domingo, 30 de diciembre de 2012

Venezuela: Américo Gollo Chávez nos trae " EN AQUEL TIEMPO Y EN ESTE"



EN AQUEL TIEMPO Y EN ESTE.

        
Américo Gollo Chávez.


A mi sobrina Carol, aventada de estas tierras y que en la dura España lucha por realizar los sueños que aquí imposible hicieron. Y a quienes se van tras la esperanza de lo bueno y bello. 


            En aquel tiempo dispuso el Faraón que  las parteras  Sifra y  Fùa   garantizasen que cada niño parido de hebreas fuera muerto  al nacer y que dejasen vivir a las niñas, según fuese el caso. Por estas  cosas del amor, las parteras  desobedecieron las órdenes y ante la pregunta del porqué no ejecutaron  su mandato, respondieron que las mujeres hebreas eran más fuertes y parían  antes de que llegasen ellas.  Ocurría  entonces que el pueblo hebreo se multiplicaba  de varones y temeroso de lo posible el Faraón amplió su orden,  de modo que todo niño nacido de hebreas fuese  echado al río,  las niñas permanecerían con vida.  Las razones del Faraón para exterminar a los varones eran sencillas,  claras, si los varones hebreos crecieran y multiplicasen sus bienes y rebaños,  crecería con sus obras su poder y, por tanto,   mañana podrían levantarse con fuerza y buenas razones ante las inmensas, crueles, bárbaras injusticias, vejámenes, trabajos forzados,  que recibían y, lo que era también obvio,  disminuía el poder del Faraón,   mientras las  mujeres  podrían seguir prestando  los servicios que la cultura  egipcia les imponía hacer.  Ruego al lector me perdone la audacia, creo que ahí, en ese detalle, empezó la historia hebrea de cuanto han hecho con su trabajo, su capacidad y sabiduría y sus luchas por preservarse y crecer y todo cuanto ha sido por ellos hecho y  contra ellos se ha  hecho. Cosas propias  de las cosas del poder.

            Pero, volvamos a Egipto. La historia no termina allí. Cada madre, quién puede dudarlo, trata de proteger a su hijo  con mayor celo según sean las amenazas que pesan sobre él, así fue ayer, así es hoy y así será  por siempre, hasta donde posible fuera si con ello garantiza su existencia. Fue así entonces como la mamá de uno de ellos, Jacabed, al no poder mantener oculto a su hijo decidió construirle un  botecito, como una cesta cuidadosamente tratada  y ponerlo  en algún remanso del Nilo,  con la esperanza de que  la hija del Faraón,  de quien sabía que se bañaba en ese lugar, se enterase y pudiese  tomar el niño para sí y criarlo.  Pensaba que la Princesa, mujer y la esencia de la mujer, su instinto natural  es ser madre,  digo mejor mamá, creo que así se  pensaba ayer, como hoy, pues sí,  ella tendría esa cualidad, el instinto de ser mamá y así podría asumirlo.   Por esos recovecos bíblicos  que nadie  como yo puede descifrar,  muy cercana a la Princesa había una hermana, no tengo la certeza, de la mama de Moisés, o del propio Moisés (¿?) quien ejercía decisiva influencia sobre su “ama”  y logró persuadir a la Princesa y fue así como  además de salvar  al niño de la segura muerte en las aguas del Nilo,  se las arregló para que la hebrea  Jacabed no solo fuese  su cuidadora, sino mucho más,   amamantarlo y cuidarlo hasta crecer.  Y así se hizo.

            El lector tendrá posibilidades de ver  con cuidado El Éxodo,  pero sea cualquiera la bella leyenda en torno a Moisés,  quien será luego el más grande de todos los grandes Judíos, su legislador, su conductor, en fin, no se si sea exagerado afirmar que si Abraham es y seguirá siendo el gran patriarca,  Moisés es y será el gran conductor, el gran líder… de los judíos todos y, no se por qué de nosotros también, como el gran símbolo del liderazgo creador, brillante, superior, justo, sabio,  en fin Moisés,  salvado de las aguas, el Salvador del pueblo hebreo, su Libertador, pero quizá no sea eso lo que  deseo tratar sino  algo más distinto,  tal vez menos glorioso, pero denso y profundo en lo humano, tal fue el inmenso sacrificio, el inmenso  dolor que hubo de padecer la madre al  deprenderse de su hijo, aun sin nombre, a  consciencia  de que ese acto era menos   fatídico   que  la muerte segura por las aguas del Nilo, y fue así como optó  por  el  azar con la fe de que era probable  el milagro de ser rescatado de esas aguas y con esa esperanza, la mas alta, la fe en la vida, en su Dios,   construyó su botecito y  Dios la contempló y vio que era bueno lo que Jacabed hizo e hizo de Moisés el salvador, libertador de su pueblo y así fue según fue su  voluntad y decisión de Dios.

