"LOS SUBRAYADOS DE
GOMBROWICZ"
“Sobre
héroes y tumbas”
de Ernesto Sabato
Cía. General Fabril
Editora 1961
Los subrayados han sido
publicados en Polonia por
“Twórczosc” en julio de 1999
Pag.18 –Que no siempre
suceden cosas, que casi nunca suceden cosas, (...) tuve la sensación nítida de
que acababa de suceder algo (...) ya no era la misma persona que antes. Y nunca
lo volveré a ser.
Pag.20 –Ya que no bastan
–pensaba– los huesos y la carne para construir un rostro (...) por todo ese
conjunto de sutiles atributos con que el alma se revela a través de la carne
(...) en el instante mismo en que alguien muere, su cuerpo se transforma
bruscamente en algo distinto (...) Pues no son las paredes ni el techo ni el
piso lo que individualiza la casa sino esos seres que la viven con sus
conversaciones, sus risas, con sus amores y odios (...) ya que el alma no puede
manifestarse a nuestros ojos sino por medio de la materia, y eso es una
precariedad del alma pero también una curiosa sutileza. Y de esa inevitable
manifestación carnal del alma, de esta incapacidad del alma para vivir al
estado puro quizá sea posible concluir que es algo esencialmente distinto del
espíritu, ya que éste sí, desde su olímpico y ascético reducto, allá arriba, en
el mundo de las puras ideas, de la pura belleza y de la verdad pura, eterno y
solitario, tiene existencia propia y mira seguramente con desdén nuestra propia
carne. Y acaso también con asco y espanto.
Pag.21 –Espanto, desdén y
asco que no sólo han de referirse al cuerpo sino, y sobre todo, al alma, pues
muy a menudo, por no decir casi siempre, el alma es arrastrada por las
tempestades del cuerpo o quizás sea la causa misma de esas tempestades. O, más
probable, ambos como cómplices inseparables, son a la vez causantes y actores
de esos impuros y generalmente atroces movimientos de los hombres.
Pag.25 –(...) es el resultado
de una combinación monstruosa de hechos suficientemente dolorosos como para
producir el llanto (y aún el desconsolado llanto) y de acontecimientos bastante
grotescos como para querer transformarlo en risa.
Pag.29 –(...) pesimista en
cierne como corresponde a todo ser purísimo y preparado a esperar Grandes Cosas
de los hombres en particular de la Humanidad en general.
Pag. 30 –(...) sufren en
silencio y con dignidad suprema su muerte de auténticos desdichados. Como esos
hombres silenciosos y solitarios que a nadie piden nada y con nadie hablan,
sentados y pensativos en los bancos de las grandes plazas y parques de la
ciudad (...) que meditan y a su manera acaso replantean los grandes problemas
(...) En virtud de ese notable atributo que tiene el universo de independencia
y superposición, de modo que mientras un banquero se propone realizar la más
formidable operación (...) un pajarito, a cien pasos de distancia de la
Poderosa oficina, anda a saltitos sobre el cesped del parque Colón.
Pag.31 –(...) resulta
milagroso que tantas especies de seres puedan nacer, desenvolverse y morir sin
conocerse, sin odiarse ni estimarse, en las mismas regiones de universo...
Pag.32 –(...) que el
absoluto no existe (...) y su propia soledad ante la muerte.
Pag.35 –(...) en ese
presente prematuro (como si el tiempo se divirtiese presentándose antes de lo
debido), para que la gente haga representaciones tan grotescas.
Pag.42 –(...) ésos son los
que sufren por el resto. Y el resto son nada más que hichapelotas, hijos de
puta o cretinos ¿sabés?
Pag.52 –Su memoria está
compuesta de fragmentos de existencia, estáticos y eternos: el tiempo no pasa,
en efecto, entre ellos, y cosas que sucedieron en épocas muy remotas entre sí
están unas junto a otras vinculadas o reunidas por extrañas antipatías y
simpatías...
Pag.97 –Me gusta la gente
fracasada. El triunfo... tiene siempre algo de vulgar y horrible.
Pag.109 –(...) casi feliz.
Pero inmensamente.
Pag.132 –(...) pues nunca
(sostenía) somos la misma persona para diferentes interlocutores, amigos o
amantes.
Pag.137 –(...) ¿cómo saber
quién va a encarnarse en el cuerpo de nuestros hijos?
Pag.138 –Pero que raramente
las palabras pronunciadas responden con exactitud a lo que sentimos en lo más
recóndito de nuestro espíritu.
