domingo, 26 de octubre de 2014

El viaje en globo de Borges y Kodama




















Por Mario Vargas Llosa   


Para LA NACION

MADRID.-Creía haber leído todos los libros de Jorge Luis Borges -algunos, varias veces-, pero hace poco encontré en una librería de lance uno que desconocía: Atlas, escrito en colaboración con María Kodama y publicado por Sudamericana en 1984. Es un libro de fotos y notas de viaje y en la portada aparece la pareja dando un paseo en globo sobre los viñedos de Napa Valley, en California.
Las notas, acompañadas de fotografías, fueron escritas, la gran mayoría al menos, en los dos o tres años anteriores a la publicación. Son muy breves, primero memorizadas y luego dictadas, como los poemas que escribió Borges en su última época. Siempre precisas e inteligentes, están plagadas de citas y referencias literarias, y hay en ellas sabiduría, ironía y una cultura tan vasta como la geografía de tres o cuatro continentes que el autor y la fotógrafa visitan en ese período (bajan y suben a los aviones, trenes y barcos sin cesar). Pero en ellas hay también -y esto no es nada frecuente en Borges- alegría, exaltación, contento de la vida. Son las notas de un hombre enamorado. Las escribió entre los 83 y los 85 años, después de haber perdido la vista hacía varias décadas y, por lo tanto, cuando era incapaz de ver con los ojos los lugares que visitaba: sólo podía hacerlo ya con la imaginación.
Nadie diría que quien las escribe es un octogenario invidente, porque ellas transpiran un entusiasmo febril y juvenil por todo aquello que toca y que pisa, y su autor se permite a veces los disfuerzos y gracejerías de un muchachito al que la chica del barrio, de quien estaba prendado, acaba de darle el sí. La explicación es que María Kodama, la frágil, discreta y misteriosa muchacha argentino-japonesa, su ex alumna de anglosajón y de las sagas nórdicas, por fin lo ha aceptado y el anciano escribidor goza, por primera vez en la vida sin duda, de un amor correspondido.
Esto puede parecer chismografía morbosa, pero no lo es; la vida sentimental de Borges, a juzgar por las cuatro biografías que he leído de él -las de Rodríguez Monegal, María Esther Vázquez, Horacio Salas y, sobre todo, la de Edwin Williamson, la más completa- fue un puro desastre, una frustración tras otra. Se enamoraba por lo general de mujeres cultas e inteligentes, como Norah Lange y su hermana Haydée, Estela Canto, Cecilia Ingenieros, Margarita Guerrero y algunas otras, que lo aceptaban como amigo, pero, apenas descubrían su amor, lo mantenían a distancia y, más pronto o más tarde, lo largaban. Sólo Estela Canto estuvo dispuesta a llevar las cosas a una intimidad mayor, pero, en ese caso, fue Borges el que escurrió el bulto. Se diría que era el juego de sombras lo que le atraía en el amor: amagarlo, no concretarlo. Sólo en sus años finales, gracias a María Kodama, tuvo una relación sentimental que parece haber sido estable, intensa, formal, de compenetración intelectual recíproca, algo que a Borges le hizo descubrir un aspecto de la vida del que hasta entonces, según su terminología, había sido privado.
Alguna vez escribió: "Muchas cosas he leído y pocas he vivido". Aunque no lo hubiera dicho, lo habríamos sabido leyendo sus cuentos y ensayos, de prosa hechicera, sutil inteligencia y soberbia cultura. Pero de una estremecedora falta de vitalidad, un mundo riquísimo en ideas y fantasías en el que los seres humanos parecen abstracciones, símbolos, alegorías, y en el que los sentidos, apetitos y toda forma de sensualidad han sido poco menos que abolidos; si el amor comparece, es intelectual y literario, casi siempre asexuado.
Las razones de esta privación pueden haber sido muchas. Williamson subraya como un hecho traumático en su vida una experiencia sexual que le impuso a Borges su padre, en Ginebra, enviándolo donde una prostituta para que conociera el amor físico. Él tenía ya diecinueve años y aquel intento fue un fiasco, algo que, según su biógrafo, repercutió gravemente sobre su vida futura. Desde entonces todo lo relacionado con el sexo habría sido para él algo inquietante, peligroso e incomprensible, un territorio que tuvo a distancia de lo que escribía. Y es verdad que en sus cuentos y poemas el sexo es una ausencia más que una presencia y que, cuando asoma, suele acompañarlo cierta angustia e incluso horror ("Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres"). Sólo a partir de Atlas (1984) y Los conjurados (1985), una colección de poemas ("De usted es este libro, María Kodama", "En este libro están las cosas que siempre fueron suyas"), el amor físico aparece como una experiencia gozosa, enriquecedora de la vida.
Los psicoanalistas tienen un buen material -ya han abusado bastante de él- para analizar las relaciones de Borges con su madre, la temible doña Leonor Acevedo, descendiente de próceres, que -como cuenta en un libro autobiográfico Estela Canto, una de las novias frustradas de Borges- ejercía una vigilancia estrictísima sobre las relaciones sentimentales de su hijo, acabando con ellas de modo implacable si la dama en cuestión no se ajustaba a sus severísimas exigencias. Esta madre castradora habría anulado, o, por lo menos, frenado la vida sexual del hijo adorado. Doña Leonor fue factor decisivo en el matrimonio de Borges con doña Elsa Astete Millán en l967, que duró solo tres años y fue un martirio de principio a fin para Borges, al extremo de inducirlo a terminar huyendo, como en las letras truculentas de un tango, de su cónyuge.
Todo eso cambió en la última época de su vida gracias a María Kodama. Muchos amigos y parientes de Borges la han atacado, acusándola de calculadora e interesada. ¡Qué injusticia! Yo creo que gracias a ella -basta para saberlo leer el precioso testimonio que es Atlas- Borges, octogenario, vivió unos años espléndidos, gozando no sólo con los libros, la poesía y las ideas, también con la cercanía de una mujer joven, bella y culta, con la que podía hablar de todo aquello que lo apasionaba y que, además, le hizo descubrir que la vida y los sentidos podían ser tanto o más excitantes que las aporías de Zenón, la filosofía de Schopenhauer, la máquina de pensar de Raimundo Lulio o la poesía de William Blake. Nunca hubiera podido escribir las notas de este libro sin haber vivido las maravillosas experiencias de que da cuenta Atlas.
Maravillosas y disparatadas, por cierto, como levantarse a las cuatro de la madrugada para treparse a un globo y pasear hora y media entre las nubes, a la intemperie, azotado por las corrientes de aire californianas, sin ver nada, o recorrer medio mundo para llegar a Egipto, coger un puñado de arena, aventarlo lejos y poder escribir: "Estoy modificando el Sahara". La pareja salta de Irlanda a Venecia, de Atenas a Ginebra, de Chile a Alemania, de Estambul a Nara, de Reikiavik a Deyá, y llega al laberinto de Creta donde, además de recordar al Minotauro, tiene la suerte de extraviarse, lo que permite a Borges citar una vez más a su dama: "en cuya red de piedra se perdieron tantas generaciones como María Kodama y yo nos perdimos en aquella mañana y seguimos perdidos en el tiempo, ese otro laberinto". Cuando están recorriendo las islas del Tigre, en una de las cuales se suicidó Leopoldo Lugones, Borges recuerda "con una suerte de agridulce melancolía que todas las cosas del mundo me llevan a una cita o a un libro". Eso era cierto, antes. En los últimos tiempos todo lo que hace, toca e imagina en este raudo, frenético trajín, lo acerca, a la vez que a la literatura, a su joven compañera. El rico mundo inventado por los grandes maestros de la palabra escrita se ha llenado para él, en el umbral de la muerte, de animación, ternura, buen humor y hasta pasión.
No mucho después, en 1986, en Ginebra, cuando Borges, ya muy enfermo, sintió que se moría, dijo a María Kodama que, después de todo, no era imposible que hubiera algo, más allá del final físico de una persona. Ella, muy práctica, le preguntó si quería que le llamara a un sacerdote. Él asintió, con una condición: que fueran dos, uno católico, en recuerdo de su madre, y un pastor protestante, en homenaje a su abuela inglesa y anglicana. Literatura y humor, hasta el último instante.