            La historia de la llegada de los hebreos a Egipto y cuanto allí hicieron hasta su salida, bajo el liderazgo de Moisés, es un complejo problema siempre abierto,  pero  que no deja lugar a dudas sobre las relaciones de poder que  allí tuvieron lugar, de manera inequívoca quedaron bien detalladas en  Éxodo 1.  Como tampoco deja lugar a dudas el reconocimiento egipcio  a los hijos de Israel  “pueblo es más numeroso y poderoso que nosotros” y, obvio es, nadie se hace poderoso  sin el trabajo, la constancia, su dedicación,  la corresponsabilidad,  el cultivo de la ciencia, de la técnica  tal como diríamos hoy.  Y más que ello, la solidaridad que surge de principios y metas claros que, para el caso de este pueblo,  adquirirían sus formas más perfectas  con la asunción y respeto y acatamiento a  La Ley y que de manera  más sencilla se resumieron en los Diez Mandamientos.  Y en este modo de adelantar su historia la esencia misma de esta conducta es alcanzar  la libertad y esta es inalcanzable si no se lucha por lograrla, si no se lucha por mantenerla.  Así fue y así será!

            Pues bien, la situación hoy de mi país, si algo de él me queda, de esta tierra llena de todo cuanto requería para hacerla el más apto, lucido, lúdico, bello, bueno  y perfecto paraíso, con los frutos todos que saborear se pueda,  con sabios inmensos para transitar todos los caminos, uno de ellos, Andrés Bello, el Moisés de nuestra lengua,  otro inmenso con algo de Moisés, Libertador también, Bolívar, anduvieron con muchísimos otros  buscando la libertad para la gente de esta tierra, para los que aquí nacimos y de afuera vinieran cohabitar pudiéramos libres, buscar la verdad, hacerla crecer y multiplicar y el bien verdad fuera, hechos fueran, tuvimos de pronto, como si el destino de algunos dioses inventaran  lo que nunca antes en ninguna parte de la tierra hubo, que nos invadieran y que los invasores se recibieran en sana paz y bajo toda obediencia y alegría  y, finalmente, felices fuésemos de  ser esclavos de ellos.   Y llegaron y habrá que escribir una historia extraña que jamás se ha escrito, que  los venezolanos  hagamos nuestro propio Éxodo, une éxodo invertido, huimos de nosotros mismos, nos vamos de  cuanto nuestro es o era y les dejamos todo a los invasores que estarán a sus anchas  hasta que nada quede.

            Nadie podrá lograr deshacer el misterio. No llegaron  como al Egipto de aquella era seres que sabían cultivar, que criaban y cuidaban sus rebaños, que hiciesen extremos sacrificios pada lograr se les diera el espacio y garantías de actuar, de trabajar, de reunirse, multiplicarse, crecer,  y pagaban muy bien por estar ahí, No, de esos no vinieron.  Los que aquí llegaron ni siquiera vinieron, los invocamos, los llamamos, los trajimos, los invitamos a que llegaran  e hicieran cuanto a ellos en gana les viniera.  Eran  y son grandes maestros de la destrucción, acabada su tierra, nos llegaron para acabar la nuestra con el aplauso nuestro. De Cuba vinieron, trajeron los hábitos de los hunos perversos, pero no  trajeron ni una de sus  obras buenas. Sus únicos éxitos  son los que surgen de la prostitución, el gigoló, la promiscuidad, la mentira, la trampa, la manipulación, el culto idolátrico al Supremo.  Arrancaron las extremidades  a tantos  de los nuestros como aquellos hunos hicieron con sus enemigos;   pero cuanto ellos han hecho es muy peor, esquilmaron, mutilaron, desterraron de las almas de muchos de los nuestros lo que durante siglos se llevaba por dentro, el amor a la libertad y así hechos, fueron convertidos en otros seres distintos a lo que ellos ayer  fueron, se convirtieron en esclavos  y felices se hicieron y felices son  de estar así muertos.   La esclavitud perfecta es la sumisión en el más hondo de todos los silencios. Y la muerte absoluta es el olvido de todo cuanto bueno se ha hecho.           