Pag.139 –La verdad, se
decía, sonriendo con ironía La verdad... Bueno, digamos : Una verdad.
Pag.140 –(...) y pensando
enseguida, como ante un abismo, qué poco, qué miserablemente poco restaba de
aquella marcha hacia la nada. Y entonces ¿para qué? Y cuando llegaba a ese
punto y cuando parecía que ya nada tenía sentido, se tropezaba a caso con uno
de esos perritos callejeros, hambriento y ansioso de cariño, con su pequeño
destino (tan pequeño como su cuerpo y su pequeño corazón que valientemente
resistirá hasta el final de aquella vida chiquita y humilde como desde una
fortaleza diminuta), y entonces recogiéndolo, llevándolo hasta una cucha
improvisada donde al menos no pasase frío, dándole algo de comer,
convirtiéndose en sentido de la existencia de aquel pobre bicho, algo más
enigmático pero más poderoso que la filosofía parecía volverle a dar sentido a
su propia existencia. Como dos desamparados en medio de la soledad que se
acuestan juntos para darse mutuamente calor.
Pag.154 –Porque hay veces
que los amantes no se quieren... o en que uno de ellos no quiere al otro, o lo
odia, o lo menosprecia.
Pag.155 –(...) pero yo soy
nada más que eso: un hombre de puros proyectos (...) En la vida es más
importante la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza (...) Y si no
digo todo, absolutamente todo, estoy mintiendo. Pero decir todo es imposible
(...) ¿Somos, acaso, siempre la misma persona?
Pag.163 –¿Qué quieren, una
originalidad total y absoluta? No existe. En el arte ni en nada. Todo se
construye sobre lo anterior. No hay pureza en nada humano (...) Todo lo demás
es desarrollo (...) Los verdaderos ateos son los indiferentes, los cínicos...
Pag.169 –Pues a medida que
nos acercamos a la muerte también nos acercamos a la tierra (...) Y entonces
recordamos un árbol, la cara de algún amigo, un perro, un camino polvoriento
(...) No grandes cosas sino pequeñas y modestísimas cosas.
Pag.177 –Porque si
prevaleciese la desesperación, todos nos dejaríamos morir o nos mataríamos, y eso
no es de ninguna manera lo que sucede (...) la poca importancia de la razón, ya
que no es razonable mantener esperanzas en este mundo en que vivimos.
Pag.178 –Y si la angustia es
la experiencia de la Nada, algo así como la prueba ontológica de la Nada ¿no
sería la esperanza la prueba de un Sentimiento Oculto de la Existencia, algo
por lo cual vale la pena luchar?
Pag.185 –Es curioso que uno
pueda fijarse en cosas así, indiferentes, en momentos tan decisivos.
Pag.191 –Pero ¿qué máscara
nos ponemos o qué máscara nos queda cuando estamos en soledad...?
Pag.227 –(...) análisis y
conceptos que valen para nosotros (...) pero en realidad todos estos conceptos
tiene un valor relativo, pues estamos aplicando conceptos y valoraciones
humanas a entes inconmensurables con nosotros; del mismo modo que es imposible
para los hombres imaginar dioses que no tengan ciertos caracteres humanos,
hasta el punto grotesco que los dioses griegos se metían los cuernos.
Pag.228 –Tuve de pronto la
revelación de que la realidad podía empezar a deformarse si no concentraba toda
mi voluntad para mantenerla estable.
Pag.229 –¿Acaso Parménides
no había probado que la verdadera realidad no es la que vemos sino una esfera
inmóvil y que toda esta fantasmagoría que nos rodea no es, en efecto, más que
una perversa fantasmagoría? (...) como una garantía de que soy “algo” (...)
sino por algo más profundo de índole espiritual (...) ¿qué impide que en ese
cuerpo tabulado en mi libreta de enrolamiento no pueda de pronto, en virtud de
algún cataclismo, habitar el alma del portero o del espíritu de Sade? ¿Hay
alguna inviolable relación, acaso, entre mi cuerpo y mi alma? Siempre me
pareció portentoso que alguien pueda crecer, tener ilusiones, sufrir desastres,
ir a la guerra, deteriorarse espiritualmente, cambiar sus ideas, transformar
sus sentimientos y sin embargo seguir recibiendo el mismo nombre.
Pag.230 –(...) “algo” entre
mi cuerpo y mi voluntad se interpone.
