por Miguel Martín Martinez
Israel lleva años soportando desde todos los ángulos posibles e imaginables, a través de todos los medios al alcance de sus enemigos, un acoso que cada día que pasa incrementa sus métodos, maneras y agresividad, sin reparar en el precio que paga si con ello alcanza sus propósitos: Ver derrotado a Israel, expulsados de sus territorios a los judíos y eliminar cuantos ciudadanos israelíes mejor. Todo con tal de lograr sus malvadas intenciones criminales, sin límites morales, éticos y de conciencia, eso no tiene valor alguno para quienes han hecho de la mentira y el engaño su método de trabajo.
Los que están pagando el precio más caro, sin duda alguna son los propios palestinos, que ponen muertos, miseria y futuro destrozado sin posibilidad alguna de que la situación cambie o cuando menos deje de ser lo que hoy es.
Toda la agresividad desplegada contra Israel pasa porque los inconscientes ciudadanos palestinos paguen el tributo mayor de cuantos luchan por la extinción de Israel y la cuota que están pagando en modo alguno es culpa del Estado hebreo, la necesidad de defender su integridad nacional hace que todo su potencial caiga sobre quienes se han convertido en las “víctimas propiciatorias” de los que en realidad debieran pagar este desastre.
Los países árabes, incapaces de vencer en el campo de batalla al pequeño Estado, han elaborado desde hace décadas una estrategia que pasa por sacrificar a la población palestina, ella y no otra pone las víctimas, sufre las consecuencias, sirve de escudo y pretexto de cuantos trabajan por la destrucción por otros métodos que no sean la guerra abierta, de Israel.
Ni Egipto con todo y ser un “aliado” de Israel, deja de sacar ventajas de esta situación, sangrantes y vergonzantes rentas. Hasta las ONGs occidentales que apoyan ya sin disimulo ni ocultación bajo un falso manto de “tareas humanitarias” su hipócrita tarea de contribuir a la destrucción de ese Estado, se benefician de las víctimas palestinas. Su hipotética disposición a mejorar las condiciones de la población civil palestina se convierte en puro mercadeo de sus cuerpos. Sus niños y sus ancianos y mujeres son el pretexto para muchas ONGs de contribuir ya de una forma nada disimulada a la tarea cruel de destruir un Estado que pasa por ser un referente en casi todos los rubros y éxitos en todas las áreas.
Estamos ante un abierto estado de antisemitismo que ya no esconde ni disimula su más feroz aspecto, un antisemitismo que se ha despojado de su careta de buenismo para mostrar su genuina faz asesina, bajo el artificioso paragüas que le proporciona los mismos estados que dicen buscar una paz duradera entre los contendientes. Falso y mentiroso dualismo. Ya sabemos quiénes son, cómo se presentan y cuáles son sus intenciones y desde luego que para nada son limpias, son muy feroces y llenas de odio asesino y cruel.
La humanidad está al borde del precipicio no tanto porque sean muchos los que sostienen este estado de cosas, sino porque son muchísimos más los que no se muestran en contra de esta situación, son muchos más los que muestran una indiferencia y un silencio que abona el campo de trabajo del antisemitismo actual donde crecen las plantas más venenosas y letales, porque no son muchos pero no es necesario que lo sean, basta que el silencio de los más sea real para que crezca la peor semilla de la historia: el odio antisemita.
Estamos de nuevo en una encrucijada de carácter mortal para nuestras sociedades de la abundancia y el bienestar, que ignora y vacía de contenido los serios problemas que la aquejan porque nadie quiere verlos, la teoría del avestruz, ocultando la cabeza deja de ver el problema, aunque siga existiendo.
El muro de Cisjordania y Gaza ya no son capaces de derribarlo pero hay otras formas sutiles de hacer la misma tarea, tirando cuerpos palestinos contra Israel para luego culparle de ello. Las manos que tiran palestinos contra Israel pretendiendo derribar los muros que la defienden, son aquellas que siguen jaleando, financiando y sosteniendo la situación de Gaza y Líbano. Y muchas ONGs también, la quinta columna del terrorismo disfrazada de pacifismo barato y servil.
Triste comedia, triste destino del pueblo palestino , triste Occidente, todo parece estar yéndose sin remedio por el desagüe y nadie hace nada salvo seguir en la estupidez de acusar al mismo de siempre. Las hienas ríen, mientras estudian la próxima aventura porque saben que de nuevo les va a salir gratis y con la ayuda de los de siempre. Los nuestros. Los muertos otros los ponen, salen baratos. ¡Cuánto asco, cuánta repugnancia!
Miguel Martín Martinez
Zaragoza-España
9 de junio 2010
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