            En estas circunstancias  muchos de los nuestros se han ido.  Prefiero la libertad  de que mis hijos allá lejos laven platos,  si con ello libres están para hablar, soñar, querer. Prefiero la libertad de estar lejos para  buscar la posibilidad de lograr cuanto aquí  me es negado alcanzar.  Prefiero la posibilidad de caminar las calles  aun bajo las miradas de quienes me desprecian, pero con la posibilidad de llegar vivo al lugar donde me hospedo.  Así dicen otros, conscientes de que ser extranjero es la tragedia de ser extraño, ajeno al mundo y de no tener nada que en el fondo sea nuestro. Uno se hace ajeno de sí  mismo pues la consciencia de sí  mismo es saber qué  se es, qué  se tiene y que puedo hacer libre de miedos. Aun si se es propietario de su propio inmueble,  el propio inmueble gritará eres extranjero.  Sea esa una más de las lecciones del pueblo hebreo, que aun  conscientes del poder que puedan alcanzar en la diáspora, que aun conscientes de ser necesarios mas que útiles, empero guardan consigo  como su mas bella y trascendente meta, alcanzar la paz en la identidad de su tierra, en esa que desde Abraham buscan con celo.

            Mas ahora  se nos ha multiplicado el miedo.  A la desesperanza se le hicieron sin fondos sus fronteras, ya no hay esperanzas. Y por doquiera empiezan  a aparecer las Jacabed. Con todas las angustias y todas las esperanzas lanzan a sus hijos al Nilo. Mas este mundo de hoy es mas  riesgoso, mas voraz, mas vil, mas cruel, mas inhumano que el de todos los tiempos que no fueron buenos. Ya no se trata  de varones que  bajo las aberraciones del Faraón habían de ser muertos  para garantizarse su permanencia sin riesgo alguno en el poder,  porque acá, bajo nuestro propio jeque funesto (los faraones a pesar de sus yerros hicieron Pirámides y más hicieron, creían  en la grandeza de  Egipto)  las damas, las hijas, las niñas corren mayores peligros  de cuanto nunca antes fueron y se  vieron.  La Juez Alfiuni, valga ese  ejemplo, violada por sus propios custodios, las niñas cuyo destino, en  el menos trágico de los casos es ser novicias de esa religión sin dios que llaman socialismo y bendecir y postrarse al Ídolo. Las jóvenes profesionales imposibilitadas de ejercer sus oficios  si no se suman al coro de Gorgonas que desde el CNE, la defensoría del Pueblo, La fiscalía,  el TSJ,  inmolan su existencia ante su césar y al servicio de sus mandatos se entregan  sumisas,  obedientes…pero, siempre dispuestas a cumplir la voluntad de su señor y satisfacer a plenitud sus exigencias. 

            Así entonces el dolor de la ausencia  y de los riesgos de ese viaje que empieza en ese Nilo de hoy mas tenebroso que  el que ayer era  se trueca en esperanza y las Jacabed  sueltan a sus hijos, a sus hijas, al rio de tempestades pleno,  con la ilusión de que cuanto se llevan de avío  alcance para el viaje, que timoneles sean de su propio barquito y conscientes del viaje arriben a su anhelado puerto  y  en  esa tierra nueva puedan alcanzar  sus propias metas.  Siempre con la esperanza, la ilusión también, de que  disponga Dios de una princesa o de un príncipe buenos que ayuden  y la mano dispuesta se abra y en guías honorables se conviertan. Y si algún Mefistófeles  con su sabiduría impone sus apuestas,  que sea el alma del doctor Fausto  la que al final del viaje prevalezca.

fuente: recibido directamente del Autor, al que felicito y agradezco.

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