Pag.232 –(...) ese tipo de
enemigo de la sociedad que siempre me atrajo (...) (por la repugnancia de vivir
de la muerte de un ser viviente) y tenía ese género de fantástica esperanza de
que el mundo iba a ser alguna vez una cariñosa comunidad de libres y
fraternales cooperadores.
Pag.234 –(...) cuando uno se
propone enérgica y sistemáticamente un fin (...) se termina por crear un campo
de fuerzas telepáticas (...) y hasta se producen episodios que en apariencia
son casuales pero que en rigor están determinados por esa invisible potencia de
nuestro espíritu.
Pag.235 –(...) del universo en
que nacen y crecen nuestras más turbias obsesiones.
Pag.251 –Como si ese defecto
pudiese ser motivo de elogio. Ya que como le expliqué a Norma (que se
enfurecía) elogiar a un militar porque no lo parece, o porque no lo es tanto,
es como encontrar méritos en un submarino que tiene dificultades para
sumergirse, y creer que es una virtud el que pueda andar en la superficie casi
tan bien como un barco de carga.
Pag.298 –¡Delirio de
persecución! Siempre los realistas, los famosos sujetos de las “debidas proporciones”.
Cuando por fin se quemen, recién entonces se convencerán; como si hubiera que
medir con un metro el diámetro del sol, para creer lo que afirman los
astrofísicos (...) la vanidad es tan fantástica , tan poco “realista” que hasta
nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y
enterrados. ¿Una especie de prueba de la inmortalidad del alma?
Pag.335 –(...) que nada de
lo que se refiere a seres humanos debería causar jamás asombro y sobre todo
porque, como decía Proust, los “aunque” son casi siempre “porqués” (...) en
virtud de ese afán que tienen los hombres de aferrase a cualquier despojo de
alguien que quisieron mucho (...) esos pequeños objetos que de ese modo
alcanzan un valor simbólico y desmesurado...
Pag.336 –(...) encontrar esa
presunta clave...
Pag.337 –(...) constituía
algo así como la prueba de la inmortalidad del alma (...) ¿qué conocemos en
definitiva del misterio último de los seres humanos?
Pag.378 –Porque es un error
imaginar, como a menudo suponen los que ven a un movimiento revolucionario,
Pag.379 –(...) desde lejos o
desde afuera, que todos sus integrantes ofrecen un tipo definido de personas
(...) Pero la gama era infinita. Había el tolstoiano que se negaba a comer
carne porque era enemigo de toda muerte violenta, y que muy a menudo era
esperantista y teósofo; y el partidario de la violencia hasta en sus formas más
indiscriminadas, ya porque sostuviera que el Estado sólo puede combatirse
mediante la fuerza, ya porque como en el caso de Podestá, daba así salida a sus
instintos sádicos. Había el intelectual o el estudiante que llegaba al
movimiento a través de Stirner y Nietzsche, como Fernando, generalmente
individualistas acérrimos y asociales, que muchas veces terminaron apoyando el
fascismo; y obreros casi analfabetos que se acercaban al anarquismo en busca de
una esperanza instintiva. Había resentidos que volcaban así su odio contra el
patrón o la sociedad, y que a menudo terminaban convirtiéndose en despiadados
patrones cuando lograban alguna fortuna o en miembros del cuerpo policial; y
seres purísimos llenos de bondad y grandeza, y que aún siendo bondadosos y
puros eran capaces de llegar al atentado y a la muerte, como en el caso de
Simón Radowistky, llevados por un cierto tipo de espíritu justiciero, al
destruir al hombre que juzgaban culpable de la muerte de mujeres y niños
inocentes. Existía el vividor que con el cuento del anarquismo la pasaba muy
bien, comiendo y durmiendo gratuitamente en casa de compañeros, a los que en ocasiones
terminaba robándole algo o quitándole a la mujer, y que cuando por sus excesos
recibía alguna tímida recriminación del dueño de casa contestaba con desprecio
“pero qué clase de anarquista es usted camarada”. Y existía el linyera,
partidario de la vida libre del pájaro, del contacto con el sol y el campo, que
salía con su bultito al hombro a recorrer países y a predicar la buena nueva,
trabajando en alguna cosecha, arreglando algún molino o algún arado, y de noche
en el galpón de la peonada, enseñando a leer y a escribir a los analfabetos, o
explicándoles en palabras sencillas pero fervientes el advenimiento de la nueva
sociedad donde no habrá ni humillación ni dolor ni miseria para los pobres,