http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2014/10/12/341111/El-viaje-en-globo.


   

EN VERONA (Italia): Con motivo de la Ceremonia de Clausura del Premio Lorenzo Montano: Foro de poesía, filosofía, música, arte.Organizado por "ANTEREM", la revista de Investigación Literaria. Del Sábado 8 al Domingo 16 de Noviembre. Entrada gratuita


Estimada lectora, querido lector,

Cada año, en  ocasión de la ceremonia de clausura del Premio Lorenzo Montano, la revista "Anterem" promueve - en colaboración con la Biblioteca Pública de Verona - un foro de  poesía.


Están programados  catorce citas, durante las cuales la poesía,encuentra a la filosofía,a la música, al arte. Estos eventos tendrán  lugar del sábado 8 de noviembre al Domingo, 16 de noviembre 2014 en las instalaciones de la Biblioteca Pública de Verona, Via Cappello 43.


En nuestro sitio se puede ver el programa detallado y descargarlo:

http://www.anteremedizioni.it/forum_anterem_2014_premio_lorenzo_montano
La entrada es gratuita

Los esperamos.

Un cordial saludo.

La Redacción de "Anterem"


Gentile lettrice, caro lettore,
come ogni anno, in occasione delle cerimonie conclusive del Premio Lorenzo Montano, la rivista “Anterem” promuove – in collaborazione con la Biblioteca Civica di Verona – un Forum di poesia.

Sono in cartellone quattordici appuntamenti, nel corso dei quali la poesia incontra la filosofia, la musica, l’arte. Tali eventi si svolgono da sabato 8 novembre a domenica 16 novembre 2014 negli spazi della Biblioteca Civica di Verona, via Cappello 43.

Sul nostro sito è possibile visionare il programma dettagliato e scaricarlo:
http://www.anteremedizioni.it/forum_anterem_2014_premio_lorenzo_montano

L’ingresso è libero. Vi attendiamo.

