viernes, 29 de julio de 2011

ANGUSTIANTE REALIDAD: Cada vez desaparecen más niños en Argentina



BUENOS AIRES (Reuters) - No hacía

mucho desde que había amanecido

en Buenos Aires cuando el pequeño

Carlos Swad saludó con la mano a

su padre, quien se alejaba en un auto.


Esa es la última imágen que se

recuerda del niño, parado en la vereda, esperando que la escuela abra sus

puertas. Después no se lo vió más,

nunca llegó a clase.


Desde aquel jueves 2 de noviembre

su familia espera ansiosa noticias

suyas. Pero ya han pasado muchos

días y con ellos parece alejarse la

posibilidad de que este pequeño

de 8 años aparezca con vida.


como Carlos, dos niños desaparecen
cada día en Buenos Aires


"A los más pequeños la mayoría

de las veces se los lleva el padre

o la madre que no tiene la custodia",

dijo a Reuters Susan Prilick, titular

de Missing Children Argentina, una

asociación privada fundada en 1999

y dedicada a la búsqueda de niños

perdidos.


"Otras veces no se sabe por qué o

cómo desaparecen y después

aparecen muertos'', agregó.


Aunque la cantidad de niños que

desaparece en Argentina anualmente

es menor que en otros países, este

fenómeno se ha incrementado

peligrosamente en los últimos años.


"Hace seis meses recibíamos una

denuncia cada día y hace un año

era una cada siete días'', explicó

Juan Carr, titular de Red Solidaria,

una asociación de ayuda comunitaria.


De 176 denuncias por desaparición

que Missing Children recibió en lo

que va de este año, 27 casos no

pudieron ser resueltos.


"De cada cuatro chicos que

desaparecen, hay uno que nunca

es encontrado'', dijo Carr.


La creciente pobreza, que alcanza

a uno de cada tres hogares

argentinos, y el alto desempleo

que mantiene a más de dos

millones de personas fuera del

mercado laboral han herido las

bases de la estructura familiar,

explican los especialistas.


La pérdida de valores y el

escenario de conflicto social se

convierten en el caldo de cultivo

para la desaparición de niños,

añaden.


"La crisis social y las crisis

familiares son algunas de las

causas: los chicos se apartan

de la situación de crisis de su

casa y terminan siendo raptados'',

dijo Carr.


Pero también existe otra causa

mucho más terrible. "Hay una

tendencia mundial al aumento de

la pedofilia y Argentina no escapa

a eso'', dijo Prilick.


Nadie sabe muy bien a dónde van

a parar los niños que desaparecen.

"Hay muchas leyendas, pero no

podemos comprobar que haya

grandes mafias que se dediquen

a secuestrar chicos'', explicó Carr.


Sólo existen sospechas de que caen

en manos de organizaciones

dedicadas a robar pequeños para

sustraerles los órganos, prostituírlos,

venderlos o hacerlos formar parte

del indefenso ejército de 252.000

niños de entre seis y 14 años que

son explotados laboralmente en

Argentina, según calculos de la

UNICEF.


Sitio web: http://ar.missingkids.com/


VISTO EN: http://www.panamundo.com/

informacion-chicos-desaparecidos.html

ADEMAS:

RECOMIENDO VISITAR:

www.missingchildren.org.ar


IMPORTANTE


Missing Children nunca envía ni promueve cadenas de mails


Ante las numerosas consultas recibidas acerca de la veracidad de diferentes e-mails que circulan en la Web, en su mayoría, estos correos son hechos de buena fe, otros son utilizados con otros fines, como hoaxes o para dirimir conflictos entre partes litigantes de una familia.

De los más de 4500 chicos encontrados, ninguno fue por ser vista su fotografía en una cadena de mail.

Por lo tanto, aconsejamos cortar la cadena de reenvíos evitando difundir INFORMACIÓN que confunda.

Agradecemos su colaboración y consulta ante cualquier duda.

Missing Children de Argentina -

Chicos Perdidos de Argentina

Cómo contactarnos

POR E-MAIL:

Para denuncias, datos de chicos perdidos o información general:

info@missingchildren.org.ar

TELEFONOS:

0800 333 5500

Desde el exterior: 0054 11 4797 9006

FAX:

Desde el interior: 011 5276 0147

Desde el exterior: 00 54 11 5276 0147


miércoles, 27 de julio de 2011

IDIOMA ESPAÑOL: Etimología de ‘canícula’

Etimología de ‘canícula’

por Alberto Bustos

Cuando llega el verano y el mercurio amenaza con reventar los termómetros, se empieza a hablar de la canícula. Hoy este sustantivo se ha convertido en sinónimo de ‘periodo de calor intenso’; pero etimológicamente tuvo un significado más preciso. Canícula es un diminutivo de can. Se trata, en realidad, de una formación latina a partir de canis, y si tuviéramos que traducirlo saldría algo así como ‘la perrita’.

La vinculación entre tan simpático animal y los calores que nos toca sufrir todos los años es astronómica. La perrita de marras es Sirio, la estrella más brillante de la constelación del Can Mayor. Antiguamente, la época más calurosa del año coincidía con los días en que Sirio salía y se ponía al mismo tiempo que el sol. Este periodo iba del 22 de julio al 23 de agosto. Pero los milenios no pasan en balde y la perrita Sirio va retrasando cada vez más sus paseos celestes. Hoy tiene al sol esperándola hasta septiembre (aunque en esto me remito al mejor criterio de los astrónomos, que uno bastante tiene con ser lingüista).

Desde un punto de vista etimológico, este uso de canícula donde realmente tiene sentido es en el hemisferio norte, puesto que la configuración del cielo nocturno en el sur es completamente diferente. Por eso siento curiosidad por saber si también se habla de la canícula en los países del hemisferio austral. Si algún lector de esas tierras me lo pudiera aclarar, se lo agradecería.