Pag.380 –o leyéndoles
páginas de algún libro que llevaba en el hatillo: páginas de Malatesta a los
campesinos italianos, o de Bakunin; mientras sus interlocutores silenciosos,
tomando mate en cuclillas o sentados sobre algún cajón de kerosén, cansados por
la jornada de sol a sol, acaso rememorando alguna remota aldea italiana o polaca,
se entregaban a medias a aquel sueño maravilloso, queriéndolo creer pero
(instigados por la dura realidad de todos los días) imaginado su imposibilidad,
en forma semejante a los que abrumados de desdichas sin embargo a veces sueñan
con el paraíso final; y acaso entre aquellos peones, algún criollo, que pensaba
que Dios había hecho el campo y el cielo con sus estrellas para todos por
igual, esa clase de criollo que añoraba la vieja y altiva vida libre de la
pampa sin alambrados, ese paisano individualista y estoico, hacía finalmente
suya la buena nueva de aquellos remotos apóstoles de nombres raros y, ya para
siempre, abrazaba con ardor la doctrina de la esperanza. Pues criollos de éstos
yo vi muchos en los sindicatos anarquistas del puerto o en las playas de los
frigoríficos, y entre ellos aquél llamado Vallejos que se desvaneció de hambre
en la calle y a quien la policía, al registrarlo y encontrarle un billete de
cien pesos, le preguntó por qué con tanto dinero pasaba hambre y él le
respondió con tranquila dignidad “porque esa plata, señor, es del sindicato”.
Sí, había anarquistas como Vallejos. Como también hubo anarquistas como Di
Giovani que, aunque editaba con el dinero de sus asaltos las obras completas de
Reclus, también vestía al fin de su vida camisas de seda; mientras que
pistoleros como Ascaso y Durruti, austeros y honestos hasta su muerte al pie de
sus ametralladoras en la guerra española, no guardaron para sí un solo centavo
de lo que obtuvieron en sus asaltos.
Pag.385 –(...) que contra la
fuerza organizada del estado burgués sólo era eficaz la fuerza organizada del
proletariado...
Pag.387 –Exupéry cuenta como
después de una angustiosa lucha con los elementos, perdido en el Atlántico,
cuando ya él y su mecánico no conservaban esperanzas de llegar a tierra,
alcanzaron a divisar una débil lucecita en la costa africana y con el último
litro de combustible alcanzaron finalmente la ansiada costa; y cómo entonces
aquel café con leche que tomaron en una cabaña fue el humilde pero
trascendental signo del contacto con la vida entera, el pequeño pero
maravilloso reencuentro con la existencia. Del mismo modo, cuando retornamos de
aquel universo del sueño, una mesita cualquiera, un par de zapatos gastados,
una simple lámpara familiar, son conmovedoras luces de la costa que ansiamos
alcanzar, la seguridad. Razón por la cual nos angustiamos cuando uno de esos
fragmentos de la realidad que empezamos a distinguir no es el que esperábamos.
Pag.388 –Me producía
extrañeza encontrar en las calles y en los cafés tanta gente despreocupada y
libre de problemas (...) había miles de personas que pensaban o sentían lo que
yo sentía (...) Puesto que los animales no lo necesitan: les basta con vivir.
Pag.389 –Mientras que el
hombre, al levantarse sobre las dos patas traseras y al convertir en un hacha
la primera piedra filosa, instituyó la base de su grandeza pero también los
orígenes de su angustia (...) habrá dejado de ser un simple animal pero no
habrá llegado a ser el Dios que su espíritu le sugiera (...) Ese ser dolorido y
enfermo del espíritu que se preguntará por primera vez sobre el porqué de la
existencia. Y así las manos, y luego aquella hacha, aquel fuego, y luego la
ciencia y la técnica habrán ido cavando cada día más el abismo que los separa
de su raza originaria y de su felicidad zoológica. Y la ciudad será finalmente
la última etapa de su loca carrera, la expresión máxima de su orgullo y la
máxima forma de su alienación.
Pag.390 –(...) y sin embargo
de pronto transmitimos algo misterioso e indefinible (...) de ese mundo que muy
probablemente seguirá permaneciendo, indiferente y helado, cuando hayamos
muerto...
Pag.391 –Porque en realidad
esos objetos pintados no son los objetos de aquel universo indiferente, sino
objetos creados por aquel ser solitario y desesperado...
fuente: recibido directamente de Juan Carlos Gómez ("Goma"), el amigo más cercano a Witold Gombrowicz durante su larga estada en Argentina.
J.C.Gomez falleció en 2012.