Un cordiale saluto.

La redazione di Anterem

Irene Mercedes Aguirre, talentosa poeta, escritora, investigadora docente e intelectual argentina y universal nos regala: "LA LLOVIZNA Y EL TIEMPO".





























LA LLOVIZNA Y EL TIEMPO®, 



por Irene Mercedes Aguirre, 



Buenos Aires, ARGENTINA.




No llueve sólo de arriba para abajo. Si uno analiza las cosas, luego de un rato descubre que se trata de una respuesta proactiva arriba-abajo, abajo-arriba. Y les quiero contar de qué manera descubrí el asunto. Un poco fue casualidad, otro poco algo de reflexión (mínima, eso sí) y una buena dosis de llovizna que me cayó sobre el cuerpo en las diez cuadras que me separaban de dos trámites distintos en la ciudad.

Paraguas oscilante por causa de un viento fastidioso, abrigo humedecido, zapatos cargados de húmedas gotas, ese era el estado de ánimo que se complementaba a maravilla con el entorno circundante. Y entonces, mientras lanzaba alguna maldición, mascullada en voz baja, comprendí todo.

Tenemos nubes porque hay oxígeno, somos humanos porque hay oxígeno, hay follajes y árboles porque hay oxígeno y la llovizna viene a equilibrar, cada tanto, la desmesurada actividad de tantos cuerpos y acciones en interacción, desintegración, maduración, interacción ú oposición.

La llovizna nos hace recordar. Nos moja, nos fastidia, nos recupera en alguna glándula olvidada y oxidada de humanidad. El clima callejero se vuelve intimista, licúa las aristas de los días normales, motiva deseos olvidados en el fondo de algún arcón de la abuela. A mí particularmente me recuerda la casa de las lanas, las agujas de madera y la pañoleta de la tía Vera. El aire humedecido me retrotrae a los días de lluvia en mi escuela suburbana, cuando todo era levemente caótico. Faltaban los maestros, la docente que hacía acto de presencia nos juntaba a todos los proscritos de otras aulas sin guía y nos permitían leer libros de la biblioteca infantil. Repiqueteaba el agua en los techos de chapa y nos daba una deliciosa sensación de estar protegidos frente al mundo.

El problema mayor se suscitaba por la pobreza de nuestra indumentaria escolar. Sólo tenía un guardapolvo y con la lluvia era imposible lucir una presencia prolija por mucho tiempo. Dejemos de pensar en tonterías, dije para mis adentros mientras sorteaba un charco barroso justo frente a mí.

Recordé gentilezas de otro tiempo que hacían mención de los galanes que tiraban la capa a los pies de la dama para luego “hacerse un relicario con el pedazo de mi capote que haya pisado tan lindo pie”. Igualito que ahora, suspiré, mirando a mi alrededor. Y entonces surgió la segunda certeza. Si debo decir algo de la llovizna es que depende del contexto, igual que cualquier otra circunstancia de nuestra vida. Cada época vivió y pensó la llovizna desde su irrepetible momento, desde ese alrededor que motivaba los pensamientos, avivaba los imaginarios y conectaba los simbolismos en un encadenamiento propio, singular e irrepetible.

Luego, empujé la puerta giratoria del Banco para hacer el depósito por una compra on line.

Recibido de la Autora.
Fue publicado en: http://todaslasartes-argentina.blogspot.com.ar/2014/10/la-llovizna-y-el-tiempo-por-irene.html?showComment=1414007644476

IRENE MERCEDES AGUIRRE,

Buenos Aires, Argentina

Actividades literarias
En el campo de las letras, es autora de múltiples obras literarias como ensayos, cuentos, relatos y especialmente poemarios individuales o en Antologías diversas. Transita fluidamente en la poesía épica, de corte americanista, suavizada por su sensibilidad, con obras como “El sueño que no cesa. Canto a Simón Bolívar y a la integración hispanoamericana” (1989); “Sonetos a Simón Bolívar (2) (Antología, 1989);”Mirador de Dos Mundos. Quinientos luego (1492-1992) y San Martín ¿para qué? (2009). Pero además su voz se eleva desde la poesía lírica para transitar y trasmutar lo cotidiano, como en “Mi ser en el tiempo” (1989); “Ventanal a tres tiempos” con J. Gómez Bas y E.O. Viejo) (1990); “Noche de poesía y color”(Antología, 1990); “Voces femeninas en la poesía actual (Antología,1991; “De poetas y locos, Montserrat, de todo un poco” (Antología, 2009); “Letras Vivas 2001” (Antología, 2001) y “Antología de Escritores de Avellaneda” (2008).

La profundidad de sus reflexiones poéticas se expresa en obras que rozan lo místico y han recibido reconocimiento internacional y se la ha calificado a su poesía como “La poesía del alma” por prestigiosos críticos de diversos países de América, Europa y Asia Menor. Dentro de esta línea pueden citarse “Territorios del Alma” (2000); “Pater Nostrum” (2007); “Pensamientos literarios para la Paz” (Antología, 2011) y de próxima edición “Secretos de las sombras”.