Saludos y que sobreviváis a estos calores de julio.

[Blog de Lengua Española de Alberto Bustos, Etimología de 'canícula']

Publicado por Alberto Bustos
7 de julio de 2011
BAJO CREATIVE COMMONS

GAZA: Hamás fusiló a dos palestinos por espiar para Israel

El movimiento fundamentalista islámico Hamás ejecutó a un padre y a su hijo acusados de espiar para Israel en desafío al presidente Mahmud Abás, quien según la legislación palestina debería tener la última palabra en la implementación de tales condenas.

Funcionarios del grupo terrorista palestino dijeron que ambos confesaron haber suministrado a la inteligencia israelí información que ayudó a localizar a varios palestinos entre ellos a Abdel Aziz al Rantisi, un jefe del grupo que fue eliminado en 2004 durante un ataque aéreo contra su vehículo.

Los condenados perdieron la apelación de la sentencia.

Tras las ejecuciones, los parientes de las víctimas incendiaron neumáticos en una calle central de Gaza en señal de protesta, antes de ser dispersados por la policía.

Tres palestinos fueron ejecutados en Gaza este año y cinco en 2010, la mayoría de ellos acusados de espionaje, y ultimados por un pelotón de fusilamientos.


.

Hamás expulsó en 2007, durante una breve guerra civil, a Fatah, la facción encabezada por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás. Desde esa fecha, la organización islámica extremista controla el enclave costero con puño de hierro.

Ambos grupos rivales firmaron un acuerdo de reconciliación en mayo, en el Cairo, pero su implementación ha sido postergada debido a disputas sobre la distribución del poder en el gobierno palestino.


Las organizaciones de derechos humanos han criticado duramente las ejecuciones de Hamás, que están autorizadas por la ley palestina, pero requieren la aprobación de Abás.


Eventualmente, el líder palestino apoyado por Estados Unidos ha aplazado siempre estas sentencias, dando lugar de hecho a una moratoria de la pena capital en la Cisjordania, donde aún su administración mantiene alguna influencia gracias a la presencia intermitente del Ejército de Defensa de Israel (Tzáhal) y a la masiva financiación de Occidente.


martes, 26 de julio de 2011

"He cometido el peor pecado
que un hombre puede cometer.
No he sido feliz.
"



BORGES, Jorge Luis
Escritor argentino.

Un coleccionista judío ortodoxo compró los diarios del nazi Josef Mengele, en una subasta pública en EE.UU




Los diarios íntimos del doctor nazi Josef Mengele (foto), conocido como el "Ángel de la Muerte", fueron vendidos por unos 300.000 dólares a un judío ortodoxo que quiere fundar un museo con ellos y otro material en Estados Unidos, informó la casa de subastas de Connecticut encargada de la venta.

Se trata de los diarios que Mengele, conocido por sus experimentos con judíos y gitanos en Auschwitz, escribió entre 1960 y 1975, tras lograr escapar de Alemania y huir de las fuerzas aliadas al concluir la Segunda Guerra Mundial, para refugiarse en varios países latinoamericanos antes de instalarse en Brasil.

El responsable de esa casa de subastas, Andreas Kornfeld, detalló que el precio final por el que los diarios se vendieron el jueves fue de 292.775 dólares y que la persona que finalmente adquirió los diarios fue un coleccionista judío ortodoxo.

El nuevo propietario planea ahora abrir un museo con el material que perteneció a ese criminal de guerra nazi y la completa colección de otros documentos del Holocausto que posee.

"Es un gran coleccionista de material del Holocausto y ahora se encuentra recaudando fondos para alquilar el espacio en el que abrir el museo", explicó

Kornfeld, al tiempo que indicó que los diarios de Mengele fueron puestos a la venta "por una corporación estadounidense".

Los diarios del célebre doctor nazi, quien murió ahogado a los 67 años en una playa del litoral de Sao Paulo en 1979, contienen dibujos, reflexiones autobiográficas y filosóficas, así como muestras de poesía, según la firma de subastas.

Mengele pasó a la historia por sus horripilantes experimentos con detenidos en el campo de concentración de Auschwitz, donde estuvo a partir de 1943 y hasta el fin de la guerra.

Está considerado como uno de los médicos más crueles y carentes de escrúpulos del régimen nazi y, además de estar centrado en sus experimentos, participó también en las selecciones en la rampa del campo donde llegaban los detenidos y decidía quiénes eran enviados directamente a las cámaras de gas.

Tras el fin de la contienda, Mengele pasó varias semanas en un campo de prisioneros aliado, pero logró escapar y esconderse en los bosques de Günzburg, para luego huir a Buenos Aires, donde pasó unos años sin que las autoridades argentinas lo entregaran a la justicia antes de instalarse en Brasil.


fuente"EFE" via semanario AURORA, TEL AVIV

sábado, 23 de julio de 2011

En España:Despiden a una empleada por conectarse a facebook en el trabajo


Le rescindieron el contraro al darse cuenta que la navegación por internet de la empresa era muy lenta a causa de su “indebido y abusivo” uso de conexiones a páginas web sin relación alguna con el empleo.



El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de La Rioja, España, validó el planteo de un empleador de rescindirle el contrato a una empleada que pasaba buena parte de la jornada laboral navegando en la red social facebook.
Los jueces estipularon que el uso que la empleada hizo de los medios tecnológicos de la empresa fue "indebido y abusivo", y calificó la conducta de la trabajadora como un “incumplimiento grave y culpable de sus actividades laborales, que infringe las reglas de la buena fe e incurre en un abuso de confianza”, lo que justifica el despido.

