Por Mario Eduardo Cohen
(Miembro de la Asociación Cultural y
Científica Argentino-Israelí – ACCAI).
Borges: el judaísmo e Israel
Jorge Luis Borges es
el escritor latinoamericano que llevó, más que ningún otro, muchos
aspectos de la cultura judía e Israel a la intelectualidad
hispanoparlante (la Cábala, el Golem, Spinoza, Heine, innumerables
personajes judíos en sus cuentos, entre otros).
“He
hecho lo mejor que pude para ser judío. Pude haber fracasado… Si
pertenecemos a la civilización occidental, entonces todos nosotros, a
pesar de las muchas aventuras de la sangre, somos griegos y judíos…
Muchas veces me pienso judío pero me pregunto si tengo derecho de
hacerlo.” Así reflexionaba Borges, con ironía, acerca de su interesante y
eterna relación con el judaísmo.
Jorge
Luis Borges es el escritor latinoamericano que llevó, más que ningún
otro, muchos aspectos de la cultura judía e Israel a la intelectualidad
hispanoparlante (la Cábala, el Golem, Spinoza, Heine, innumerables
personajes judíos en sus cuentos, entre otros).
¿Cómo
y por qué se interesa Borges en el judaísmo? Seguramente, comenzó con
su curiosidad por culturas diferentes y su fascinación aumentó al
descubrir los manantiales del judaísmo. En los hechos, recibió las
primeras nociones de la mano de su abuela inglesa, quien tenía
memorizada gran parte de la Biblia; luego reforzó su bagaje a través de
su amistad, en Suiza, con dos intelectuales judíos y luego, en su
estancia en España, cuando conoció a Cansinos. Con los años,
profundizaría esta relación con otros miembros de la comunidad judía.
¿Quién era Cansinos-Assens? Era alguien que había encontrado su
judaísmo en su propia búsqueda. Borges lo consideraba su maestro, ya que
influenció en sus años mozos, y se refiere a su maestro en un prólogo y
en poema que lleva su nombre. En el primero señala: “Cansinos era
sevillano de tradición católica…
Profesó el judaísmo y se caso con una
judía, para engendrar en ella un hijo judío. Los judíos lo son por
andanzas pretéritas de su sangre y por heredado acto de fe; Cansinos
eligió su destino”.
Y luego, expresa en un fragmento del citado poema, el camino de esta exploración que hizo su maestro:
Bebió como bebe un hondo vino
Los Salmos y el Cantar de la Escritura
Y sintió que era suya esa dulzura
Y sintió que era suyo aquel destino.
Los Salmos y el Cantar de la Escritura
Y sintió que era suya esa dulzura
Y sintió que era suyo aquel destino.
Como
señaló la investigadora Edna Aizenberg, “Borges (fue) un argentino no
judío que usó la puerta sefardita para entrar en la cultura judía”.
Quizás Cansinos influenció en Borges para que se inclinara a la
vertiente sefardí de la cultura judía. Su pasión llegó a tanto que,
inclusive, llegó a formar parte de un centro de Estudios Sefardíes, allá
por 1965. Borges llegó a expresar, según comentaba Bernardo Ezequiel
Koremblit, que: “una de mis felicidades consiste en pensar que podría
pertenecer al pueblo de Moisés ben Maimón, de Yehudá Haleví y de las
Sefirot”.
Este fragmento del poema “Una llave en Salónica” es elocuente en esta pasión por lo sefardita:
Arrojados de España por impía
Persecución, conservan todavía
La llave de una casa de Toledo. Libres ahora de esperanza y miedo,
Miran la llave al declinar el día
En el bronce hay ayeres, lejanía,
Cansado brillo y sufrimiento quedo.
Las
referencias al pueblo judío son muchísimas en la obra borgeana. Se
interesaba y maravillaba ante las distintas maneras del pueblo judío de
agruparse como tal, desde los guetos, como dijera en un reportaje,
“Durante siglos, en toda Europa, el pueblo elegido fue confinado en
barrios que tenían algo o mucho de leprosarios y que, paradójicamente,
fueron invernáculos mágicos de la cultura judía”, hasta las juderías,
tal como lo describe en su inmortal poema El Golem:
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería.