Ha recibido diversos premios y distinciones por su producción literaria, tales como Premio literario de Ensayo “La Mujer y las profesiones liberales en Argentina desde mediados del siglo XIX” Secretaría del Menor y la Familia, La Plata, Provincia de Buenos Aires, 1987; Mención de Honor en cuento breve, Concurso Bernardo O’Higgins, 1988; Mención de Honor en Poesía, Alianza Francesa, Ciudad de Buenos Aires (/1991); Primer premio Cuento Breve, Concurso Eugenio Zagarzazú 2000; Premio de Poesia Santa Teresa de Jesús , ASESCA, Fundación Banco de Boston, Buenos Aires, 2002; Cinta Azul Bienal de Honor por Poesía inédita, Premio Santa Clara , ASESCA, 2000-2002;Distinguida Finalista XVIII Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo, Madrid, España, 1998, por su obra Territorios del Alma.; Distinguida Finalista XXII Premio Mundial de Poesía Mística Fundación Fernando Rielo, Madrid, España, 2002 por su obra Pater Nostrum; Distinguida Autora única y destacada, por las autoridades de la Red Mundial de Escritores en Español (REMES); Incorporada a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes , Biblioteca del Soneto; Distinguida por la Academia Virtual de Poetas y Escritores de Brasil (AVSPE) como Membro Efetivo de lengua castellana en edición digital; Vecina Distinguida de Avellaneda (1998); Medalla Barracas al Sud en el Bicentenario de Mayo 2010, como escritora destacada avellanedense; Declaración de Beneplácito y Reconocimiento de la H. Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires por la presentación de la obra San Martín ¿para qué? (Decreto 1027/11-12- 0). Integra la Sociedad Argentina de Escritores (SADE); .Movimiento Poetas del Mundo; Academia Virtual de Poetas y Escritores de Brasil (AVSPE); Red Mundial de Escritores en Español (REMES) y recientemente incorporada a la Internatgional Writers Association (USA).

Sus obras figuran en numerosas publicaciones impresas y digitales nacionales e internacionales. Se trasmiten sus poemas semanalmente en Arcano Radio de México, asociada con Radio Nacional de Francia y Radio Naciones Unidas.
Varios poemas suyos han inspirado al Maestro argentino José Rodríguez Fauré para componer la Obra sinfónica Cantata de Dos Mundos, (por el V Centenario de América 1492-1992), , así como también un villancico titulado ¡“Suenen las campañas!.

El compositor y músico Jorge Morales realizó una canción titulada “A mis islas cautivas”, mientras que el Maestro español Avelino Vilas creó una canción titulada Blanca Paloma, en base a sus poesías.

También ha sido motivo de exposiciones de obras pictóricas basadas en sus poemas y artículos periodísticos especializados que reflexionan sobre sus planteamientos filosóficos.

Colabora con otros escritores como guía literaria, prologuista y correctora de estilo.

Actividades académicas

Su labor académica y profesional está dedicada a la Gestión Académica y a la enseñanza e investigación universitarias, de grado y posgrado, tanto en el país como profesora invitada en el exterior, además de la difusión histórico-cultural en el ámbito municipal y nacional.

Desarrolla una reconocida actuación dentro de la Alianza de Mesas Redondas Panamericanas, Asociación Nacional de la República Argentina donde se desempeña como Presidente del Comité de Educación y Capacitación Panamericana. Es asimismo Directora del Área Académica Multidisciplinaria de la Red Mundial de Juzgadores Familiares y de la Comisión Latinoamericana de Jueces (REDLAJ) y dirige el Instituto de Investigaciones Históricas de la Municipalidad de Avellaneda.

Ha participado como integrante del equipo de creación de universidades argentinas y ocupado diversas funciones directivas en las mismas.
Es consultora para nuevos planes de estudio de grado y de posgrado en la Educación Superior Universitaria.
Es asimismo Asesora Académica de la Fundación de Artistas Discapacitados y Asesora de Turismo de la Cámara de Comercio, Industria y Producción de la República Argentina
Ha recibido Declaración de Beneplácito y Reconocimiento a la Trayectoria por la H. Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires y es Dama Bolivariana de la República Argentina, designada por la Academia Bolivariana de las Américas.

Ha merecido, , entre otras distinciones, la de Mujer Bonaerense destacada en Educación, año 2002; Mujer del Año en la Cultura, Dirección de la Mujer, Municipalidad de Avellaneda, 1992; Mujer del Año en la Cultura, H. Concejo Deliberante local , 2002; Venera de Plata por su labor patriótica al servicio de la educación, 2004, etc..

Integra la Red Argentina de Posgrados en Educación Superior (RAPES); Miembro de la Asociación Nacional Sanmartiniana de Avellaneda; Miembro Fundador de la Unión de Cóndores de las Américas.