El hecho comenzó cuando el departamento de sistemas de la compañía detectó que en una de las oficinas la navegación por internet era muy lenta, lo que no permitía acceder a las aplicaciones empresariales del grupo.


Al descubrirse que no se trataba de una anomalía de la conexión, sino de un tráfico elevado, decidieron investigar las máquinas de las empleadas. Justamente en una de ellas encontraron una conexión a facebook y una ventana de chat de esa web.

La trabajadora fue advertida de la situación, aunque no cesó de visitar dicha red social. Muy por el contrario, luego se llegaron a detectar hasta 72 conexiones a páginas web sin relación alguna con el empleo.


Luego del despido, la empleada recurrió ante el TSJ alegando que se habían vulnerado sus derechos al haber auditado su ordenador. A su favor, “la auditoría informática fue obtenida ilícitamente por la compañía”.


Sin embargo, el Tribunal concluyó que la medida de control adoptada no es “ni injustificada ni desproporcionada”, agregando que “no ha existido violación del derecho a la intimidad, siendo una prueba válida para acreditar el despido”.




fuente: http://www.larazon.com.ar/interesa/Despiden-empleada-conectarse-facebook-trabajo_0_261000190.html

viernes, 22 de julio de 2011

En Buenos Aires: Murió el escritor y ensayista Ernesto Goldar



Murió el escritor y ensayista

Ernesto Goldar



Había nacido en Buenos Aires en 1940. Ejerció el periodismo y la docencia universitaria. "Ernesto dedicó su vida a la literatura y a la política. Son las cosas por las que vivió y por las que lo acompañé. Esa es la realidad y como quiero que se lo recuerde", afirmó Silvia Landini, su compañera desde 1983, y quien confirmó que murió de un infarto , a los 71 años, en su casa de Barrio Norte.


Lector incansable, "leía hasta las cuatro o cinco de la mañana", contó Landini. Goldar fue discípulo y amigo personal de Arturo Jauretche, de quien supo custodiar y replicar sus ideas en diferentes ámbitos culturales y políticos. "Ernesto tenía ideas que molestaban a las grandes editoriales, por eso conseguía sellos más pequeños para que lo publiquen", relató su compañera. Además de brindar una innumerable cantidad de conferencias sobre el pensamiento nacional, es autor de los poemarios "Feria en San Telmo" "Instinto de conversación" y "En voz desmayada y baja". Fue socio honorario de la Sociedad Argentina de Escritores (SAE) y de la Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina (SADE). Se desempeñó también como asesor cinematográfico y fue jurado del Fondo Nacional de las Artes. Entre su vasta producción literaria y ensayística, Goldar participó de antologías sobre la historia y la sociología de Buenos Aires, entre ellas están: "Poetas argentinos del siglo XXI"; "Legado de poetas", "Poesía social argentina" y "Poesía argentina contemporánea".


Fue autor de varios poemas vinculados al imaginario tanguero. "Hay bares ciudad- que me ocasionan encuentros/ conversados sobre un proyecto de todos/para vivir decentemente,/ hay mesas de tus bares donde los ademanes/ de un poeta hablan a gritos por encima de mi risa,/esta risa mía destemplada para que no se oiga,/para que no se piense en los inexpugnables veredictos/que destruyen los minutos de unas manos felices con las mías", reza su poema "Pronóstico del tiempo".


Publicó más de veinte libros. Entre ellos se destacan "El peronismo en la literatura argentina"; "La mala vida"; "Jauretche"; "Proceso a Roberto Arlt"; "Buenos Aires: vida cotidiana en la década del '50"; "John William Cooke y el peronismo revolucionario"; "Los argentinos y la guerra civil española"; "La clase media en el '83"; "¿Qué hacer con Perón muerto?", y tres poemarios: "Feria en San Telmo"; "Instinto de conversación", y "En voz desmayada y baja".


Sus restos fueron velados en Lavalleja 1556, entre Honduras y Gascón, en la Ciudad de Buenos Aires.



fuente: WWW.PAGINA12.COM.AR-18 de julio 2011




El universo de la cultura en la
década del 50 magistralmente
contado por Ernesto Goldar


Del libro de Ernesto Goldar “Buenos Aires: vida cotidiana en la década del 50”, reproducimos el Capítulo VIII: El lenguaje

2010-02-04
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Ernesto Goldar
“Buenos Aires: vida cotidiana en la década del 50”
Editorial Plus Ultra, 1992.


Capítulo VIII: El lenguaje



EL LENGUAJE

Para la época en que escribimos este punto –invierno de 1978- es posible registrar unas cuantas expresiones en el lenguaje de Buenos Aires que usaron con naturalidad los porteños de la década de los cincuenta y que han dejado de decirse. Se trata de un dialecto que pasó, aunque es posible que algunos argentinos, fijados culturalmente en esos años, busquen todavía en esas representaciones maneras de comunicarse en el presente. Dejamos a la astucia filológica la valoración de esas frases, nacidas de programas radiales, de las aventuras de amor y del sexo, de la amistad, el ajetreo político, el barrio, la prensa, la moda, el comercio, la tecnología, el delito y la metafísica de la vida cotidiana. Esas palabras, ese idioma pasajero y no escrito es, por lo general, “una viciosa turbamulta de sinónimos” –como dijo Borges (Jorge Luis Borges, José E. Clemente, El lenguaje de Buenos Aires)- surgido de una atmósfera histórica típica y de la connotación diferenciada, irónica, agresiva o cariñosa, que se da a determinadas palabras, generando formas singulares en el diálogo verbal de Buenos Aires.


