tanto en Argentina como en América latina los derechos humanos se sigan violando cotidianamente.

–A nivel mundial, ¿cuál es la comprensión de los procesos y las prácticas genocidas?
 
–Se trata de un campo muy complejo, pero nuevo y fértil a la vez. Y dependerá mucho de la presión que las sociedades puedan ejercer sobre sus investigadores. Las discusiones son muy ricas y duras, y por supuesto que hay análisis diversos, tanto provenientes de disciplinas distintas como vinculadas a objetivos diferentes en los modos de elaboración del trauma, en los tipos de utilización de los procesos de memoria y en las propuestas de acción a futuro. Es difícil realizar un estado de situación o me llevaría algunas horas, pero quizá pueda resumirse en la creciente complejidad, riqueza y confrontación en los modos de interpretar y actuar frente a los fenómenos genocidas. Quizá valga destacar otra iniciativa, que es la reactivación del Tribunal Permanente de los Pueblos, que reunirá en Roma el próximo septiembre a muchos de las figuras más reconocidas en la defensa de los derechos humanos en el mundo y a investigadores para analizar los desafíos de este siglo, la posibilidad de crear un nuevo Estatuto de los Pueblos y un ámbito que pueda erigirse como una contrapartida popular que pueda a la vez entrar en diálogo y en confrontación con la institucionalidad de las Naciones Unidas.

–¿Se puede pensar en mecanismos similares de funcionamiento del genocidio en diferentes partes del mundo, o en cada sitio adquiere características distintivas?
 
–Diría que la riqueza del trabajo con los procesos genocidas es que la respuesta es doble. De una parte hay mecanismos comunes que dan cuenta de las tecnologías de poder específicas de cada momento histórico y que, con la globalización, tienden a ser más y más similares. Durante 500 años el Estado nación ha sido la estrategia fundamental de dominación de los pueblos. A fines del siglo XX, sin embargo (y como ilustra el caso yugoslavo o el intento de secesión en Bolivia), la estrategia es la destrucción del Estado, en tanto el mismo se ha transformado en el último límite a la expansión ilimitada del poder económico transnacional. Y eso es lo que nos señala la complejidad de los procesos que estudiamos. En otro sentido, sí, las diferencias culturales e históricas introducen distinciones más que significativas que no podemos ignorar.

–¿Y las consecuencias? ¿Se pueden agrupar en conjuntos similares?
 
–No, en este caso es más variado aún, más allá de que pueda haber elementos estructurales comunes. Porque a la variedad cultural e histórica se suman las características de la resistencia de cada pueblo. Esto es: ya no sólo se trata de diferentes objetivos de los genocidas sino también de que, más allá de sus planes, las sociedades, los pueblos, no son elementos estáticos. Se defienden, reaccionan, elaboran el pasado, actúan sobre el mismo. Ello implica que cada caso es particular.


fuente: DIARIO 'PAGINA12.COM.AR-1 DE JULIO 2013
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-223436-2013-07-01.html


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Genocide can only be punished

in court’

Daniel Feierstein is a professor at the Universidad Tres de Febrero and Buenos Aires University (UBA).
























Argentine scholar Daniel Feierstein
is the new leader of US-based IAGS
by Luciana Bertoia
Herald staff
An Argentine sociologist has been appointed president of the US-based
International Association of Genocide Scholars (IAGS). Daniel Feierstein,
well known for his scholarly studies that are widely used in the ongoing
trials that examine crimes committed during the dictatorship that ruled
the country between 1976 and 1983, is the first Latin American who
will run the organization.
In his book Genocidio Como Practica Social (Genocide as a Social Practice),
Feierstein describes genocide as a process carried out by modern states. The
Buenos Aires University (UBA) professor took a leading role in defining
what happened in Argentina during the last dictatorship as a genocide
because he understood that the military tried to destroy part of the
Argentine people as a group and to modify the structure of society. His
work has been cited by national judges in their verdicts.
Feierstein talked to the Herald and expressed his satisfaction with his
new post.
“They used to say that genocide was perpetrated in the South but
studied in the North. Over the past few years, voices from South
America and Asia began to be heard. I think my appointment is part of
a process of change,” said the scholar who leads a Centre of Genocide
Studies at the Tres de Febrero University.
What new ideas will you take to the Association?
On the one hand, the idea is to challenge the paradigms through which
genocide has been thought of in the past. Many understand the 1948
Convention in a simplified way: they believe genocide is a product of
hatred but I believe we must pay attention to the logic of oppression it
involves. We should consider genocide as a way to reorganize social
identity. When we think of genocide as two groups attacking each other,
we end up justifying the practice, even as we express our condemnation.
Do you think preventing genocide is possible?
There are two different positions. The “preventive line” came first,
especially in US foreign policy, and implies that genocide can be
prevented through military or humanitarian interventions. In the cases
in which the preventive line prevailed it showed to be a disaster and
there is the question of who defines that genocide is going to be
perpetrated. The other position, which is widespread in academia,
denies that genocide prevention is possible and establishes that the
role of scholars is to study it.
So what is your position then?
I think that prevention does not mean intervening when the mass
killings are taking place. Genocide is a process and its prevention
must be carried out in its very first steps. When a state decides to
annihilate a part of its population, it is hard to decide strategies.
Removing an oppressive regime, such as the Iraq or Libya ones,
can unleash other conflicts, worse than the ones that existed during
the repressive regime. Intervention must not be reduced to military
actions, it means taking political, educational and economic actions,
to name just a few.
Do you consider that the only way to punish genocide perpetrators
is taking them to court?
Yes, but we should take into account that trials can also be based
on ethnocentric principles or be a tool for oppression. Trials taking
place in Cambodia are shocking because, for example, the foreign
judges do not understand the language spoken by the victims. How
can they rule then? I think trials must take place in the same society
in which the genocide has been perpetrated. But it’s not easy
because it involves transforming social relations within society.
You mean trials such as the ones taking place in Argentina?
Yes, the struggle of human rights organizations that took perpetrators
to court in foreign countries put the Argentine state under pressure
and that situation led to the reopening of trials against oppressors.
Trials are taking place in our country with our judges and that’s why
the Argentine case is so interesting.
A few years ago, it was almost impossible to think that a judge would
define the crimes committed during the dictatorship as genocide and
now verdicts show a different approach. Why did this change take
place?
Because of the fight put up by human rights organizations. Almost
everyone used to consider it a genocide outside the courts but they
argued that before judges we had to call it a different way. The
question is if we think justice is beyond our reach or we consider
law as a human creation and we try to face our limits and
responsibilities.
In a recent ruling on the violations carried out at the Ford plant in
1976 in which the judge said that human rights can also be violated
by non-state agents. Do you agree?
I think it can be a dangerous point of view. On the one hand,
\prosecuting the managers of Ford seems an unprecedented case.
I don’t remember another case in which managers’ criminal
responsibilities in a genocide process were examined. On the other
hand, there is a trend that says that crimes against humanity can be
committed by non-state agents but it presents a great challenge to
implicate all the instigators of the genocide without leaving out the
state agents as the main ones responsible for the crimes.
@LucianaBertoia
6 de Julio 2013- BUENOS AIRES HERALD.
http://www.buenosairesherald.com/article/134088/%E2%80%98
genocide-can-only-be-punished-in-court%E2%80%99#.Udimffim_AF.facebook

 

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