Formación de grado y académica:

Profesora universitaria en Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires; Especializada en el Programa de Actualización en Negociación y Cambio, Escuela de Graduados Alberto Soriano, Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires; realizó sus estudios de Doctorado en Historia, Facultad de Historia y Letras, Universidad del Salvador; Magister en Cultura Argentina, Instituto Nacional de la Administración Pública; Magister en Gestión y Políticas culturales, Instituto Nacional de la Administración Pública; Magister en Metodología de la Investigación Social, Universitá di Bologna – UNTreF; Especialista en Producción de Textos Críticos y Difusión Mediática de las Artes, Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA)

http://www.aveviajera.org/

12 maneras de reducir el riesgo de cáncer

La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), la delegación especializada en la enfermedad de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha lanzado la cuarta edición del Código Europeo contra el Cáncer.




Basado en la evidencia científica disponible, el nuevo código establece 12 maneras de adoptar estilos de vida más saludables y aumentar la prevención del cáncer en Europa. Es el resultado de un trabajo de colaboración de dos años entre los especialistas en cáncer, científicos y otros expertos de toda la Unión Europea(UE).


1. No fume. No consuma ningún tipo de tabaco.

2. Haga que su hogar sea libre de humo. Apoye las políticas libres de humo en su lugar de trabajo.

3. Tome medidas para tener un peso corporal saludable.

4. Realice alguna actividad física en la vida cotidiana. Limite el tiempo que pasa sentado.

5. Mantenga una dieta saludable:

- Coma muchos cereales integrales, legumbres, verduras y frutas.

- Limite los alimentos altos en calorías (ricos en azúcar o grasa) y las bebidas azucaradas.

- Evite la carne procesada: limite la carne roja y los alimentos con alto contenido de sal.

6. Si usted bebe alcohol de cualquier tipo, limite su consumo. No consumirlo es mejor para la prevención del cáncer.

7. Evite el exceso de sol, especialmente en niños. Use protección solar. No tome rayos UVA.

8. En el lugar de trabajo, protéjase frente a sustancias que causen cáncer siguiendo las instrucciones de salud y seguridad.

9. Averigüe si está expuesto a la radiación de niveles naturalmente altos de radón en su hogar. Tome medidas para reducirlo si estos fueran altos.

10. Para las mujeres:

- La lactancia materna reduce el riesgo de cáncer de la madre. Si puede, amamante a su bebé.

- La terapia de sustitución hormonal (TRH) aumenta el riesgo de ciertos tipos de cáncer. Limite su uso.

11. Asegúrese de que sus hijos participen en los programas de vacunaciónpara:

- Hepatitis B (recién nacidos)

- Virus del papiloma humano o VPH (para las niñas).

12. Forme parte en los programas de cribado del cáncer organizados para:

- Cáncer de intestino (hombres y mujeres)

- Cáncer de mama (mujeres)

- Cáncer de cuello de útero (mujeres).

Para más información, visita LALCEC (Argentina) y el sitio de la OMS sobre el cáncer.






http://www.carlosferuglio.com.ar/2014/10/12-maneras-de-reducir-el-riesgo-de.html#.VEwPOvmUd1g

sábado, 25 de octubre de 2014

Mariano Shifman, excelente poeta y escritor argentino nos regala su soneto "Roberto Arlt"
























ROBERTO ARLT


Desde aquí, liberado de la "diaria",
hoy me permito el lujo de estos versos,
las sílabas contadas y los tersos

acentos: ya me usó la maquinaria.



En carne y hueso fui un escriba paria,

de aguafuertes por kilo, de dispersos

desvaríos, de locos y perversos,

de podredumbre, odios y urticaria…



Los sabihondos leyeron cualquier cosa:

me afiliaron a Rusia y a Boedo,

como quien clava a una mariposa.


El compromiso… me importaba un bledo.

Lo digo en sílabas, lo dije en prosa:

la rabia fue mi trama y fue mi credo.



Mariano Shifman

BREVE RESEÑA BIO-BIOGRÁFICA:



Abogado y licenciado en Letras. Ha publicado los libros PUNTO ROJO (1er. Premio XI Certamen Nacional de Poesía, Editorial de los Cuatro Vientos), Buenos Aires, año 2005, yMATERIAL DE INTERIORES, Proa Editores, Buenos Aires, año 2010.  

Recibió premios y menciones en diversos certámenes de poesía y de relatos, entre ellos, además del citado anteriormente, los instituidos por las Municipalidades de las ciudades de 3 de Febrero, 25 de Mayo y Morón, Avellaneda (Provincia de Buenos Aires), y por el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y por la Fundación cultural “Gente de Letras”. 

Diversos poemas y cuentos de su autoría han sido publicados en revistas literarias, antologías y sitios de Internet tanto del país como del exterior. 

Algunos de ellos fueron traducidos al francés, inglés, neerlandés, portugués y catalán.

miércoles, 22 de octubre de 2014

"EL OTRO": UN CUENTO DEL MAESTRO JORGE LUIS BORGES.