Veamos algunos ejemplos:


Tratándose de problemas culturales, los porteños están de acuerdo con que la gente cuando dispone de medios manda los chicos al “colegio pago” (ahora se dice privado), ya que es necesario para no ser un “atrasado”, “estar en la pomada”. Por radiofonía, un personaje interpretado por Mario Fortuna, el Ñato Desiderio, asegura que para progresar hay que ser “curto”, instigando a los iletrados a que “agarren lo libro que no muerden” y “lo tomo que no dentellan”. Para no rezagarse hay que ir al cine a ver una “cinta” de algún “cinematografista” sobre el argumento del “consagrado” escritor Manuel A. Meaños y con la participación del “cotizado galán” Jorge Salcedo. En el cine (ya no se dice “biógrafo”) también puede verse el “noticiario” y, en algunos, como el Novedades, de la calle Florida, un programa de “actualidades”. Quienes quieren situarse en el porvenir leen “historietas de futuro”, “fantaciencia” o de “ficción científica”, pues para ser “moderno” deben “amenizarse” las reuniones con “cosas futuristas” y escuchar música “de ahora” por el “afiatado” conjunto de Vieri Findanzini. Hay que ver “cuadros libres” (teatros independientes) y hacer “pan francés” cuando el espectáculo tarda en comenzar. Se sabe que los “jóvenes modernos” han asumido el “compromiso” existencialista con la sociedad, según las enseñanzas del “nunca bien ponderado” Jean Paul Sartre, pero aquello que más inquieta de “la juventud de hoy” es el “bamboleo” frenético del rock, exceso que requiere “mesura”.


Además de las miraditas, gestos y mejilla a mejilla de los boleros, el amor tiene su lenguaje propio. Todo lo relativo a romances y consecuencias es posible llamarlo cuestión o problema “de polleras”, como si los hombres nada tuvieran que ver en la aventura. Las “pibas” deben cuidarse de los “tiburones”, que atacan a cuanta mujer se les pone a diente, pues lo correcto es que el “pretendiente”, considerando el “gracejo”, la belleza y sobre todo el “no sé qué” de la piba, resuelva “declararse” para “formalizar” el noviazgo. Las cosas pueden marchar “viento en popa” cuando él es un “encanto de hombre” con “modales” que “ni una niña”, y no un “petiso mal hecho”. La declaración de amor es bien simple; él debe preguntar: “¿te querés meter conmigo?, y si ella acepta, están “metidos”. Los jóvenes deben cuidar, por su parte, que ella no sea una “mosquita muerta”, de las que simulan pudor y más de una vez se las ha visto “chapar” en el cine.


Al desarreglo del sexo incitan las “bombas” (chicas de muy lindo cuerpo), los “bombones”, los “budines” o “budinazos”, especialmente las “buenas mozas”, “coquetas” y de “cascos” (por cascos ligeros o casquivanas). Son “churros” (acepción que se aplica también a los hombres) las chicas “despampanantes”, las “cintura de avispa” a lo Divito y las “vamps” tipo Marylin y B.B., por tener “it”, “oomph” o “sex-appeal”, según anuncia la terminología holliwoodense. El terror de las señoras casadas son las “mujeres de vida airada”, las “vampiresas”, “bataclanas” y “rubias oxigenadas” que habitan la zona del centro y pueden hacerle perder la cabeza al marido. En la vida sexual prohibida se habla de “tirarse con” (por acostarse) en una “amueblada”, “mueble” o “clandestino”, y tratándose de quien pasó los treinta y burló el asedio doméstico, se conoce como “tirar la chancleta” a la esporádica liberación de las contenciones sexuales. El que desea mayor regularidad puede ponerle departamento a una “querida” (por amante). El espacio del sexo se pone tenso cuando se desliza la historia de una chica que comenzó dejándose “tocar” (permitir llegar las manos del novio a zonas erógenas) y quedó de “encargue” o “gruesa”. Una palabra peyorativa para una mujer es llamarla “yegua”, y es sórdido echar a rodar el rumor de que está “cosida”, procedimiento que se usa para borrar rastros de relaciones sexuales prematrimoniales.


Lo que está de moda es el “esplendor” de la moda; las prendas son de “gran boga” o “en boga”, particularmente si se refiere a tonos y colores, ya que el “grito de la moda” es “la sensación de París”, con sus incitantes “sugestiones” de ropa “del momento” y “actual”. No sólo el “indumento” se atiene al “lujo”, también corresponde que sean “lujosos” los muebles “contemporáneos” y “lujosos” los departamentos de la calle Santa Fe y “lujosos” los automóviles. El “furor” de lo que se usa confiere “cachet”, que proporciona a quien lo exhibe detalles de buen gusto, sofisticación y elegancia. Es decir, el ser “chic”. Para andar “paquete” hay que tener “ropero” de ropa buena y variada, pues si un señor quiere “emperifollarse” (arreglarse mucho) debe disponer de plata en la “cartera” (por billetera). Además, es imprescindible el bronceado “aristocrático” y en el “cabello” una buena “peinada”, pues por llevarlo corto puede quedar como “pelo de carpincho”. Un “paquetón” no usa “jopo”, como los tangueros del barrio. No es necesario que sea un “maniquí vivant” (por lo elegante y distinguido), pudiendo permitirse cierto “negligé” o “sans façon” en la manera de vestir. En invierno se puede poner “tricota” y “echarpe”, y su esposa, si quiere estar “llamativa” tendrá que acostumbrarse a visitar alguna de esas nuevas casas llamadas “boutiques”. En todo momento hay que preservar el “coturno” (indumentaria distintiva de categoría social).
Para agresiones verbales el porteño es experto. Quizá tenga afecto por su compañero de trabajo o el amigo del café, pero al llamarlo lo despersonaliza, lo destruye como ser humano: “¡Che, coso!”, que suena a cosa. De las palabras puede pasar a los hechos, cuando advierte a quien lo está cansando que le va a “llenar la cara de dedos” (“te enyeno la cara de…”), aunque no es válido pelearse con los que están en inferioridad de condiciones: los “chicatos”, los “quatrochi” o “cuatro ojos”, como se señala para burlarse a los cortos de vista que usan lentes. Al considerado pusilánime le gritan: “¡Muerto de frío!” y “¡Perro de agua”!, al embrollado, “cartón”, al lento “bólido” por el personaje de Patoruzú, y al atolondrado, y por extensión a cualquiera que no aparente o realice exactamente aquello que al agresor verbal se le ocurra, se le dice “tarado”, el insulto más representativo de la década. Una combinación ingeniosa de tarado y estúpido es “tarúpido”, deleitándose todavía en zaherir con “zanahoria”, un grosero cotejo que viene de tiempo atrás, equivalente a tonto.


