domingo, 20 de diciembre de 2009

Anécdotas de Facundo Cabral, contadas por él mismo

El viejo Tarahumara, el campesino chino

Pregunté a un viejo Tarahumara por qué no usaban armas para defenderse de los cuatreros, y me dijo: Si las armas fuesen necesarias, habríamos nacido con ellas.
Me dijo un campesino chino: Si quieres ser feliz un día, emborrachate; si quieres ser feliz una semana, cásate; si quieres ser feliz toda la vida, sé jardinero.

El maestro Rubinstein

En el Campo di Fiore, en el trastevere romano, lo encontré dándole migajas a las palomas. Le pregunté: ¿Usted es el que yo creo? Y me dijo: Yo soy el que tú quieras. Le pregunté: ¿Usted es el maestro? Y me dijo: No, maestro es el que te puso delante de mí y a mí delante de ti. Yo soy Arthur Rubinstein.

El regalo de la libertad

Cuando me fui de mi casa, niño aun, mi madre me acompañó a la estación, y, cuando subí al tren, me dijo: Este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el primero fue darte la vida, el segundo la libertad para vivirla.
La oración predilecta de mi madre decía: Señor, te pido perdón por mis pecados, ante todo por haber peregrinado a tus muchos santuarios, olvidando que estás presente en todas partes. En segundo lugar, te pido perdón por haber implorado tantas veces tu ayuda, olvidando que mi bienestar te preocupa más a Ti que a mí. Y por último, te pido perdón por estar aquí pidiéndote que me perdones, cuando mi corazón sabe que mis pecados son perdonados antes que los cometa, ¡tanta es Tu Misericordia, amado Señor!

La mayoría es buena gente

Alguna vez me preguntó mi madre: ¿cuándo vas a dejar de pelear para comenzar a vivir?, ¡porque no se pueden hacer las dos cosas a la vez!
Mi madre creía que el día del Juicio Final el Señor no nos juzgará uno por uno -ardua tarea- sino el promedio, y si juzga el promedio, estamos salvados, porque la mayoría es buena gente.
El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso -una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que construyen la vida.
Diría mi madre: Si los malos supieran qué buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio.



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