* Compartir la cuenta
Por Denisse Hernández
En éstas épocas donde escasea el dinero, a veces, una buena opción para gastar poco en una salida es compartir la cuenta; pero ojo, que luego le quieren ver a uno los huaraches. Por eso, hay que saber bien cuál es buen momento hacerlo y cuándo sólo debemos saber pedir menos para no gastar de más.
Algunas cosas que te puedo recomendar a tener en cuenta al momento de una salida con amigos son las siguientes:
-¿Apetito voraz? Si vas a un restaurante, ve bien quién te acompaña, y de ser posible, conoce mejor su apetito. Muchas veces pasa que vamos a cenar con amigos y nunca falta el que dice: “Pidamos para el centro así comemos de todo y nos sale más barato”; pero a la mera hora, nos damos cuenta que esta persona es la que más come; así que llega el plato al centro, tu alcanzaste sólo medio camarón y de todas formas pagas 1/4 del platillo.
-¿Gustos sibaritas? No aprendo, las veces que se me ha ocurrido salir con unos amigos que tienen un paladar sumamente exquisito termino desembolsando una fortuna, ¿por qué? porque la política de ellos es hacer de cada cena un banquete y que, invariablemente, la cuenta se reparte equitativamente entre todos los comensales; esto sonaría muy justo si no es porque desde que nos sentamos a la mesa empiezan los pedidos de este par: primero, un licor como aperitivo, luego cuatro, cinco, seis o -por qué no-, siete platos de entradas para el centro; después, como plato fuerte, jabalí, venado, salmón con caviar o langosta, ¡nada de verduritas!... ¡faltaba más!, por supuesto, acompañados de una minuciosa selección de los mejores vinos de la casa... y falta el postre o postres, porque antojados, son; ¡ah! y se me olvidaba el digestivo, no se vayan a empachar.
Se imaginarán que después de esta letanía y empezar a hacer sumas, no dan ganas de seguir sumándole a la cuenta y termino pidiendo pidiendo unos ravioles con ricotta, porque encima, no como carne.
He tenido la inocente esperanza de que digan, bueno, nosotros pedimos cosas muy caras, pondremos un poco más, pero no, jajajaja, qué ingenua; la repartición es equitativa y todos pasamos saliva mientras pagamos sus gustos sibaritas.
Si te suena familiar, hay dos estrategias, una es proponer que cada quien pague lo suyo, pero tal vez te vean con mala cara; otra muy discreta que me aconsejó otra de las amigas del grupo es retirarte un rato antes de que termine la velada, dejas lo correspondiente a tu consumo y un poquito más y los que quieran quedarse, que se hagan bolas con la tremenda cuenta.
-Ojo con el alcohol: Cuando vas a un bar, mucho cuidado con los gustos de los que te acompañan. La comida va muy de la mano con la bebida. A veces, por no quedar mal con los demás y gastar menos, dejamos que los pidan a su gusto y nos llegan con una botella de champagne cristal del 98; y para colmo, ¡el champagne te da gastritis!, así que terminamos pagando por algo que no disfrutamos.
-Plan B: Hay alternativas donde no hay que gastar mucho para poder pasársela bien. Te recomiendo que si tu presupuesto está un poco ajustado, optes por las reuniones en casa. Es una buena oportunidad para sorprender a los tuyos con nuevas ideas y que no cuestan mucho. Por ejemplo, pueden armar entre todos una “coperacha” y armar una cena increíble con mucho menos.
Por eso mismo, no tengas miedo a pedir que cada uno pague su parte; como dice el refrán: “cuentas claras, amistades largas”.
Y tú, ¿qué opinas sobre dividir la cuenta?
http://ar.blogs.mujer.yahoo.com/entre-amigas/denisse-hernandez-article/post/denisse_hernandez/33/compartir-la-cuenta.html
Denisse Hernández
Soy una tapatía de 25 años con ojos de caricatura japonesa y un toque de olor a menta.
Por lo demás, soy Licenciada en Comunicación, anteriormente trabajé como reportera y ahora, como editora web… muy feliz.
Desde chiquita “le hacía a eso de la platicada”, y es que para mi, compartir con alguien una buena charla es como comerse tres barras de chocolate y al día siguiente, pesar dos kilos menos, ¡puro placer!
Y aunque dicen que nadie experimenta en cabeza ajena, siempre he pensado que al compartir pensamientos y vivencias, nos ahorramos mutuamente malos momentos o, mejor aún, suscitamos cambios positivos y unas cuantas sonrisas.
El pasado fin de semana me ocurrio algo parecido. Fuimos a cenar 3 parejas a un restaurante argentino. Todos comieron carne y yo una ensalada cuyo importe era 4 veces menos que cada plato de los demás. Nadie se dio cuenta a la hora de pagar y mi ensalada me salio a precio de solomillo.
ResponderEliminarPero bueno, tampoco salimos tanto a cenar como para decir algo al respecto. Es un tema delicado.