Para humillar se estila la pregunta: “pero vos ¿a quién le ganaste?” o “¿de qué barrio sos que Castillo no te nombra?” en referencia a la canción Cien barrios porteños; si está vestido con un detalle heterodoxo (por ejemplo, vaqueros) corresponde que en la esquina los muchachos griten “¿de qué te disfrazaste?”, en remisión a los excesos permitidos sólo para carnaval. También se interroga irónicamente “¿de qué la vas?”, a alguien que se supone excedido de las normas convencionales. La subestimación por el adversario: “¡pobre de ellos…!” es una frase agresiva que el presidente Perón no desestimó usar. Del reputado infeliz se observa que es “un cacho e’carne”, un “bolsón”; si es aburrido, una “lata” (que ahora se dice plomo); a una situación irreal, falsa, se la connota de “papel pintado”, y a quien está confundido o postula ideas incompatibles con la sobriedad se asegura que tiene “un corso a contramano en la cabeza”. Pero donde la réplica duele, y evidencia el esfuerzo que hace el porteño de los cincuenta por mantenerse separado de los otros, es cuando alguien, queriendo intimar, lo tutea sin su consentimiento. Entonces puede recibir esta contrapregunta, que se hace con la vista baja, alejada del interlocutor: “Dígamé ¿desde cuándo somos parientes?”.


Son arquetipos de la vida cotidiana el “rico tipo”, una suerte de “Vivanco” a quien hay que desconfiarle; el “secante”, temible por lo cargoso; el “boletero”, que vende “boletos” (mentiras), el “cara de ángel”, un ser inocente, ingenuo, como el personaje pequeño y anteojudo que sale en Patoruzú y “el cráneo” (al que a veces se lo toma en sorna), apodo que deviene del programa radial cómico La craneoteca de los genios. Al prototipo, en cambio, cuando se destaca por alguna forma de sabiduría, también se le dice con reverencia “lumbrera”, “eminencia” y “bocho”. Abunda el calificativo de “colifato”, “caso de chaleco” y las preguntas sobre si “se le aflojó un tornillo” o si “está Meshíguene” al que adolece fama de loco o la simula; “repulsivo” al inaguantable, “angurriento” al acaparador y egoísta, y “escorchón” se llama al molesto. Es una “figurita repetida” quien ya no engaña a nadie, un “piojo resucitado” quien tiene aires de grandeza y olvidó su pasado indígena; “viento en contra” el que se opone por oponerse, “carrero” (en una ciudad donde todavía hay tracción a sangre) el que no oculta boca y modales rústicos, “cascarrabias” al malhumorado, “mocoso” o “mocosa” al chiquilín impertinente, y “muchachón” el joven maleducado, a quien no se vacila en “sacar carpiendo”, o en su caso, llamar a la policía para que actúe “sin ningún tipo de contemplaciones”. Quien es “habitual” al estaño y la da al “drogui”, es un borracho “empedernido”; por su parte, un tipo generoso es un “tigre”, y una mujer hábil, que se las rebusca, será una “pantera”. Para retratar un “niño bien” se usa “petitero”, “fifí”, “pituco” y “cajetilla”, vocablos que también se aceptan para designar lugares exclusivos y refinados. Cuando hay que demostrar admiración o nobleza en las cosas que se ofrecen, se estila ponderar que el chalet, departamento o mueble que está en venta es sencillamente “regio”, calificativo que se extiende a una chica vestida de novia (“¡está regia!”), a una puesta de sol (“¡qué regio!”), al agua de la pileta, a una película y a los equilibristas alemanes: “estuvieron regios”. También se emplea para consentir: por está bien, sí, por supuesto, claro, se dice “regio” y en igual medida “lógico”. Un piso, una casa, un artefacto del hogar o un niño, adquieren vehemencia cuando se los dilata con “soberbio”, “fantástico” (“lo más fantástico que hay”) y “divino” (“más divino imposible”). Un vecino que no molesta es “un pedazo de pan”, un señor criterioso que acierta a la polla del fútbol tiene “ojo clínico”. Ana Lasalle es “una exquisita actriz”, una oficina en Corrientes y Suipacha es un “escritorio central” y determinado barrio de Mar del Plata será óptimo para alquiler porque se lo valúa como “el lugar más romántico”.


Cuando un científico, preferentemente médico, conmueve con algún descubrimiento, los porteños dictaminan que el sabio es un “portento”: ahora, tratándose de obras de arte, corresponde exclamar entre suspiros: “¡Qué profundo!”, “muy profundo” o “¡qué profundidad!”. Si un asunto es de solución difícil se exclama “¡a la perinola!” y para denotar peligro o cuidado, “¡a la pelotita!”, expresiones tomadas de un personaje de La Revista Dislocada que imita a un vendedor callejero. “Macanudo” viene de antes, y se sigue utilizando por “de acuerdo”; “tamaño baño” (medida mayor ofrecida por Jabón Palmolive) vale para indicar algo grande, que tratándose de una pelea puede degenerar en “un lío de la Madona”. Para finalizar con las expresiones admirativas, convengamos que nadie duda de que los Globe Trotters son “fenomenales” y que Fangio ganó “en gran forma” y sin hacer “escombro”, por aspavientos. Cuando una discusión se anima demasiado y alguien se pone terco y hace hincapié en cuestiones secundarias, se lo para con: “Mirá, ponele hache (“o llamálo hache”) pero no lo negués", y si la noticia que se le va a dar es de tal contundencia informativa que puede desmoronarlo se previene: “¡Caete!”, por “agarrate fuerte que te vas a caer”.