Y referido a su amado Baruj Spinoza dice en un poema dedicado al filósofo:
Un hombre engendra a Dios. Es un judío.
Borges e Israel
El
gran escritor sentía un profundo amor por Jerusalén e Israel, y se
mostraba, tanto en sus escritos como en sus alocuciones, profundamente
conmovido por la Tierra de Leche y Miel. Los sucesos y parábolas
bíblicas fueron siempre protagonistas en sus poemas y escritos. “Sin
Israel la historia sería distinta… Israel, no sólo es una idea necesaria
para la civilización, es una idea indispensable. No podemos imaginar la
cultura sin Israel”, de esta manera expresaba ese fuerte sentimiento,
casi sanguíneo, que lo unía con Israel.
Esto
puede verse reflejado en esta entrevista realizada por el periodista
Oved Sverdlik, quien le preguntó sobre esta recurrencia de lo hebreo en
su trabajo. “El tema judío vuelve constantemente a lo largo de toda su
creación literaria.
¿Cuál es al explicación que usted le da a este
hecho?”, Borges respondió: “Quizás eso provenga de haber descubierto,
entre mis antepasados, nombres como Acevedo o Pinedo, que como usted
seguramente no ignora eran familias judeoespañolas que se encontraron
entre los primeros habitantes de Buenos Aires. Pero incluso, aunque este
hecho no existiera, yo quiero reiterar lo que ya dije en varias
oportunidades: es imposible imaginarse la civilización occidental sin
los judíos y sin los griegos. Por eso, cada hombre de cultura tiene algo
de éstos y de aquellos. De esta forma puedo yo explicar mi deuda para
con el pueblo judío, y de ahí mi preocupación por Israel cuando estalló
la Guerra de los Seis Días. Un poema que escribí en esos días refleja
tal angustia”.
En 1971, el Estado de
Israel distinguió a Borges con el Premio Jerusalén, máximo galardón que
otorga el país. “No hay nada en el mundo entero una ciudad que haya sido
tan anhelada como Jerusalén... es una gran copa donde se han decantado y
acumulado los sueños, las vigilias, las oraciones y las lágrimas de
quienes no la vieron nunca pero sintieron hambre y sed de ella.”
El
misticismo de la ciudad más antigua del mundo era una de las más
profundas emociones que empujaban la creación del genial escritor.
Su poema “Israel, 1969” transmite, asimismo, un profundo fervor sionista:
Temí que en Israel acecharía
con dulzura insidiosa
la nostalgia que las diásporas seculares
acumularon como un triste tesoro
en las ciudades del infiel, en las juderías,
en los ocasos de la estepa, en los sueños,
la nostalgia de aquellos que te anhelaron,
Jerusalén, junto a las aguas de Babilonia,
¿Qué otra cosa eras, Israel, sino esa nostalgia,
sino esa voluntad de salvar,
entre las inconstantes formas del tiempo,
tu viejo libro mágico, tus liturgias,
tu soledad con Dios?
No así. La más antigua de las naciones
es también la más joven.
No has tentado a los hombres con jardines,
con el oro y su tedio
sino con el rigor, tierra última.
Israel les ha dicho sin palabras:
olvidarás quién eres.
Olvidarás al otro que dejaste.
Olvidarás quién fuiste en las tierras
que te dieron sus tardes y sus mañanas
y a las que no darás tu nostalgia.
Olvidarás la lengua de tus padres y aprenderás la lengua del Paraíso.
Serás un israelí, serás un soldado.
Edificarás la patria con ciénagas: la levantarás con desiertos.
Trabajará contigo tu hermano, cuya cara no has visto nunca.
Una sola cosa te prometemos: tu puesto en la batalla.
Es
menester, entonces, el agradecimiento y homenaje hacia el gran escritor
argentino que llevó, a la literatura en español, el manantial de la
cultura judía y su amor por el joven Estado de Israel.
FUENTE: iton gadol
yo vi cuando explicaba lo de su ceguera en una conferencia, que hombre, que aplomo, uno de mis preferidos.
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