El Otro

Por Jorge Luis Borges


El hecho ocurrió el mes de febrero de 1969, al norte de Boston, en Cambridge. No lo escribí inmediatamente porque mi primer propósito fue olvidarlo, para no perder la razón. Ahora, en 1972, pienso que si lo escribo, los otros lo leerán como un cuento y, con los años, lo será tal vez para mí. Sé que fue casi atroz mientras duró y más aún durante las desveladas noches que lo siguieron. Ello no significa que su relato pueda conmover a un tercero.
Serían las diez de la mañana. Yo estaba recostado en un banco, frente al río Charles. A unos quinientos metros a mi derecha había un alto edificio, cuyo nombre no supe nunca. El agua gris acarreaba largos trozos de hielo. Inevitablemente, el río hizo que yo pensara en el tiempo. La milenaria imagen de Heráclito. Yo había dormido bien, mi clase de la tarde anterior había logrado, creo, interesar a los alumnos. No había un alma a la vista.
Sentí de golpe la impresión (que según los psicólogos corresponde a los estados de fatiga) de haber vivido ya aquel momento. En la otra punta de mi banco alguien se había sentado. Yo hubiera preferido estar solo, pero no quise levantarme en seguida, para no mostrarme incivil. El otro se había puesto a silbar. Fue entonces cuando ocurrió la primera de las muchas zozobras de esa mañana. Lo que silbaba, lo que trataba de silbar (nunca he sido muy entonado), era el estilo criollo de La tapera de Elías Regules. El estilo me retrajo a un patio, que ha desaparecido, y la memoria de Alvaro Melián Lafinur, que hace tantos años ha muerto. Luego vinieron las palabras. Eran las de la décima del principio. La voz no era la de Álvaro, pero quería parecerse a la de Alvaro. La reconocí con horror.
Me le acerqué y le dije:
-Señor, ¿usted es oriental o argentino?
-Argentino, pero desde el catorce vivo en Ginebra -fue la contestación.
Hubo un silencio largo. Le pregunté:
-¿En el número diecisiete de Malagnou, frente a la iglesia rusa?
Me contestó que si.
-En tal caso -le dije resueltamente- usted se llama Jorge Luis Borges. Yo también soy Jorge Luis Borges. Estamos en 1969, en la ciudad de Cambridge.
-No -me respondió con mi propia voz un poco lejana.
Al cabo de un tiempo insistió:
-Yo estoy aquí en Ginebra, en un banco, a unos pasos del Ródano. Lo raro es que nos parecemos, pero usted es mucho mayor, con la cabeza gris.
Yo le contesté:
-Puedo probarte que no miento. Voy a decirte cosas que no puede saber un desconocido. En casa hay un mate de plata con un pie de serpientes, que trajo de Perú nuestro bisabuelo. También hay una palangana de plata, que pendía del arzón. En el armario de tu cuarto hay dos filas de libros. Los tres de volúmenes de Las mil y una noches de Lane, con grabados en acero y notas en cuerpo menor entre capítulo, el diccionario latino de Quicherat, la Germania de Tácito en latín y en la versión de Gordon, un Don Quijote de la casa Garnier, las Tablas de Sangre de Rivera Indarte, con la dedicatoria del autor, el Sartor Resartus de Carlyle, una biografía de Amiel y, escondido detrás de los demás, un libro en rústica sobre las costumbres sexuales de los pueblos balkánicos. No he olvidado tampoco un atardecer en un primer piso en la plaza Dubourg.
-Dufour -corrigió.
-Esta bien. Dufour. ¿Te basta con todo eso?
-No -respondió-. Esas pruebas no prueban nada. Si yo lo estoy soñando, es natural que sepa lo que yo sé. Su catálogo prolijo es del todo vano.
La objeción era justa. Le contesté:
-Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos tiene que pensar que el soñador es él. Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente obligación, mientras tanto, es aceptar el sueño, como hemos aceptado el universo y haber sido engendrados y mirar con los ojos y respirar.
-¿Y si el sueño durara? -dijo con ansiedad.
Para tranquilizarlo y tranquilizarme, fingí un aplomo que ciertamente no sentía. Le dije:
-Mi sueño ha durado ya setenta años. Al fin y al cabo, al recordarse, no hay persona que no se encuentre consigo misma. Es lo que nos está pasando ahora, salvo que somos dos. ¿No querés saber algo de mi pasado, que es el porvenir que te espera?
Asintió sin una palabra. Yo proseguí un poco perdido:
-Madre está sana y buena en su casa de Charcas y Maipú, en Buenos Aires, pero padre murió hace unos treinta años. Murió del corazón. Lo acabó una hemiplejía; la mano izquierda puesta sobre la mano derecha era como la mano de un niño sobre la mano de un gigante. Murió con impaciencia de morir, pero sin una queja. Nuestra abuela había muerto en la misma casa. Unos días antes del fin, nos llamo a todos y nos dijo: "Soy una mujer muy vieja, que está muriéndose muy despacio. Que nadie se alborote por una cosa tan común y corriente."Norah, tu hermana, se casó y tiene dos hijos. A propósito, ¿en casa como están?
-Bien. Padre siempre con sus bromas contra la fe. Anoche dijo que Jesús era como los gauchos, que no quieren comprometerse, y que por eso predicaba en parábolas.
Vaciló y me dijo:
-¿Y usted?
No sé la cifra de los libros que escribirás, pero sé que son demasiados. Escribirás poesías que te darán un agrado no compartido y cuentos de índole fantástica. Darás clases como tu padre y como tantos otros de nuestra sangre. Me agradó que nada me preguntara sobre el fracaso o éxito de los libros.
Cambié. Cambié de tono y proseguí:
-En lo que se refiere a la historia... Hubo otra guerra, casi entre los mismos antagonistas. Francia no tardó en capitular; Inglaterra y América libraron contra un dictador alemán, que se llamaba Hitler, la cíclica batalla de Waterllo. Buenos Aires, hacía mil novecientos cuarenta y seis, engendró otro Rosas, bastante parecido a nuestro pariente. El cincuenta y cinco, la provincia de Córdoba nos salvó, como antes Entre Ríos. Ahora, las cosas andan mal. Rusia está apoderándose del planeta; América, trabada por la superstición de la democracia, no se resuelve a ser un imperio. Cada día que pasa nuestro país es más provinciano. Más provinciano y más engreído, como si cerrara los ojos. No me sorprendería que la enseñanza del latín fuera reemplazada por la del guaraní.
Noté que apenas me prestaba atención. El miedo elemental de lo imposible y sin embargo cierto lo amilanaba. Yo, que no he sido padre, sentí por ese pobre muchacho, más íntimo que un hijo de mi carne, una oleada de amor. Vi que apretaba entre las manos un libro. Le pregunté qué era.
-Los poseídos o, según creo, Los demonios de Fyodor Dostoievski -me replicó no sin vanidad.
-Se me ha desdibujado. ¿Que tal es?
No bien lo dije, sentí que la pregunta era una blasfemia.