La realidad política genera un lenguaje abundoso que impregna la vida diaria. Hay quienes hacen política sin quererlo. Por ejemplo, si usan, ya entrados los cincuenta, “Unión Telefónica” (U.T.), la denominación antigua y no Teléfonos del Estado (T.E.), es un hecho político pues se olvidan de los teléfonos nacionalizados, acontecimiento al que el peronismo da una relevancia cardinal. En el país -1950- hay 17.180.000 “almas” (por habitantes) que se dividen en grupos antagónicos. Los opositores al gobierno son los “contreras”, que se agrupan en una nominación genérica, “la contra”. Según el oficialismo, estos señores son “oligarcas” (aunque sean obreros ferroviarios), “vendepatrias”, “chupacirios” (desde la crisis con la Iglesia) y “saboteadores”, cuya ocupación es pulular “rumores” y fabricar, cuando menos una vez por semana, un “complot”. Algunos tienen la desgracia de ser “sindicados” de comunistas, especie destinada a “catequizar” desprevenidos. El partido oficial, que tiene el apoyo de los “descamisados”, “los grasas” y de todos “los compañeros y compañeras”, confiesa que “hay Perón para rato” y llama al pueblo a congregarse en “las unidades básicas” donde se escuchará una “clase magistral” que el Presidente dará en el “comando estratégico”.


La oposición, por su parte, piensa que los oficialistas son todos “acomodados” que hacen “demagogia” y apelando a la etnografía y a la demagogia observan que el oficialismo está compuesto por “negros” y “pajueranos”. A los que llegan del interior se les dice “cabecitas negras”, y una de las representaciones que genera más gracia en los círculos opositores es llamarlos “veinte y veinte”, dado sus hábitos de tomar un vaso de vino (cuesta 20 centavos) acompañándose con un disco de su cantor favorito, Antonio Tormo, que en la Wurlitzer cuesta otros veinte. Los acontecimientos de 1955 ponen de moda “gorila”, palabra tomada de La Revista Dislocada; al gobierno anterior se lo designa “régimen depuesto” y a sus partidarios, “adictos al tirano prófugo”. En este período se advierte una nueva jerga política, donde cualquier hecho es pasible de una “comisión investigadora”, o de una “mesa redonda”, siempre que no suceda “ni un minuto antes ni un minuto después”. Con el frondizismo desde 1958, el lenguaje se modifica, ahora es “desarrollo”, “integración”, y algo que gusta a pocos, “austeridad”, con la zozobra de “planteos” institucionales y automóviles para “uso oficial exclusivo”. Gobierne quien gobierne, el balcón de la Casa Rosada, sobre la Plaza de Mayo, es ocasión para un acto público y para que oradores y correligionarios “se confundan en un abrazo”.


La vida cotidiana se extiende a las relaciones inmediatas con vecinos y amigos. Es posible en los fines de semana trasladarse a “clubs” (por clubes) o ir de “camping” (por campamento) y los que gustan bailar en intimidad, van “a Olivos”, que significa ir a boites de Olivos (Revien’s, Sunset). Quienes quieren “pellizcar algo” optan por comer en un “bar alemán” y los que prefieren cenar “a cuerpo de rey” van a un restaurante en “pleno” centro, donde, si son varios, se acostumbra a pagar “a la romana”. Quien se precie, debe evitar “boliches” (“no che, esto es muy boliche”, por un lugar poco exclusivo) y también, para rehuir contacto con gente “ordinaria” puede recluirse en alguna casa y hacer un “party” (el que se organiza como “té party”, “coctail party”, “empanada party”, “pizza party”), y “tomar un buen drink”. Así se libra de restaurantes donde hay que “ponerse” con algo más de dinero del que se dispone, porque “uno no es un ricachón como Anchorena” que vive en un “palacete”, ni tampoco está obligado a aguantar al “mozo” (que se llama en voz alta “¡mozo!” y no democráticamente “señor”) cuando por haber pasado la hora óptima para comer hace “borratina” en la lista de platos, y en el final, al arruinar el “broche de oro” de la “velada” con la noticia de la “adición”. A todo el mundo le gusta “ir al buffet”, sobre todo a las señoras, que se liberan por ese día de ciertos “quehaceres domésticos”.


