martes, 25 de septiembre de 2007

JUAN CARLOS ARCH , CINEASTA, CRITICO DE CINE,MULTIFACETICO!!!


El cineclubismo, una pasión
Por JUAN CARLOS ARCH


El cineclubismo es la hermana menor de esta disciplina hermosa que es el cine, incluso hay muchos que la tienen puesta en el sector más despectivo de la misma. Es probable que nadie nazca con una vocación cineclubística. Esta se hace con el tiempo y más que nada cuando te das cuenta que en el cineclubismo está la gente que más ama el cine, sin exclusiones y con más amplitud. Entre los directores, críticos y hasta docentes, entre los amigos (que son muchos) y los que conozco a través de sus obras y declaraciones, pude encontrar padres, abuelos, tíos y mentores (que quiero mucho), pero los cineclubistas son, sin excepciones, mis verdaderos hermanos.
El cineclubismo no se defiende, es una suerte de escuela en donde el pizarrón es la pantalla, es una pasión, una tarea generosa y muy agradecida. También, como dice mi amigo Paolo Minuto, algo masoquista, porque es ingrato que un espectador no reconozca el esfuerzo de conseguir un filme, y lo despache con un "es un bodrio" por más pergaminos que tenga.
Pocos conocen la organización que tenemos, qué parte del Cine Club sigue en la federación de tu país y termina en la FICC, una Federación Internacional que valoriza desde la programación hasta la formación del cineclubista.
La FICC está integrada con la participación de naciones de los cinco continentes, creo que más de 70 países, y te puedo decir que los congresos en donde participan todos, son inolvidables.
fuente:diario EL LITORAL- SANTA FE- ARGENTINA, 26 de agosto de 2006

Última Crítica cinematográfica de Juan Carlos (24 de septiembre de 2006)

Una historia de amor con el pudor como protagonista .

Juan Carlos Arch.

Sólo del cine francés pueden llegar estas joyas de la expresión cinematográfica, en donde los tiempos, espacios y cámara estén en directa comunicación con los actores y sean ellos los que llevan una acción que siempre es interior. Crear suspenso con estos elementos es mérito de Patrice Leconte, que viene de realizar un "capo lavoro" con "El hombre del tren" y aquí consuma otra obra maestra en donde el verdadero protagonista es el pudor. Es una suerte de thriller sentimental, una historia de amor platónico que crea su propio clima, que ensaya en la experiencia del "otro" el descubrimiento de la propia intimidad. Ésta es la historia de William y Anna. El primero es un asesor fiscal cuyo despacho está enfrente al de un psicólogo. Anna es una mujer que está atravesando problemas de pareja, cuyo marido le impone un celibato forzoso tras padecer un cierto accidente que lo ha dejado cojo. Ella va en busca del psicólogo pero llama en la puerta de enfrente. Allí conocerá al otro, a quien no le deja espacios para aclarar el yerro, confesando todo su conflicto y entrar en una suerte de crisis que la obliga a establecer una nueva cita, ante los asombrados ojos de este asesor que vivirá esta invasión como una auténtica novedad en su arrutinada vida. Él también vive una separación reciente y, ante esta aparición siente como si su estructura humana se resquebrajara, y lo primero a lo que atina es cruzar el pasillo y visitar él al sicólogo para plantearle la cuestión: seguir con el equívoco o pararlo. Trata de hacer lo primero en la siguiente visita pero también fracasa. Hay un magnetismo con esa mujer que lo hipnotiza y su vecino profesional lo asesorará en su puntual problema: ¿quién es?, ¿por qué se deja arrastrar por ella? Puede ser, como dice por ahí, que "el amor es la única enfermedad que no se cura", pero lo cierto es que estas apariciones tendrán una magia intransferible a otros seres, es de ellos, y las visitas marcarán todo el desarrollo del filme y de la relación de estas criaturas. Imágenes de pura poesía La oficina es cerrada, oscura, con un mobiliario dispuesto hace años y nunca modificado, con ventanas ocultas tras pulcras cortinas. Anna es siempre la que habla y William el que escucha y hace preguntas puntuales. Conversan sobre el marido de ella, de experiencias sexuales inventadas, de pura fantasía, de encuentros imaginados, creando un sortilegio que es abandonado siempre en su mejor momento para la próxima visita. Y en estos encuentros es siempre la mujer la invasora y el hombre un asombrado receptor. Laconte crea una zona de inasibles momentos, de invisibles sensaciones, de imágenes de pura poesía, que no hacen a un relato sino a una exaltación de esa intimidad, de esos secretos que guarda el alma humana y que no pueden ser confesados por propio desconocimiento de quien los guarda. Hacer esto tangible para que el espectador lo vaya intuyendo al paso de sus personajes es el gran logro de esta película, cuyo lenguaje tiene momentos cautivantes, como ese temblor de la cámara en los planos supuestamente fijos en cualquier película. Aquí es como si la cámara tratara de descubrir esos secretos, hacerlos vibrar en el preciso instante en que están por nacer. Mucho tienen que ver los actores, el excepcional Fabrice Luchini, tan azorado como si descubriera un territorio que jamás imaginó y la dúctil Sandrine Bonnaire, capaz de pasar de la angustia a la plenitud, con un solo gesto, una sola mirada. Pero hay otras excelencias, como la fotografía de Eduardo Serra, que va del gris mortuorio de la oficina de William, a la luminosidad de su nuevo espacio y, fundamentalmente la música de Pascal Esteve que marca de principio a fin, y como un susurro, la cadencia de un filme que hace de esa intriga de los sentimientos, de ese tratamiento del pudor, su único "argumento". Fiesta de la oreja y de los ojos, es un filme para gozar y comprobar que el cine nunca es una "historia" sino un momento vibrante, tenso y mansamente poético que nos ayuda a mirar dentro de nosotros mismos.
"CONFESIONES MUY ÍNTIMAS" ("Confidence trop intimes", Francia, 2004); Dirección: Patrice Leconte; guión: Jerome Tonnerre y P. Leconte; fotografía: Eduardo Serra; música: Pascal Esteve; montaje: Jo‘lle Hache; vestuario: Annie Perier-Bertaux; Intérpretes: Fabrice Luchini, Sandrine Bonnaire, Michel Duchaussoy, Anne Brochet, Gilbert Melki, Helene Surgere, Isabelle Petit-Jacques y Laurent Gamelon; duración: 104m. Presentada por FICC en Cine Club Santa Fe.

Fuente: Publicada en el diario "El Litoral", Santa Fe- Republica Argentina,dos dias antes de su fallecimiento.

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