-El maestro ruso -dictaminó- ha penetrado más que nadie en los laberintos del alma eslava.
Esa tentativa retórica me pareció una prueba de que se había serenado.
Le pregunté qué otros volúmenes del maestro había recorrido.
Enumeró dos o tres, entre ellos El doble.
Le pregunté si al leerlos distinguía bien los personajes, como en el caso de Joseph Conrad, y si pensaba proseguir el examen de la obra completa.
-La verdad es que no -me respondió con cierta sorpresa.
Le pregunté qué estaba escribiendo y me dijo que preparaba un libro de versos que se titularía Los himnos rojos. También había pensado en Los ritmos rojos.
-¿Por qué no? -le dije-. Podés alegar buenos antecedentes. El verso azul de Rubén Darío y la canción gris de Verlaine.
Sin hacerme caso, me aclaró que su libro cantaría la fraternidad de todos lo hombres. El poeta de nuestro tiempo no puede dar la espalda a su época. Me quedé pensando y le pregunté si verdaderamente se sentía hermano de todos. Por ejemplo, de todos los empresarios de pompas fúnebres, de todos los carteros, de todos buzos, de todos los que viven en la acera de los números pares, de todos los afónicos, etcétera. Me dijo que su libro se refería a la gran masa de los oprimidos y parias.
-Tu masa de oprimidos y de parias -le contesté- no es más que una abstracción. Sólo los individuos existen, si es que existe alguien. El hombre de ayer no es el hombre de hoy sentencio algún griego. Nosotros dos, en este banco de Ginebra o de Cambridge, somos tal vez la prueba.
Salvo en las severas páginas de la Historia, los hechos memorables prescinden de frases memorables. Un hombre a punto de morir quiere acordarse de un grabado entrevisto en la infancia; los soldados que están por entrar en la batalla hablan del barro o del sargento. Nuestra situación era única y, francamente, no estábamos preparados. Hablamos, fatalmente, de letras; temo no haber dicho otras cosas que las que suelo decir a los periodistas. Mi alter ego creía en la invención o descubrimiento de metáforas nuevas; yo en las que corresponden a afinidades íntimas y notorias y que nuestra imaginación ya ha aceptado. La vejez de los hombres y el ocaso, los sueños y la vida, el correr del tiempo y del agua. Le expuse esta opinión, que expondría en un libro años después.
Casi no me escuchaba. De pronto dijo:
-Si usted ha sido yo, ¿cómo explicar que haya olvidado su encuentro con un señor de edad que en 1918 le dijo que él también era Borges?
No había pensado en esa dificultad. Le respondí sin convicción:
-Tal vez el hecho fue tan extraño que traté de olvidarlo.
Aventuró una tímida pregunta:
-¿Cómo anda su memoria?
Comprendí que para un muchacho que no había cumplido veinte años; un hombre de más de setenta era casi un muerto. Le contesté:
-Suele parecerse al olvido, pero todavía encuentra lo que le encargan.
Estudio anglosajón y no soy el último de la clase.
Nuestra conversación ya había durado demasiado para ser la de un sueño.
Una brusca idea se me ocurrió.
-Yo te puedo probar inmediatamente -le dije- que no estás soñando conmigo.
Oí bien este verso, que no has leído nunca, que yo recuerde.
Lentamente entoné la famosa línea:
L'hydre - univers tordant son corps écaillé d'astres. Sentí su casi temeroso estupor. Lo repitió en voz baja, saboreando cada resplandeciente palabra.
-Es verdad -balbuceó-. Yo no podré nunca escribir una línea como ésa.
Hugo nos había unido.
Antes, él había repetido con fervor, ahora lo recuerdo, aquella breve pieza en que Walt Whitman rememora una compartida noche ante el mar, en que fue realmente feliz.
-Si Whitman la ha cantado -observé- es porque la deseaba y no sucedió. El poema gana si adivinamos que es la manifestación de un anhelo, no la historia de un hecho.
Se quedó mirándome.
-Usted no lo conoce -exclamó-. Whitman es capaz de mentir.
Medio siglo no pasa en vano. Bajo nuestra conversación de personas de miscelánea lectura y gustos diversos, comprendí que no podíamos entendernos.
Eramos demasiado distintos y demasiado parecidos. No podíamos engañarnos, lo cual hace difícil el dialogo. Cada uno de los dos era el remendo cricaturesco del otro. La situación era harto anormal para durar mucho más tiempo. Aconsejar o discutir era inútil, porque su inevitable destino era ser el que soy.
De pronto recordé una fantasía de Coleridge. Alguien sueña que cruza el paraíso y le dan como prueba una flor. Al despertarse, ahí está la flor. Se me ocurrió un artificio análogo.
-Oí -le dije-, ¿tenés algún dinero?
-Sí - me replicó-. Tengo unos veinte francos. Esta noche lo convidé a Simón Jichlinski en el Crocodile.
-Dile a Simón que ejercerá la medicina en Carouge, y que hará mucho bien... ahora, me das una de tus monedas.
Sacó tres escudos de plata y unas piezas menores. Sin comprender me ofreció uno de los primeros.
Yo le tendí uno de esos imprudentes billetes americanos que tienen muy diverso valor y el mismo tamaño. Lo examinó con avidez.
-No puede ser -gritó-. Lleva la fecha de mil novecientos sesenta y cuatro. (Meses después alguien me dijo que los billetes de banco no llevan fecha.)
-Todo esto es un milagro -alcanzó a decir- y lo milagroso da miedo. Quienes fueron testigos de la resurrección de Lázaro habrán quedado horrorizados. No hemos cambiado nada, pensé. Siempre las referencias librescas.
Hizo pedazos el billete y guardó la moneda.
Yo resolví tirarla al río. El arco del escudo de plata perdiéndose en el río de plata hubiera conferido a mi historia una imagen vívida, pero la suerte no lo quiso.
Respondí que lo sobrenatural, si ocurre dos veces, deja de ser aterrador. Le propuse que nos viéramos al día siguiente, en ese mismo banco que está en dos tiempos y en dos sitios.
Asintió en el acto y me dijo, sin mirar el reloj, que se le había hecho tarde. Los dos mentíamos y cada cual sabía que su interlocutor estaba mintiendo. Le dije que iban a venir a buscarme.
-¿A buscarlo? -me interrogó.
-Sí. Cuando alcances mi edad habrás perdido casi por completo la vista.
Verás el color amarillo y sombras y luces. No te preocupes. La ceguera gradual no es una cosa trágica. Es como un lento atardecer de verano. Nos despedimos sin habernos tocado. Al día siguiente no fui. EL otro tampoco habrá ido.
He cavilado mucho sobre este encuentro, que no he contado a nadie. Creo haber descubierto la clave. El encuentro fue real, pero el otro conversó conmigo en un sueño y fue así que pudo olvidarme; yo conversé con él en la vigilia y todavía me atormenta el encuentro.
El otro me soñó, pero no me soñó rigurosamente. Soñó, ahora lo entiendo, la imposible fecha en el dólar.