“Ser alguien” equivale a tener status y lo ha logrado aquel que anda en un “bote”: automóvil moderno, “aerodinámico”, “de apariencia futurista”, que hace “sensación” y es la “atracción” del barrio. Si al bote le agrega una casa “hecha un chiche”, vestir y exhibir lo que se tiene como al “desgaire” (ostentando, pero cuidándose en simularlo), se lo considera “gente de pro” (o “gente bien” e incluso “gente de empresa” o “gente que hace”) “bian”, “bienuda”, “fina” y “delicada”, que puede usar expresiones diferenciales. Así le está permitido llamar al almuerzo “almuerzo” y a la cena “comida”, a la esposa o señora “mi mujer”, y al esposo, “mi marido”. La gente bien tiene “predicamento” y saluda en italiano, “addío”. En cambio, los que en el barrio no progresan, si comen o beben mucho enseguida estarán “groggys” (por los boxeadores mareados) y son capaces de quedar “fritos” (dormidos) en la mesa. Estos, en sus conversaciones, no se preocupan por “tener sentido” (buen humor), hablan a los gritos, disputándose por quien lleva la “voz cantante”, insistiendo en esos “¡oiga!” (por escúcheme, atiéndame) y “¡diga!”, para llamar a alguien. Dicen “la” Nelly y “el” Alberto, tienen unos chicos que son unos “bandidos” y siempre están en la mala, como si tuvieran “la escomúnica” (la peste). Los que no demuestran “don de gentes” son los que emplean “¡albricias!” cuando el vino se derrama y “¡manden fruta!” a los parientes, cuando éstos se van de vacaciones.
Un abogado debe tener “escritorio” (por oficina) en el centro; a un médico de barrio se lo considera “médico de cabecera” en numerosas familias de clase media, mientras que la clase trabajadora comienza a acostumbrarse a concurrir al “policlínico”. El comerciante debe cuidarse mucho –hasta 1955- de que lo tilde de “inescrupuloso”, “especulador” y “agiotista”, respetará la “mordida” (coima) que le exijan los inspectores, y si alguien lo apalabra para un negociado sabrá que irá “ana y ana” (mitad y mitad, cincuenta y cincuenta). Las operaciones comerciales debido a la inflación, conviene hacerlas en “metálico”, pagando religiosamente las “fragatas” (billetes de mil pesos) “gambas” (de cien) y “cocineros” (de cinco) hasta el último “níquel” (por centavos). Para no trabajar “en balde” o “de balde”, hay que equilibrar el surtido de mercaderías “flor de ceibo” (de fabricación nacional) y mercaderías “traídas” (traídas de contrabando), pues a muchos les gusta fumar, vestir y beber “a lo importado”. La política oficial de precios es la causante de la baja calidad de los productos, ya que mercaderías que son “un kilo” (no porque pesen 1.000 gramos, sino por su excelente calidad, y por extensión, a todo lo que sea muy bueno: “esa mina está un kilo”, y para indicar grandes cantidades, “para mañana hay que estudiar un kilo”), deben ser puestas en vidriera con el cartel de “todo requeterrebajado”, no faltando aquellos que pretendiendo hacer un regalo “principesco” se quejan al pagar, pues piensan que el comerciante les cobra una “exorbitancia”.


La metafísica –quejumbrosa, irónica- regodea el lenguaje con el tema de la muerte: “y nunca más se supo”, “se hizo bolsa” (en un accidente automovilístico) y “lo hicieron bolsa” (lo mataron físicamente, le mataron el alma). Otro tema amargo es el “esplendor”, esos momentos de gloria del pasado que se designan con “tuvo su cuarto de hora” o “se le acabó el cuarto de hora”, rezongo del que Alberto Castillo, para no perder el estilo, se burla: “pero el plazo se cumplió/por eso te digo ahora/se acabó tu cuarto de hora/y adiós, que te vaya bien”. Todavía se utiliza “esplín” para mencionar la tristeza, el tedio, cuando en las calles “no se ve un alma” y después de sucesivos “infortunios” los porteños dicen “a otra cosa”, como Nelly Panizza en Dock Sur. La dignidad afectada exige, por su parte, un “¡qué cosa seria!”, pues no está bien visto quedarse “fresco como una lechuga”. El tiempo, no el irrecuperable, sino el otro, el de la atmósfera, tiene su lenguaje de época: al día de buen tiempo se le dice que es “un día peronista”, expresión debida al comentarista deportivo Luis Elía Sojit, cuando hace frío, se confirma “¡qué frasquete!”, y en los eneros, como el de 1957, con temperaturas altísimas (43º3) se comenta la “canícula” de la noche pasada.


Los adelantos tecnológicos no impiden que siga llamándose “aeroplano” al avión: si éste es un reactor se lo denomina “avión a chorro” y “fortaleza volante” si es un bombardero norteamericano. Para mantener la técnica al día es imprescindible la refrigeración “poderosa” de la “friyider” (frigidaire, heladera eléctrica), y para poner los discos de Johnny Ray, un “flamante combinado”. En los cincuenta, cuando ya no quieren usarse, se “cortan” la radio, el combinado, o el televisor. Ahora se dice “apagar” para los tres, en virtud del predominio de la imagen televisiva. Además queda “bien” levantar el tubo del teléfono y decir “¡aló!” norteamericanizando la comunicación, poniendo al vesre el hispánico ¡hola!


Las crónicas de policía concentran las mayores antiguallas. Informan acerca de la persecución de “amorales” (por homosexuales), sobre personas que han sido objeto de “timo” (ardides, engaños, como el “cuento del tío”) por delincuentes de “baja catadura moral”, de casillas de emergencias que fueron “pasto de las llamas” y otras malas noticias, aunque los guardianes del orden tranquilizan a la población prometiendo “dar caza” a los cuatro sujetos que armados y con “embozos” atacaron un bar, pues se les está “siguiendo los pasos” para sorprenderlos “con las manos en la masa”.

fuente: http://www.el-descubrimiento.com.ar


jueves, 21 de julio de 2011

LEAH BONNÍN: COME ON, BABY! Certeza (Zaragoza), Artículo de Antonio Golmar publicado en el diario Libertad Digital.

Come on, baby! - La extranjera


Artículo de Antonio Golmar sobre la obra "Come on, baby!" de Leah Bonnin publicado en el diario Libertad Digital.


Miércoles, 10 de Marzo de 2010 19:20

Mujer busca identidad en tierra extraña. Tras este tema fatalmente trivializado por buena parte de la narrativa actual se esconde un fascinante relato alejado de los tópicos y fórmulas al uso. Una sugestiva historia de éxodo, desazón y oportunidad, búsqueda, estigma y desarraigo, a caballo entre Barcelona y Nueva York, la España de los estertores del franquismo y el inicio de los 80.