http://www.lamaquinadeltiempo.com/prosas/borges01.htm

domingo, 19 de octubre de 2014

DIA DE LA MADRE: TERCER DOMINGO DE OCTUBRE, en muchos países.



DIA DE LA MADRE:

Como sabemos, ser Madre es
un "oficio" de todos los días del
año.

Felicito a todas las mujeres en su 
DIA, DIA DE LA MADRE,
a las que han parido con dolor 
el fruto de su amor.

A LAS ABUELAS/NONAS/
BOBES/ SABTOT porque son 
doblemente Madres.

A LAS TIAS, A LAS PRIMAS 
Y A LAS SOBRINAS
QUE YA SON MADRES
O LO SERAN EN UN FUTURO 
PROXIMO O LEJANO...

y a aquellas mujeres que por 
problemas de salud no pueden 
ser madres biológicas les 
sugiero ADOPTAR, a pesar 
de la burocracia.

Un niño o niña estará 
agradecida/o por tener 
UNA MAMA
que los proteja y los ayude 
a crecer y les brinde el cariño 
que solo una madre puede dar.

y esa mujer que no pudo 
embarazarse sentirá el amor, 
el calor, el cariño del hijo/hija 
adoptivo...y tendra alguien 
cercano que la cuidará cuando 
este mayor!!!.

FELIZ DIA DE LA MADRE.

JOSE PIVIN
HAIFA