Al día siguiente del asesinato de John Lennon, Adela García Berenguer, una colomesa recién salida de una adolescencia marcada por el extrañamiento (ecos de La revolución sexual de Wilhem Reich y de la militancia revolucionaria de su hermana) y un abigarrado y vergonzante pasado familiar de origen desconocido, aterriza en Nueva York con la intención de encontrar "un refugio, poder ser y no ser mi madre y la madre de mi madre y la madre de la madre de mi madre... Ser y no ser la descendiente de un silencio de siglos, una nota a pide página".

Sin respuestas y sin lugar, a ratos impulsada por el optimismo de las canciones de un famoso cantante catalán y transida de una nostalgia llena de adversativas implacables, Adela es encontrada por una serie de personajes sin rumbo cuyas voces se entrecruzan con la de la protagonista en un juego de construcción de identidades recreadas a partir de carencias y anhelos insatisfechos.

Así, Adela se convierte en la Pasionaria de Bruce, un militante izquierdista que ve a su amante a través de unas deficientes anteojeras ideológicas y la transforma en un personaje heroico dentro de su acongojada narrativa progresista. Melanie, descendiente de inmigrantes caribeños llegados al Barrio neoyorquino en los años de la Gran Depresión, también moldea a la recién llegada remendando los jirones de un pasado hecho de sudor, salsa y los dolores producidos por el cambio de piel que conlleva la consecución del sueño americano.

Sin embargo, es June, quien proyecta sobre Adela los rumores que reverberan por su nido semivacío, convirtiendo su convivencia en una divertida manifestación de kismet, la que en cierta manera proporciona sentido a las experiencias iniciáticas de su amiga en una pintoresca librería de Brooklyn. Sin embargo, la trayectoria de la colomesa en la Gran Manzana se trunca por una nueva ensoñación, la de la nación catalana, en la que Adela se ve envuelta a través de un reencuentro casual con un compañero de instituto, Vicente –o Vicens, como él prefiere llamarse–, en el Barrio Chino. La vuelta a Barcelona la sume en un sueño inducido por la anestesia nacionalista que desemboca en la asfixiante pesadilla del rey Ubú. La Cataluña pujolista no es más que un falso regreso a un hogar que no es el suyo.

La identidad también se hace a partir de las miradas ajenas. Sin embargo, ¿hacia dónde debe mirar uno mismo? De forma paralela al desarrollo de la sinfonía de voces ajenas y engañosamente salvíficas que se produce a su alrededor, Adela descubre, a partir de un misterioso documento episcopal descifrado gracias a un libro colocado en la estantería dedicada a Sefarad de un negocio frecuentado por personajes de largos tirabuzones y sombreros parecidos a chisteras de mago, el origen de sus antepasados. Es la desembocadura de un río que Adela comienza a recorrer en un camino de retorno a su casa, la verdadera, un hogar cuyas llaves no han sido entregadas por nadie, sino forjadas por su ocupante. De nuevo, son las voces exteriores, las interpelaciones, que desencadenan la catarsis y dan oportunidad a la reafirmación: no todos los caminos conducen a Roma; por lo visto, algunos llevan a Jerusalén.

Como decía al principio, en esta novela, su segunda hasta la fecha, Leah Bonnín nos embarca en una pequeña odisea realmente interesante cuyos personajes, como indica José Jiménez Lozano en el prólogo, "siguen estando ahí y hablando, como nos sucede con los personajes de las historias que nos conciernen". Efectivamente, la sabia concatenación de voces y las exquisitas suspensiones de juicio provocan en el lector una curiosidad casi insaciable, un genuino deseo de ser parte de esta búsqueda, emprender la suya o acaso comenzar a ocuparse de esos "asuntos pendientes" que suponemos Adela habrá resuelto ahora que ronda la cincuentena. Es en este sentido que la advertencia del prologuista ("lo seguro es que de Adela no se librará fácilmente") me parece perfectamente atinada.

Además de todo esto, esta historia, un homenaje galdosiano a Nueva York, a Reinaldo Arenas (su espíritu revolotea por algunos pasajes de forma turbadora), a la música y a la cocina, huye de todos los lugares comunes propios de la llamada narrativa femenina, que tan de moda se ha puesto en los últimos años. Por ejemplo, los botarates con los que Adela parece condenada a toparse no reciben el típico tratamiento enmarcado en la falsa guerra de sexos, sino que aparecen plenos de humanidad. Después de todo, a menudo son nuestras propias carencias y nuestra falta de decisión lo que nos conduce a esas situaciones en las que terminamos siendo víctimas de nosotros mismos. Asimismo, el sexo aparece directo y carente de los artificios entre lo cursi y lo pornográfico tan caros a los editores de best sellers.

Si a todo lo anterior le añadimos una extensión que se hace corta, la maestría a la hora de sorprender (imposible predecir muchas de las situaciones, a pesar del conocimiento previo del argumento del libro) y la naturalidad de un lenguaje aparentemente sencillo aunque probablemente cincelado por numerosas reescrituras, esta novela, que otros han calificado como positivamente insólita, resulta muy recomendable.

La honradez y la valentía de la autora a la hora de afrontar la peripecia de Adela desde un estilo personal y sin concesiones a modas pasajeras confieren a esta novela una autenticidad que deslumbra precisamente por su sutileza y falta de afectación. Una aventura literaria de la que Bonnín sale indemne, confirmada como una escritora de excepción y poseedora de un rico universo literario, cuya exploración a buen seguro nos deportará muchas horas de placer en el futuro.

LEAH BONNÍN: COME ON, BABY! Certeza (Zaragoza), 2008, 299 páginas., 15 €

http://libros.libertaddigital.com/


Un saludo,
J.Vicente Zalaya


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